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El Loro y su Doncella
Ya me voy d’espalda el loro/ con un patín de primeray aparecieron los ratis/ como flor de primavera.
(Ya me voy de espalda el loro, esto quiere decir que se encontró con una ”mina” como a las 11 de la noche en plena calle; ahí no hay pieza ni hoteles; ahí se arregla todo en las sombras, porque ella solamente se abre el abrigo y chao pescao, peligrando que aparezcan los ratis y se los lleven al furgón. Roberto Parra, de «Las cuecas del Tío Roberto», Santiago, Autoediciones Populares/Taller Lican Rumi, 1989)
Historias de loros y doncellas circulan de oriente a occidente en un amplio repertorio de representaciones, las
que se instalan en el terreno de lo simbólico en espacios tan complejos como contradictorios, siendo todos
relativos a la figura femenina como idealidad o peligro.
De este modo encontramos al Loro como una figura paradójica en la tradición Persa, donde nuestra ave
representa, en la versión Tutinama del siglo 14, al encargado de impedir el adulterio de mujeres “lascivas” a
quienes narran por encargo de celosos maridos ausentes, historias cargadas de erotismo, pasión y
transgresión. Todo con el fin de mantenerlas cautivas en sus propios hogares, noche tras noche seducidas
por el asombroso ingenio de un artificio animal.
Otro ejemplo lo encontramos en la idealizada representación de Coubert Mujer con Loro, presentada en el
Salón de 1886 a un público amante de la academia. En el cuadro una espléndida joven repite la postura de
Psique mostrándose improbablemente transportada por un celoso compañero alado. En este caso nuestra
ave se inmiscuye con el fin de reforzar el erotismo de la escena, provocando la tensión perfecta con un sexo
apenas cubierto por una blanca sábana a punto de caer.
Finalmente y entre otros muchos ejemplos encontramos el asombroso desenlace del relato un Corazón
Sencillo de Gustave Flaubert, donde la protagonista una santa y abnegada sirvienta llamada Felicité, no
puede resistir si no hacer parte del mobiliario de su dormitorio, a un triste y embalsamado loro, quien fuera en
vida su gran compañero. En este caso nuestro alado amigo será febrilmente transfigurado en el mismísimo
“espíritu santo”, cuando la ya anciana mujer se encuentre en su lecho de muerte… "Los latidos de su corazón
fueron disminuyendo uno a uno, cada vez más flojos, más suaves, como una fuente que se agota, como un
eco que se aleja; y cuando exhaló el último suspiro, creyó ver en los cielos entreabiertos un loro gigantesco
volando por encima de su cabeza"
A continuación presentamos una serie de representaciones de otras muchas posibles historias, donde la
mujer es siempre construcción, imaginación de una cabeza sin cuerpo, solo remendada por la figura de un
Loro que mucho más que un elemento decorativo hace las veces de intermediario entre lo que se muestra y lo
que se oculta, entre la palabra y el silencio.
Frida Kahlo, Autorretrato con Bonito, 1941
Geoges Wesley Bellows, Desnudo con Loro, 1915.
Edouard Manet, Mujer con Loro, 1866.
Felix Vallotton, Mujer con Loro, 1909.
Ilustración del Tutinama, Cuentos del Loro, 1560.
Giovanni Battista Tiepolo, Joven Mujer con un Loro, 1760.
Pierre Auguste Renoir, Henrriete Darras, 1871.
Frans Van Mieris, Mujer alimentando a un loro, 1663.
Obra atribuida a Otto van Veen, Siglo 17.
Oskar Kokoschka, Mujer Con Loro, 1916.
Escuela Mughal, Ilustraciónes, Siglo 16.
Detalle de la Virgen, Jan van Eyck,1436.
Fotografías de Archivo USA, Siglo pasado