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LOCUS SOLUS
CUADERNOS DE CUBÍCULO, O LA ESCRITURA SUBVERSIVAMarco Antonio Alcalá Flores
1.
Grandes obras literarias se han escrito gracias a las oficinas. Esos espacios
sofocantes diseñados para aniquilar la creatividad y que en apariencia sólo ofrecen
un respiro en el cotilleo junto a la cafetera o el garrafón de agua. Pero algunos
hábiles e inquietos han sabido encontrar un refugio más allá del alegre chismorreo
de practicantes y secretarias. Desde un espacio aparentemente hostil, estos
aventurados han encontrado una grieta, un punto especial desde el cual puede
surgir la escritura, un espacio que, contra todo pronóstico, puede volverse fecundo
para emprender la exploración de ciertas formas de subjetividad que rechazan los
modelos convencionales.
2.
Entre esos escritores oficinistas es posible recordar algunos nombres célebres. Está
Perec, que era archivista, profesión que no pocos han relacionado con su estilo
literario que se sirve del recurso de la catalogación. También está Einstein, que
cuando trabajaba en una oficina de patentes escribió esa célebre obra de la
literatura fantástica que trata sobre la teoría de la relatividad especial.
3.
En la constelación literaria de los escritores oficinistas las estrellas más brillantes (al
menos para mí, desde mi cubículo) son las de Kafka y Bernardo Soares. La sombra
de Kafka, que se extiende sobre el siglo XX, y un poco sobre el XXI, resume la
experiencia de la Modernidad. El libro del desasosiego, de Bernardo Soares,
heterónimo de Pessoa, es la luz que ilumina la transición al siglo XXI, se anticipa a
la predilección de nuestro siglo por el recurso de la autoficción, la disolución de los
géneros literarios y la afición por el fragmento.
4.
Sin las exigencias del plazo que debe ser cumplido, sin la necesidad desesperada
de convertirse en sustento, la escritura se vuelve otra cosa, adquiere un tono
pausado, busca la frase correcta, se dilata. Escritura que se vuelve secreta, íntima.
Escritura que es, de cierto modo, subversiva, porque ocurre a la sombra de un
proceder que debiera ser de otra forma, que se quiere a sí mismo productivo. El
escritor oficinista desafía a un modus vivendi rutinario que reproduce los
mecanismos de opresión de las formas de explotación y de la represión no sólo
material, sino subjetiva.
5.
Desde el espacio anodino del entorno laboral, el escritor oficinista se refugia como
cucaracha en la grieta de la escritura, último espacio de resistencia desde donde
sus antenas se estiran, se expanden y captan las resonancias del mundo, para
concretar en la escritura todo aquello que se anuncia como posibilidad.