04. el libro de los insectos humanos

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cómic tecla el libro de los insectos humanos Octubre l’autor: osamu tezuka ressenya de crisan miguel sepúlveda ressenya de sergio benítez arcle de paul grave disney en nueva york : osamu tezuka entrevista a macoto tezka per xavi serra arcle de xavi serra novetats de novembre recomanacions el dia tres premio nacional de cómic muere purita campos dossier especial club de lectura

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l’autor: osamu tezuka

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l’autor: osamu tezuka

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DAMIÁN CAMPANARIO

La següent biografia de l’autor la podreu trobar a Zona Negativa (https://www.zonanegativa.com/biografia-osamu-tezuka-el-dios-del-manga/):

Hacemos un repaso de la vida y obra de Osamu Tezuka, el autor más impor-tante del manga y el anime moderno en el siglo XX.

“El dios del manga”, “el padre del manga moderno”, “el padrino del manga”… Varios son los sobrenombres por los que se conoce a la inmensa figura del autor al que hoy le dedicamos el día en Zona Negativa. Y es que Osamu Tezuka ha sido, es y será uno de los japone-ses más influyentes en la historia del cómic, no solo a nivel manga, sino a nivel global, pasando también por sus pinitos en la animación. Tezuka sensei es una pieza clave a la hora de entender la definición del manga y el anime moderno que hoy en día, ya en pleno siglo XXI, podemos disfrutar con más fuerza que nunca. Un autor que con su obra contribuyó a asentar las bases del cómic japonés y expandió sus fronte-ras, promoviendo masivamente su lectura y su consumo como uno de los principales medios de entreteni-miento popular, y provocando que sus historietas, al igual que algunas obras y movimientos del cómic americano en occidente, tuviesen un gran y profundo impacto en la sociedad japonesa de la post guerra, marcando a varias generaciones. Podríamos llegar a considerar a Tezuka como una suerte de Walt Dis-ney japonés, y no sería demasiado aventurado, ya que el mangaka se fijó mucho en la figura del nortea-mericano a la hora de desarrollar una nueva manera de hacer manga basándose en técnicas cinemato-gráficas y de animación, un poso que podemos ver incluso en el diseño de sus personajes. De hecho la sombra de Osamu es, en muchos sentidos, bastante más alargada que la del americano. En este mes de noviembre, cuando Tezuka hubiese cumplido 90 años, celebramos en Zona Negativa el Osamu Tezuka Day, y esperamos descubriros o animaros a conocer más sobre la figura y la inmensa obra de todo un titán de la viñeta, que aún hoy día sigue influyendo a autores y lectores como el primer día.

Orígenes y primeras influencias

Osamu Tezuka llega al mundo un 3 de noviembre de 1928, en la ciudad de Toyonaka, Osaka, siendo el mayor de tres hermanos. Desde pequeño su apodo fue gashagasha-atama (que viene a significar algo así

como “desorden” y “cabeza”, respectivamente), lo que ya deja entrever que había muchas cosas que bu-llían en la cabeza del autor desde bien temprano, algo fundamental posteriormente a la hora de entender

la inquietud y la iniciativa que demostró durante todos sus períodos profesionales.

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[...Ve de la pàgina anterior] Como él mismo reconocería más adelante, la figura clave en su vida, personal y artística, fue su madre, a la que consideraba responsable de la confianza y la creatividad que reflejaban sus historietas posteriores. Era muy habitual que el pequeño/joven Tezuka acudiese con su madre al Gran Teatro Takarazuka, una compañía de teatro musical femenina; sus obras románticas tuvieron un gran peso en las obras posterio-res del maestro, incluidos sus diseños de vestuario o ese gusto por representar los ojos grandes y brillan-tes en sus personajes. Por otro lado, su padre fue el “culpable” de su otra gran influencia, la de Walt Dis-ney, ya que el cabeza de familia de los Tezuka no perdía oportunidad para reproducir películas de anima-ción del genio de Illinois, y el bueno de Osamu se obsesionó con ellas y con el deseo de reproducirlas o crear algo similar con estilo japonés. El fanatismo por Disney llegó a tal nivel que el propio Tezuka recono-cía que veía los filmes varias veces seguidas, siendo su favorita Bambi, que llegó a visionar en más de 80 ocasiones. Así que, de este modo, con las influencias del teatro oriental por un lado, y la animación occi-dental por otro, se empezaba a cocinar algo en el interior de Osamu Tezuka, que daría lugar a una de las expresiones artísticas más importantes del siglo XX.

Cuando decimos que Osamu Tezuka es el padre del manga moderno, no queremos decir que no existiese producción de cómic japonés antes, ni que fuese el primero en plasmar una historia en viñetas y bocadi-llos. Pero si fue el primero en darle una forma y unos conceptos que permitían definirlo sin ningún género de dudas desde entonces. La palabra “manga”, en japonés, está compuesta por los kanjis de “dibujo” y “sin límite”, así que nos encontramos ante una definición algo vaga en la que entrarían innumerables obras que para denominarse como tal solo deberían contener dibujos que nos narrasen algo, y ni siquiera secuencialmente. Podríamos considerar entonces como “manga”, en su estado más primigenio, al Chōjū-giga, una crítica satírica nipona de los siglos XII y XIII que se basaba en caricaturas de animales que re-presentaban la sociedad de ese tiempo. Y por supuesto, también deberíamos considerar como manga el trabajo del maestro Hokusai (sobre el que podemos leer en la obra de Hinako Sugiura, Miss Hokusai, pu-blicada recientemente por Ponent Mon). Pero ni narrativa ni estéticamente entrarían dentro de lo que nos viene a la mente al mencionar la palabra manga hoy en día. Y el culpable de eso, de ese imaginario colec-tivo alrededor de la actual historieta japonesa, es Osamu Tezuka.

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JUAN JOSÉ CASTILLO

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A principios del siglo XX ya sí podríamos hablar del surgimiento de una estética manga, en representacio-nes artísticas como las de Yumeji Takehisa o Junichi Nakahara, pero una vez más sería sólo a nivel de ilustración, le seguiría faltando algo que solo Tezuka podía darle. Y fue precisamente esa influencia de la animación posterior a la Segunda Guerra Mundial, esas películas de Disney, vistas decenas de veces por el joven Tezuka y las tiras periódicas estadounidenses (la influencia cultural yanqui en el Japón de la post guerra fue muy fuerte, y de hecho el propio Tezuka era fan declarado de Superman, llegando a ser mi-embro honorario de su club de fans) definieron la historia para que Tezuka se decidiera a desarrollar una obra que vino muy marcada por el contraste entre su infancia pre-conflicto y su madurez posterior al mis-mo, y el profundo y traumático paso de la sociedad y cultura japonesa a través del mismo.

Tezuka comenzó a dibujar cómic como tal en su segundo año de escuela primaria, llegando a conseguir un volumen de producción tan grande que su madre se veía obligada a borrar sus cuadernos para que el muchacho siguiese teniendo dónde dibujar. En sus primeros años, Tezuka descubrió la existencia de un insecto llamado Osamushi, y se parecía tanto a su propio nombre que decidió adoptarlo como pseudóni-mo artístico. Posteriormente el propio autor reconocería que en sus primeros pasos, los autores que más le influyeron fueron Suihō Tagawa, uno de los primeros mangakas de la historia, que publicó con Kodans-ha la serie Norakuro; y Unno Juza, el padre de la ciencia ficción japonesa. Y el caso es que ambas influ-encias, junto con ese estilo de toque cartoon de Disney serían hábitos artísticos que ya no abandonaría en el resto de su vida como autor de manga.

Ya en sus años de instituto Tezuka fue reclutado, como tantos otros jóvenes nipones, para colaborar con el esfuerzo de guerra trabajando en una fábrica, hecho que no le disuadió de seguir dibujando y creando, con un tesón y una disciplina de trabajo que también marcaron toda su carrera. No había nada que pudie-se parar a Osamu y apartarle de su meta profesional. En 1945, con el dramático final de la Segunda Guer-ra Mundial, fue aceptado en la Universidad de Osaka, donde comenzó a estudiar medicina, un “frustrado” sueño de ser médico que se reflejaría posteriormente en una de sus mayores obras, Black Jack. Seis años universitarios y un graduado en medicina después, Osamu Tezuka pudo por fin dar rienda suelta a su producción de manga, comenzando a publicar sus primeros trabajos como profesional, con una difusi-ón aún bastante moderada. Anteriormente, todavía durante su época de estudiante, ya había publicado algunas historietas en las que se veía la influencia de esos elementos de ciencia ficción que mencionamos anteriormente: Lost World, Metropolis (inspirada en la obra maestra de Fritz Lang) y Next World. Aunque sin duda el gran trabajo de Tezuka en esa época, o al menos el más reconocido posteriormente, fue La nueva isla del tesoro, una versión de la obra de Robert Louis Stevenson realizada junto a Shichimi Sakai, que puede ser considerada como su primer gran éxito y que mostraría esa querencia por las animaciones americanas de autores como el ya mencionado Disney o los hermanos Fleischer.

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Pero sin embargo, como ya hemos dicho, la Segunda Guerra Mundial fue un hecho definitorio en la vida y la mentalidad de Osamu Tezuka, al igual que para el resto de su generación. Los horrores de la guerra empujaron al mangaka a estudiar medicina en un esfuerzo para hacer del mundo un lugar mejor, y ese interés por cuidar el planeta y a sus gentes fue algo que también se reflejó una y otra vez en sus obras. Tezuka vio en el manga una oportunidad única para concienciar a las personas de la importancia de pre-servar lo bueno, de salvaguardar el mundo de la catástrofe que acababan de sentir en sus propias carnes en Japón y en buena parte de los escenarios del conflicto internacional. La nueva isla del tesoro daría el pistoletazo de salida a la considerada como la edad de oro del manga moderno, pero no sería hasta 1951 cuando se descorchase la botella del fenómeno que comandó Osamu Tezuka.

En ese año de 1951 Tezuka se unía a un grupo de mangakas conocido como Tokyo Children Manga Asso-ciation, con otros autores como Baba Noboru, Ota Jiro, Furusawa Hideo, Fukui Eiichi, Irie Shigeru y Negis-hi Komichi. Tezuka viajó entonces a Tokyo en busca de un editor para que siguiese publicando sus traba-jos, encontrándose en primera instancia con el rechazo de la editorial Kobunsha. Fue Shinseikaku la prime-ra editorial en aceptar la publicación de los mangas de ese Tezuka post universitario, con El extraño viaje del Dr. Tiger, mientras que Domei Shuppansha haría lo propio con El misterioso Dr. Koronko. La primera serialización con éxito del sensei llegaría de la mano de la revista Manga Shônen con Jungle Emperor Leo (1950-1954), más conocida internacionalmente como Kimba, el león blanco. Una obra que generaría una gran polémica posterior cuando Disney la plagió descaradamente en El rey león, cerrando así, de una ma-nera bastante irónica, el círculo de influencias que lanzaron a Tezuka a crear sus mangas.

La exitosa década de los 50: De Astroboy a Fénix

Pero fue en 1951 cuando llegaría el hecho clave, el punto de no retorno para que podamos hablar del manga como lo conocemos hoy día, y que sería la primera piedra para la leyenda de Osamu Tezuka. Ese año, el de su graduación, la revista Weekly Shōnen Magazine de Kodansha comienza a editar Ambassador Atom, introduciendo por primera vez al personaje que marcaría la vida tanto de Tezuka sensei, como de toda una generación de lectores, y de la propia historia del manga: Astroboy. En un primer momento, Ambassador Atom no iba a ser más que otra historia de ciencia ficción más.

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LAURA VÁZQUEZ

De hecho, el éxito en Japón del manga fue moderado en primera instancia, y habría pasado sin pena ni gloria por la producción de la historieta japonesa, de no ser por la presencia de Astroboy/Atom, que rápidamente se convirtió en uno de los personajes favoritos de los niños y jóvenes. Tras un aluvión de cartas de apoyo y peticiones de los lectores, Tezuka no hizo oídos sordos y publicó, en 1952, en la revista Shōnen Kobunsha, el primer capítulo de Tetsuwan Atom, conocido en occidente como Astroboy, y se inició de esta manera todo un fenómeno de masas en Japón. Un fenómeno que posterior-mente traspasaría todas las fronteras, dejando a ese robot humanoi-de de aspecto risueño y cartoon como uno de los mayores embaja-dores que la cultura popular japonesa en general, y el manga y ani-

me en particular, ha tenido en su historia.

Podemos decir que este manga siguió estando marcado por esas influencias de la ciencia ficción y esa combinación artística de estilo manga como lo conocemos hoy día (ojos grandes, rasgos infantilizados) y estilo Disney, pero por primera vez, o al menos por primera ocasión en un fenómeno de masas, se produ-jo ese contraste entre esa concepción alegre e infantil y una historia con tintes de drama, aún muy leves, y que en posteriores obras de Tezuka se iría profundizando más y más. Astroboy, no obstante, sigue siendo uno de los shônen (dirigido al público adolescente masculino) por antonomasia, con un robot representan-do esa lucha del bien contra el mal y dejando un mensaje positivo para los lectores más jóvenes. Astroboy nos dejaba esa moraleja final de que los malos pueden acabar siendo buenos, o al menos no tan malos, y la importancia de proteger a los demás.

Con 23 tomos publicados en Japón (1952-1968), Astroboy fue la primera serie manga que también arrasó en Estados Unidos y Europa, y quizá por eso, por ser la pionera, se considera unánimemente como el verdadero nacimiento del manga moderno. Astroboy fue adaptada también al formato anime, tanto en serie como en películas, y tiene el honor de ser la obra que posiblemente más haya influenciado a las generaciones de autores posteriores, con homenajes, precuelas o secuelas de la talla de Pluto (Naoki Urasawa) o Atom: The Beginning (Tetsuo Kasahara y Masami Yūki). El éxito de Atom fue arrollador, y de la noche a la mañana Tezuka se convirtió en el mangaka más importante del país, y uno de los que mayor reconocimiento tenían a nivel internacional, comenzando a romper esa barrera cultural que separaba has-ta entonces oriente y occidente. Lo habitual, con ese bombazo que supuso Atom y la buena forma de la que gozaban sus obras menores, hubiese sido quedarse ahí, disfrutar de ese éxito cosechado tan tempra-no y tratar de sobrevivir al extenuante ritmo de trabajo que supone la publicación de una serie manga. Pero Gashagasha-atama no había cambiado ni un ápice desde que su madre tuviese que borrar sus cua-dernos para que no se le agotase el papel en el que dar rienda suelta a todo lo que tenía en su imaginaci-ón. Y así, tras sentar los cimientos del manga y el shônen moderno, a Osamu Tezuka no se le ocurrió otra cosa que parir una de las obras más influyentes en el otro género demográfico por antonomasia en el cómic japonés, el shôjo (dirigido al público adolescente femenino). Así nace, en 1953, La princesa caballe-

ro.

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La princesa caballero se publica en las páginas de Shôjo Club hasta 1956, y es un manga curioso y único desde el momento de su concepción. Tezuka comienza a introducir elementos occidentales y europeos en su obra (algo que hoy día vemos muchísimo en la obra de Urasawa, uno de los mangakas más influencia-dos por la producción de Tezuka), y situándonos en un contexto europeo medieval nos cuenta la historia de la Princesa Zafiro, una joven heredera al trono cuya familia ha fingido toda su vida que es un hombre para saltarse la ley sálica que impera en su reino y vetaba su ascenso al poder por su género. Y no solo eso, sino que por la influencia del ángel Tink, Zafiro posee dos corazones: uno azul de chico y uno rosa de chica, iniciando un conflicto entre ambos ya que la princesa considera que ambos, masculino y femenino, son suyos por igual. Solo con esa concepción ya podéis intuir que este manga supuso una revolución en todos los sentidos en la sociedad, tanto internacionalmente, como particularmente en una cultura tan fa-locéntrica como la japonesa. Tezuka ponía sin ningún rubor por primera vez sobre la mesa un tema tan polémico como los roles de género y la figura femenina en una historia de fantasía dirigida a los jóvenes, redefiniendo un género como el shôjo de arriba abajo. Daba además por primera vez un papel importante a la mujer, algo que sería constante en muchas de sus obras, dotando al género femenino de una profun-didad, humanidad y matices pocas veces vistos hasta ese momento en el cómic nipón.

Y es que Tezuka mostró esa inquietud, esa imposibilidad de quedarse quieto y revolucionó todo, no solo en su prolífica producción, sino en su capacidad para meterse en todos los charcos posibles, tratando temas complejos y peliagudos, casi vetados en su época, y que contrastaban totalmente con ese aspecto infantil, “estilo Disney”, de sus diseños artísticos. No solo el papel de la mujer y el conflicto de género estu-vieron presentes en sus obras, también temas como la corrupción política, los riesgos de las armas quími-cas y atómicas, el racismo, la homosexualidad, el ecologismo, la superpoblación o el crecimiento y crisis económica estuvieron presentes de un modo u otro en sus mangas, de una manera profunda y a la vez ligera, para que todo el mundo se empapase de esas temáticas. Algo que también le granjeó algunos pro-blemas, ya que como todas las obras hijas de su tiempo, han sido consideradas machistas o racistas de un modo u otro, al menos si lo entendemos con un pensamiento más contemporáneo, algo que debería evitarse si se quiere hacer un análisis más certero de obras clásicas.

Por si no fuera poco con Astroboy y La princesa caballero, en 1953, con sus dos grandes mangas en pleno apogeo inicial, a Tezuka le pareció que era el momento apropiado para comenzar la que conside-ró siempre como la gran obra de su vida: Fénix. Con más de 20 años de producción y más de 3000 páginas recopiladas en 12 tomos, Fénix es una historia inmensa y ambiciosa que va desde el inicio de la civili-zación hasta el final de la misma, y que prácticamente es imposible de abarcar y resumir en pocos párrafos. Una de esas obras que es prác-ticamente imposible volver a ver, con la dificultad añadida de ser pro-ducida por un autor con un volumen de trabajo tal como Tezuka, en un proyecto que recuerda a la megalomanía [ Continua a la pàgina següent...]

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de autores como Tolkien. Cada uno de sus tomos aborda una época distinta, con personajes o conceptos de los mismos recurrentes, con un género distinto en cada uno de ellos, experimentando con la forma, la narrativa, el dibujo, dando lugar a algunas de sus páginas más brillantes y con una exquisita cohesión gracias al hilo común que genera la simbólica imagen del mitológico Fénix. Quizá no sea su historia más popular, ni conocida, puede que su lectura sea difícil y se requiera de sus pinitos previos en el mundo del manga para poder tragarla, pero no hay duda de que Fénix es y será la mayor historia jamás contada en el manga.

Producción de anime y la revista COM

La exitosa década de los 50 para Osamu Tezuka culminaría con el broche de oro que le permitiría cumplir uno de sus sueños de la infancia. En 1958, Toei Animation entraría en conversaciones con el mangaka para que adaptara en un guion la historia tradicional de El mono Son Goku, algo que el sensei aceptó con la condición de dirigir la película, siendo esta su entrada en el mundo de la animación. En 1961 llegó a fundar su propio estudio, Mushi Productions, con el que llevaría a cabo adaptaciones de sus propias obras, innovando también la industria con la llegada en 1963 de la versión anime de Astroboy, primer gran éxito del anime serializado tal como lo conocemos hoy día y también primer producto de animación japo-nés en ser doblado al inglés para la audiencia estadounidense. Kimba fue de nuevo un elemento capital en la producción, en este caso animada, de Tezuka, siendo en 1965 la primera serie en ser elaborada a todo color. En 1968 el mangaka fundaría un nuevo estudio, Tezuka Productions, donde se dedicaría fun-damentalmente a experimentar con la animación hasta el final de su vida. Mushi Productions, por su parte, y pese a producir con éxito un gran número de series y películas, se vería obligada a echar el cierre en 1973 debido a la bancarrota, siendo su escisión un elemento clave para el nacimiento de varios estudios de éxito posterior, como Sunrise.

Animación y manga aparte, ya hemos visto que Tezuka fue lo que podríamos denominar vulgarmente como un “culo inquieto”. Y eso provocaba que sintiese curiosidad y casi obligación por responder con su sello personal a casi todas las manifestaciones culturales que aparecían en su época. Así que, como res-puesta al nacimiento de la revista Garo, de Katsuichi Nagai y Sanpei Shirato en 1964, y al movimiento gekiga, Tezuka creó la revista COM en 1967. Hasta 1972, COM competiría con Garo como espacio reser-vado para los autores más personales y experimentales del Japón de los años 60 y 70, siendo en ambas publicaciones donde surgieron las obras que parecían impensables 10 o 20 años atrás, con fuerte influen-cia de la ideología radical de izquierdas, la abstracción, el eroguro o el punk. Garo ganó la batalla y es considerada universalmente como una de las mayores revistas de culto de la historia del arte, hasta su cierre en el año 2002. Pero incluso ante este titán, Tezuka fue capaz de plantar algo de cara, y eso que llegaba a colocar mensualmente alrededor de 80.000 ejemplares, una cifra tremenda para los cánones occidentales, pero que palidecía ante los números del monstruo editorial japonés de aquella época (y aun de la nuestra): la Weekly Shônen Jump de Shueisha.

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Quizá una de las claves para que COM no fuese capaz de arrebatar ese trono alternativo y experimental a Garo fue la imposibilidad de Tezuka para ser considerado como un autor revolucionario o contracultural en lo político y lo estético, pese a que ya hemos visto que, a su modo, lo era con creces. Sin embargo, para ser revolucionario estás obligado a ir contra lo establecido, y en ese momento Tezuka era lo establecido. Era el sistema, el mainstream, el cajón más alto del podio al que todo artista de manga japonés quería llegar. Tezuka era el manga, y pese a esa espinita de no triunfar en todos y cada uno de los campos en los que se propuso trabajar, la producción del genio de Osaka no decayó lo más mínimo. Al contrario, más allá de esa santísima trinidad de obras que hemos visto anteriormente, Tezuka siguió creando algunos de los mangas mejor elaborados de la historia. Su trabajo fue, de hecho, tan grande en número, que es prác-ticamente inabarcable, de ahí que ninguna editorial se haya atrevido a producir unas obras completas del mismo. Se estima que realizó alrededor de 700 mangas, la mayoría producida de manera simultánea y ocupándose al mismo tiempo de guion y dibujo, con unas 150.000 páginas y compaginadas con la produc-ción de 60 películas en 35 años. Una auténtica locura que tiene casi nulas posibilidades de volverse a repetir.

Más allá de sus obras más conocidas, podemos comentar el inicio de su etapa más madura y adulta, que en cierto modo arrancó con Fénix, aun siendo esta una rara avis en su producción. Mangas de la talla de Black Jack, El libro de los insectos humanos, Alabaster, La canción de Apolo, Buda, MW o Adolf son ejemplos de ese Tezuka más maduro y crítico, sin perder por ello su estilo narrativo y visual, y moviéndo-se entre la estética pulp y las tramas complejas y rebuscadas, que esconden una profunda crítica social, con personajes humanos y grises repletos de matices. Cómics en los que Tezuka respondía al auge de ese manga más adulto que llegó con el gekiga, y con los que daba un puñetazo en la mesa contra aque-llos que pensaban que solo era capaz de producir manga infantil o juvenil. Un abrazo al seinen (manga enfocado al público adulto) con argumentos que se sienten profundamente pesimistas, pero a los que es capaz, aun así, de aportar esa visión vitalista y de esperanza que siempre quiso transmitir con sus obras.

Para terminar con su producción no podemos dejar de mencionar algunas de su creaciones “menores”, como Oda a Kirihito, influenciada por sus grandes pasiones de medicina, ciencia y humanismo; también Mañana los pájaros, un manga de corte apocalíptico donde vaticinaba el fin de la raza humana; y por últi-mo, El árbol que da sombra, con inspiración histórica en la etapa final del shogunato (1870) y el conflicto médico entre el uso de la medicina occidental neerlandesa y la oficial evidencialista.

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El legado del dios del manga

Tezuka es considerado el padre del manga moderno, un dios en su tierra y fuera de ella, pero fue mucho más que eso. Revolucionó los principales géneros del cómic japonés, sentó las bases de la animación y, sobre todo, puso en el mapa internacional la cultura japonesa en uno de los momentos más delicados de su historia, tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial, dotando al país de una identidad a la que agar-rarse y promocionar por el mundo. Tezuka murió el 9 de febrero de 1989 como consecuencia de un cáncer estomacal, pero como todos los grandes hombres, ha seguido vivo a través de sus obras y su legado. Casi 30 años después de su muerte, Tezuka sigue estando presente en todos los autores y lectores de manga, a los que influyó directa o indirectamente. El diseño artístico, la manera de narrar, la serialización de sus obras… Osamu Tezuka redefinió lo que hoy día conocemos como “estilo manga” y sin él las cosas serían muy distintas hoy en día. Tezuka sentó las bases estéticas del manga contemporáneo, con unos diseños de figura estilizada y especial hincapié en los ojos grandes y deslumbrantes que hoy día ya se asocian al tan repetido “estilo manga”. No solo eso, sino que fue una figura clave en la adopción de formalismos que hoy día siguen rigiendo el día a día del cómic japonés, como la serialización en tomos de formato tankobon o la propia paginación y estructuración de los capítulos de dichos tomos, tomando como base el modelo norteamericano y adoptando el modelo yonkoma (4-koma), una estructura con 4 viñetas consecutivas.

Esa influencia en otros autores se ve directamente cuando aún vivía, apadrinando a mangakas que son hoy día conocidos y venerados por sus obras, como Go Nagai (Mazinger Z, Devilman) o Shotaro Ishinomo-ri (Relatos de Sabu e Ichi, Kamen Rider). O quizá, de una manera más tangencial, pero igualmente eviden-te, como en el ya mencionado Naoki Urasawa, cuya obra debe casi todo a las lecturas que realizó de niño del maestro de Osaka; o en Akira Toriyama, otro de los tótems del shônen. De una manera u otra, cualqui-er producto manga o anime que consumimos hoy en día tiene parte del alma y la esencia de Osamu Te-zuka, y es por eso que, a través de su trabajo, se ha ganado la inmortalidad.

En su vida personal, Tezuka contrajo matrimonio en 1959 con Etsuko Okada, con quien tuvo un hijo, Mako-to Tezuka (o Macoto Tezka, como se le conoce artísticamente), que hoy día colabora en la producción del manga y anime de Atom: The Beggining; y dos hijas, Chiiko y Rumiko. Los tres llegaron a aparecer, junto a su padre, en un manga parcialmente biográfico que llevó por título Mako, Rumi and Chii. El dios del man-ga, como dijimos, se nos fue en 1989, dejando tras de sí un legado difícilmente igualable y poniendo patas arriba el mundo del cómic y la animación. Tras su muerte se postuló su posible candidatura al Premio No-bel de Literatura, que finalmente se desestimó. Pero quedó tras él la aclamación y el reconocimiento popu-lar a toda su obra, hasta tal punto que, en 1997, se crea en Japón el Premio Cultural Osamu Tezuka, uno de los mayores, sino el mayor, galardones que se le pueden conceder a un mangaka hoy día. El manga de Tezuka sigue más vivo que nunca, algo que sin duda enorgullecería a un autor que se fue como vivió, deseando continuar con su obra pues, según cuenta la leyenda, las últimas palabras del sensei, dirigidas a su enfermera, fueron: “Te lo suplico, ¡déjame seguir trabajando!”.

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La següent ressenya es va publicar a Zona Negativa: https://www.zonanegativa.com/el-libro-de-los-insectos-humanos-2/

“Qué soledad… Siento que me llevará el viento…”

La femme fatale es uno de los conceptos más potentes que existen en la ficción y en el arte. Son persona-jes de por sí atractivos e interesantes, con un magnetismo tangible y real como la materia pero difícil de explicar. Especialmente aprovechadas en el cine, como es el caso de Catherine Tramell, interpretada por Sharon Stone en Instinto Básico, pero también en el cómic, como Ava Lord en Sin City, o como Toshiko Tomura, la protagonista de la obra que hoy vamos a analizar: El libro de los insectos humanos, del maes-tro Osamu Tezuka.

Y como la mayor parte de las obras de Tezuka, tiene una profundidad que va mucho más allá de esa apa-riencia de cómic infantil que transmiten sus dibujos en primera instancia, apartado artístico inclusive, por cierto. El libro de los insectos humanos fue publicado entre 1970 y 1971, y fue editado en nuestro país por la editorial Astiberri hace ya algunos años. Hoy os traemos una reseña de esta magna obra, no muchas veces citada dentro de sus mejores historias, pero que sin duda alguna merece una lectura y un sitio en vuestra librería. No recomendaría, no obstante, la lectura de esta reseña si no has leído la obra, o si no te importan los spoilers, puesto que para analizarla con cierta profundidad vamos a entrar en detalle en algu-nas partes de la trama.

El libro de los insectos humanos nos cuenta en inicio una trama muy sencilla, con diversos temas de fon-do, que tiene como centro de la atención a Toshiko Tomura, una diseñadora y escritora que al comienzo de la historia está a punto de recibir uno de los premios literarios más importantes de Japón por su última novela. No obstante, es un personaje que desde el principio el autor nos deja claro que oculta algo, y a modo de introducción sobre el mismo, en las primeras páginas, ya podemos ver esa oscuridad que se atisbaba. Todo lo que ocurre después es una serie de acontecimientos centrados en la vida de Toshiko Tomura y en su terrible manera de actuar.

Así pues, en la historia vemos escenas muy potentes hoy en día, como el continuo maltrato físico que recibe Toshiko, que vistas desde hoy en día nos repugnan y horrorizan, e incluso nos resultan incómodas de leer. Y, sin embargo, Tezuka no victimiza en ningún momento a su protagonista, sino que la ensalza de tal forma que se convierte en una vengadora de su propias miserias y vicisitudes, porque por supuesto, es tremendamente egoísta. Toshiko se ensalza entonces como heroína feminista involuntaria, que en pos de su propia supervivencia en un entorno absolutamente hostil hacia ella y hacia su sexo, se vale de las me-jores herramientas que conoce para sobrevivir y salir adelante, cada vez más fortalecida. Por lo tanto, podemos considerar a Toshiko no solo como una heroína feminista y una psicópata perfecta, sino como la mismísima representación de la naturaleza y la evolución, resumida en la máxima: adaptarse para sobre-vivir. Así pues, Toshiko es una mujer que se nutre de las habilidades de otra persona para hacerlas suyas,

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El libro de los insectos humanos

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OSAMU TEZUKA

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imitarlas con absoluta perfección, y aprovechar situaciones concretas para obtener un beneficio que si-empre acaba con la destrucción del otro al que acaba de imitar. Y no se queda aquí, sino que además aprende e incorpora esas habilidades para seguir sacándoles provecho en su vida. Es por ello por lo que Toshiko es, a lo largo de su vida, escritora, diseñadora, actriz o fotógrafa, entre otras profesiones, y en todas ellas se desempeña con un enorme éxito, aunque sin embargo, después, le acaba aburriendo de tal forma que necesita imperiosamente avanzar hacia otra cosa.

Seguramente nunca sabremos si de verdad las capacidades de Toshiko son verdaderamente sobrehuma-nas y fantásticas, y no una simple y tremenda habilidad de imitación que sabe aprovechar el momento oportuno para poner en práctica esas capacidades y destruir al adversario. Tezuka nos quiere dejar en el aire la respuesta, para que cada uno lo interprete a su manera, según su experiencia con la narración de la historia, como todo gran autor sabe hacer. No obstante, la naturaleza y el pasado misterioso de Toshiko es lo menos importante de una obra que, por lo que ya habréis podido deducir en el caso de que no la hayáis leído, la importancia y trascendencia radica en la profunda carga simbólica y psicológica del perso-naje de Toshiko Tomura.

El tebeo está cargado de imágenes de un tremendo simbolismo. Actos como la copulación, mostrada en ocasiones como un juego de sombras muy sutil, y a la vez explícito, y en otras de una forma mucho más psicodélica, fusionando personajes y cuerpos, transformándoles en seres de sombras y líneas amorfas, presentadas de una forma tan elegante que da gusto verlo, especialmente en las escenas más polémicas para una obra de esta época, como es por ejemplo una relación homosexual.

Y esto es solo un pequeño ejemplo, puesto que, por mencionar otro tema, las referencias a los insectos son continuas y constantes durante toda la historia. Y no solo en el caso de Toshiko, que es representada como la mariposa en constante proceso de transformación, que no hace sino convertirse en otra cosa con cada persona que pasa por su vida, sino también con otros personajes. De tal forma que los títulos de cada capítulo, de alguna forma, hacen referencia a Toshiko y a diferentes situaciones en las que in-teractúa con los protagonistas masculinos, o también llamados “víctimas” de Toshiko, esto es, la cigarra de primavera, el pulgón, el coleóptero y el grillo.

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Y hablando de estos personajes, lo cierto es que tampoco se quedan atrás en cuanto a profundidad psi-cológica. Por un lado, tenemos al periodista con el que se inicia la historia, un fracasado que intenta conse-guir la historia más morbosa posible investigando la vida de Toshiko, que sin embargo se acaba convirtien-do en una noble búsqueda de la verdad, un sicario incapaz de sentir nada, ni en relación a sí mismo, un ambicioso y megalómano ejecutivo, un obsesivo y autodestructivo director teatral, y el vanidoso fotógrafo, que sin embargo es el único que no tiene como destino un trágico final, al imitar la pura estrategia y el mo-dus operandi de Toshiko, que es esencialmente adaptarse para sobrevivir. Todos ellos, sin embargo, ti-enen un denominador común: su fascinación por Toshiko, de la cual no escapa prácticamente ningún per-sonaje de los que se cruzan en su vida, y me atrevería decir que tampoco casi ningún lector que lea esta obra. Así pues, todos somos víctimas de Toshiko, acercándonos al peligro, sabiendo de éste, simplemente fascinados por su presencia y existencia, como un mosquito que se acerca a la luz.

Punto y aparte merece Ryotaro, el único ser por el que Toshiko parece sentir algún tipo de afecto y empa-tía, junto a su madre de cera. Ryotaro es un diseñador que, al igual que la mayoría de los personajes mas-culinos que aparecen en esta obra, acaba atrapado en las redes de Toshiko. No obstante, su historia se nos narra en flashback, y en el presente ya está separado de ella, y haciendo su vida por su cuenta tras quedar destrozado por el proceso de imitación de Toshiko. Así pues, esto añade otra capa de profundidad a la protagonista, ya que, a pesar de preocuparse constantemente, e incluso de tener una cierta obsesión con Ryotaro, no dudó ni un momento en aprovecharse de él, imitar sus capacidades, copiar sus trabajos, y convertirse en una diseñadora de éxito, realizando todo este proceso de una forma muy natural, casi como si no pudiera evitarlo. La trama paralela que se desarrolla más adelante con Ryotaro, su vida y su esposa, que se entrecruza de forma inteligente con la de Toshiko, tiene un interesante giro de tuerca que, sin em-bargo, no parece tener el efecto esperado sobre la protagonista, y vuelve a remarcar la idea de que, cual-quier hombre que se cruce en la vida de Toshiko, pase lo que pase y sean cuales sean sus decisiones, aunque se aparte de ella, no acaba bien.

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A pesar de su aspecto infantil, como comentaba al principio, la obra tiene cierta complejidad al introducir temas geopolíticos relacionados con la economía y el mundo empresarial en la trama de Kiriro y de la multinacional Dainihon Koki, hasta el punto de que a veces se hace difícil de seguir y hay que leer los bo-cadillos en repetidas ocasiones para comprender hacia dónde avanza la trama. Sorprende que Tezuka introduzca en la narración una trama de esta tipología, que en principio no tenía cabida, pero que sin em-bargo está tan bien escrita que la implementación acaba siendo totalmente natural, y no hace sino volver a remarcar que no estamos ante una obra infantil ni naif, por si no había quedado claro ya a estas alturas. Algo que parece inocente también es el dibujo, por su sencillez aparente, pero que sin embargo está lleno de simbolismo muy bien representado, y formas de narración gráfica muy originales durante toda la obra.

El final de la obra, aunque quizás un poco anticlimático y abierto, no podía ser de otra manera para hacer homenaje a un personaje tan poderoso como Toshiko que, a pesar de todas sus fechorías, no deja de ser una persona con una absoluta y profunda sensación de soledad que no es capaz de llenar de ninguna forma, algo que demuestran sus terribles relaciones personales, incluyendo la enfermiza reproducción de cera de su madre. La escena final, de hecho, no hace sino subrayar ese aspecto, con una última imagen pétrea y sobria de Grecia y unas últimas palabras que explicitan lo que siempre ha sentido Toshiko, una soledad tal que siente que le puede llevar el viento.

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La següent ressenya està extreta de la web Fancueva i la trobareu en aquest enllaç: http://www.fancueva.com/comic/el-libro-de-los-insectos-humanos-la-taxonomia-segun-tezuka/.

Con la edición definitiva de ‘Fénix’, que Planeta DeAgostini comenzaba a publicar hace unos meses, los muchos amantes de las historias que Osamu Tezuka concretó a lo largo de su hiperactiva trayectoria po-díamos sentirnos más que satisfechos. A fin de cuentas, el citado título fue considerado en su momento por el Dios del Manga como su obra cumbre, y cada nuevo volumen publicado no hará más que darle la razón (y si no me creéis, esperad y veréis). Pero eso no significa, ni mucho menos, que nuestra hambre de Tezuka quede saciada, sabiendo como sabemos que todavía queda por publicar en nuestro país un elevadísimo porcentaje (al que no me atrevería a poner cifra) de aquello que vio la luz en el país del sol naciente.

Es por este motivo por el que cualquier novedad en la que figure el nombre del grandioso autor nipón es siempre motivo de celebración, afirmación ésta que adquiere diferentes matices dependiendo de qué título estemos hablando, matices que en el caso de ‘El libro de los insectos humanos’ sólo pueden tener conno-taciones de sobresaliente dada la especial relevancia que este título tiene dentro de la bibliografía del ma-estro japonés.

Preciso análisis de la condición humana a través del mutable carácter de uno de los mejores personajes centrales que ideó Tezuka, la historia hilvanada aquí por el mangaka nos presenta a Toshiko Tomura, una joven de poco más de veinte años a la que los medios han calificado como una moderna Da Vinci. Y es que Toshiko ha llegado a las cimas más elevadas de aquellas disciplinas artísticas que ha tocado, sean estas la interpretación, la arquitectura o la literatura.

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ressenya: la taxonomía según tezuca

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SERGIO BENÍTEZ

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Mas Toshiko tiene un oscuro secreto, algo que oculta a los ojos del mundo pero que la gente que ha esta-do muy cerca de ella ha descubierto para su infortunio. Y es este secreto (que no desvelaré), y lo que comporta de cara a la supervivencia del personaje, lo que sirve de pretexto a Tezuka para postular su disconformidad con la sociedad en la que vivimos (por más que hayan pasado cuarenta años desde su publicación, muchos de los postulados que aquí expone el autor son de una actualidad asombrosa) al tiempo que desnuda el alma humana y nos da una soberana bofetada al mostrarnos las bajezas que esta-mos dispuestos a cometer con tal de medrar en la vida.

Obviamente enmarcada en las corrientes del manga adulto a las que Tezuka supo tan bien adaptarse llegados los setenta, siguen sorprendiendo (y seguirán sorprendiendo siempre) las formas narrativas de un autor que, imitado hasta la saciedad, nunca ha encontrado igual con el que pueda comparársele. En el caso que nos ocupa, los impresionantes juegos de luces y sombras (hay páginas que dan auténticas lecci-ones de autoridad a este respecto), las constantes experimentaciones con la estructura de las viñetas, los renovados usos que hace en no pocas ocasiones de los bocadillos de diálogo y el hecho de que el ritmo no decaiga a lo largo de sus casi 370 páginas son motivos más que suficientes para apoyar la anterior afirmación.

Al margen de recomendar efusivamente la lectura de tan sobresaliente título, lo único que me resta es alentar a Astiberri, o a cualquier otra editorial que tenga posibilidades de hacerlo, de conseguir más de-rechos de lo mucho que todavía queda inédito en nuestro país de Osamu Tezuka. Somos muchos los que se lo agradeceremos de todo corazón.

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el osamu tezuka i els gekiga

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JUAN JOSÉ CASTILLO

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El que ve a continuació és un fragment del 4t capítol de l’obra “Manga: La Era del Nuevo Cómic”, de

Paul Gravett. La teniu disponible a la secció de còmics de la Tecla, sota la signatura C 741.5 Gra.

Durante la recuperación de Japón tras la guerra, el pueblo buscaba una forma de entretenimiento que le ayudase a evadirse de la realidad, azotada por la pobreza de la época. De forma gradual, a medida que los editores más importantes de Tokio revitalizaron sus negocios a finales de la década de 1940, comen-zaron a dedicar más páginas al manga en las publicaciones juveniles. Osamu Tezuka no fue el único aspi-rante a artista de cómics que encontró dificultades para acceder a este medio en un primer momento. También había otros adolescentes sin experiencia que igualmente estaban deseando tener una oportuni-dad para demostrar sus habilidades para escribir y dibujar. Aquellos que eran rechazados por los especia-listas, o sencillamente quienes estaban escasamente preparados, no tenían más opción que cambiar de idea. Así orientaron su producción hacia unos precios más bajos y una franja de mercado de segunda categoría, de teatros de papel o bibliotecas de pago. Aunque sus ganancias no eran muy elevadas, las compensaciones para estos neófitos consistían en un trabajo regular y escasas exigencias por parte de las editoriales.

Al trabajar en negocios más marginales, estos artistas jóvenes finalmente se inclinaron por una variante de manga más oscura, conocida como gekiga, o “dibujos dramáticos”. Ésta distaba bastante de los títulos de cómics al uso en la época, dirigidos a los jóvenes: menos simplistas y fantasiosos, ambientados en escenarios más próximos a la calle, a la realidad contemporánea. En consecuencia, eran leídos por ado-lescentes más mayores y por adultos jóvenes. El término gekiga fue acuñado por uno de los maestros del género, Yoshihiro Tatsumi, en 1957. Él deseaba deliberadamente diferenciar su obra del manga más “suave”, publicado en las revistas juveniles de la época. Paradójicamente, aunque por suerte para la tradi-ción del manga, muchos creativos de esta generación gekiga seguirían disfrutando de la amplia aceptaci-ón del público en la década de 1960, enmarcados en la misma corriente de revistas, originando un cambio que quedó asentado para siempre. Las puertas que en su día encontraron cerradas ahora se abrían de par en par. La historia del éxito del manga moderno no puede ser entendida en toda su magnitud sin estu-diar el papel crucial que desempeñó la recopilación de las historias y los ambientes introducidos por los nuevos artistas gekiga. Gracias en buena medida a sus aportaciones al género, en lugar de alejarse de los cómics, tanto los lectores como los creadores crecieron con ellos.

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PAUL GRAVETT

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Entre estos creadores estaba Shirato. En 1964, en lugar de confiar su siguiente proyecto de ambientación ninja a la asentada Shonen Magazine, decidió correr el riesgo de ofrecérsela a una nueva publicación mensual llamada Garo. Para su fundador, Katsuichi Nagai, esta revista no era una empresa de naturaleza eventual. Su tercer lance cercano al fallecimiento, motivado por la tuberculosis, le había sensibilizado para dedicar sus últimos años a su pasión por el manga “con sustancia”. La propuesta de Shirato para Kamui Den, o “La leyenda de Kamui”, impresionó tanto a Nagai que decidió promover una revista que le diera cabida, y ofreció a Shirato el completo control editorial y una retribución puntual y cuantiosa. Conjunta-mente, el editor y el artista crearon una especie de laboratorio en el que el manga era trabajado de prime-ra mano por el autor. Su título, Garo, significa “Galería de arte”, además de ser el nombre de un guerrero martirizado creado por Shirato.

Las innovaciones materializadas por parte tanto del estilo gekiga como de Garo, no habían pasado desa-percibidas para Tezuka. Llegado a los 40 y aún con espíritu revolucionario, se percató de que no podía incorporar material tan minoritario en su obra, de naturaleza más comercial. Por tanto, en enero de 1967 fundó su propia publicación mensual, COM, y apostó fuerte en su primer manifiesto: “Se dice que el man-ga, en la actualidad, está en su época dorada. Sin embargo, ¿cuántas obras excelentes de calidad hay en el mercado? ¿Acaso no es verdad que muchos mangakas trabajan hasta la extenuación mientras se les obliga a ser sumisos, serviles y cooperantes con los crueles imperativos de lo co-mercial? Creo que con esta publicación les demostraré lo que es una historia manga de verdad”.

Para poder emprender la desafiante tarea que tanto ansiaba realizar, aquella que le permitiría expresar sus preocupaciones morales, Tezuka no tenía mucha más elección que publicarse a sí mismo. A partir de este punto, las formas artísticas, más realistas, y la línea narrativa del gekiga, más dramática, comenzaron a influir en su trabajo. COM obedecía tanto a sus criterios sobre manga, que se convirtió prácticamente en una revista sobre Tezuka, aunque también contrató a profesionales punteros que ansiaban hallar su espa-cio para experimentar, y promovió concursos para encontrar a los “mejores del mes”, en un intento por impulsar las carreras profesionales de artistas jóvenes. La revista COM cerró en 1972, cuando ya le había servido a Tezuka en su propósito de demostrar hasta dónde podía llegar una “historia manga de verdad”, especialmente a través de la que él consideraba la obra de su vida, Hi no Tori, literalmente “Pájaro de fuego”, aunque se le suele conocer por Phoenix, su título inglés. Ésta constituye un indicador de la impor-tancia de los gekigas, y de la apertura de miras de Tezuka, donde el padre de las historias manga podía encontrar inspiración para rejuvenecer, como un fénix, y remontar su vuelo hacia cumbres aún más eleva-das.

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disney en nueva york

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Aquest text del Tezuka el trobareu a la web Mangaland, del Marc Bernabé: http://www.mangaland.es/2013/06/tezukadisney/

Una vez conocí a Walt Disney en Nueva York. Mejor dicho, tal vez sería más apropiado decir que me topé con él.

El día de la inauguración de la Feria Mundial de Nueva York (22 de abril de 1964) tuve, por casualidad, la oportunidad de cruzar unas palabras con él. El caso es que él había acudido en calidad de director concep-tual de cuatro de los pabellones del certamen, mientras que yo estaba allí simplemente como artista envia-do especialmente por un periódico y para curiosear. Así que, en circunstancias normales, nunca habría tenido la oportunidad de encontrarme con él.

En dicha Feria Mundial presentó, entre otras, una atracción panorámica basada en muñecos-robot especi-ales electrónicos. Aquellos trucos robóticos, llamados Audio-Animatronics, estaban tremendamente elabo-rados, más de lo que podía parecer a simple vista. Por ejemplo, un muñeco de Lincoln hablaba como si fuera perfectamente humano, mientras que mil figuras que cantaban y bailaban hacían las delicias de los visitantes del pabellón de Pepsi Cola.

Cuando me acerqué al pabellón de Pepsi para desempeñar mi trabajo, me topé por pura casualidad con el propio Disney cortando la cinta inaugural. Estaba salu-dando a una muchedumbre de unas 500 personas desde lo alto de una tarima. ¡Quedé impresionado al ver las atentas miradas de los ancianos, los jóvenes, los niños y hasta los bebés, que escuchaban con devoción cada una de sus pala-bras! ¡Cientos de ojos brillando con miradas de respeto, expectación y gratitud! Todas aquellas personas de distintas generaciones riéndose, disfrutando, aman-do y, en definitiva viviendo con los personajes de Disney.

Si no recuerdo mal, en aquel momento Disney hizo una especie de broma del estilo de “mis queridos hijos están dispuestos a pasar toda la vida junto a todos vosotros, despreocupadamente y sin causaros nunca ninguna molestia. Al fin y al cabo, ellos no se hacen mayores…”

Antes de encontrarme con Disney, había escuchado varias críticas hacia él en varias partes de los Estados Unidos de boca de expertos. Todos los animadores de Los Ángeles, sin ir más lejos, coincidían en decir que había caído en la comer-cialidad más absoluta. Según ellos, merecía su desprecio porque había dejado de ser un creador de películas de animación para pasar a ser un empresario al que todos trataban como un famoso. Uno de ellos me dijo: “Piénsalo bien. Dis-neyland no lo ha desarrollado él con sus propios medios. El gobierno le proporci-onó esas tierras y fueron empresas recomendadas quienes levantaron el parque por él. Es lo que recibe a cambio de haber hecho una película propagandística tras otra a las órdenes del Pentágono durante la guerra. El gobierno utilizó su fama, mientras que él, a su vez, utiliza al gobierno. Disney no es uno de noso-tros.”

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A.

OSAMU TEZUKA

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También en Japón hay quien critica de forma bastante dura a Disney en los últimos tiempos. De hecho, no son pocos los que dicen que las películas que hizo desde la guerra representan un claro retroceso y pe-can de ser estereotipadas, lo que ha desencantado a muchos. Sin embargo, yo quiero creer que, dejando a un lado el tema de las películas de animación, el propio Disney no estuvo nunca en declive ni cayó en estereotipos, sino que su postura a la hora de querer conseguir una animación lo más amplia posible se hizo, con los años, cada vez más firme y ambiciosa.

La palabra “animación” se suele asimilar con lo audiovisual, pero su base es el animismo, es decir, el mo-do de hacer que algo que no goza de vida parezca estar vivo. Desde nuestra más tierna infancia hasta nuestra muerte, los humanos albergamos sueños. Todos hemos soñado alguna vez con ser capaces de volar o de transformarnos. También desearíamos poder conversar con las montañas, los ríos, las sillas, las mesas, las flores, los pájaros y los demás animales. Estoy seguro de que, ahora y en el pasado, en todas las partes del mundo, la gente ha pensado que sería maravilloso que todos estos seres pudieran actuar como las personas. Estoy convencido de que Disney, en su esencia, persiguió siempre este sueño.

Pensamos por ejemplo que él hizo posible, en la gran pantalla, obras con fuerte carga ecológica como Bambi o documentales sobre la naturaleza en los que los animales actúan como si fueran humanos. Además, una vez completados, quiso dotarles de tridimensionalidad… No me cabe duda de que, como un paso más hacia una expresividad aún más verosímil, se decidió en su momento a crear todo tipo de seres artificiales para Disneyland y a explorar las posibilidades del Audio-Animatronics.

En todo caso, cuando me acerqué al pabellón de Pepsi Cola para hacer mi trabajo, me topé con el propio Disney a los pies de la tarima, una vez hubo terminado su discurso. Muy nervioso y sin saber muy bien qué hacer, me presenté.

infantil. Burbank es la ciudad en la que se encuentran los estudios Disney. Dentro de los desolados estudi-os solo hay unos pocos animadores-modelo para deleitar a los visitantes. A mí se me antojó como una especie de yacimiento arqueológico, que Disney dejó atrás tal cual, un lugar en el que, en su momento, trabajó con pasión hasta que decidió dedicarse a otros menesteres.

El gran Walt Disney nos ha dejado y no creo que surja nadie capaz de seguir verdaderamente su legado. Al fin y al cabo, aunque podamos aprender las técnicas y la teoría, nadie podrá estar a la altura de sus inagotables sueños y su espíritu inconformista.

(Revista Bungei Shunjū, número de mayo de 1967)

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– “Hola, soy el jefe de un estudio de animación japonés”, dije.

– “Vaya, bienvenido”, me respondió Disney sin demasiado entusiasmo.

– “Nosotros hemos hecho Astroboy (Tetsuwan Atom)”.

– “Oh, Astroboy.”

Por primera vez mostró algo de interés.

– “Lo conozco, lo vi en Los Ángeles. Es una obra excelente.”

– “Gracias, mi equipo se alegrará mucho. Por cierto, ¿podría decirme qué le parece?”

– “Es una historia científica francamente interesante”, me dijo Disney. “A partir de ahora, las miradas de los niños se dirigirán hacia el espacio. Estoy pensando en crear algo por el estilo. Si alguna vez tiene ti-empo, acérquese a Burbank.”

Está claro que Disney estaba siempre atento al paso del tiempo y a la evolución de los gustos del público infantil. Burbank es la ciudad en la que se encuentran los estudios Disney. Dentro de los desolados estu-dios solo hay unos pocos animadores-modelo para deleitar a los visitantes. A mí se me antojó como una especie de yacimiento arqueológico, que Disney dejó atrás tal cual, un lugar en el que, en su momento, trabajó con pasión hasta que decidió dedicarse a otros menesteres.

El gran Walt Disney nos ha dejado y no creo que surja nadie capaz de seguir verdaderamente su legado. Al fin y al cabo, aunque podamos aprender las técnicas y la teoría, nadie podrá estar a la altura de sus inagotables sueños y su espíritu inconformista.

(Revista Bungei Shunjū, número de mayo de 1967)

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Entrevista al cineasta Macoto Tezka, fill d’Osamu Tezuka, a càrrec de Xavi Serra, apareguda al diari Ara.cat, el 31 d’octubre (https://www.ara.cat/cultura/Macoto-Tezka-cineasta-fill-osamu-tezuka_0_2336166412.html):

Macoto Tezka (Tòquio, 1961) és el nom artístic de Makoto Tezuka, cineasta de culte de qui l’any passat el Festival de Sitges reivindicava l’excèntric debut, The legend of the Stardust Brothers (1985), i que ara su-pervisa la mostra que el Manga Barcelona dedica al seu pare, Osamu Tezuka, el Déu del Manga.

Quin és el llegat d’Osamu Tezuka en el manga actual?

Cada any hi ha més gent que el coneix i autors joves que adapten obres del meu pare. El seu llegat no para de créixer, com demostra aquesta exposició, que és una de les primeres que es fan fora del Japó, però en vindran més. A més, la influència de Tezuka no es limita a l’art. En la generació que va créixer amb Astroboy hi ha molta gent que es va dedicar a la ciència o la robòtica per influència del personatge i també molts que van descobrir la vocació de metges després de llegir Black Jack.

Com es veu a la mostra, Tezuka va cobrir molts gèneres i registres. Què uneix totes les seves obres?

El que ho engloba tot és la vida. Està expressat de maneres diferents, però el tema apareix molt, de vega-des tractat amb severitat i duresa però també traspuant amabilitat i tendresa. El meu pare, a més, no es preocupava només pels éssers humans sinó també per les plantes, els animals i el planeta en si. En el fons, ell buscava l’harmonia global i tenia un concepte universal de la vida que anava més enllà del nostre petit món.

Per dibuixar 150.000 pàgines el seu pare va haver de portar un ritme de treball infernal. ¿Va ser difícil créixer amb un pare que treballava tant?

Difícil no és la paraula. Quan jo vaig néixer, el 1961, el meu pare ja portava aquest ritme de treball, així que per a mi era normal. Em pensava que tots els pares eren així! Va ser una sorpresa descobrir que les altres famílies no eren com la meva. El meu pare dormia 3 hores al dia i això el va consumir. Per això va morir tan jove. Jo he sigut testimoni d’escenes difícils de creure. He vist el pare estirat al futon mig adormit i, tot i així, dibuixant. I també dibuixant alhora tres pàgines de tres sèries diferents. És evident que no era

una persona normal.

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entrevista a makoto tezka, fill de tezuka

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I tot i viure tot això, vostè ha acabat casat amb una mangaka , Reiko Okano.

[Riu] Sí, però va ser pura casualitat. I haig de dir que, quan l’hi vaig dir a la meva mare, la seva reacció va ser positiva. Va dir: “Perfecte, com el meu marit, així ja sé com és”.

Per cert, ¿de petit llegia els mangues del seu pare?

Sí, i m’agradaven molt. Un altre avantatge de ser fill d’Osamu Tezuka és que vaig néixer quan va comen-çar la sèrie animada d’ Astroboy i, com que en aquella època ens n’enviaven mostres de marxandatge, la casa n’estava plena. Al principi era divertit, però vaig acabar-ne tip i no volia saber res més del personatge. Al meu pare li va passar una cosa semblant, també va acabar tip de l’èxit d’ Astroboy, perquè tothom l’iden-tificava amb el personatge i ell sempre deia que tenia moltes més obres.

Vostè supervisa les adaptacions al cinema dels mangues de Tezuka. Quina és la seva tasca?

Bàsicament, deixo total llibertat als autors perquè s’expressin com vulguin. Només vigilo que no hi hagi res que pugui ser negatiu per a la imatge del meu pare.

Acaba de dirigir una adaptació al cinema de Barbara , un manga eròtic de culte del seu pare, poc conegut. Per què el va triar?

Perquè és un manga més fàcil d’adaptar al cinema que d’altres. Si intentéssim fer adaptacions de Fenix o Astroboy en imatge real necessitaríem un pressupost molt més elevat.

Però ¿voldria adaptar algun dels clàssics de Tezuka?

Sí, per descomptat, però haurien de ser coproduccions inter-nacionals. Barbara és una història d’àmbit local i més asse-quible de rodar, sobretot amb els mitjans limitats que tenim ara en la indústria del cinema japonès.

Per cert, quin preu tindria un dels originals que s’exhibei-xen al MNAC?

M’és impossible determinar un preu, és incalculable perquè només hi ha un original per a cada pàgina. Per això els conservem tots en una sala especialment condicionada.

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Article sobre l’exposició que el MNAC li està dedicant en aquests moments a l’Osamu Tezuka (https://www.ara.cat/cultura/MNAC-univers-del-Deu-Manga_0_2336166386.html):

El museu dedica una històrica exposició a Osamu Tezuka, l’autor més important del còmic japonès.

Diu la llegenda que a principis dels70 Osamu Tezuka es va trobar en una festa el seu antic deixeble Sho-taro Ishinomori, que aleshores era el mangaka de moda i a qui una revista havia batejat com el Rei del Manga. Tezuka, amb l’amor propi tocat, li va preguntar directament: “Si tu ets el rei del manga, jo què soc?” I Ishinomori, avergonyit, va respondre: “ Sensei [mestre], vostè és el Déu del Manga”. Ahir (30 d’oc-tubre del 2019) l’orgullosa divinitat es va encarnar en paper i tinta al Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), que fins al 6 de gener exposarà prop de 200 originals d’Osamu Tezuka, un esdeveniment sense precedents a l’Estat que ha organitzat Ficomic i que forma part de la 25a edició del Manga Barcelona.

L’exposició és un recorregut per la trajectòria d’un artista que és també la del manga modern, un estil que pràcticament es va inventar Tezuka en obres com La nova illa del tresor, que va revolucionar el rígid cò-mic japonès de l’època introduint-hi històries més complexes, un dinamisme i moviment insòlits, recursos cinematogràfics i els ulls grossos tan característics del gènere, herència de l’amor del dibuixant per les pel·lícules de Walt Disney. Un amor que va ser correspost quan Disney es va inspirar en el manga Kimba,

el lleó blanc per crear els personatges d’ El rei lleó, tot i que la companyia sempre ho ha negat.

Tezuka no es va limitar a establir les bases del manga, sinó que també va participar de manera determi-nant en la seva evolució i en va crear algunes de les obres més icòniques. Astroboy, per exemple, té una presència destacada al MNAC, tant pel nombre d’originals que inclou com per l’estàtua del personatge que tanca el recorregut. Aquesta barreja de Mickey Mouse i de Pinotxo (és un nen robot amb cor humà) que lluita contra la injustícia va encarnar el nou esperit del Japó de postguerra, que volia deixar enrere el passat i mirar amb optimisme el futur. Una lectura complementària que fa l’exposició és que el personatge, congelat en l’edat infantil i incapaç de créixer, representa la dependència del Japó respecte als Estats Units a conseqüència de la derrota en la Segona Guerra Mundial. Sigui com sigui, l’èxit d’Astroboy va ser fulgurant i va generar una onada de vocacions científiques entre el jovent japonès.

En aquesta primera etapa Tezuka va crear altres personatges emblemàtics com Zafiro, de La Princesa Caballero (un dels primers mangues per a noies). Tezuka pensava en els seus personatges com un star system de les seves històries i els feia aparèixer en totes les sèries interpretant papers diferents, com si fossin actors d’una companyia estable. En un dels originals de Black Jack de l’exposició es veu com el metge protagonista intervé un lleó blanc que recorda sospitosament el Kimba. Aquesta obra ja pertany a l’etapa en què Tezuka abandona el manga infantil i abraça les temàtiques adultes del gekika, enfosquint les històries i adoptant una mirada crítica de la societat i l’ésser humà. En aquesta època comença la seva

obra més ambiciosa, Fénix, en la qual treballaria de manera intermitent du-rant dues dècades; més endavant arribarien obres històriques com la seva versió lliure de la biografia de Buda i la monumental Adolf, fresc històric de l’auge del nazisme del qual la mostra inclou una pàgina històrica: la primera representació en vinyetes de l’execució d’un jueu a mans dels nazis.

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el mnac obre les portes a l’univers del déu del manga

XAVI SERRA

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BIBLIOTECA CENTRAL TECLA 2019)

L’exposició dedica un apartat a l’animació, àmbit en el qual Tezuka també va ser pioner. “Li deien el Déu del Manga, però també podrien dir-li el Déu de l’Anime”, apunta Oriol Estrada, cap d’exposicions del Manga Barcelona. Adoptant les tècniques d’animació limitada dels estudis Fleischer i Hanna-Barbera, Tezuka va produir la primera sèrie setmanal d’animació -una adaptació del seu Astroboy - i també la primera sèrie d’animació en color ( La Princesa Caballero ). Ell va introduir la dilatació temporal i la repetició d’imatges que formen part del llenguatge de l’ anime televisiu i fins i tot va vendre les seves sèries als Estats Units, però el 1973 va haver de tancar el seu estudi amb un deute de 150 milions de iens de l’època (uns tres milions d’euros actuals).

Si per als desconeixedors de l’obra de Tezuka la mostra és una porta d’entrada al seu univers creatiu, per als fans és l’oportunitat per descobrir “l’espectacularitat i precisió del seu dibuix, gairebé sense correcci-ons”, diu Estrada. Sorprèn l’altíssima qualitat mitjana d’un autor que, segons la seva biografia, va arribar a dibuixar 150.000 pàgines. “A Tezuka sempre se’l coneix per les seves obres més icòniques, però va fer coses molt diferents -explica Estrada-. A la mostra hi ha un original d’un manga [ Fusuke ] dibuixat amb estil humorístic sobre un home perseguit per un penis”. La diversitat d’estils reunits a l’exposició mostra el seu domini aclaparador per dibuixar en clau més realista, infantil o barroca. Algunes pàgines encaixarien en un El Víbora dels 70 i d’altres en una revista de còmic francobelga. També impacta la seva capacitat per innovar la narració amb recursos expressius inèdits i composicions de pàgina revolucionàries. El resultat sempre era extraordinari, tot i la gran càrrega de treball d’un Tezuka que, ja malalt de càncer d’estómac, va arribar a dibuixar pàgines d’algunes obres des del llit de l’hospital. De fet, les seves últimes paraules abans de morir van ser: “Sisplau, deixeu-me treballar”.

“Si el meu pare fos viu, avui tindria 90 anys, com l’edifici on som -deia ahir al MNAC Macoto Tezka, fill d’O-samu Tezuka-. El meu pare sempre deia que el manga no té fronteres, que pot ser disfrutat per qualsevol persona de qualsevol país i qualsevol raça. Així que em sembla que el faria molt feliç aquesta exposició, sobretot perquè permet al públic conèixer una mica el poble japonès i la seva cultura”. Tezuka va ser un dels tresors de la cultura popular japonesa, perquè va encarnar l’optimisme del miracle econòmic japonès i va donar forma a una de les expressions artístiques més populars del segle XX. La seva mort el 1989 va arribar quan el manga vivia una etapa d’esplendor amb nous talents com Katsuhiro Otomo i Akira To-riyama. Tezuka no va arribar a veure com el manga va penetrar al llarg de les dècades següents en el món occidental, amb milions de fans i exportant amb èxit la cultura japonesa a tot el món.

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N

novetats a la tecla sala—novembre 2019

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C Arc. Arcudi, John. Rumble #03. Cáscara inmortal. Astiberri, 2019

C Bas. Bastida, Armando. Diario de un enfermero en pediatría. Grijalbo, 2019

C Ben. Bendis, Michael Brian. Guardianes de la galaxia. Planeta de simbiontes. Panini, 2019

C Dug. Duggan, Gerry. Masacre. Presidentes muertos. Panini, 2019

C Geo. Georges, Nicole J. Doctora Laura, ¿dígame?: Memorias gráficas. Salamandra,2019

C Hes. Heshka, Ryan. El club de las chicas malas. Autsaider cómics, 2019

C Hit. Hitch, Brian. Liga de la Justicia. Las máquinas de la extinción. ECC, 2019

C Kir. Kirkman, Robert. Los Muertos Vivientes #31: Podrido hasta la médula. Planeta, 2019

C Lus. Lust, Ulli. Cómo traté de ser una buena persona. La Cúpula, 2019

C Mar. Mariolle, Mathieu. Blue Note. Los últimos días de la ley seca . Norma, 2019

C Pat. Way, Gerard. La patrulla condenada #02: Nada. ECC, 2019

C Ped. Pedrosa, Cyril. Suero. Norma, 2019

C Set. Seth. Ventiladores Clyde. Salamandra, 2019

C Sim. Simon, Anne. El cantar de Aglaé. La Cúpula, 2019

C Tam. Tamaki, Mariko. Laura Dean me ha vuelto a dejar. La Cúpula, 2019

C Thi. Thirault, Philippe. Regreso a Belzagor. Ponent Mon, 2019

C Zid. Zidrou. Rosko. Norma, 2019

Comic book

C Dug. Duggan, Gerry / MacDonald, Andy. Guerras del Infinito: Guardián caído. Panini, 2019

C Zub. Zub, Jim / Flaviano. Guerras del Infinito: Trenzados infinitos. Panini, 2019

Manga

C Asa. Asano, Inio. Reiraku . Norma, 2019

C Nak. Nakagawa, Kaiji. Route end #01. Norma, 2019

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recomanacions

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Dani: C Tez. Tezuka, Osamu. Adolf (2 vol.)

Planeta, 2010

Una obra maestra del manga que transciende géneros, aunque podríamos descri-birlo como un apasionante thriller bélico en el que está en juego el futuro del mun-do. Una obra en la que Tezuka no da un sólo respiro, los acontecimientos se suce-den a una velocidad de vértigo y siempre están perfectamente integrados en los hechos históricos en los que se basa. Se nota la abundante documentación a la que recurrió el maestro.

Pero sobre todo es una obra contra la estupidez humana que hace que unos nos sintamos superiores a otros. Una obra de madurez que Tezuka sólo podía narrar con tanta brillantez tras 40 años de carrera profesional.

Jesús Jiménez: http://www.rtve.es/noticias/20101130/adolf-obra-maestra-del-dios-del-manga-osamu-tezuka/377336.shtml

CÒMICS RECOMANATS PELS ESPECIALISTES DE BIBLIOTEQUES LH (dani, david, denis, jordi, jose, slvia)

David: C Kin. King, Tom / Gerards, Mitch. MR. MILA-

Planeta, 2016-2017

Un drama familiar que va cociéndose lentamente, con la habitual parsimonia y aten-ción al detalle de nuestro autor. Como es habitual en él, la historia no arranca con su protagonista, sino que tiene que aclimatarse primero para entender bien el conflicto interno que hay dentro de él. En ese camino, Tezuka hace lo que sabe mejor hacer: tejer una trama de personajes muy humanos, llenos de aristas y sombras, movién-dose en una amplia gama de grises. Deja sus habituales salidas de tono caricatu-rescas para tener un acercamiento más profundo. En Ayako, como siempre, Tezuka da cuenta de su más que proverbial habilidad de narrador, así como de profundo conocedor del alma humana.

https://papelenblanco.com/ayako-de-osamu-tezuka-secretos-de-familia-ab51d17a52c3

Denis: C Tez. Tezuka, Osamu. Dororo.

Penguin Random House, 2016

Nos encontramos ante una obra peculiar dentro de toda la producción de Osamu Tezuka. Una mezcla de estilos única vertebrada sobre una narrativa visionaria que plasma con maestría un viaje lleno de situaciones épicas, en el que prima la volun-tad de buscarse a uno mismo y recuperar lo arrebatado, enfrentándose a las injusti-cias y las miserias del ser humano para llegar a conclusiones aleccionadoras, líricas y esperanzadoras.

Una oportunidad única para adentrarnos en el fantástico mundo de Osamu Tezuka gracias a esta obra a caballo entre la producción más simpática e infantil y la más oscura y adulta del autor.

Alejandro García: https://www.zonanegativa.com/dororo/

David: C Tez. Tezuka Osamu. Ayako (2 vol.)

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recomanacions

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Jordi: C Tez. Tezuka, Osamu. Oda a Kirihito (2 vol.).

ECC, 2015

Lo primero que hemos de subrayar acerca de esta historia es su originalidad, ya que en formato de cómic se aborda una historia de intriga y misterio, ambientado dentro de la medicina, el funcionamiento de los hospitales y la supremacía de determina-dos cargos, así como la lucha por el reconocimiento. Es una obra que pone de reli-eve la faceta más seria de Tezuka, que denota una importante documentación a la hora de construir el ambiente en el que se mueven los personajes.

Oda a Kirihito cuenta con diversas facetas que nos remiten a la intriga, el drama o incluso un aporte de romanticismo que permite al lector empatizar y conocer en mayor medida a cada uno de los personajes y sus objetivos.

María Gutiérrez: http://revistacultural.ecosdeasia.com/critica-oda-a-kirihito-de-osamu-tezuka/

Jose: C Tez. Tezuka, Osamu. MW.

Norma, 2017

Planeta, 2005

“MW fue un intento activo por parte de Tezuka de renovar su repertorio y acercarse al gekiga, el manga de corte adulto que le había estado comiendo el terreno en años anteriores.

Es curioso que una obra que parece ideada para escandalizar a base de romper tabúes acabe ofreciendo un reflejo tan dolorosamente certero del ser humano. MW resulta excelente en todos los sentidos y se ha ganado la consideración de obra maestra dentro del amplio catálogo de obras maestras de Osamu Tezuka. El “Tezuka oscuro” era un genio que supo diseccionar la naturaleza humana como pocos han sabido hacerlo.

Miguel Ángel Crespo: https://www.zonanegativa.com/mw/

Silvia: C Tez. Tezuka, Osamu. El árbol que da sombra (8 vol.).

Planeta, 2005

Asistimos a la caída de un Imperio y, por lo tanto, a la lucha de los que querían cam-biar de raíz el estado de cosas contra los que se aferraban al pasado y no querían ver lo obvio: la necesidad del cambio.

El Arbol que da sombra es un manga histórico que tampoco olvida la faceta huma-na. Podemos aprender infinidad de datos y de información sobre el final del Periodo Edo y veremos aparecer numerosos personajes históricos, pero también se centra en los sentimientos de los protagonistas y sus penurias y alegrias. Es una de las obras más maduras y densas de toda la obra del genial creador Osamu Tezuka (probablemente el mayor genio del manga de todos los tiempos).

http://artesecuencial.blogspot.es/1173801420/rese-a-manga-ii-el-arbol-que-da-sombra/

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El dia 3, de Cristina Durán, Miguel Á. Giner i Laura Ballester guanya el Premio Nacional del Cómic 2019

Via Comicat (http://www.comicat.cat/2019/11/el-dia-3-de-cristina-duran-miguel-giner.html):

Aquesta novel·la gràfica recull la lluita de les famílies de les víctimes de l'accident de metro de València del 3 de juliol de 2006, que es van veure obligades a mobilitzar-se perquè s'investigués la veritat sobre aquesta tragèdia. El jurat del premi ha triat El dia 3 per "saber realitzar, des del respecte, la crònica d'un drama social amb una narrativa en la qual s'equilibren l'emoció, l'excel·lència gràfica i l'ús de potents me-tàfores visuals".

Per a la realització d'aquesta novel·la gràfica, els autors s'han basat en les recerques de Laura Ballester, reflectides en el llibre Lluitant contra l'oblit, el llarg camí de les víctimes del metro de València (Sembra Llibres, 2015). També es van recolzar en el treball de la productora Barret Cooperativa Valenciana, recopi-lat al seu web 0responsables, i en el documental L'estratègia del silenci. Els autors han comptat, a més, amb el suport i l'assessorament de l'AVM3J (Associació de Víctimes del Metro 3 de Juliol). Aquesta obra va guanyar el Premi Ciutat de Palma de Còmic de 2016.

L'obra va ser editada en castellà i valencià per Astiberri, i de fet encara podeu llegir les crítiques que en vam fer al seu moment a ComiCat a càrrec de Llop Segarrenc i Marc Pastor i Sanz..

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noFcies

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Muere Purita Campos, dibujante de Eshter y su mundo

Via El Rincón del Taradete (https://elrincondeltaradete.blogspot.com/2019/11/muere-purita-campos-dibujante-de-esher.html):

El pasado 19 de noviembre nos dejaba Purita Campos, a los 82 años, una de nuestras grandes dibujantes que siguieron miles de lectores de todo el mundo pero sobre todo en España e Inglaterra durante los se-tenta y ochenta. Sus dibujos para la serie Patty´s World, aquí conocida como Esther, eran una maravilla y gracias a su arte sentías que esos personajes estaban vivos. Pura Campos fue una artista como ninguna, que trabajó mucho y muy duro durante años en los tiempos de Bruguera. Unos tiempos en que casi todos los dibujantes eran hombres. Una artista que encandilo e hizo soñar a niñas, niños, adolescentes y adul-tos de muchos países.

Patty´s World nació en 1971 para la revista británica Princess Tina. Un longevo culebrón para adolescen-tes, apto para lectores de todo el mundo, con guiones de Phillip Douglas y dibujos de nuestra reconocida artista Purita Campos. En España el cómic se comenzó a publicar en la revista Lily a hacia 1974 con el nombre de Esther. Fue una revista longeva pues pasó de los mil números. Debido al éxito que tuvo en nuestro país, Bruguera se apresuró a explotar a Esther en 1978 con el coleccionable Joyas Literarias Ju-veniles. Cuadernos con 32 páginas del personaje. Las portadas de Purita Campos eran preciosas. Se llegarían a vender 400.000 ejemplares semanales. Esther conquistaba por sus aires de libertad y aventu-ra.

A finales de los ochenta las historias de Esther se interrumpieron abruptamente; las lectoras crecieron, pero en el fondo de sus corazones no la olvidaron, y no se supo nada más de Esther hasta 2006, año en el que Glenat lanzó Las nuevas aventuras de Esther, con guiones de Carlos Portela y el dibujo, como no podía ser de otra forma, de Purita Campos. Esther es en las nuevas aventuras una mujer de unos 30 años, separada, de profesión enfermera y con una hija adolescente. Las aventuras antiguas de Esther se han continuado editando.

Purita Campos, ilustradora y dibujante, obtuvo la Medalla al Mérito de las Bellas Artes 2009 y el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona 2013.

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noFcies

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propera trobada...

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NOMINATS ALS PREMIS DEL 37 CÒMIC BARCELONA

Dimarts, 7 de gener - 19:00 hores

El libro de los insectos humanos, de Osamu Tezuka

A càrrec de Xavier Domènech

PROPERA TROBADA DEL CLUB DE LECTURA