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ADRIANA DORANTES

QlJIÉNVIVE

EL PEZ EN EL AGUA

Serie Poesía .

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, ADRlANA DoRANTES (ciudad de M~xico, 1985) _ es poeta y narradora. Estudió literatura ·}' ciencias del lenguaje en la Universidad ~el Claust;ro de Sor Juan_a, el diplomado en Es­critura Creativ~ en la misni.a institución 'y . la Especializaciórr en LiterahJra Mexicana del siglo xx en la· Universidad Autónoma Metrop,olitana. Ha colabor.ado en diyersas 1

'revistas como. Amigos ge Bellas Artes, Ca?a , ~ del tiempo, Usura 'y Destiempl!s·

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QUIÉN VIVE

ADRIANA DORANTES

C.S.allÍlrtaala..,

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

~ CasaalilJtlal~

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

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Primera edición , 2012

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D. R. © 2012, Universidad Autónoma Metropolitana

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ISBN de la colección: 978-607-477-708-6

ISBN de la obra: 978-607-477-731-4

Impreso en '.\léxico/ Princed in Mexico

O cuando de una boca que no existe

sale un grito inaudito

que nos echa a la cara su luz viva

y se apaga y nos deja una ciega sordera

o cuando todo ha muerto

tan dura y lentamente que da miedo

alzar la voz y preguntar "quién vive"

Xavier Villaurrutia

EL MUNDO ES UN LUGAR

Q UIÉN 11VE

DEMO IOS COTIDIANOS

1

LA TRISTEZA ES MI ROSTRO deformado que grita al otro lado de tu puerta.

11 La soledad es un amargo ruido, y un clamoroso fuego.

Es el agua que me das y que bebo sin saciarme; es el temblor callado de mi mano que persigue tu aroma en el silencio.

Es un huésped sin nombre ni cuerpo, el tiempo arrinconado en el cuarto de los años.

111 El pasado es una voz de fuego incandescente renaciendo callada entre el eco de la estancia. Es una suave brizna de tiempo enrarecido incrustada e n la piel con un látigo desnudo, es una penumbra que nos muerde silenciosa. Es un eco que se desdobla por la ventana es tu perfume de mar regado entre mis dedos.

9

ADRUNA DORANTES

DISTANCIA

No me deshago por el tiempo, sino por la eternidad.

Respiro prendida a una postal de un lugar prófugo al recuerdo.

Hace siglos caí desnuda en la corteza del tiempo.

Teñí mis alas con el polvo de las cortinas en nuestra habitación

igual cerca

10

estoy vacía,

. . . m1 paisaje

sangrante descubre

que lejos,

la distancia.

Q UIÉN VIVE

UN LUGAR EXTRAÑO I

a Severino Salazar

Yo TAMBIÉ Q ISIERA AMARRARME un espejo a la quijada y hacer de cuenta que voy caminando por las nubes aunque mis pies se vayan ahogando más y más en el fango . Conocería la realidad pero podría negarla por un tiempo. Mi cuerpo sería como una cebolla, no arrancaría jamás ninguna de sus capas; pegaría la oreja a un caracol para escuchar el sonido de la nada, regresaría a ahogar el canto de mis pájaros - antes ciegos por mis manos-; abriría sus jaulas para que salieran a estrellarse con los árboles, o quizá ahorcaría sus pequeños pescuezos para ahorrarles la pesadumbre de existir y tiraría sus huevecillos al suelo para que se estrellaran en un caos amarillo.

Yo también quisiera llevar un barril de chapopote hasta la cuesta de un monte para seguir construyendo la misma empresa, sin desgastes mayores. Sabría con certeza que al rodar el mismo peso me ahorraría las variantes del fracaso. Sentiría la alegría inaudita de existir sin esperanza y sin sentido. Sería feliz.

11

//DRJANA DOR//NTES

EL AMOR Y LA MUERTE

El mundo nace cuando dos se besan

Occavio Paz

D esde mis ojos insomnes

mi muerte me está acechando,

me acecha, sí, me enamora

con su ojo lánguido

José Gorosti za

p AREC IERA QUE NO HAY MÁS ARTE EN LA TIERRA que el de dos cuerpos que se unen en el beso, el beso creador de mundos perfectos y reales , suspiros si­multáneos en gargantas ajenas.

Y sin embargo la única certeza de la creación del mundo es la muerte, jugadora frecuente de las más­caras ante el amor, amor que en níveos horizontes no habita lejos del odio, y que a veces, tras la aguda distancia, se une a éste en un lugar invisible.

El mundo existe en la vuelta de la línea que en el camino halla a su gemela: Némesis púrpura de deseo consumido separando a capricho el gozo del dolor. No se sabe en qué momento se ama o se odia, no sino hasta que después del último gemido

12

Q L11Él\ \~\'E

satisfecho, -húmedo entre las camas-, se enge etéreo, penetrante y amargo el monumento del dolor igual que el del placer. Indistintos.

Lo que es cierto, aunque no sea evidente, es que los amantes, cada uno, tienen la muerte en los ojos cosida a los párpados con hilos como cabellos; trágico resulta que su compañero lo ignore, que no se sepa cómplice y delator del mismo acto.

La muerte y el amor en uno solo: los ríos del anhelo buscan nuevas parejas, se disfrazan, se intercambian, sirven a lo mismo. Y así como oscuramente se sabe que no es posible burlar a la muerte, no se escapa tampoco al embeleso, al engaño, y a toda la verdad del cielo.

Los amantes agonizan con su sangre desbordán­dose adentro del otro, sudan el rocío amargo que sella lo ignorado, el crimen declarado sin verdugo ni justicia; morir y amar son vacío y finitud.

Y luego como una ola de dolor que los une con fuerza se profiere un murmullo, un suspiro que martiriza el par de seres ignorantes autores de la equivocación del mundo, la falsa corresponden-

13

ADRLfNA DORANTES

cia de almas, destilación de placer encerrado de muertos que no saben que han muerto, de suspi-

. . ros que escapan expectantes, sensaciones irreme-diables.

Pero al final se ama siempre sobre todas las cosas existentes, pues aún conociendo el origen de los actos proferidos en secreto se intuye acaso, con las yemas húmedas y las manos ansiosas, que en amar hay más belleza que en morir, aunque se trate de la misma mentira.

14

QUIÉN \~VE

ÍCARO

ÜESDE LA TIERRA,

el desierto de mortales expectantes lo admira, un ave volando en lo alto:

las nubes un Juego.

La piel dorada precisa;

vive ignora

piensa llora.

Un silencio.

Cae sin remedio, las alas se rompen, el ruido borrado por el aire.

Baja, en agua deshace el vuelo:

cae c a e

15

c a

e.

ADRJANA DORANTES

Cae la escala efímera de su cuerpo, cuerpo de hielo, formas imaginadas.

Deshechas las plumas. Bajan, pronto,

baja. Mugre,

lodo, sangre,

nada.

Abre los ojos: desnudez. Cera hirviendo en su espalda.

Y sin embargo, la vida abre las alas al secreto, descubre del llano lo más vasto:

16

no ha muerto.

SÍSIFO

EL HOMBRE SE PREGU TA para qué volver atrás en paraísos falsos si la verdad le quemará las pupilas.

Sabe que el fracaso es preferible a la mediocridad y aún se cuestiona para qué regresar los brazos cansados a rodear estatuas demasiado alertas, besar sus muslos frío s como la noche, su boca de piedra deshecha en humo.

Y para qué regresar, lo pregunta en un grito al cielo, a los mártires, sus iguales, al destino y al mar nocturno de búsqueda trunca.

Para qué vo lver a coser del corazón los trozos desgarrados, del agua fría e l mismo nombre huésped de los profundos es tantes vacíos .

Para qué regresar los pasos pe rdidos hacia cuevas de ilusiones , verdosas esperanzas absurdas de reflejos, de inocua riqueza bañada la luz de limbos conde nados.

17

ADRIANA DORANTES

Desde un abismo callado el hombre se levanta, vuelve al sitio que el aire ya ha mecido a visitar tumbas nostálgicas y tristes; es presa de una condena que no entiende, regresa como el buitre a las entrañas de Prometeo encadenado: por nueva carne en tortura idéntica.

El hombre tiene los ojos como duros cristales que no distinguen los lamentos nebulosos a través de la alegría, ni recuerdan tampoco el desenlace trágico de incontables verdades acumuladas.

El hombre vuelve y volverá cual la piedra que se lleva a la montaña -carga segura a derrumbarse en su cima-

Vuelve y volverá sin tiempo que contarse del edén al infierno.

El hombre verá cómo el peso de la verdad le rompe las manos siempre más.

18

Q UIÉN VIVE

Olvida que se ha preguntado para qué seguir adelante en su búsqueda fútil.

Vuelve sabiendo la muerte sin salvación eterna anhelando la paz sin certezas, sin remedio por cobardía anclada en sus huesos, porque vivir es todo lo que tiene y no puede renunciar a ello.

El hombre volverá los brazos llenos de otras piedras elevando la mirada hacia nuevas cimas.

Lo sabe. Llora. Volverá, es seguro, volverá.

19

ADRIANA DORANTES

UN LUGAR EXTRAÑO 11

¿y Q É ES EL MUNDO SI o un llano de olvidadas huellas?

(plac plac

plac).

En un eco distante se rompe la calma (plac

plac).

Ya duermen las voces abiertas al fuego,

rota la carne por tempestad plateada cubierta.

El cielo abre las alas las salas del mundo son reflejos de cuartos

ro JOS

blancos.

Seco el rocío de las rosas negras , semillas de miedo que el calor abrasa.

20

Qu1r::-- 111'E

Un grito. Un ruido. ¿y qué es un grito que es un ruido?

La oscuridad se cierne en miembros, antiguos cuerpos,

tenso carbón calcinado: cenizas.

21

CARNE DE FANTASMA

Amo fas líneas nebulosas de tu cara,

tu voz que no recuerdo,

tu racimo de aromas olvidados.

Amo tus pasos que a nadie te conducen

y el sótano que pueblas con mi ausencia.

Amo entrañablemente tu carne de fantasma.

Francisco Hernández

Q UIÉN VIVE

NUNCA MÁS

Other friends have jlown befare,

on the morrow he will leave me

as my hopes have done before

Edgar Allan Poe

l.

¿y CUÁNTAS LU AS MÁS

antes de que tus pasos dejen de acompañar los míos?

Así como sé que la plenitud es sólo el inicio de la nostalgia estoy segura de que esas lunas observadas a placer por mis nebulosas cuencas

ya han sido demasiadas.

Soy realista, viajando falaz entre los túneles del tiempo espero el oscuro momento en que dirás que no y así convertirme en la estatua que llora sal y nunca muere.

Mientras tanto - y ya que jamás niego que soy irremediable­sos tengo tu silencio y espero, cansada el más diminuto sobresalto que me muestre algo más que tu espalda.

27

ADRIANA DORANTES

2.

Cierto que de esperar me he acostumbrado a tu extraña ausencia porque estás a mi lado y aún te desmoronas con una lentitud lastimera.

Espero lo peor mientras a veces te empeñas en hablar y en tu palabra primitiva sin que lo sepas sostienes fuertemente mi espera.

3.

Pero sucede que también temo que digas que sí.

Gota a gota diluida entre mis órganos, huyo a la verdad más simple, a que de tu garganta se escape la canción crónica que imite al cuervo ominoso que no sabía otro parlamento, siempre igual.

Porque sí es una esperanza pesada que me acompañará pintando de ilusión todos mis deseos. También temo que de pronto digas que sí.

28

Q UJf:N Vl\'E

¿cuántas noches más despertará mi oído ante tu fantasma? Resplandece la melancolía entre pálidos desiertos. Del insomnio rezagado tejo sombras en la cabeza del tiempo, con las flores en la estancia hundo el alma sin voluntad por el recuerdo.

Hoy las moscas siembran su nostalgia en la planta de mis pies. No sé si es la distancia la única y verdadera guadaña del anhelo o si acaso es la muerte, la muerte que es igual a la luna - cercana, mutable, definitiva-la muerte la que invade poco a poco el corazón desencantado, la muerte que no llega cuando la llamo, la verdadera artesana de la tortura.

4.

Temo que digas que sí o que también digas no. Esta tarde tomaré un hacha para dibujar un ocaso carmín sobre tu cuerpo. Desde tus párpados nacerá un grito amordazado: el último sonido en el vacío.

29

ADRIANA DORANTES

NO SERÁN LOS ÁNGELES

fuARECEN DE PRONTO

invadiendo el reposo del alma; incluso olvidamos que ahí han estado siempre ostentando disfraces de ángeles y que poco a poco se pierden sin que nos demos cuenta para descubrirse como demonios.

Aunque lo sepamos, poco importa.

El encuentro con ellos ciega la verdad y alimenta sin control un opiáceo peligroso que los mortales denominamos "esperanza." Queremos pensar que son criaturas sagradas pero no nos queda claro si han sido expulsadas de ese paraíso primigenio sólo para gestar ilusiones guiadas por la mano de un dios lleno de gula y ocio.

Tienen nombres como los nuestros simples, comunes.

Llegan vestidos de verde y despacio su color se desvanece al quitarnos los anteojos de la necedad con que enarbolamos sus formas constantemente.

30

Q UIÉ \WE

También se repiten hasta el infinito, son parte de un mismo hombre eterno e inamovible que viaja con distintos vestidos a través de todos los siglos. Gustan de disfrazarse, cambiar no sólo la ropa sino la piel, los rasgos, la voz, las maneras y los pasos.

(No los sentimos, sino cuando ya es muy tarde, pero sus dedos en nuestra piel traspasan hasta el alma creando una gotera que no tiene forma de repararse).

No necesitamos llamarlos, ellos nos escuchan, siempre hay alguien que los espera en todas las vetas del tiempo.

Lo más cruel de rodo es que son hermosos.

Acaso fantasmas, de no ser por su cuerpo. Acaso ángeles, de no ser por su maldad. Acaso demonios, de no ser por su luz. Acaso criaturas mágicas, de no ser por su humanidad.

A veces nos preguntamos si algún día dejaremos de esperarlos, si tal vez en un día más iluminado que otro el veneno de su lengua se cambiará por un nombre sincero

31

ADRIANA DORANTES

o si acaso uno de ellos se transformará en un fruto de la tierra -clausura de nuestra espera eterna-, y nos otorgue la redención para gozar lo que no duele y lo que no acaba, antes de regalarnos la muerte.

No preguntamos nada mientras otra vez nos sentamos a esperarlos.

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NIEBLA

1

Q UIÉN VIVE

Mirar sin que te alcance la mirada

sangrar sin la presencia de una herida

llamarte sin oírme la llamada

y atado al corazón que no te olvida

ser un muerto que tiene por morada

un cuerpo que no vive sin tu vida.

Elías Nandino

No HUBIERA QUERIDO PERDER todo aquello que no sé si alguna vez tuve. Tus manos encogidas, tu sonrisa imprevista. Me he convertido en un abismo de soni­dos que circulan en tu oreja sorda, ignorante volun­taria de mis súplicas; mi palabra, víctima asesinada por tu hermoso silencio, habita en otros espacios deshechos.

II No hay forma de pronunciar tu nombre sino desde el dolor más limpio y dulce, desde una disciplina constante de la vida, un aborto de mil suspiros que despiertan a la razón. De noche aún abro mis manos y mi boca plagada de nostalgias hacia el destino in­sondable que se pierde en el ocaso de mis huesos, con la certeza de que habrá de amanecer.

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ADRIANA DORANTES

111 No puedo negar más tiempo la verdad: a mi lado hay un hueco, es igual al vacío de tus pisadas hun­didas en la alfombra y el abismo en mis heridas se­cas. Eres mi esencia primera y última; detrás de la promesa que no se cumple he perdido todo lo mío en tus brazos, en el tiempo que traspasó la dis­tancia y desvistió a los árboles tantas veces; perdí tu beso prohibido en el muro desierto de tus ojos y en la escala maldita que tocó mi réquiem.

IV No soy nada más que un silencio, una esfera de aire sin rumbo, el eco de tu sombra atada a mi locura, una enfermedad crónica que padezco cada minuto por tu forma etérea y tu nombre enterrado en el mutis­mo. Solía buscar la eternidad; ahora sólo siembro una falaz esperanza en un encuentro, una imagen plas­mada en la urna que guardará mis cenizas: entonces habrá un altar; ahí, grabados cuerpos y labios insacia­bles tan cerca de encontrarse en un beso congelado en el tiempo, eterno, imposible.

V

No alcanzo a ver mis manos, apenas percibo cómo lo que éstas eran, se arruga de sal con los recuerdos;

34

Q UJÉ.\; 11VE

de mis pestañas nace un río negro desbordado hacia todo mi cuerpo; en mi oscuridad, soy testigo del oca­so de ese todo que eres, éramos y seríamos; se ilu­mina en la memoria incluso el porvenir dichoso que no tendremos: aún en mi necedad afirmo que, a pe­sar de todo, eres la personificación del mal y el amor puro al mismo tiempo, la encamación de aquello que llamamos vida, el respirar de la ilusión y la entrega.

VI No vivirá más de nosotros sino una postal anclada en lo más recóndito de mi cuerpo: tu boca bebiendo el cáliz de mi ombligo, mis yemas en el marfil de tus piernas. Lo que fuimos no es más grande que mi necedad de asirte y escribir concientemente que este no es mi úl­timo intento, que no importa que tú seas ausente y he­cho de la misma materia con que se fabrican los sueños.

VII o permanece en mi alma algo más que la me­

lancolía de amar nada sino un fantasma. Y sin em­bargo exis tes: eres tú todos los días y sus noches, el mismo aparecido en otro cuerpo, detrás de la consigna de ilusión robada a mis ansias infinitas. Siempre tu rostro , tu sonri a que encuentro en to-

35

ADRJANA DORANTES

dos lados y que es perfecta y suave, tu verdísimo amor que regresa y el dolor que nunca se va.

VIII

No quiero seguir la confesión ante rus ojos ciegos, más bien quisiera sumirme en la locura y labrar otra eternidad. Más bien buscaría la forma de negar el he­cho de que me dueles infinitamente y que lo harás hasta el final del tiempo. Qué más da que la vida siga adelante y yo encuentre placer en otras formas o en otros cuerpos. La verdad es innegable: es tu ausencia; lo irremediable es tan duro que surca la profundidad del martirio; el deseo es tan grande que puede des­garrar un alma y la amargura es como una herida en el inconsciente, un paso crónico de distancias seguras.

IX

No comprendo por qué el destino no te dejó ser di­ferente. Sé que algunas almas aún pueden creer en milagros pero a mí la redención no me será otorgada nunca. Tampoco alcanzo a entender qué he hecho para condenarme así, pero lo peor, lo que duele a cada respiro inagotable es que intuyo con la realidad pegada a mis poros, que todo error radica en mi cul­pa, en haberte querido amar demasiado.

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Q lli É'\\11\"E

X

N o hay verdad más dura que la que se conoce pro­fundamente. Somos irremediables; somos los mis­mos, todos iguales, el amor es ciego y el mundo, por desgracia, es real.

37

J/DRJANJ/ DORllNTES

MENTIRA

L A VIDA ES u 1A ALBERCA E LA Q E NADO y me sumerjo no es fácil salir, es tibia y segura. Pienso que si me hundo hasta el fondo de esa alberca de luz pueda encontrar la muerte, hasta el fondo, hasta el fondo, en lo más profundo de esa agua tierna y mansa.

Y olvidar. Y dormir.

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Aunque el sueño no mate a la verdad.

Q UIÉN VTVE

EL RECUERDO DE U OLVIDO

Un árbol cae en la esquina del tiempo, aleja confundida la alegría, se pierde en el camino igual que tu presencia, entre las flores secas, sigue la ruta que mi piel no alcanza.

11. Ayer los gusanos se comieron mis manos.

Hoy tu luz impidió que se comieran mis ojos.

Mañana, sé que no habrá mirada tuya que sane mis entrañas abiertas .

111. La ausencia crece igual que las sombras ante un so lo por morir en el horizonte; camino a contracorriente por la lluvia de mis ojos hasta encontrar los tuyos aunque tu frente no recuerde más mi nombre.

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ADRLfNA DORANTES

IV. Tu distancia es más cercana que la muerte y sólo la muerte concederá entrada a la sordera -tábula rasa de la memoria-Me secaré en llanto (si lo logro) hasta entregarme al sueño. Se trata de morir para olvidarlo todo porque sólo la muerte arrastra el recuerdo.

V. Pero otra vez estás tú al alba destrozas la alegría en soledad silvestre. Mis calles dormidas sordas de tantas dudas, guardan tu regreso en mutismo obligado.

Tristes tus ojos, cerradas tus manos orquídea tu boca. Tu sombra perfecta en mi piel tatuada verde el deseo roja el alma.

VI.

Despierto del letargo, siempre despierto.

40

QUIÉN \~YE

El pasado nace en mí como acero adherido a los huesos.

En el tiempo que me queda callo.

Maldigo la memoria que celosa guarda tu aroma entre mi almohada y tus antiguos deseos .

Busco otra vez el sueño.

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ADRIANA DORANTES

ORACIÓ

Q u E LA MUERTE VE GA y en sus ojos tenga dibujado tu cuerpo y la nada que inunda mi desierto no florezca más en las heridas que aún esperan tus palabras.

Busco para ti esa muerte que te espera al terminar el viaje en el Estigio, la barca de Caronte como respuesta ante mis ruegos.

Una última vez, arrastra tu lengua perniciosa hasta el edén seguro de mis tesoros, una última vez miénteme; dime con tu boca de sal que mañana no será demasiado tarde, dime que el alba traerá buenas noticias.

Si murieras acaso, podría abrir las manos a la vida, sin miedo. y s1 muneras no dolería pensarte cercano, como antaño, exhausto dentro de mi carne.

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Q UIÉN VIVE

Muérete hoy mientras tus ojos viajan en el cenit de los sueños, mientras callas e imaginas otros lechos.

Muérete pronto que tu abrazo sigue entibiando mi recuerdo. Muérete pronto que la ausencia de tu espalda encanece mis cabellos.

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ADRJANA DORANTES

ORACIÓ 11

1. un relámpago breve 2. el aleteo de una mariposa que no altera el otro lado del murn 3. el miasma en que me retuerzo 4. huesos dobles pudriéndose en el suelo S. insectos mordiendo el melancólico silencio 6. la placenta de tu madre que bebo para que no nazcas 7. tu latido lento que me hace gritar hasta la sordera 8. tu nombre iluminado 9. ojos vivos devorados por hormigas gigantescas 1 O. Can Cerbero esperando en las puertas del cielo

Mi noche está enferma de buscar tus manos. Espero tu fantasma entre las sombras porque el leve incendio de la aurora es suficiente para enloquecerme.

1. otro relámpago 2. todo el hielo de mi voz posado en tus entrañas 3. tu madre sangrando el calor de tus posibles pasos 4. tu nombre asesinado

Lo que sí sé de cierto: No hay salvación para el alma que alumbra sus huellas con estrellas muertas.

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Q UIÉN VIVE

ORACIÓN IIl

ÜESEAR Q E TODAS LAS COSAS sean otra cosa.

El tiempo pesa y habita eterno entre nuestras manos cultivando arrugas tiernas, apenas perceptibles.

Quítame la angustia por la que creo por la que no he renunciado a la vida.

Entiende que tengo demasiado tiempo en las manos y nada en qué gastarlo sino en la espera de un adiós definitivo que también me servirá de engaño. Demasiado tiempo de no encontrar mi piel en la tuya, contra la tuya, frente a la tuya, tampoco de tenernos, ni reflejar nuestros sueños en la pupila del otro cuando había otro.

La muerte es un viajero que no encuentra rápido su destino. Tarda en instalarse por completo

45

ADRJANA DORANTES

en nuestros fluidos vitales, poco importa que su nido se incruste entre las uñas y los cabellos blancos.

La muerte no llega pronto para los condenados a mirar sólo partículas de luz asesinada.

Qué otra cosa sino esperar el olvido y desear que todas las cosas sean otra cosa.

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Q UIÉN \ 'l\'E

ORACIÓN IV

¿Quién si yo clamara me escucharía

entre los ángeles ... ?

ARRÁNCAME LAS UÑAS porque no dejo de peinar el cabello en que habita tu aroma. Líjame los pies para que olvide que caminamos juntos sobre las mismas arenas. Regálame sosiego eterno y la capacidad de alterar el tiempo.

R.M. Rilke

Sopla el miedo y la oquedad que mi voz tiene sin tu beso. Borra tu nombre de las páginas de mi piel. Llévate el odio de mi alma que me carcome en silencio. Dame paz, sombra e ignorancia. Dame noche. Dame muerte.

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SUEÑOS

Q Uif'.N VIVE

DESPERTARES TRÉMULOS

AMmEzco ENTRE LA HIERBA

y recorro un páramo interior mientras el sol termina de pulverizar el sueño.

El sueño es un rescoldo de algo que perdí hace tanto que no recuerdo.

El recuerdo es un insecto enajenado. que habita silencioso entre mis dedos y mis años.

Un día más entre despertares trémulos se va ciñendo a mi cintura desierta.

Vago sobre un laberinto de color aunque mi alma se tiñe de negro a causa de la oquedad.

La oquedad no es solamente un abismo de forma sino una isla que de pronto se convierte en un fantasma vestido de melancolía.

La melancolía repta alrededor de mis pies y de vez en cuando alcanza mi cabeza.

Respiro. Exploto al grito de la eternidad que me regresa al vacío. Desnuda entre la hierba, no supe cuándo perdí la conciencia y de paso , la compañía.

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ADRIANA DORANTES

Estoy en una isla donde el tiempo ha quedado fuera Espero a que la ausencia se vaya a navegar por otras islas mientras ahuyento a los buitres famélicos que pierden las plumas y aguardan mi deceso.

A veces también duermo con diminutos granos de arena acomodados en la piel.

La piel se ha ido confundiendo con la forma de los huesos. Los huesos van mermando, cada vez más pequeños junto a los grandes árboles. Los árboles no son tan grandes,

también se

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están rompiendo.

Q UIÉ.1' \lVE

SUEÑO 1

Que hay otro ser por el que miro el mundo

porque me está queriendo con sus ojos

Pedro Salinas

B SCAREMOS EL DÍA.

Encontraremos que hay cielo para abrir las alas.

El grito de los hombres romperá el desierto y saldremos de caza hallando de la salvación el centro.

Habremos escapado, aliados de un misterio transparente y liviano estaremos hundiendo las pupilas entre la niebla amiga sembrando palabras en el tiempo.

Seremos recuerdos de cuerpos presentes, una luz despierta en la cueva del destino,

Entonces podremos mirar el alba tierna desde el mundo desierto podremos mirar el alba tierna desde el mundo podremos mirar el alba tierna podremos mirar podremos.

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ADRIANA DORANTES

SUEÑO 11

DESDE LA MAÑANA TRISTE

hasta el añorado ocaso sus palmas tibias me piden: la flor amarga desnuda callada entre el beso vive.

Su lengua me arranca el goce mi vientre desnudo gime.

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Q UJÉ.I'\ VIVE

SUEÑO III

P1 TAR co LA VJDA T U EGRO ABRAZO

preguntar dónde acaban esos sueños ilusión de mortales tontos, necios.

Saber cuál es la forma de tus yemas los nudos de moradas prematuras y rumores nacidos en tus besos.

Cómo hurtar al desdén de tu mirada, la tela blanca aliciente de espera y la negra humedad en mis pestañas ahogadas en el lecho despintado.

Y cómo hacer que el aire de mis voces albergue el caracol de tus caminos, que mi pluma insatisfecha de anhelo cristalice el minuto de tu huida.

Gritar la sangre eterna prisionera, perderse y no saber que lo perdido es hallar el recuerdo fustigado de una imagen que engaña enrarecida.

Desear la redención para otro cuerpo robado en una edad menos pesada.

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ADRIANA DORANTES

Repudiar el murmullo que te aleja pastor del olvido en tu frente altiva, creador colérico de lo funesto ciego artesano de amargos instantes.

La dulzura tibia de la esperanza es un abismo confinado al vuelo de grises gélidas eternidades y goces extraviados sin reencuentro.

Amar y odiar para renacer en horas en versos prohibidos inmaculados para desear vivir ante la muerte sin existir jamás para la vida.

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Q UIÉN VTVE

SUEÑO IV

Verde embeleso de la vida humana

loca E sp eranz a, f renesí dorado,

sueños de los desp iertos intrincado,

como de sueños, de tesoros vana ...

Sor Juana 1 nés de Ja C ruz

M1 NOCHE CANTA UNA SINFON ÍA ALEGRE

y aún la imagen vaga de tu nombre me hipnotiza el entrecejo .

Esto sucede en mi sueño:

Los bosques estiran sus ramas al vuelo , caminos se intercambian, hombres enrarecidos se sumergen en los mares , peces de colores danzan en las calles de los pueblos.

En mi sueño.

Alimento mis horas con un delirio enajenado en donde reina la memoria , no llevo recuento de segundos ni de años; tampoco distingo luz de tiniebla; quizá ya han sido siglos con mis pies detrás de la puerta; la espera ha consumido mis vestidos y mis máscaras, ha acabado poco a poco con mis uñas y mis dientes .

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ADRIANA DORANTES

He olvidado cómo es el curso natural del tiempo; los días son iguales, la arena del reloj yace esparcida por lo largo de la estancia, y mis dedos todavía sangran por los cristales rotos olvidados en el suelo.

De pronto, raras veces, ocurre que entre la vastedad celestial puedo vislumbrar tu espalda alada, los peces regresan cansados hacia el mar y los hombres ríen en la tierra luminosa. Una nube portentosa cierra el paso al sol: vuelas, el jardín se adorna con rosas nuevas, el trajinar del mundo se aligera y dulcifica.

Es un sueño.

Esta tarde (noche, madrugada, o día) decidí hacerlo eterno. Mis ojos no se abrirán más.

En la penumbra se han quedado, verdes de alegría, donde tú estás.

58

Q UIÉN Vl\1'

SUEÑO V

Hoy susco EL soL TODAVÍA

Hoy busco el sol todavía cuando se asoma detrás de los volcanes, abriéndose como un párpado triste, cansado, lentísimo.

Pienso tu nombre una última vez antes de borrarlo entre la nieve que tiñe de instantánea nostalgia mi silencio.

Grito tu abrazo para despojarlo de mi aurora, renuncio a mi reino porque no es de este mundo porque soy un errar sin sentido en busca de eternidad.

Mañana la luz de ese sol trágico, desterrado, frío bañará mi piel sin el peso del deseo como una sombra amiga sobre mi piel desnuda.

Eterna, ligera, volaré y seré libre.

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J/DRJANA DORANTES

DORMIR, MEJOR MORIR, PIENSO

EL PRESENTE SE HA DESLIZADO DE N UEVA CU ENTA

en la cornisa de la eternidad, (mi nombre está atrapado con espinas).

Lejos de ti, este cuarto se ha convertido en un limbo, me ahorcan cadenas gruesas, mientras cientos de gusanos salen del fango para rodear mis pies. (A ratos imagino que en el martirio de la ausencia los dos estamos abstraídos del instante y que hemos encontrado un lugar donde todo lo bueno es para siempre).

Dormir, mejor morir, pienso.

No sé nada de ti. Mi compañía es la muerte que acecha desde atrás del espejo, esperando por mi inanición. (Llevo días gritando al silencio que nada de esto es verdad). Furiosa, harta de la oscuridad me convenzo de que cuando el tiempo se deshaga en el amanecer, tendré tu rostro durmiendo a mi lado, que seremos felices. Lo evidente me destroza.

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Q UIÉN VIVE

La verdad nunca ha sido piadosa conmigo; (en estos días de luto involuntario la única verdad que sé está contenida en todo lo que ignoro). De noche llueven palabras desde el techo de la alcoba, dicen que debo irme, que es momento de abandonar, que la espera es un fantasma que crece mientras te aguardo y que el hueco en la cama se hará más profundo hasta que caiga en él sin salvación .

Todas esas cosas las sé. He visto cómo se alarga la sombra del armario, cómo día tras día se acerca más a mis dedos , (tu lugar ausente es ya más grande que mi cuerpo). Todavía no me decido a cortar la espera.

Dormir, mejor morir, pienso de nuevo.

Ahora la sombra me alcanza. Otra vez siento una lágrima de sangre escapando por mis ojos. Sé que el corazón , por fin , se ha deshecho y que está escapando gota a gota de mi cuerpo

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ADRIANA DORANTES

para teñir el profundo abismo a mi costado. No piensa, sólo ama sin remedio y cree que ahí habrá de encontrarte.

Desplomada por el peso del recuerdo, no me restan fuerzas para detenerlo.

Dormir, mejor morir, pienso.

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QUIÉN VIVE

ADRJANA DORANTES

para teñir el profundo abismo a mi costado. No piensa, sólo ama sin remedio y cree que ahí habrá de encontrarte.

Desplomada por el peso del recuerdo, no me restan fuerzas para detenerlo.

Dormir, mejor morir, pienso.

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QUIÉN VIVE

Q UJÉ.1' VIVE

AUTORRETRATO

Yo soy una señora: tratamiento

arduo de conseguir, en mi caso, y más útil

para alternar con los demás que un título

extendido a mi nombre en cualquier academia

Rosario Castellanos

l. amo porque soy orgánica y necesito amarte para no perder el camino hacia la locura; porque todavía no estoy loca y sólo ahogada en el delirio puedo existir

sin tu mano en mi cintura.

2. hablo desde el silencio a mi especie otorgado porque la palabra germinada por mi tráquea y mente es la parte de mi organicidad que me todavía me tiene a flote.

3. camino aunque siga siendo sólo la piedra que acompaña -en las huellas de los pasos desdentados-el brillo de tus ojos y lo único que es mío:

tu lejano silencio.

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ADRIANA DORANTES

4. espero

tejiendo promesas y razones en la punta de mis cabellos sacudiendo el polvo de los años y tus ropas abandonadas en el armario.

5. y pienso

bajo la luz rosa que tiñe lo que no existe recuerdo y vivo todo profundamente porque el olvido es una rara sustancia

que no acompaña mi desastre.

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Q LJIÉN VIVE

EL HUÉSPED

SosRE LA BASE oscuRA DE MI LECHO

me observa fijo un huésped no invitado; es dueño incuestionable de mi boca único soberano de mis manos.

Su aroma de nostalgia me adormece, trastoca mis ideales y mis cuentos, juega en la dureza de mis párpados, es guardián de mi piel esperanzada.

Me busca entre la noche y la distancia cuando gusta de regar mis orquídeas, de sembrar mis días con soledades y de enterrar momentos y mentiras.

Cuando habla usa la lengua de los peces, que es líquida y sorda como el silencio; se revuelca a los pies de la ventana, imagina un grito de bestia herida.

En un lento segundo prolongado siento la brisa de su hedor desnudo; se acerca con su mano inasequible, acaricia el hielo de mi memoria.

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ADRIANA DORANTES

Confundido entre sueños y tinieblas, mi voz traza su hueco a mi costado; se esfuma en mis deseos insatisfechos, sucios mis dedos buscan atraparlo.

Con sus ojos ahogados en penumbra, duplica mis pesares y mis años; es un sueño que acecha lo vivido eterno testigo de mi tormento.

Respira aquí plantado en mi recuerdo en las gotas de sal de mis pestañas, me llama por mi nombre y no se aleja, mudo a placer detrás del infinito.

Sobre la base oscura de mi lecho me observa fijo un huésped no invitado; es dueño incuestionable de mi boca único soberano de mis manos.

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Q UIÉ!" \~VE

LAETITIA

1 N UNCA ME DIJO su OMBRE, sólo que no le gustaba y que yo podía nombrarla como quisiera. Apareció un día de invierno en la orilla del espejo, es una niña de eternos nueve años que porta un vestido blanco y usa un moño grande en la cabeza, tiene una memoria pro­digiosa y en su cabeza se almacenan recuerdos de toda la vida que ya vivió y que no quiso continuar, dice que prefirió volver a ser niña y no llegar a saber nada más.

11 Yo la llamé Laetitia, el nombre de la alegría, aun­que en realidad la niña eterna no suele estar alegre, quizá es la única cosa que no recuerda. La niña es agradable y sincera, no hace ruido y se queda casi siempre de aquel lado del espejo, acurrucada entre su gran vestido blanco.

111 A veces platico con ella. En sus manos guarda la sa­biduría de un anciano y la experiencia de toda una vida. Cuando recuerda se nublan sus grandes ojos claros, pero nunca me deja ver las lágrimas que de ellos salen por las noches. Sé que ha llorado porque

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ADRJANA DORANTES

al amanecer su piel está más seca; le toma días re­cobrar la humedad que roba del vapor que escapa del cuarto de baño o de las plantas que descansan en la puerta de la entrada.

IV Anoche la encontré encogida en la esquina del es­pejo, más pequeña y más sucia. Me dijo que su pa­dre acababa de morir, y que se arrepentía mucho de no haberle hablado nunca, ni desde que supo que la enfermedad lo estaba consumiendo.

V

Laetitia estaba contándome mi propio destino. A mi padre nunca lo conocí, pero aquel hombre que hizo su papel hace años estaba ahora fuera de mi vida. Enfer­mó, yo tuve miedo y no quise ser responsable, final­mente, pensaba, es sólo un hombre que se acostaba con mi madre hace años y ella decidió sacarlo de su vida.

VI Esta tarde murió mi padre y no hubo nadie que lo acom­pañara en su entierro. Laetitia, silenciosa como siem­pre, humecta su piel con las lágrimas que he llorado.

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Q UIÉN \1\'E

U SECRETO

Y dije "Quiera, Amor, quiera mi suerte,

que nunca duerma yo si estoy despierto,

y que si duermo, que jamás despierte. "

F. de Quevedo y Villegas

HACE TANTO QUE YA o REGISTRO EL TIEMPO,

se levanta un alba igual a la de otros siglos, despierto de soñar en otro espacio, en un sitio de humo dibujado con nuestros cuerpos enlazados.

Mido mis arrugas con las tazas de café bebidas bajo tu nombre de soledad y piedras; revivo en el atardecer la memoria de tus pies y tus esquinas, tu palabra provista de una promesa iluminada.

Somos rezagos de pinturas incrustadas en las camas, nuestros destinos vigilados por las Moiras son el fantasma de un tiempo eterno, una bestia de fauces insaciables que sólo calma su hambre con mentiras.

Del fulgor de una palabra de tus labios hoy queda la materia huésped de un prado inhóspito, la huella creciente de lo incierto, de que hemos de perecer después del beso, . .

sin memona

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ADRJANA DORANTES

igual que el polvo detrás de los zapatos, como el sueño que poco salva este mundo tan pesado.

Despertar es alzar la cara al cielo y encontrarlo del color de la muerte, tocar sus dedos para caer de nueva cuenta entre la vida, y recordar que somos parte de un prístino secreto que retumba con decoro en las ventanas.

Todavía vivimos en el mundo.

En las noches limpio mis almohadas con la brisa del instante Visitas mi cuerpo ávido del tuyo, nos juntamos en deseo por unos momentos , robándole una estación al resto del tiempo. Desapareces al punto de la siguiente hora, como si tu presencia fuese títere del limbo. Sé que ningún minuto es capaz de guardarnos y que el reloj en tu muñeca es la guadaña que se acerca lentamente a nuestros cuellos.

La verdad más fría del mundo no es la muerte, sino lo eterno. Hoy tenemos un miedo más antiguo que el tiempo que también tememos, en nuestras espaldas se eriza el infinito:

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Q UIÉN VIVE

es el terror por la vigilia que se apila poco a poco en ahogados suspiros.

Habremos de sobrevivir a ese absorber simultáneo de frenesí callado. Dormir será tan sólo un ápice de agonía, preámbulo a la luz que nos destroce los ojos para siempre. No moriremos todavía.

Necesitamos más delirio, deseamos menos silencio anidándose en la garganta propia, menos verdad y más sueños compartidos, más amor de felicidad vestido.

Viviremos un día más, en el mismo palpitar incierto sostenidos por una clepsidra en pausa y un secreto.

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ADRIANA DORANTES

BEATRIZ

l. B EATRIZ CONOCE TODOS UESTROS NOMBRES

pero calla a ningún lado me lleva su feliz recuerdo. Nunca me llama su silueta presente entre mis sábanas se desvanece de súbito perdida como una sombra al apagarse la lámpara;

2. Beatriz duerme de vez en cuando, quiero velar su sueño alcanzarla, pensar que existe, dejar de basar la idea de que existe sólo en mi falta de muerte, vivo por si acaso despierta para que me encuentre de rodillas al pie de su cama. La espero.

3. Beatriz, sólo puedo pronunciar tu nombre he renunciado a mí por hallarte, el barquero me ha llevado a través del río sin decirme nada sabe más que yo, Beatriz; si me lleva hacia ti no es por empatía o compasión, es que su mutismo es tan triste que no intentará disuadirme.

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Q UIÉN VlVE

Él sí está muerto y poco le importa. ¿Por qué voy a buscarte, Beatriz? No recuerdo por qué estoy en esta oscuridad, también he olvidado por qué soy.

4. Beatriz es sólo silencio, esta tarde creí haberla encontrado, estático me pregunto ¿a dónde habría de ir yo sin la luz de su silueta que abra el camino de mi sueño? Sigo su esencia, aunque calle.

S. Beatriz no es luz, es sólo una noche profunda

cubierta por las huellas que pueden darme la única paz entre la sombras

escondida entre mis propias manos que esperan lo que no llega.

6. Todos te buscan, Beatriz.

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ÍNDICE

EL M DO ES UN LUGAR

Demonios cotidianos 9

Distancia 10

Un lugar extraño 1 11

El amor y la muerte 12

Ícaro lS

Sísifo 17

Un lugar extraño 11 20

CARNE DE F TASMA

Nunca más 27

No serán los ángeles 30

Niebla 33

Mentira 38

El recuerdo de un olvido 39

Oración 1 42

Oración 11 44

Oración 111 4S

Oración N 47

Despertares trémulos

Sueño 1

Sueño 11

Sueño 111

Sueño N

SuE-os

Sl

S3

S4

SS

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Sueño V

Dormir, mejor morir, pienso

Autorretrato

El huésped

Laetitia

Un secreto

Beatriz

QUIÉN VIVE

Q u 1É VIVE, deAdriana Dorantes, se terminó

de imprimir en septiembre de 2012 en los

Talleres Gráficos de la Dirección de Publi­

caciones y Promoción Editorial (Boulevard

Adolfo Ruiz Cortines 5157, Col. Guada­

lupita, Del. Tlalpan, 14610 México, D.F.) ,

de la Coordinación General de Difusión de

la Universidad Autónoma Metropolitana.

En su composición se utilizó la familia

tipográfica Adobe Caslon Pro. La edición

consta de 1000 ejemplares, y estuvo al

cuidado de Paola Castillo y de la autora.

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TEMA: Poesía

SECCIÓN: 10

TÍTULO: Quién Vive

- ,,

,r -

,.

Otros títulos de la colección

RiJido gris / Narrativa _ ' Pepe Rojo

/

. ,

Múda de raíces / Poesía Josué Raniírez

¿Estamos de acuerdo? / Debate B. Shaw & G.K. Chesterton

Costa sin mar / Poesía Jorge Posada

l wSTRAaó. DE PoRTADÁ: Francisco López L.

¡

Hoy las moscas/siembran su nostalgia en. la planta de mis pies. En su póe-. -sía, Adriaria Dorant~s comienza ün ciclo· de espera: es el cuerpo,

la muerte, una necesidad de nombrar lo que apare<::e en sueños, lo que se revela como anunciación, como ángele_s, como simu­

lacros de vida; A gui?o de Pavese, la poeta lanza el reto más peligroso: Que la muerte venga y eh sus ojos/tenga dibujádo

tu cuerpo; y es su voz que incita a caer sobre alguien, apresurada y lúbrica: Arráncame Zas uñas porque no

\.

d,ejo de peinar/ el cabello en que habita tu aroma. Es su voz quien llama a la muerte en la ex­

traña convot::atoria que no' cesa; el libro · es un juego pervertido -ilusorio- de

saber que se vive cuando se piensa

/

. '

en lo otro: en la muerte única y . personal, la i:n~erte que salda

cuel!tas; es el tiempo, el ~ . sueño, es imaginar un

' .

lugar. donde no esJa­mos; la poeta %-"

cribe para al.:. guíen· que

vendrá:

r

•.

111111~1111111111 9 78607 4 777314

. JA\ C.0-~- -

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METRoPOUTANA

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