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Arquitectura en la ciudad Aldo Rossi

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Arquitectura en la ciudad

Aldo Rossi

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INTRODUCCIÓN. HECHOS URBANOS Y TEORÍA DE LA CIUDAD.

La ciudad, objeto de este libro, viene entendida en él como una arquitectura. Hablando de arquitectura no quiero referirme sólo a la imagen visible de la ciudad y el conjunto de su arquitectura, sino más bien a la arquitectura como construcción. Me refiero a la construcción de la ciudad en el tiempo.

Pienso que este punto de vista, independientemente de mis conocimientos específicos, puede constituir el tipo de análisis más global acerca de la ciudad. Esta se remite al dato último y definitivo de la vida de la colectividad, la creación del ambiente en el cual ésta vive.

Concibo la arquitectura en sentido positivo, como una creación inseparable de la vida civil y de la sociedad en la que se manifiesta; ella es, por su naturaleza, colectiva.

Así como los primeros hombres se construyeron moradas y en su primera construcción tendían a realizar un ambiente más favorable para su vida, a construirse un clima artificial, igualmente construían según una intencionalidad estética. Iniciaron la arquitectura al mismo tiempo que el primer trazo de la ciudad; la arquitectura es, así, connatural a la formación de la civilización y un hecho permanente, universal y necesario.

Creación de un ambiente más propicio a la vida e intencionalidad estética son los caracteres permanentes de la arquitectura; estos aspectos emergen en cada búsqueda positiva e iluminan la ciudad como creación humana.

Mas, puesto que da forma concreta a la sociedad y puesto que está íntimamente relacionada con ésta y con la naturaleza, la arquitectura es diferente y tiene una originalidad con respecto a todo otro arte o ciencia.

Estas son las bases para el estudio positivo de la ciudad, que ya se dibuja en los primeros asentamientos. Pero con el tiempo, la ciudad crece sobre sí misma; adquiere conciencia y memoria de sí misma. En su construcción permanecen sus motivos originales, pero con el tiempo concreta y modifica los motivos de su mismo desarrollo.

Florencia es una ciudad concreta, pero la memoria de Florencia y su imagen adquieren valores que valen y representan otras experiencias. Por otra parte, esta universalidad de su experiencia nunca podrá explicarnos concretamente aquella forma precisa, aquel tipo de cosa que es Florencia.

Este contraste entre lo particular y lo universal, entre lo individual y lo colectivo, es uno de los puntos de vista principales desde los cuales está estudiada la ciudad en este libro; este contraste se manifiesta en diversos aspectos, en las relaciones entre la esfera pública y la privada, en el contraste entre el diseño racional de la arquitectura urbana y los valores del locus, entre edificios públicos y edificios privados.

Por otra parte, mi interés por los problemas cuantitativos y por sus relaciones con los cualitativos constituye una de las razones del origen de este libro: los estudios que he realizado sobre ciudades determinadas siempre han agravado la dificultad de establecer una síntesis y de poder proceder tranquilamente a una valoración cuantitativa del material analítico. En realidad, toda zona parece ser un locus solus, mientras que cada intervención parece que deba referirse a los criterios generales de implantación. Así, mientras por un lado niego que se puedan establecer de forma racional intervenciones

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vinculadas a situaciones locales, por el otro me doy cuenta de que estas situaciones son también las que caracterizan las intervenciones.

Por esto, en los estudios urbanos nunca daremos suficiente importancia al trabajo monográfico, al conocimiento de los hechos urbanos particulares. Omitiendo éstos —aun en los aspectos de la realidad más individuales, particulares e irregulares, pero por ello también más interesantes— terminaremos por construir teorías tan artificiales como inútiles.

Fiel a esta tarea, he tratado de establecer un método de análisis que se preste a una valoración cuantitativa y que pueda servir para reunir el material estudiado según un criterio unitario; este método se deduce de la teoría de los hechos urbanos antes indicada, de la consideración de la ciudad como manufactura y de la división de la ciudad en elementos primarios y en zona residencial. Estoy convencido de que hay una buena posibilidad de progresar en este campo si se procede a un examen sistemático y comparativo de los hechos urbanos sobre la base de la primera clasificación intentada aquí.

Acerca de este punto me es necesario todavía decir esto: que si la división de la ciudad en esfera pública y esfera privada, elementos primarios y zona residencial, ha sido varias veces señalada y propuesta, nunca ha tenido la importancia de primer plano que merece.

Esa división está íntimamente relacionada con la arquitectura de la ciudad, porque dicha arquitectura es parte integrante del hombre, es su construcción. La arquitectura es la escena fija de las vicisitudes del hombre; con toda la carga de los sentimientos de las generaciones, de los acontecimientos públicos, de las tragedias privadas, de los hechos nuevos y antiguos. El elemento colectivo y el privado, sociedad e individuo, se contraponen y se confunden en la ciudad, constituida por tantos pequeños seres que buscan una sistematización y, al mismo tiempo, juntamente con ella, un pequeño ambiente para ellos, más adecuado al ambiente general.

Los edificios de viviendas y la zona sobre la cual persisten se convierten, en su fluir, en los signos de esta vida cotidiana.

Contemplemos las secciones horizontales de la ciudad que ofrecen los arqueólogos: son como una trama esencial y eterna del vivir; como un esquema inmutable.

Los que recuerden las ciudades de Europa después de los bombardeos de la última guerra tendrán presente la imagen de aquellas casas despanzurradas, donde entre los escombros permanecían firmes las secciones de las habitaciones familiares, con las tapicerias descoloridas, las fregaderas suspendidas en el vacío, el entresijo de tuberías, la deshecha intimidad de cada lugar. Y siempre, envejecidas extrañamente para nosotros mismos, las casas de nuestra infancia en el fluir de la ciudad.

Así, las imágenes, grabados y fotografías de los despanzurramientos nos ofrecen esta visión; destrucción y escombros, expropiación y cambios bruscos en el uso del suelo así como especulación y obsolescencia son algunos de los medios más conocidos de la dinámica urbana; intentaré por ello analizarlos como se merecen. Pero aparte de toda valoración quedan también como la imagen del destino interrumpido de lo singular, de su participación, muchas veces dolorosa y difícil, en el destino de la colectividad. La cual, como conjunto, parece en cambio expresarse con caracteres de permanencia en los monumentos urbanos. Los monumentos, signos de la voluntad colectiva expresados a través de los principios de la arquitectura, parecen colocarse como elementos primarios, como puntos fijos de la dinámica urbana.