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    LA ORACINFORMA PARTE DEL HOMBRE

    A LO LARGO DE TODA SU HISTORIA

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    http://www.flickr.com/photos/elarbolgrita/5577259659/
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    Benedicto XVI: Oracin y sentido religioso

    Hoy en la Audiencia General

    CIUDAD DEL VATICANO, mircoles 11 de mayo de 2011(ZENIT.org).- A continuacin ofrecemos el discurso que el PapaBenedicto XVI dirigi a los peregrinos y fieles provenientes deItalia y de todo el mundo, en la Audiencia General que se hacelebrado esta maana en la Plaza de San Pedro

    * * * * *

    Queridos hermanos y hermanas,

    Hoy quisiera continuar reflexionando sobre cmo la oraciny el sentido religioso forman parte del hombre a lo largo de

    toda su historia.

    Vivimos en una poca en la que son evidentes los signos

    del secularismo. Parece que Dios haya desaparecido del horizontede muchas personas o que se haya convertido en una realidad antela cual se permanece indiferente. Vemos, sin embargo, al mismotiempo, muchos signos que nos indican un despertar del sentido

    religioso, un redescubrimiento de la importancia de Dios para

    la vida del hombre, una exigencia de espiritualidad, de superaruna visin puramente horizontal, material, de la vida humana.

    Analizando la historia reciente, ha fracasado la previsin de quien,en la poca de la Ilustracin, anunciaba la desaparicin de lasreligiones y exaltaba la razn absoluta, separada de la fe, una raznque habra ahuyentado las tinieblas de los dogmas religiosos y quehabra disuelto el mundo de lo sagrado, restituyendo al hombre su

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    libertad, su dignidad y su autonoma de Dios. La experiencia delsiglo pasado, con las dos trgicas Guerras Mundiales pusieron encrisis aquel progreso que la razn autnoma, el hombre sin Dios,

    pareca poder garantizar.

    El Catecismo de la Iglesia Catlica afirma: Por la creacinDios llama a todo ser desde la nada a la existencia... Inclusodespus de haber perdido, por su pecado, su semejanza con Dios, elhombre sigue siendo imagen de su Creador. Conserva el deseo deAquel que le llama a la existencia. Todas las religiones dan

    testimonio de esta bsqueda esencial de los hombres (n 2566).Podramos decir como mostr en la catequesis anterior que noha habido ninguna gran civilizacin, desde los tiempos ms

    antiguos hasta nuestros das, que no haya sido religiosa.

    El hombre es religioso por naturaleza, es homo religiosus

    como es homo sapiens y homo faber: el deseo de Dios afirmatambin el Catecismo est inscrito en el corazn del hombre,porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios (n27). Laimagen del Creador est impresa en su ser y siente la necesidad deencontrar una luz para dar respuesta a las preguntas que tienen quever con el sentido profundo de la realidad; respuesta que no puedeencontrar en s mismo, en el progreso, en la ciencia emprica . Elhomo religiosus no emerge slo del mundo antiguo, sino que

    atraviesa toda la historia de la humanidad. Para este fin, el rico

    terreno de la experiencia humana ha visto surgir diversas formas dereligiosidad, en el tentativo de responder al deseo de plenitud y defelicidad, a la necesidad de salvacin, a la bsqueda de sentido. Elhombre digital as como el de las cavernas, busca en laexperiencia religiosa las vas para superar su finitud y para asegurarsu precaria aventura terrena. Por lo dems, la vida sin unhorizonte trascendente no tendra un sentido completo, y la

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    felicidad a la que tendemos, se proyecta hacia un futuro, hacia unmaana que se tiene que cumplir todava. El Concilio Vaticano II,en la Declaracin Nostra aetate, lo subray sintticamente. Dice:

    Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a losenigmas recnditos de la condicin humana, que hoy como ayer,conmueven ntimamente su corazn: Qu es el hombre, cul es elsentido y el fin de nuestra vida, el bien y el pecado, el origen y elfin del dolor, el camino para conseguir la verdadera felicidad, lamuerte, el juicio, la sancin despus de la muerte? Cul es,finalmente, aquel ltimo e inefable misterio que envuelve nuestra

    existencia, del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos?(n1). El hombre sabe que no puede responder por s mismo a supropia necesidad fundamental de entender. Aunque sea iluso y creatodava que es autosuficiente, tiene la experiencia de que no sebasta a s mismo. Necesita abrirse al otro, a algo o a alguien, quepueda darle lo que le falta, debe salir de s mismo hacia l quepuede colmar la amplitud y la profundidad de su deseo.

    El hombre lleva dentro de si una sed del infinito, una

    nostalgia de la eternidad, una bsqueda de la belleza, un deseo

    de amor, una necesidad de luz y de verdad, que lo empujan

    hacia el Absoluto; el hombre lleva dentro el deseo de Dios. Y elhombre sabe, de algn modo, que puede dirigirse a Dios, que puederezarle. Santo Toms de Aquino, uno de los ms grandes telogosde la historia, define la oracin como la expresin del deseo que

    el hombre tiene de Dios. Esta atraccin hacia Dios, que Diosmismo ha puesto en el hombre, es el alma de la oracin, que sereviste de muchas formas y modalidades segn la historia, eltiempo, el momento, la gracia y finalmente el pecado de cada unode los que rezan. La historia del hombre ha conocido, en efecto,variadas formas de oracin, porque l ha desarrollado diversasmodalidades de apertura hacia lo Alto y hacia el Ms All, tanto

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    que podemos reconocer la oracin como una experiencia presenteen toda religin y cultura.

    De hecho, queridos hermanos y hermanas, como vimos elpasado mircoles, la oracin no est vinculada a un contextoparticular, sino que se encuentra inscrita en el corazn de toda

    persona y de toda civilizacin. Naturalmente, cuando hablamos dela oracin como experiencia del hombre en cuanto a tal, del homoorans, es necesario tener presente que esta es una actitud interior,antes que una serie de prcticas y frmulas, un modo de estar

    frente a Dios, antes que de realizar actos de culto o pronunciarpalabras. La oracin tiene su centro y fundamenta sus races en loms profundo de la persona; por esto no es fcilmente descifrable y, por el mismo motivo, puede estar sujeta a malentendidos ymistificaciones. Tambin en este sentido podemos entender laexpresin: rezar es difcil. De hecho, la oracin es el lugar porexcelencia de la gratuidad, de la tensin hacia lo Invisible, lo

    Inesperado y lo Inefable. Por esto, la experiencia de la oracin esun desafo para todos, una gracia que invocar, un don de Aquel alque nos dirigimos.

    En la oracin, en todas las pocas de la historia, el hombre seconsidera a s mismo y a su situacin frente a Dios, a partir de Diosy respecto a Dios, y experimenta ser criatura necesitada de ayuda,incapaz de procurarse por s mismo el cumplimiento de la propia

    existencia y de la propia esperanza. El filsofo LudwigWittgenstein recordaba que rezar significa sentir que el

    sentido del mundo est fuera del mundo. En la dinmica de estarelacin con quien da el sentido a la existencia, con Dios, laoracin tiene una de sus tpicas expresiones en el gesto de

    ponerse de rodillas. Es un gesto que lleva en s mismo una radicalambivalencia: de hecho, puedo ser obligado a ponerme de rodillas

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    -condicin de indigencia y de esclavitud- o puedo arrodillarmeespontneamente, confesando mi lmite y, por tanto, mi necesidadde Otro. A l le confieso que soy dbil, necesitado, pecador. En

    la experiencia de la oracin, la criatura humana expresa toda suconciencia de s misma, todo lo que consigue captar de suexistencia y, a la vez, se dirige, toda ella, al Ser frente al cual est,orienta su alma a aquel Misterio del que espera el cumplimiento desus deseos ms profundos y la ayuda para superar la indigencia dela propia vida. En este mirar a Otro, en este dirigirse ms allest la esencia de la oracin, como experiencia de una realidad

    que supera lo sensible y lo contingente.Sin embargo, slo en el Dios que se revela encuentra su

    plena realizacin la bsqueda del hombre. La oracin que es laapertura y elevacin del corazn a Dios, se convierte en unarelacin personal con l. Y aunque el hombre se olvide de suCreador, el Dios vivo y verdadero no deja de llamar al hombre almisterioso encuentro de la oracin. Como afirma el Catecismo:Esta iniciativa de amor del Dios fiel es siempre lo primero en laoracin, la actitud del hombre es siempre una respuesta. A medidaque Dios se revela, y revela al hombre a s mismo, la oracinaparece como un llamamiento recproco, un hondo acontecimientode Alianza. A travs de palabras y de actos, tiene lugar un tranceque compromete el corazn humano. Este se revela a travs de todala historia de la salvacin (n 2567).

    Queridos hermanos y hermanas, aprendamos a estar ms

    tiempo delante de Dios, al Dios que se ha revelado en Jesucristo,aprendamos a reconocer en el silencio, en la intimidad denosotros mismos, su voz que nos llama y nos reconduce a la profundidad de nuestra existencia, a la fuente de la vida, almanantial de la salvacin, para hacernos ir ms all de los lmites

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    de nuestra vida y abrirnos a la medida de Dios, a la relacin con lque es Infinito Amor. Gracias!

    [Traduccin del original italiano por Carmen lvarez Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana]

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