redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · dirección...

200
version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 1 23/07/2015 13:53:46

Upload: truonghuong

Post on 21-Oct-2018

216 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 1 23/07/2015 13:53:46

Page 2: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 2 23/07/2015 13:53:46

Page 3: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

JOSÉ MARTÍ, NUESTRA AMÉRICAY EL EQUILIBRIO INTERNACIONAL

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 3 23/07/2015 13:53:47

Page 4: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 4 23/07/2015 13:53:52

Page 5: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

Rodolfo Sarracino

La Habana, 2015

JOSÉ MARTÍ, NUESTRA AMÉRICAY EL EQUILIBRIO INTERNACIONAL

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 5 23/07/2015 13:53:52

Page 6: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

Dirección editorial / CeCil Canetti

Asesoría editorial / ela lópez Ugarte

Edición / Silvia agUila FonSeCa

Diseño de cubierta / eloy Capote CrUz

Diseño interior y emplane / lUiSa M. gonzález Carballo

alina FUente Hernández

Corrección / regina arango eCHevarría

© Rodolfo Sarracino, 2015Sobre la presente edición: © Centro de Estudios Martianos, 2015

ISBN 878-959-271-221-8

Centro de Estudios MartianosCalzada 807, esquina a 4El Vedado, CP 10400La Habana, CubaFax: (537) 8333721E-mail: [email protected]

[email protected]

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 6 23/07/2015 13:53:52

Page 7: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

7

NOTA DEL AUTOR

El volumen que presentamos está compuesto por una colección de en-sayos escritos entre 1992 y 2013. Inicialmente no se concibieron para ser publicados en un libro. Lo que los une, que esperamos sea de interés para el lector, es el tema del equilibrio en las relaciones internacionales, tal como Martí lo comprendió y aplicó para tratar de evitar la anexión de Cuba a Estados Unidos. Desde que los primeros ensayos fueron di-vulgados, las investigaciones han progresado, pero el autor ha resistido la tentación de reescribirlos y se ha limitado a algunas adiciones con fines aclaratorios en algún punto que lo ha requerido. Fuera de esa coin-cidencia temática, la cronología de los hechos tratados evidenciará el esfuerzo por ajustarse durante esos años al progreso de las investiga-ciones y los cambios consiguientes en el conocimiento del contexto histórico martiano. Si la lectura detenida revelase contradicciones en el análisis de los documentos, ello no debe verse necesariamente como un problema, sino como un estímulo a razonar y compartir la búsqueda de la verdad histórica.

Las fechas de los ensayos que aparecen señalados en su título son las de su publicación. Están presentados por orden temático y cronológico y no según su fecha de aparición.

El autor agradece a las revistas Casa de las Américas, Honda, y al Anuario del Centro de Estudios Martianos la gentileza de permitir la re-impresión de estos materiales.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 7 23/07/2015 13:53:52

Page 8: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 8 23/07/2015 13:53:52

Page 9: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

9

INTRODUCCIÓN

Los ocho ensayos que a continuación se presentan al lector se proponen elucidar un tema cuyo hilo conductor es la influencia que ejerció sobre su proyecto revolucionario la valoración constante de José Martí de la correlación de fuerzas y el consiguiente equilibrio internacionales. Se trata de un tema crucial hecho posible por sus sólidos conocimientos del sistema internacional adquiridos en su carrera de Derecho, aplicados a sus lecturas de los grandes jurisconsultos de todos los tiempos y a su análisis de la coyuntura mundial. Los comentarios que al respecto es-cribiera en sus libretas de apuntes y fragmentos son esclarecedores, pero relativamente escasos, y rara vez, por el imperativo de la confidenciali-dad propia de sus responsabilidades y actividades revolucionarias, pudo desarrollarlos en todos sus detalles y debatirlos con sus lectores y ami-gos más cercanos, pues él conocía que sus adversarios españoles y esta-dounidenses lo vigilaban de cerca. Esta limitación es un serio problema para el estudio de esta vertiente de su obra, porque a pesar de los diversos matices de las informaciones y enfoques, casi siempre debe volverse sobre algunas de sus fuentes de mayor peso histórico, práctica que trata de evitar repeticiones excesivas. Es preciso un grado mínimo de reite-ración para facilitar la correcta interpretación de la ejecutoria política de Martí, y por consiguiente de la historia de Cuba, e incluso de nuestro tiempo.

Casi toda la documentación y consideraciones resultan de una inves-tigación inicial realizada a partir de 1991, dada a conocer en su fase embrionaria como ponencia en la conferencia internacional José Martí hombre universal.1 Su título es “José Martí y Brasil”, publicada en el Anuario Brasileño de Estudios Hispánicos (Brasilia) en 1992 y en el Anua-rio del Centro de Estudios Martianos en 1993. Ambas versiones tienen en

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 9 23/07/2015 13:53:52

Page 10: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

10

común el esfuerzo por precisar desde, el punto de vista de la interacción de estos dos grandes países suramericanos, el importante principio martiano del equilibrio internacional. Los resultados de esa investigación han sido resumidos en un esfuerzo por comprenderlo cabalmente. Martí lo aplicó entre 1889 y 1895, mediante el recíproco accionar diplomático del gran país meridional, no solo con América Latina, sino con varias potencias europeas, en la América hispana y el Caribe.

En los primeros años de la década del noventa del pasado siglo, se intensificó el esfuerzo de Cuba por dar a conocer y divulgar las ideas revolucionarias de José Martí en el extranjero.

En 1991, la Embajada de Cuba recibió orientaciones del doctor Ar-mando Hart, entonces ministro de Cultura de Cuba, de conmemorar el centenario del ensayo de José Martí “Nuestra América” con una serie de conferencias divulgativas sobre ese y otros temas afines en las uni-versidades brasileñas. El recorrido incluyó las universidades de Brasilia, las de Río de Janeiro, Sao Paulo, Porto Alegre, Belo Horizonte, Salvador de Bahía entre otras, además de un centro católico de altos estudios en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais. La variada recepción al men-saje de Cuba sobre este valioso texto y también a la vida y la obra de su autor, indujo al autor de estas líneas a penetrar en la razón de sus esca-sos comentarios que, por su parquedad, tanto llamaron la atención de estudiantes y profesores brasileños. El objetivo era precisar la interacción del gigante suramericano con el resto de América Latina, en particular con la Argentina, y el sinuoso desenvolvimiento de las relaciones entre los dos grandes países del Cono Sur Americano, con el fin de aclarar la posición de José Martí en relación con la problemática de esa importan-te región latinoamericana y su influencia en el proyecto revolucionario que organizaba.

Al aproximarse a ese espinoso tema, el autor tuvo en cuenta que las investigaciones sobre la extensa obra de Martí y su carrera revolucio-naria exigen el conocimiento exhaustivo de su contemporaneidad hasta para interpretar correctamente su ocasional, pero elocuente silencio. Fue una experiencia singular para este, que se encontraba por aquellos días responsabilizado con el área de cultura en la Embajada de Cuba en Brasil y era, al propio tiempo, investigador adjunto del Centro de Estu-dios Avanzados Multidisciplinarios de la Universidad de Brasilia.

Le siguió una ponencia, en 1995, para la Conferencia Internacional Martí y el siglo xxi, sobre “El concepto martiano del equilibrio en las relaciones internacionales”, seleccionada por el Centro de Estudios Martianos para una antología de trabajos de esa conferencia que nunca

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 10 23/07/2015 13:53:53

Page 11: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

11

llegó a publicarse. Lo esencial de esa investigación fue publicado en la revista Casa de las Américas, con el título de “Martí, el equilibrio inter-nacional y la unidad latinoamericana”,2 también incluido en las páginas siguientes con algunas aclaraciones recientes que enriquecen el contex-to histórico martiano.

Las últimas incorporaciones al presente tomo son el ensayo “José Martí y el caso Cutting”,3 basado en la obra homónima publicada en dos ediciones (2004 y 2008), primera gran experiencia de Martí como corres-ponsal en Nueva York del periódico mexicano El Partido Liberal. Y tam-bién el ensayo “Pasos iniciales de José Martí hacia una visión internacional antimperialista”, publicado en la revista Honda, de la Sociedad Cultural José Martí, en el que se aprecia el aprendizaje en una fase importante de sus experiencias y estudios acerca de la sociedad estadounidense y la in-fluencia que ejercieron en su formación antimperialista. Se incluye asimis-mo el ensayo, basado en un episodio enteramente inédito, “José Martí en el Club Crepúsculo: en busca de nuevos equilibrios”, publicado también en la revista, no. 18 de 2006, con la modificación del título, en el que exploramos la membresía de Martí en esa institución, netamente anglo-sajona, cuyas verdaderas implicaciones no fueron analizadas hasta ahora por los investigadores cubanos y extranjeros.

La lectura de la documentación martiana, por otra parte, permite advertir en el plano literario, en sus crónicas y contadas referencias al tema del equilibrio, no el verbo fúlgido de su poesía o la acabada expre-sión de su prosa crítica, sino un estilo sobrio y racional que era en sí un género emergente, aún infrecuente en el periodismo norteamericano de la época, que además evidenciaba una cultura excepcional y una visión avanzada de la política mundial contemporánea.

Para comprender mejor este principio y su importancia en la políti-ca internacional en los tiempos de Martí y en los nuestros, sería ilustra-tivo recordar algunas de las reflexiones sobre este tema de la autoría nada menos que de Henry Kissinger, conocido académico de las ciencias políticas en Estados Unidos. Precisamente por su rancia estirpe conser-vadora interesa su interpretación a los fines de comprender la política internacional de los días de Martí y sus puntos de contacto con la his-toria emergente de la actual política imperialista estadounidense. En su obra Diplomacy,4 de alguna prominencia en la bibliografía del derecho internacional de su país, el exsecretario de Estado en los gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford, al referirse en la propia obra a lo que llamó “las constantes inmutables de las relaciones internacionales”, se sintió obligado a añadir: “A pesar del enorme poder de Estados Unidos,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 11 23/07/2015 13:53:53

Page 12: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

12

ningún país tiene la capacidad de imponer su voluntad al resto de la humanidad”.5

Por ello recomendaba a Estados Unidos en el siglo xxi asegurar aliados para preservar “el equilibrio en varias regiones del mundo”,6

naturalmente favorable a sus intereses imperiales. Kissinger amplió esta posición el 18 de julio del 2001, ante el Consejo de Asuntos Mundiales de Los Ángeles, al afirmar:

Estados Unidos se encuentra hoy en una posición singular. Somos el país más poderoso que jamás haya existido. [pero...] Solo hay un problema: si se alcanza semejante posición de preeminencia, se manifiesta inmediatamente la tendencia entre los demás países a unirse para restablecer alguna forma de equilibrio con el fin de reducir en lo posible nuestra capacidad de influencia.7

Poco antes del inicio de la segunda guerra contra Iraq, al evidenciarse que algunas de las potencias europeas aliadas no secundaban a Estados Uni-dos, ante las cámaras de televisión exclamó desconcertado, o fingiendo estarlo: “esto se parece cada vez más al siglo xix”. El notorio exsecretario de Estado hizo el comentario porque percibía la existencia de corrientes de fuerzas en nuestro tiempo que tienden al restablecimiento de la multi-polaridad y de un equilibrio similares a los del siglo xix.

Pero en la segunda mitad de ese siglo, la preocupación esencial de Martí era lograr un equilibrio fundamentado en la estratégica posición de Cuba, su liberación del yugo colonial, su disposición a compartir sus riquezas naturales con Europa, y con ello impedir la anexión de Cuba por Estados Unidos, evitando alianzas demasiado comprometedoras con grandes potencias, siempre prestas a distribuirse el mundo, y en ocasio-nes a ponerse de acuerdo entre ellas para hacerlo.

En el primer capítulo, al analizar “Las fuentes martianas del equili-brio internacional”, retomaremos ambos temas, y nos detendremos en los principios que sirvieron a Martí para elaborar una visión propia del equilibrio internacional, según sus propias observaciones de la coyun-tura internacional, sobre todo latinoamericana y europea.

En el capítulo II, “Pasos iniciales de José Martí hacia una visión internacional antimperialista”, advertiremos las observaciones y ex-periencias iniciales de Martí sobre Estados Unidos, fuentes importan-tes para comprender su posición antimperialista y su visión del equilibrio del mundo.

En el capítulo III, “José Martí y el caso Cutting”, analizaremos, a la luz de nuestras recientes investigaciones, el peso real en la formación

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 12 23/07/2015 13:53:53

Page 13: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

13

antimperialista de José Martí del incidente que en 1886 protagonizara el aventurero Augustus K. Cutting, instrumento del gobierno estado-unidense para intentar provocar una nueva guerra cuyo objetivo era privar a México de los ricos estados fronterizos con Estados Unidos, esgrimiendo la justificación de la supuesta extraterritorialidad de las leyes mexicanas.

El capítulo IV, “La Estatua de la Libertad en la visión martiana del equilibrio internacional”, se dedica al análisis del contenido de la famosa crónica de José Martí acerca del impresionante acto de entrega de dicha estatua al gobierno estadounidense, su significado para el proyecto martiano de liberación de Cuba, y su efecto en la política de Francia de aproximación a Estados Unidos, frente a la creciente peligrosidad del recién creado imperio alemán, y por ende en el equilibrio internacional. Martí comprendió desde 1886 que no podría contar con Francia para su proyectado equilibrio en el Caribe.

Por su parte el capítulo V, “José Martí y Brasil” examina la impor-tancia de Brasil en las relaciones latinoamericanas y su tendencia, bien marcada durante los gobiernos militares en el siglo xx, hacia una alian-za estratégica con Estados Unidos, en tanto Argentina se inclinaba al entendimiento con Inglaterra y Alemania, para equilibrar al gigante suramericano y fortalecer su independencia respecto de Estados Unidos.

El capítulo VI, “Martí, el equilibrio internacional y la unidad lati-noamericana”, constituye un resumen parcial de los elementos incluidos en varios —no todos—de los capítulos anteriores a fin de presentar una imagen menos fragmentada del periodo y del proyecto martiano. Se trata de materiales que se publicaron desde 1992 hasta fecha muy re-ciente en las revistas Casa de las Américas, Anuario del Centro de Estudios Martianos y Honda, de la Sociedad Cultural José Martí.

En el capítulo VII, “José Martí en el Club Crepúsculo de Nueva York: en busca de la patria de Lincoln”, exploramos la verdadera naturaleza de esa institución. Las razones que movieron a Martí a aceptar su mem-bresía en 1890, que tanto tuvo que ver con la coherencia de su postura antimperialista y su voluntad de llegar directamente al pueblo norte-americano con su mensaje de libertad e independencia para Cuba, a los fines de contribuir a crear, con el apoyo de los más grandes escritores y la opinión pública del país, un equilibrio interno entre las fuerzas políticas expansionistas y los grupos sociales favorables al respeto del derecho internacional y a la ética en la política exterior de Estados Unidos, y así impedir la anexión de Cuba.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 13 23/07/2015 13:53:53

Page 14: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

14

Por su parte, el capítulo VIII, “José Martí y Estanislao S. Zeballos”, aborda el tema de la ideología social que preconizaban los diversos círculos políticos en algunos países de América Latina, con respecto a la superioridad racial de unos pueblos sobre todos, centrando la atención en el caso de Argentina, que tenía como figura sobresaliente al señor Estanislao S. Zeballos. Se analiza cómo estas tendencias eran valoradas por Martí, y la influencia que ellas podrían ejercer en el futuro proyec-to de integración latinoamericana.

A lo largo de la lectura de estos materiales, se apreciará la intensa y compleja laboriosidad política de Martí, obligado a actuar, no desde posiciones de poder, sino revolucionarias. Al final de sus días, como informó en su carta, tan citada, de mayo de 1895 a su amigo y confiden-te Manuel Mercado, todo lo había hecho para evitar la anexión de Cuba a Estados Unidos y su control total del hemisferio.

Aunque es obvio que Martí no era un profeta, sus experiencias tienen un enorme valor en los días que corren, porque en los años que median entre su muerte y el presente, poco ha cambiado la esencia del imperia-lismo norteamericano, salvo en el gigantesco desarrollo de su poder militar y la confianza casi religiosa en la fuerza de los grupos neocon-servadores que controlan el poder político, su absoluta ausencia de es-crúpulos y la tradicional vocación entreguista de algunos sectores de las oligarquías latinoamericanas, que confundían entonces, y continúan confundiendo hoy, sus estrechos intereses personales y de clase con los nacionales.

El realismo de José Martí hizo del equilibrio internacional, no una sencilla referencia histórica, desgastada por incontables siglos de mani-pulación teórica y práctica. Lejos de ello. Si se observa cuidadosamente su aplicación a la actual situación política mundial se comprobará que a pesar de que se encuentra casi a punto de la extinción por la virtual capitulación de las grandes potencias europeas y algunas asiáticas ante la superioridad militar de Estados Unidos, y el ciego triunfalismo de los neoconservadores estadounidenses, cuyas raíces se hunden en el siglo de Martí, reaparece por efecto de la firme resistencia y voluntad de cambio de los pueblos agredidos de tres continentes y la consiguiente derrota de la política republicana de las elecciones parciales estadouni-denses de noviembre de 2006 y 2010, que altera en un sentido positivo la correlación internacional de fuerzas políticas.

Pero hay más, hoy a la propia existencia de la Revolución Cubana, la revolución en Venezuela, Bolivia, y otros gobiernos independientes en Sudamérica se añaden al escenario internacional otras potencialidades

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 14 23/07/2015 13:53:53

Page 15: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

15

políticas en América Latina: la opción de una integración latinoameri-cana que encarnan la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), MERCOSUR y CELAC, que en el futuro tal vez lleguen a unificarse en un proyecto único.

Es verdad que hoy nos enfrentamos a unos Estados Unidos militar-mente hegemónicos, lo cual constituye un grave obstáculo para la esta-bilidad latinoamericana, pero, por otra parte, jamás en la historia de nuestro continente pudo hablarse de relaciones estables entre los dos grandes países suramericanos, Argentina y Brasil, que son el resultado de la reducción de los graves antagonismos y pretensiones subimperia-listas, históricamente instigados por la tutela yanqui, y la emergencia de una creciente constelación de gobiernos soberanos. Como en los días de Martí, hoy también debe determinarse cómo América Latina, Cuba incluida, participará en el proceso de transición hacia nuevos equilibrios: como colonia menor de Estados Unidos, obligada a entregarle sus riquezas a precios de miseria, y consumir sus caros productos “inven-dibles” para salvar al sistema capitalista norteamericano de sus propias contradicciones, a fin de prolongar su dominio imperial sobre el planeta; o como una comunidad independiente, unida e integrada en el plano económico, pero sobre todo en el más universal de la historia, de la cultura y de las tradiciones, capaz de equilibrar con su poderosa identidad e inde-pendencia a las grandes regiones económicas en la actual reedición de las pugnas por nuestro continente entre los centros de poder imperialistas.

Pero aún no se ha materializado totalmente la unidad que debe con-ducir a la integración y a la independencia de los pueblos de América Latina que Martí y Bolívar soñaron y entendieron indispensables. Aun-que amortiguada por la intensa injerencia norteamericana, se evidencia una poderosa voluntad renovadora en los pueblos y sus dirigentes, lo cual es siempre un augurio positivo. Conviene no olvidar, con todo, que el tiempo apremia, que el imperialismo no cesa de trabajar activamente para alcanzar sus propios fines y que rara vez la historia ofrece dos oportunidades a los pueblos.

Por ello hay que estudiar cómo Martí aplicó los recursos de las ciencias políticas de su tiempo a la preparación de la contienda de un pueblo contra la más retrógrada metrópoli colonial del siglo xix, a pocos pasos de una potencia regional que pronto alcanzaría rango mundial. A ello nos convoca el paradigma martiano ante los desafíos del siglo xxi.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 15 23/07/2015 13:53:53

Page 16: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

16

NOTAS

1 Este trabajo fue presentado en la Primera Conferencia Internacional Por el Equilibrio del Mundo con el título “José Martí: el concepto del equilibrio internacional y la independencia de Cuba”, en Memorias de la Primera Con-ferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, La Habana, 2003.

2 Rodolfo Sarracino: “Martí, el equilibrio internacional y la unidad latinoame-ricana”, en Casa de las Américas, La Habana, no. 229, octubre-diciembre, 2002, pp. 44-57.

3 Rodolfo Sarracino: José Martí y el caso Cutting, México, Centro de Estudios Martianos-Universidad de Guadalajara, 2004.

4 Henry Kissinger: Diplomacy, New York, Simon and Shuster, 1994.5 Ibídem, p. 813.6 Ídem.7 Discurso de Henry Kissinger ante el Consejo de Asuntos Mundiales de Los

Ángeles, 18 de julio de 2001. Véase por ese título en Internet.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 16 23/07/2015 13:53:53

Page 17: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

17

Capítulo ILas fuentes martianas del equilibrio internacional

Durante las sesiones del Congreso Internacional Americano de Washing-ton, en 1889, Martí afirmó públicamente, por vez primera, en un ar-tículo para La Nación, fechado el 2 de noviembre de 1889, que la confe-rencia mostraría a quienes defienden “la independencia de la América Española, donde está el equilibrio del mundo”.1

En las líneas que siguen identificaremos las fuentes del concepto martiano del equilibrio internacional, que en algún momento Martí de-finió como “inmutable”, y en otro como “perpetuo” en la seguridad de que la originalidad de su pensamiento radicó en la manera como concibió su aplicación y no en el descubrimiento del concepto propiamente dicho, que es tan remoto como la humanidad. Como Martí, historiadores y politólo-gos lo han caracterizado, desde el siglo xix, como el más constante y universal de los principios en las relaciones políticas internacionales.

Varios autores2 sugieren que el concepto del equilibrio en las rela-ciones internacionales de Martí no coincidía enteramente con las ense-ñanzas de Hostos y Betances sobre el mismo tema, que muchos años antes que él propugnaban el establecimiento de un equilibrio entre Europa y Estados Unidos en el Caribe. Esa impresión puede ser el re-sultado de la cautela con que el Apóstol lo aplicó a la realidad antillana a medida que se aproximaba el inicio de la guerra y se requería una estrategia válida para la supervivencia de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo después del triunfo revolucionario.

Cuando Martí hablaba de las Antillas es evidente que se refería a las hispanas. Se comprende que no desease provocar la oposición de Francia, Holanda y sobre todo de Inglaterra, potencias con colonias en el Caribe. En sus ideas libertarias, Inglaterra, además de Alemania, poderosa y agresiva, figuraban como aliados potenciales de las Antillas hispanas

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 17 23/07/2015 13:53:53

Page 18: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

18

frente al expansionismo estadounidense, atraídos por la posición geoes-tratégica de estas y sus riquezas naturales. Sus intereses por aquellos días divergían claramente de los norteamericanos. En 1892 Martí deja claro precisamente a qué islas antillanas se refería: “las tres Antillas [hispano-americanas], que han de salvarse juntas, o juntas han de perecer, las tres vigías de la América hospitalaria y durable, las tres hermanas que de siglos atrás se vienen cambiando los hijos y enviándose los libertadores, las tres islas abrazadas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo”.3

Habría carecido de realismo y hasta de sentido común que Martí proclamase la creación de una Confederación del Caribe en el momento en que, precisamente en 1895 y a pocos días de su muerte, se dirigiría a Inglaterra y Alemania para interesar a ambas potencias en el potencial económico de Cuba y lograr su respeto por la causa cubana, y tal vez su respaldo, a fin de evitar la anexión de la Isla y establecer un equilibrio en esa región frente al expansionismo estadounidense, cuya estrategia geográfica dictaba que el Caribe, particularmente el hispano, debía estar bajo el control de Estados Unidos a fin de asegurar los accesos y aproximaciones al istmo y el futuro canal de Panamá.

Detengámonos brevemente en las fuentes históricas de este principio para comprender mejor su contexto y al propio Martí.

Lector incansable de historia universal, Martí sabía que uno de los primeros ejemplos de esta práctica fue la creación de la Liga del Pelo-poneso en la antigua Grecia, según nos refiere Polibio en su Historia universal (originalmente cuarenta tomos). Ninguno de sus miembros podía detener el expansionismo ateniense sin la ayuda de las demás ciudades-estado, pero unidas podían disuadir a Atenas de la agresión, o derrotarla en el campo de batalla. En su monumental obra, al referirse al concepto del equilibrio, Polibio afirmaba: “Ni debe despreciarse ese principio, ni un poder tal debe admitirse a nadie, de suerte que más tarde le sea a usted imposible discutir con cualquiera, en relación con vuestros derechos manifiestos, en términos de igualdad”.4

En China, por otra parte, fragmentada por la lucha continua por el poder durante el periodo de los Estados Combatientes (403-221 AC), también las fuerzas contendientes aplicaron el principio del equilibrio del poder económico, político y militar. Mucho después, en la Italia renacentista de Francesco Guicciardini,5 abundaban los antecedentes de su definición y de su aplicación. Para este gran autor italiano, el con-cepto del equilibrio era el instrumento para evitar la unificación de la península italiana bajo un Estado, familia o monarca italiano único que eclipsara el poder de los Médici en Florencia, aunque representó en su

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 18 23/07/2015 13:53:53

Page 19: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

19

libro a la península italiana como un todo y no como una constelación de pequeños Estados.6

Veamos las fuentes del moderno concepto martiano del equilibrio internacional. Desde el siglo xviii, se identifica a la Paz de Westfalia de 1648, como el antecedente más cercano del derecho internacional moder-no, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años y con ello al monopolio del poder de la Monarquía Hispánica y del Sacro Imperio Alemán de los Habsburgos, sustentados en la teoría del “universalismo” del “imperio coordinador de Europa”. Como alternativa a esa teoría se desarrolló la idea del “justo equilibrio entre potencias” o justum potentiae aequilibrium. Ese gran evento histórico, al que se unen el surgimiento de los Estados nacionales, el principio de la “igualdad entre los Estados”, hoy puesto en duda por el actual gobierno de Estados Unidos, y los consiguientes “ob-jetivos nacionales”, a nombre de los cuales se invocaron los “intereses de Estado”, dieron inicio a una intensa actividad diplomática hasta fines del siglo xix. Es claro que los intereses de los Estados no podían fundamen-tarse en ambiciones, rivalidades, prejuicios y hasta en las doctrinas reli-giosas de la Iglesia y de los monarcas. El equilibrio internacional se defi-nió, en sus términos más sencillos, como una doctrina de las relaciones internacionales en la que las tendencias agresivas de un Estado poderoso podían ser equilibradas por una alianza de Estados más débiles con un poder colectivo igual o mayor. Pero no fue hasta principios del siglo xix que este principio se admitió como fundamental para el desarrollo y la propia existencia de la diplomacia y del derecho internacional.

Con la consagración de este precepto en la Paz de Utrecht, en 1713, se inició una prolongada era de diplomacia brillante, que según algunos historiadores, se prolongó hasta fines del siglo xix, y según otros hasta la Primera Guerra Mundial. Todo lo relativo al desarrollo de este princi-pio, hasta el día de su muerte, era del conocimiento de Martí, que había cursado la carrera de Licenciatura en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Zaragoza, título que certificaba su conocimiento del or-denamiento jurídico del imperio español y sus tratados internacionales, bilaterales y multilaterales, que entonces como hoy afectaban sus normas. Una de las asignaturas básicas de la carrera era el Derecho Natural de Gentes y Civil, que aprobara en 1872, equivalía al Derecho Internacional Público de nuestros días. Era una de sus asignaturas favoritas, lo que él llamaba, con admiración, “la Ley de Naciones, general y grandiosa”. Pues bien, las disciplinas Historia Universal e Historia de España servían como complementos indispensables del Ius Gentium. Siempre que pudo, Martí consultó, sobre todo a partir de 1881 en que se publicó la décima edición

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 19 23/07/2015 13:53:53

Page 20: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

20

traducida al español, la Historia universal del historiador italiano César Cantú. En ella se narraba en detalle cómo habían surgido los Estados nacionales y el consiguiente equilibrio entre las potencias europeas.

Para el año 1853, cuando nace el Maestro, ya el concepto del equili-brio europeo había alcanzado un grado considerable de madurez. Con-viene, al llegar a este punto, que hagamos un breve recorrido por algu-nas de las figuras paradigmáticas de la jurisprudencia internacional que Martí conociera y leyera o consultara.

Tal vez la versión resumida más clara del pensamiento internacional relativo al equilibrio lo evidencia la definición que nos legó el conde Angel Guillermo Garden de Lessard (1796-1872), que sin ser de las fi-guras cimeras del derecho internacional resumió con acierto y claridad los rasgos esenciales del equilibrio de fuerzas y político y cómo se con-cebía entre mediados y finales del siglo xix:

La existencia e independencia de Estados exigen que ninguna potencia se desarrolle fuera de toda proporción con las demás, por cuanto es de suponer que desde el momento en que le sea posible cumplir sus intentos, su ambición no tendrá más freno que sus propios intereses, lo que tratará de apreciar por sí misma. Es necesario, por lo tanto, que oponiendo fuerza a la fuerza se impi-da semejante poder de extensión; es necesario detenerla en su camino, prevenirla, comprimirla mediante una oposición vigoro-sa o por medio del temor de encontrar, tarde o temprano, una resistencia a la cual no podrá derrotar. Este resultado solo puede obtenerse por la acción combinada de las fuerzas de los demás Estados que sirven de contrapeso a la fuerza que amenaza.7

La definición de Garden de Lessard es clara y se ajusta a las condiciones de Europa, y a las de América de la segunda mitad del siglo xix, cuando Alemania había conseguido humillar a Francia en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871), y con la unidad alemana conseguida y proclamada por Bismarck había alterado el equilibrio europeo e irrumpido triunfante en el selecto grupo de las grandes potencias europeas, todo lo cual Martí conoció en profundidad.

En definitiva, la responsabilidad histórica de encarar el peligro re-presentado por Estados Unidos le correspondería a Martí, cuando, nos recuerda Le Riverend,8 ya era evidente el curso imperialista de esa nación. Poco antes de morir, Alexander Hamilton9 escribió que pronto Estados Unidos sería el árbitro de Europa, y podría “inclinar la balanza a favor de nuestros intereses”.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 20 23/07/2015 13:53:54

Page 21: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

21

No fue en verdad de inmediato, pero desde entonces Estados Unidos comenzó a moverse en esa dirección. Cuatro décadas después el presi-dente James K. Polk, preocupado por un equilibrio dirigido contra los planes de expansión comercial y territorial de su país, confirmaba en un mensaje al Congreso de Estados Unidos que no debía prestarse atención al concepto europeo del equilibrio político.10

Por ello Martí estudió detenidamente la correlación internacional de fuerzas, particularmente la interacción de Europa con Estados Unidos, a fin de capitalizar las crecientes divergencias de ese país con Inglaterra, Alemania y otras potencias europeas y repúblicas latinoamericanas en beneficio de una Cuba revolucionaria. Por otra parte, como Licenciado en Filosofía y desde muy joven investigador activo de esa disciplina, Martí también estudió el fenómeno del equilibrio en el campo de la Filosofía, sobre todo en la ética y la estética, algunos de cuyos postula-dos aplicó a las relaciones internacionales.

Ya desde su época de estudiante universitario en Zaragoza, Martí estaba familiarizado con la teoría del equilibrio internacional. Se evi-dencia en sus crónicas el haber leído, caracterizado, y en algunos casos criticado, a los grandes tratadistas del derecho internacional, los pre-cursores y los de su tiempo, que inevitablemente se refirieron, directa o indirectamente, al tema del equilibrio internacional.

En su célebre crónica por la muerte del erudito venezolano Cecilio Acosta,11 publicada en la Revista Venezolana, el 15 de agosto de 1881, Martí menciona no menos de veintiocho grandes jurisconsultos, y un puñado adicional de historiadores europeos, norteamericanos y latinoa-mericanos. Me refiero en primer término al padre del derecho interna-cional moderno, Hugo Grotius, nombre con el que firmó varias obras, o Grocio, como se llamaba en Italia al jurisconsulto holandés Huig de Groot,12 cuya contribución a la ciencia del derecho internacional fue muy influyente en la formulación y asimilación de la teoría del equilibrio de la fuerza (Balance of Power) como principio fundamental de la diplomacia.

Los pasos de Grotius los siguieron sus sucesores, entre los que Mar-tí admiró también a Johann Kaspar Bluntschli,13 profesor del Instituto de Derecho Internacional de Berlín; al clásico Friedrich Karl von Sa-vigny;14 Berthold Georg Niebuhr15 y Bruno Bauer,16 este último alumno y al propio tiempo acervo crítico de Georg Wilhelm Hegel,17 y miembro del Grupo de Izquierda de los llamados “alumnos hegelianos”, del que también formaban parte Ludwig Feuerbach,18 Friedrich Engels19 y Karl Marx.20 Le siguen Gaetano Filangieri,21 Karl Röeder,22 Henry Whea-ton,23 Michel Chevalier,24 Richard Cobden,25 Pasquale Manzini,26 August

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 21 23/07/2015 13:53:54

Page 22: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

22

W. Heffter,27 Augusto Pierantoni,28 Jacob Lorimer,29 José Victorio Lastar-ria,30 Andrés Bello,31 Justo Arosemena,32 Gottfried W. Leibnitz,33 Giuseppe Carnaza Amari,34 Silvestre Ferreira Pinheiro,35 Carlos Calvo,36 Henry Wager Halleck,37 Frederick Seebohm,38 Cecilio Acosta,39 y Cor-nelius Van Eck.40 Martí también cita, según aparece en La Nación de Buenos Aires, a otros dos jurisconsultos: Bredino y Feichmann.41

Además del clásico Grotius, cuatro de los mencionados por Martí, Bredino, Carlos Calvo, José V. Lastarria, y Richard Cobden están con-siderados entre los jurisconsultos que más influyeron en el desarrollo del estudio del derecho internacional y la política en Venezuela.42

Pero la figura que tal vez mejor resume la pléyade de jurisconsultos que Martí invocara en su crónica a Cecilio Acosta es el brillante acadé-mico de origen judío-alemán, Lassa Oppenheim,43 cuya obra en el cam-po del derecho internacional la realizó sobre todo a partir de 1895 en Inglaterra. Oppenheim se expresaba en su célebre Derecho internacional: un Tratado, de manera muy similar a como hoy lo hacen algunos poli-tólogos “realistas” norteamericanos: “la primera y fundamental realidad es que el derecho de naciones solo puede existir donde impere un equi-librio político y de fuerza entre los miembros de la familia de naciones”.

Es decir, para Oppenheim el equilibrio entre las potencias mundiales era esencial para la existencia del derecho internacional. La única vía por tradición o por definición en los textos y tratados de derecho internacio-nal sería la capacidad de las potencias de mantenerse en una relativa pa-ridad de fuerzas bajo estricta observación y control recíprocos. Si esta condición no se diera, decía Oppenheim, nada impediría a cualquier Es-tado con poder suficiente ignorar la ley y actuar a voluntad según sus propios intereses. E insistía en que los actores internacionales del siglo xix debían comprender que solo hay dos alternativas: la distribución del poder para producir un equilibrio, o resignarse a un imperio mundial único, como el de la antigua Roma. Al argumentar su posición, rechazaba en principio la hegemonía como base para un orden político y legal. Era una idea afín a su repudio del derecho internacional como instrumento de un poder nacional superior. Expresó graves dudas acerca del concepto del “súper Estado” que asume el rol de una organización internacional. Esta posición racional resultó paradójica ante su lastimosa defensa de la doc-trina de Monroe, visión que debió parecer muy atractiva a los juriscon-sultos conservadores en Estados Unidos. De ella dijo, con poca convicción y resignado a la realidad norteamericana de la existencia de grupos con-servadores expansionistas, que era útil y que contribuiría al surgimiento de un equilibrio político y de fuerzas en “las Américas”.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 22 23/07/2015 13:53:54

Page 23: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

23

No obstante, a diferencia de los neoconservadores norteamericanos de hoy, al opinar sobre la relación entre la opinión pública y el derecho internacional, Oppenheim entendía que el pueblo no era una masa amor-fa e impotente, sino que sus ideas y aspiraciones se veían expresadas por lo que se ha dado en llamar “opinión pública” con poder suficiente para provocar hasta intervenciones militares por razones justas y humanita-rias, práctica que eventualmente podría determinar que dichas acciones devinieran legales, siempre que se llevasen a cabo colectivamente.44 También expresó el criterio que los movimientos pacifistas eran capaces de producir, primero, un cambio en la conciencia del pueblo, después, un cambio en la actitud moral ante la guerra y finalmente un cambio en el derecho. Oppenheim reflejó las contradicciones propias del periodo de transición de Estados Unidos hacia el imperialismo.

David Hume,45 el célebre filósofo escocés del siglo xviii, a quien Mar-tí admiraba y cita en varias ocasiones en sus crónicas, se mostraba parti-dario de despojar al concepto del equilibrio internacional de casi todos sus atuendos científicos, al afirmar que el principio básico del “equilibrio del poder político”, es tan viejo como la historia. Lo interpretaron los antiguos teóricos y lo manipularon los hombres de Estado de los periodos más remotos. En su esencia, afirmaba el filósofo, el equilibrio no es otra cosa que sentido común, nacido de la experiencia y del instinto de conservación. Sus ideas son sencillas, pero poco tienen que ver con la realidad de la lucha, a menudo violenta, por el poder y las riquezas ajenas, entre las potencias de los siglos xviii, xix y xx, hasta los días que corren. Martí no parece haber compartido la opinión simplista de Hume.

En resumen, en el Caribe, la responsabilidad histórica inmediata de encarar el peligro representado por Estados Unidos le correspondería a Martí, cuando, nos recuerda Le Riverend,46 ya era evidente el curso imperialista de esa nación. Poco antes de morir, Alexander Hamilton escribió que pronto Estados Unidos serían el árbitro de Europa, y podrían “inclinar la balanza a favor de nuestros intereses”. No fue en verdad de inmediato, pero desde entonces Estados Unidos comenzó a moverse en esa dirección. Cuatro décadas después el presidente James K. Polk, preocupado por un equilibrio dirigido contra los planes de expansión comercial y territorial de su país, confirmaba en un mensaje al Congre-so de Estados Unidos que no debía prestársele atención al concepto europeo del equilibrio político.47

Por este motivo Martí estudió detenidamente la correlación interna-cional de fuerzas, particularmente el choque de intereses entre Europa y Estados Unidos, a fin de capitalizar las crecientes divergencias de ese país

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 23 23/07/2015 13:53:54

Page 24: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

24

con Inglaterra, Alemania y otras potencias europeas y repúblicas hispa-noamericanas, en defensa de la independencia de Cuba, que emergería triunfadora de la guerra de independencia contra España.

Entre las innumerables fuentes del equilibrio en las relaciones inter-nacionales en ese siglo, sin embargo, para un líder revolucionario que se aprestaba a liberar a su país del yugo colonial hispano, sin más re-curso que su intelecto y la ciencia política de su tiempo, no podía pen-sarse en alguna más genial que la de Simón Bolívar, con cuyas obras Martí estaba familiarizado.

Cuando Bolívar iniciaba en 1813 su carrera militar y política, compren-dió la relación entre la liberación de las colonias españolas y las colonias africanas y asiáticas de otras metrópolis europeas, un nuevo tipo de equili-brio muy diferente al tradicional de Europa. En un documento político de las relaciones exteriores de Venezuela, sugirió al mundo americano, con elocuente apelación a la unidad, acometer la histórica empresa de modificar la relación entre los continentes colonizados y los colonizadores:

¿Y aún por qué toda la América Meridional no se reuniría bajo un gobierno único y central? Las lecciones de la experiencia no deben perderse para nosotros. El espectáculo que nos ofrece la Europa, inundada en sangre para restablecer un equilibrio que siempre está perturbado, debe corregir nuestra política para salvarla de aquellos sangrientos escollos [...] Nosotros nos hallamos ahora en esas disposiciones felices de poder dar, sin obstáculo de nuestra política, el giro más conveniente. V. E., a quien la América contempla victorioso, que es la admiración y la esperan-za de sus conciudadanos, es el más propio para reunir los votos de todas las regiones meridionales y ocuparse desde ahora en hacer a un tiempo la gran Nación americana y preservarla de los males que ha traído a la Europa el sistema de sus naciones.Después de ese equilibrio continental que busca la Europa donde menos parece que debía hallarse, en el seno de la guerra y las agitaciones, hay otro equilibrio, señor, el que nos importa a no-sotros: el equilibrio del universo. La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mun-do, y todas estas partes del mundo debían tratar de establecer el equilibrio entre ellos y la Europa para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del universo, y debe entrar en los cálculos de la política americana.Es menester que la fuerza de nuestra nación sea capaz de resistir con suceso las agresiones que pueda intentar la ambición europea;

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 24 23/07/2015 13:53:54

Page 25: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

25

y este coloso de poder, que debe oponerse a aquel otro coloso, no puede formarse sino de la reunión de toda la América Meridional bajo un cuerpo de nación, para que un solo gobierno pueda aplicar sus grandes recursos a un solo fin que es el de resistir con todos ellos las tentativas exteriores, en tanto que interiormente, mul-tiplicándose la mutua cooperación de todos, nos elevará a la cumbre del poder y de la prosperidad.48

Doce años después, cuando ya había liberado a los pueblos suramerica-nos, Bolívar insistía en proclamar su unificación para “esa guerra uni-versal”, entre “los pueblos y los tronos”, contra la grandeza de Europa, por un “nuevo equilibrio del universo”. Y reitera: “La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo y la esclavitud a las demás partes del mundo, y todas estas partes del mundo debieran tratar de restablecer el equilibrio entre ellas y Europa para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del Universo”.49

De tal suerte, Bolívar reiteraba, en la cima de su gloria, la unión de los pueblos para enfrentarse a una “guerra universal”, contra las poten-cias monárquicas, e insistía en que nuestra América debía ser la aban-derada de los pueblos colonizados para impedir que Europa sometiera a “las demás partes del mundo al yugo y la esclavitud”. Difícilmente puede hallarse en el mundo un pensamiento político más avanzado a principios del siglo xix. Es difícil subestimar la influencia bolivariana en el pensamiento revolucionario de José Martí. Pero la correlación de fuerzas internacional y el insuficiente desarrollo de las fuerzas revolu-cionarias en Asia, África y América Latina hicieron su aplicación solo parcialmente posible.

Cuando Bolívar convoca a una reunión, en diciembre de 1824, en el istmo de Panamá, a los representantes de Estados que emergieron de la lucha anticolonial contra España, lo hizo pensando en una futura con-federación de Estados americanos independientes, unidos y con poder suficiente para suscitar el respeto de Europa y frustrar todo intento de reconquista hispana, cuya base de concentración eran Puerto Rico y sobre todo Cuba. Todos conocemos los esfuerzos de Estados Unidos por no comprometerse y de hecho frustrar los designios de Bolívar. Salvador Arias50 nos recuerda el mensaje que el presidente John Quincy Adams dirigió a la Cámara de Representantes de Estados Unidos sobre el Con-greso de Panamá. Temía Adams que Colombia y México ayudasen a Cuba y Puerto Rico a lograr su independencia, en tanto los intereses de la oligarquía esclavista norteamericana, entonces en el poder en Estados

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 25 23/07/2015 13:53:54

Page 26: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

26

Unidos, eran mantener el statu quo en las dos islas hasta que la correlación de fuerzas, que evolucionaba a favor de Estados Unidos, las obligara a caer bajo control norteamericano. Las ideas revolucionarias se gestaban aún lentamente en Cuba. Por eso sorprende la respuesta directa a Adams nada menos que de José María Heredia, el gran poeta cubano, publicada en la revista El Iris, de México, el 29 de abril de 1826:

¿Ignora Adams que ninguna potencia europea podrá apoderarse de Cuba sin que se envuelva en sangre y fuego la mitad del mundo ci-vilizado? ¿No sabe que Cuba, una vez despertada del letargo colonial, pesa mucho en la balanza política para que agregándose a cualquier potencia no trastorne el equilibrio y turbe la armonía del mundo? ¿Y no sabe que Cuba en manos de España es el punto de apoyo en que han de afianzar los reyes de España su palanca liberticida?51

Destacamos que Bolívar —y José María Heredia— no incluyen en ese momento como potenciales adversarios de los pueblos a Estados Unidos, y se refieren a una gran nación americana emergente que podría con-tribuir a contrarrestar el peligro español y en definitiva europeo, pues es cierto que la amenaza norteamericana aparece en los hechos y en la mente del Libertador al final de su vida. Le correspondería a Hostos, Betances y Martí elevarla posteriormente a planos revolucionarios más realistas, dado el extraordinario desarrollo económico y militar que alcanzaó rápidamente Estados Unidos en el breve periodo que media entre el fin de su Guerra de Secesión y el control consiguiente del país por la burguesía industrial y financiera y el inicio de la Guerra de In-dependencia de Cuba. Era el equilibrio político, por cierto, una idea que a Estados Unidos, por su vocación expansionista, le costaba trabajo aceptar. No era frecuente, como hemos visto, entre los hombres de Es-tado norteamericanos de las primeras décadas del siglo xix.

Fue tarea de Martí, como antes también de Betances y de Hostos, seguir de cerca a Europa, que al inicio de la década del noventa era menos peligrosa para América Latina que Estados Unidos, a fin de utilizar sus crecientes divergencias con Inglaterra y Alemania, y lograr el apoyo de algunos países hispanoamericanos en la defensa de la inde-pendencia de Cuba y Puerto Rico.

Añádase que desde el inicio de la era bolivariana el tema del equilibrio internacional era muy frecuente en la América Latina. Mucho se habla-ba, y aún hoy continúa hablándose, de “equilibrio militar” (por ejemplo, entre Chile y la Argentina, y entre esta y Brasil). Baste un ejemplo: al presidente paraguayo Francisco Solano López se le atribuye haber

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 26 23/07/2015 13:53:54

Page 27: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

27

intentado establecer con Uruguay, poco antes de la Guerra de la Triple Alianza, el equilibrio en la Cuenca del Río de La Plata para controlar el comercio del mate y contener a Brasil. El gobierno paraguayo advirtió al de Brasil que consideraba la ocupación “de cualquier parte del terri-torio de Uruguay atentatorio al equilibrio de los Estados del Río La Plata”. Fue el preámbulo de la Guerra de la Triple Alianza, de la que, como afirmaba Martí, “no se puede pensar sin dolor”. Estos y otros capítulos de la historia latinoamericana, como el de la Guerra del Pací-fico y la ocupación de las Malvinas por Inglaterra y el marcado interés de Estados Unidos de controlar al archipiélago de Hawai, los conocía bien Martí y sobre ellos escribió detenidamente.

Hemos extraído del contexto de las líneas anteriores a Betances y Hostos para destacarlos merecidamente por su probable influencia en la formación y ulterior desarrollo de las ideas políticas de Martí sobre el equilibrio internacional. Me refiero inicialmente al trabajo indispen-sable del desaparecido compañero Ramón de Armas, La vanguardia antillana de la segunda mitad del xix,52 cuya vigencia, por su profundidad y alcance, a casi diez años de su publicación, permanece vigente.

Podemos preguntarnos, siguiendo a Ramón de Armas, hasta qué punto Betances y Hostos, como líderes revolucionarios antillanos ma-yores que Martí en edad y experiencia, pudieron influir en sus ideas políticas. Es elementalmente cierto que los dos primeros ya sobresalían en sus intensas campañas y acciones revolucionarias cuando Martí era apenas un adolescente. Se percibe claramente, desde la primera juventud y la estancia posterior de este en España y México, su profundo reco-nocimiento y respeto por Eugenio María de Hostos y después por Ramón Emeterio Betances. Ramón de Armas se pregunta, sin hallar respuesta, cuánto supo Martí de los escritos y actividades de ambos durante su estancia en España, y después en México.

Martí seguramente tuvo en consideración, no solo la proclamación del principio del equilibrio internacional en el Caribe, sino la manera como Hostos y Betances se proponían aplicarlo. No es improbable que durante la presidencia interina de la Junta Revolucionaria de Nueva York entre 1880-1881, Martí haya tenido acceso a los archivos y a la carta que Hostos enviara a J. M. Mestre en noviembre de 1870, en la que recomendaba a la dirección revolucionaria cubana aplicarlo, cuando Martí tenía diecisiete años de edad. Hostos aconsejaba a la Junta Revolucionaria de Nueva York, más allá de la lucha por la unidad de América Latina, proclamar simultánea-mente la “Confederación de todas las Antillas” y después lograr el “concurso de alguna potencia europea”, que a su juicio debían ser Francia o Inglaterra,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 27 23/07/2015 13:53:54

Page 28: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

28

o ambas, opuestas al engrandecimiento territorial de Estados Unidos, la primera por principios y la segunda por “intereses económicos y políticos”.53 Esta proposición revelaba un esfuerzo analítico en el estudio de la contem-poraneidad europea potencialmente útil para Cuba y todo el Caribe.

En términos similares se expresaría Betances cuatro años después. Pero como casi siempre ocurre con los planteamientos formales, la “aplicación” del concepto en noviembre de 1870 era en extremo difícil, tanto por el carácter abarcador de la idea de la Confederación de “todas” las Antillas, no necesariamente coincidente con los intereses coloniales de Francia e Inglaterra, potencias a las que Hostos recomendaba pedir ayuda, así como por la complicada coyuntura internacional, marcada en ese momento por la Guerra Franco-Prusiana, en la que Francia, cuya capital era ya bombardeada por la artillería alemana, luchaba literal-mente por su supervivencia, lo que imposibilitaba materialmente el envío de un representante revolucionario a París. Ya después de esa experiencia traumática no podría pensarse en Francia como una posible aliada en la lucha del pueblo cubano por su independencia, porque su política exterior se centraría en alcanzar una alianza estratégica con Estados Unidos que contribuyese a preservar su independencia frente a la agresiva Alemania.

Puede afirmarse que Hostos y Betances comprendían la conveniencia de contar con aliados europeos para resistir al expansionismo norteame-ricano: conocían y en la década del setenta llamaron la atención de la di-rección revolucionaria cubana sobre el equilibrio internacional. Los diri-gentes revolucionarios cubanos ni siquiera respondieron a Hostos, ni consideraron aplicarlo simultáneamente con la proclamación de la Con-federación de las Antillas, como Hostos sugería. Creemos, a pesar de no contar con toda la evidencia, que Martí pudo interiorizar las experiencias de ambos héroes puertorriqueños e incorporarles las modificaciones que más de veinte años después la coyuntura internacional exigía.

Entre la fecha en que Hostos escribió un notable artículo científico, en la Revista Científica de Santo Domingo,54 en el que insistía en la in-clusión de Jamaica en la Confederación de las Antillas, y el inicio de la guerra de independencia de Cuba, había transcurrido una década. Mucho había evolucionado Martí en esos diez años. Su intensa vida revolucio-naria, su voraz capacidad de lectura, de análisis y de aprehensión de la historia del hemisferio y del mundo, y de las complejas relaciones polí-ticas internacionales de su contemporaneidad; la experiencia de la crea-ción exitosa de un partido revolucionario en un período histórico relativamente breve, en medio de la agravante del ascenso de los cerca-

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 28 23/07/2015 13:53:54

Page 29: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

29

nos Estados Unidos a planos de poder comparables a los de las primeras potencias mundiales, lo habían elevado por aquellos días a niveles des-collantes en las Antillas y en la América Latina. Así lo reconoce Euge-nio María de Hostos en su artículo “El testamento de Martí”, cuando, refiriéndose a dicho documento, afirma:

No son ideas de Martí, sino de la Revolución, y especialmente de los revolucionarios puertorriqueños, que, en cien discursos y mil escritos e innumerables actos de abnegación han predicado, ra-zonado y apostolado a favor de la Confederación de las Antillas; pero esas ideas de comunidad de vida, de porvenir y de civilización para las Antillas están expresadas con tan íntima buena fe por el Apóstol de la Revolución de las Antillas, que toman nuevo realce.55

Dos cosas se destacan, a juicio nuestro, en las palabras de Hostos: el líder puertorriqueño reconoce que las ideas de la revolución antillana habían renovado su vigor con la contribución ideológica y la ejecutoria de Martí, fundamentada en el mayor realismo. Lo proclama apóstol de las Antillas. Creemos imposible ignorar que tanto Hostos como Betances fueron fuente de conocimientos y experiencias que ayudaron a Martí a crear su visión política de las Antillas y América Latina.

Veremos en líneas posteriores la manera cómo Martí siguió sistemá-ticamente, desde principios de la década del ochenta, en sus crónicas eu-ropeas y después norteamericanas, las contradicciones crecientes entre Alemania e Inglaterra con unos Estados Unidos cada vez más poderosos y arrogantes a escala mundial, tanto en el plano bilateral como en el del vasto escenario estratégico del océano Pacífico, tal como se evidencia en sus dos cartas a los cónsules en Santiago de Cuba, de Inglaterra y Alema-nia, pocos días antes de su muerte, en las que comunica a ambos gobiernos el propósito revolucionario de abrir el mercado de la isla al comercio y al incremento de las inversiones de capitales ociosos.

Así, Martí pensaba que esas divergencias entre imperios podrían in-tensificarse en nuestro propio hemisferio para que, una vez ganada la independencia de Cuba y Puerto Rico, pudiesen contribuir a detener el avance de Estados Unidos en Cuba, donde por cierto, ya Inglaterra y Alemania tenían importantes inversiones e intereses económicos y comer-ciales, como también en Puerto Rico y Santo Domingo. Tampoco po-demos detenernos en la interacción del entonces, como hoy, fragmenta-do microcosmo latinoamericano, en el que el gobierno mexicano parecía inclinado a apoyar la liberación de Cuba, sin asumir la responsabilidad por su proceder, y Argentina, esta última asociada a Inglaterra y con

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 29 23/07/2015 13:53:54

Page 30: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

30

una relativa independencia de Estados Unidos, pero enfrascada en una lucha por el liderazgo regional con Brasil, que trataba de impedir lo que entendía era un intento argentino de crearle en la región una alianza hispanoamericana contraria a sus propios intereses expansivos.

Creo, finalmente, que lo más significativo es que la documentación alemana y británica del periodo posterior a 1898 da la razón a Martí. Es cierto que en el caso de Alemania se evidencia cierto deterioro en su política exterior, que con el retiro de Bismarck y la decisión del Kaiser de asumir personalmente sus responsabilidades careció, en lo relativo a las Antillas, de objetivos precisos. Pero el gobierno alemán se mostraba previsor cuando admitía la posibilidad del triunfo de las armas revolu-cionarias. La Diputación de Hamburgo para Comercio y Navegación recogía un plan de Herr Versmann, burgomaestre de Hamburgo para Comercio y Navegación, que el 27 de enero de 1896 indicaba: “La Dipu-tación sugiere que, en caso de que los insurrectos logren separar la isla de España, el Reich reconozca el nuevo gobierno mediante la firma previa de un tratado comercial”.56

No obstante cierto matiz condicional del documento, en su esencia se reconoce la probabilidad del triunfo revolucionario. El texto cierta-mente se corresponde con los intereses del equilibrio martiano y habría sido aceptado por este, a cuyo llamado Alemania suspendió en Oriente, durante la guerra del 95, sus operaciones de minería de hierro y cobre. Por lo menos hasta 1914, Alemania luchó por su parte del mercado cubano, que incluía la exportación de maquinaria, equipos y productos suntuarios y la importación de tabaco, café y maderas preciosas.

En cuanto a Inglaterra, continuó defendiendo durante todo el perio-do de la neocolonia sus intereses comerciales en Cuba. En 1905 intentó firmar un acuerdo comercial con Cuba, bloqueado por el gobierno de Estados Unidos, hasta que en 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, y tal vez debido a su cercanía, logró subscribirlo con la aquies-cencia de Franklin Delano Roosevelt, que se mantuvo vigente hasta 1973. Su longevidad evidencia su efectividad. Pero Inglaterra lo denun-ció para seguir servilmente a Estados Unidos en su política de bloqueo a la Revolución Cubana.

Se demuestra así la objetividad de las observaciones de Martí sobre la factibilidad de un equilibrio en las Antillas que, de haber sido aplicado con entera consecuencia por quien lo concibió, habría contribuido a una mayor independencia para Cuba, con resultados significativos para las Antillas, América Latina y posiblemente el mundo. Y precisamente en los tiempos inciertos que transcurren, el pensamiento martiano nos acompañará, no

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 30 23/07/2015 13:53:54

Page 31: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

31

porque hubiese sido concebido con pretensiones proféticas, sino porque brotó de la experiencia de quien vivió profundamente inmerso en la rea-lidad del emergente imperialismo norteamericano y anticipó nuevos equilibrios para los pueblos de América Latina y del mundo.

Tomado de Anales de la Tercera Conferencia Betances y Martí, 16-18 de septiembre de 2002, La Habana, Centro de Estudios Martianos.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 31 23/07/2015 13:53:54

Page 32: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

32

NOTAS

1 José Martí: “Congreso Internacional de Washington”, en La Nación, Buenos Aires, 20 de diciembre de 1889. Obras completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, t. 6, p. 62. [En lo adelante, OC. (N. de la E.)]

2 Véase la conferencia del doctor Gestambide-Geigel en la Tercera Confe-rencia Betances-Martí, septiembre de 2002, La Habana, Centro de Estudios Martianos.

3 JM: “Las Antillas y Baldorioty Castro”, en Patria, Nueva York, 14 de mayo de 1892, OC, t. 4, p, 406.

4 Polibio: Historia universal, Libro I, cap. 83, 40 vols. 5 Franceso Guicciardini (1483-1540). Hombre de Estado, diplomático e his-

toriador, autor de la famosa Historia de Italia moderna, vinculado desde su nacimiento a la familia florentina de los Médici. En 1498 comenzó sus es-tudios de Derecho Civil en Florencia, Ferrara y Padova. En 1508 comenzó a escribir su Historia florentina, en la que se revela su talento para el análi-sis y la narrativa históricos. En 1516 fue nombrado por Giovanni de Médi-ci (Leo X), gobernador de Modena y en 1517 también de Reggio. Hasta 1534 sirvió al papado casi ininterrumpidamente. Mostró extraordinaria capacidad en el desempeño de sus responsabilidades. En 1521 fue designa-do comisionado general del ejército del pontificado. Durante ese periodo escribió del Diálogo del Reggimento di Firenze, en el que propugna un go-bierno aristocrático como el de Venecia. En 1524 se le nombró presidente de Romagna. En 1529, habiendo sido teniente general del ejército del Papa, se vio obligado a abandonar Florencia. En 1530 fue condenado como rebel-de por los tribunales de Florencia. Entre 1529 y 1530 trabajó en una se-gunda Historia de Florencia. Sus Ricordi (Recuerdos) constituyen su más completa colección de máximas y reflexiones políticas consideradas afines a las de Maquiavelo, aunque algo más radicales, con quien mantuvo dife-rencias sobre la interpretación de la historia de Roma. En 1534 comenzó a trabajar en su obra maestra, la Historia de Italia, cuya revisión aún no había terminado cuando falleció, en la que discurre sobre el equilibrio en la pe-nínsula italiana.

6 Algunos historiadores ponen en duda esta afirmación y argumentan que fue Francesco Sforza, duque de Milán, el primer gobernante que desde el siglo xv aplicó el principio del equilibrio a las relaciones internacionales. Pero nadie pone en duda que el renacimiento del principio tuvo lugar en la Italia posmedieval, durante la interacción política y militar de las ciudades-estado italianas.

7 Conde Ángel Guillermo Garden de Lessard: Tratado de diplomacia, La Habana, 1964. El autor de esta definición no es de los más renombrados

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 32 23/07/2015 13:53:55

Page 33: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

33

jurisconsultos de su tiempo. Nos hemos referido a él en reconocimiento al doctor Raúl Roa García que lo seleccionó para ser citado en el Prontuario del Ministerio de Relaciones Exteriores de 1964. Fue el primer esfuerzo por dotar a nuestros diplomáticos de un manual útil para sus primeras tareas en el servicio exterior e interno de dicho ministerio.

8 Julio Le Riverend: “El historicismo martiano en la idea del equilibrio mar-tiano”, en José Martí: pensamiento y acción, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2012, p. 123.

9 Alexander Hamilton (1757-1804). Escritor y hombre de Estado norteame-ricano. Combatió en la guerra de independencia de su país. Por su conduc-ta brillante, Washington lo hizo su secretario y consejero. Fue miembro de la Asamblea Legislativa en 1786. Se distinguió como orador y polemista, es-pecialmente con la publicación de El Federalista. Fue enemigo del federalis-mo y partidario enérgico del unitarismo; ocupó la Secretaría del Tesoro en 1789. Al año siguiente, cuando la amenaza de guerra con Francia, Washington lo nombró general de los ejércitos nacionales, y a la muerte de aquel asumió su jefatura. Murió en un duelo con el coronel Aaron Burr.

10 Miguel A. D’Estefano Pisani: Historia del derecho institucional. Desde la antigüedad hasta 1917, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985.

11 JM: “Cecilio Acosta”, en Revista Venezolana, Caracas, no. 2, 15 de julio de 1881, en OC, t. 8, p. 93.

12 Hugo Grotius (o Grocio) o Huig de Groot, nombre verdadero (1583-1645). Jurisconsulto, humanista y hombre de Estado holandés, cuya obra estable-ció los cimientos del derecho internacional moderno. A los ocho años es-cribía elegías en latín y a los doce ingresó en la Universidad de Leiden. En 1598 fue empleado por Enrique IV en una misión, y en Orleans permaneció para estudiar Derecho. En 1607 fue designado fiscal general de la provin-cia de Holanda. Su primera obra de derecho internacional la tituló Mare Liberum (1609), en la que pone en duda el derecho de cualquier nación de reclamar como propia cualquier parte del mar. Aplicó parecido principio en su De Jure Belli ac Pacis (Acerca de la Ley de la Guerra y de la Paz) (1625). En ella afirma que la guerra solo puede justificarse si es por una causa justa y ha fracasado la conciliación. Su última gran obra fue De Veritate Relionis Christianae (1627) que fue muy bien recibida por los académicos de su tiempo y hasta el día de hoy constituye una obra de obligada referencia en los estudios de Derecho Internacional.

13 Johann Kaspar Bluntschli (1808-1881). Jurisconsulto, político, y educador suizo. Estudió en el Politische Institute de Zürich, en Berlín y Bonn. En 1830 participó en el proceso político de Suiza, en apoyo del constituciona-lismo. En 1833 fue designado profesor de Derecho en la Universidad de Zürich. En 1837 fue elegido miembro del Gran Consejo, llegando a ser su presidente. En 1847 se mudó a Munich y al año siguiente fue nombrado profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Munich. Sus obras

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 33 23/07/2015 13:53:55

Page 34: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

34

incluyen: Allgemeines Staatsrecht (2 vols., 1852) y su gran código para el cantón de Zürich (en 4 vols., 1854). En 1861 Bluntschli fue designado pro-fesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Heidelberg, en Ale-mania. Por aquellos días comenzó a interesarse por el derecho internacional. En 1873 fue uno de los creadores del Instituto de Derecho Internacional de Gent, Bélgica. Buena parte del derecho internacional moderno se funda-menta en su obra.

14 Friedrich Karl von Savigny (1779-1861). Jurisconsulto alemán, fundador de la escuela histórica alemana de Jurisprudencia, que había establecido que la ley debe interpretarse y aplicarse mediante el análisis de sus orígenes his-tóricos. Savigny inició su carrera de profesor en la Universidad de Marbur-go. Fue profesor en la Universidad de Berlín de 1810 a 1842, y en 1817 llegó a ser miembro del Consejo Privado Prusiano. De 1842 a 1848 presidió el departamento que revisaba los estatutos legales prusianos. Escribió numerosas obras de derecho y derecho internacional de obligada consulta aún en los días que corren.

15 Barthold Georg Niebuhr (1776-1831). Historiador y hombre de Estado alemán. Nacido en Copenhague, y educado en la Universidad de Kiel, en Alemania. Ingresó en el servicio civil de Dinamarca en 1799, del que renun-ció en 1806 a fin de reaceptar un cargo similar en el gobierno prusiano. Fue aceptado como profesor de Historia en la Universidad de Berlín en 1810. De 1816 a 1823, Niebuhr fungió como embajador prusiano en el Vaticano. En Italia, en 1816, descubrió el Instituto de Gaius, en la Catedral de Verona, la primera obra importante de derecho privado romano. En 1820 halló y editó fragmentos de las obras del historiador romano Livy y del orador romano Marco Tulio Cicerón. Después de 1823 enseñó en Bonn. Niebuhr es autor de la Historia de Roma (3 vols., 1811-1832), y muchos tratados históricos. Sus obras han tenido una profunda influencia en el estudio crítico de la historia.

16 Bruno Bauer (1809-1882). Filósofo, teólogo, historiador, exégeta. Seguidor de los postulados filosóficos de Hegel. Llegó a formar parte de su grupo de izquierda, integrado por Ludwig Feuerbach, Federico Engels y Carlos Marx. Fue crítico de Hegel y sus seguidores de derecha, pero fue a su vez criticado por Carlos Marx. Una de sus obras significativas fue La trompeta del juicio universal contra Hegel, ateo y anticristo (1841). Martí lo estimó como historiador y filósofo.

17 Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831). Filósofo alemán. Estudió Teología y Filosofía en Tubinga, donde conoció a Schelling y Hölderlin. Fue profesor de Filosofía en las universidades de Jena, Heidelberg y Berlín. Su sistema filosófico conocido como “idealismo absoluto”, alcanzó, de cierto modo, a convertirse en la filosofía oficial del Estado monárquico prusiano. Identifica el pensamiento y el ser, lo racional y lo real, sobre la base de la idea: principio universal, absoluto, inmanente a la realidad, la cual produce

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 34 23/07/2015 13:53:55

Page 35: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

35

en su devenir. Señala tres etapas en el desarrollo de la idea que identifica con las partes de su filosofía: la primera, subjetiva, que aborda en su lógica; la segunda, objetiva, tratada en su filosofía de la naturaleza, y la tercera etapa, autoconciencia o absoluta, correspondiente a su filosofía del espíritu.

18 Ludwig Feuerbach (1804-1872). Filósofo materialista alemán. Discípulo de

Hegel en Berlín, pronto rechazó las ideas de su maestro, sometiéndolas a crítica. Feuerbach consideró que el principio de todo análisis filosófico debe ser el hombre, entendido en su totalidad como ser material y espiritual, lo que hace que su filosofía se defina como antropológica. Por ello estimó que la tarea de la filosofía es revelar la esencia verdadera del hombre, su ser genérico, que se manifiesta en su actividad como ser social. El rasgo carac-terístico de su pensamiento es la crítica a la teología y el idealismo especu-lativo al señalar como elemento común de ambas, la hipóstasis o diviniza-ción de los atributos genéricos humanos. Entre sus obras fundamentales pueden ubicarse: Contribución a la crítica de la filosofía de Hegel, La esencia del cristianismo, Tesis preliminares para la reforma de la filosofía y Principios de la filosofía del futuro.

19 Friedrich Engels (1820-1895). Filósofo alemán, colaborador cercano de Karl Marx durante casi toda su vida. Fue, con él, cofundador del comunismo moderno y coautor del Manifiesto comunista. Autor de numerosas obras de gran valor teórico e histórico. Editó el segundo y tercer tomo de El capital de Karl Marx.

20 Karl Heinrich Marx (1818-1883). Filósofo, economista, publicista y líder político alemán. Creador, conjuntamente con Friedrich Engels, de las teo-rías del materialismo dialéctico, la concepción materialista de la historia y el socialismo científico. La influencia de estas ha sido enorme en el mundo contemporáneo. También participó activamente en política en su país natal. Desde 1849 hasta su muerte vivió exiliado en Gran Bretaña. Fue el prin-cipal ideólogo de la Asociación Internacional de Trabajadores y hasta sus últimos días estuvo estrechamente vinculado con el movimiento obrero europeo. De sus numerosos libros y artículos los de mayor difusión fueron el Manifiesto comunista (1848) y El capital (primer tomo: 1867).

21 Gaetano Filangieri (1752-1788). Jurisconsulto y economista italiano. Formó parte de los ejércitos borbónicos y los abandonó por sus estudios. Tras ejercer brevemente la abogacía, se dedicó a preparar su magna obra, donde convertía la legislatura en una ciencia normativa: Scienza della legislazione (7 volúmenes; 1780, 1783 y 1785). La obra, de carácter iluminista, propug-na la reforma del procedimiento penal, combate el feudalismo, auspicia un sistema de educación pública de inspiración platónico-rousseauniana y plantea la codificación de las leyes. En materia económica fue un liberal, pues no aceptó del todo el mercantilismo y las ideas fisiócratas. Favoreció el desarrollo de la agricultura y la eliminación de los obstáculos a la libertad de comercio. Planteó la creación de un impuesto único sobre el producto

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 35 23/07/2015 13:53:55

Page 36: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

36

neto de la tierra. En 1787, el rey Fernando IV de Nápoles, lo nombró primer consejero de Hacienda. Por sus méritos como economista, fue nombrado miembro de la Academia de Historia y correspondiente de la de San Fer-nando en Nápoles.

22 Karl David August Röeder (1806-1879). Filósofo y jurisconsulto alemán. Fue profesor de la Universidad de Heidelberg. En su filosofía se observa la influencia de Krause. Son obras suyas: Grundzüge der Politik des Recht (1837) y Die Groundlagen zur deutschen Reichverfassung (1848).

23 Henry Wheaton (1795-1848). Jurisconsulto, diplomático y escritor estado-unidense. Ejerció la abogacía en Nueva York y formó parte del Tribunal Marítimo. A partir de 1812 editó National Advocate. Fue magistrado del Tribunal Supremo de Washington desde 1816, cuyas decisiones recopiló y editó. En 1824 fundó el Ateneo de Nueva York y, dos años después, tomó parte en la redacción del código privado para el estado de Nueva York. A partir de 1827, comenzó su carrera diplomática, representando a su país en Dinamarca y Prusia. Escribió A Digest of the Law of Maritime Captures and Prizes (1815) y Elements of International Law (1836), que es considerado uno de los más importantes tratados de derecho internacional. También publicó: History of the Northern (1831) y History of Scandinavia (1838).

24 Michel Chevalier (1806-1879). Economista francés. Recorrió la América del Norte, Cuba y México, enviado por el presidente francés Thiers para estudiar los sistemas de comunicaciones fluviales y terrestres. Abogó por la construcción de un canal a través del istmo de Panamá. Fue profesor de Economía Política en el Colegio de Francia. En 1847 emprendió una cam-paña en defensa del librecambio y fundó la Liga para el Librecambio. Combatió las ideas sociales de Louis Blanc. Fue consejero de Estado de Napoleón III hasta 1860. En 1869 presidió la Liga Internacional de la Paz, y en 1870 se retiró de la vida pública. Ideólogo del parlatinismo, Chevalier llegó a proponer el patronazgo sobre América por considerar que esta no se hallaba en condiciones de bastarse a sí misma.

25 Richard Cobden (1804-1865). Economista y político inglés, llamado el apóstol del librecambio. Tras dedicarse a actividades comerciales fructífe-ras, viajó en 1835 a Estados Unidos y luego al Oriente. Fruto de estos viajes fueron los dos notables folletos England, Ireland, and America (1835) y Russia (1836); el primero, predicando el librecambio y la no intervención, como principio fundamental del derecho internacional, y el segundo, di-rigido contra la rusofobia. Sus conferencias en toda Inglaterra y sus discursos en el Parlamento desde 1841 a favor del librecambio y comba-tiendo el impuesto de cereales, le ganaron relieve notable.

26 Pasquale Stanislao Mancini (1817-1888). Jurisconsulto y político italiano. Ejerció la abogacía pero la abandonó para dedicarse a la enseñanza univer-sitaria en Nápoles. Miembro del Parlamento napolitano en 1848, al fracasar el movimiento revolucionario se refugió en Turín, en cuya universidad creó

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 36 23/07/2015 13:53:55

Page 37: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

37

la Cátedra de Derecho Internacional. Su escrito La nazionalita come fonte del diritto delle genti tuvo inmensa resonancia, provocó la protesta de Austria-Hungría y los Borbones de Nápoles y Sicilia, y fue la doctrina jurídico-polí-tica del resurgimiento italiano. Diputado al Parlamento nacional en 1860, fue luego ministro por varias semanas en 1862. En 1872 pasó a la Universidad de Roma y, en 1873, fue nombrado presidente del Instituto de Derecho Inter-nacional de Ginebra. En el ministerio de Depretis de 1876, ocupó la cartera de Justicia, de Instrucción Pública y de Negocios Extranjeros, desde donde impulsó el tratado con Alemania y Austria-Hungría firmado en 1882. Por sus gestiones se suprimió la pena de muerte en el reino de Italia. Dimitió en 1885. Fue el primer director de la Enciclopedia Giuridica Italiana.

27 August Wilhelm Heffter (1796-1880). Según Miguel A. D'Stefano Pisani, (ob. cit., nota 9) el apellido es Heffner. Martí utiliza indistintamente ambos apellidos. Jurisconsulto alemán. Ocupó la Cátedra de Derecho en las uni-versidades de Bonn (1822), Halle (1828) y Berlín (1833). Fue, además, con-sejero del Tribunal Superior y miembro, de 1849 a 1852, de la primera Cámara prusiana. Escribió numerosas obras de derecho, en especial, sobre materias vinculadas al derecho internacional, la más pertinente de las cuales es El derecho de gentes europeo actual.

28 Augusto Pierantoni (1840-1911). Jurisconsulto y político italiano. Ocupó las cátedras de Derecho Constitucional y de Derecho Internacional en las universidades de Modena y Nápoles, y de Derecho Internacional en la de Roma. Fue diputado al Parlamento en 1882 y senador en 1883. Redactó el Memorándum para la reivindicación de Niza y Saboya tras la caída de Napo-león III. Estuvo entre los fundadores del Instituto Internacional de la Haya.

29 James Lorimer (1818-1890). Jurisconsulto y publicista inglés. Fundó el Institute of International Law, y desempeñó una cátedra de Derecho Inter-nacional. Muchos de sus artículos fueron reunidos y publicados con el tí-tulo de Studies National and International (1890). Entre otros libros suyos se citan: Constitucionalism of the Future (1865) e Institute of the Law (1872).

30 José Victoriano Lastarria (1817-1888). Escritor y jurisconsulto chileno. Se dedicó a la enseñanza y al periodismo. Ocupó las cátedras de Derecho Público y de Literatura del Instituto Nacional de su país. Fue cofundador de varios periódicos. Resultó electo diputado al congreso nacional en dis-tintas oportunidades. Se destacó como orador y publicista. Escribió nume-rosos trabajos sobre la enseñanza del Derecho Público, en los cuales se muestra como discípulo de Bello. Desempeñó cargos diplomáticos y ocupó el ministerio de Hacienda. Perteneció a instituciones culturales de Chile y del extranjero. Fue autor de Investigaciones sobre la influencia social de la conquista, Bosquejo histórico de la constitución del gobierno de Chile durante el primer período de la revolución, Historia constitucional del medio siglo, La América, varias novelas, crónicas, memorias y otras obras.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 37 23/07/2015 13:53:55

Page 38: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

38

31 Andrés Bello (1781-1865). Filólogo, erudito y poeta venezolano. Profundo conocedor de los clásicos latinos y españoles, amigo de Humboldt y maestro de Bolívar. Su extensa obra abarca la lingüística, el derecho, la crítica lite-raria, la traducción y la poesía. Entre sus libros más importantes figuran Análisis ideológico de los tiempos de la conjugación castellana, comenzado en 1810 y concluido en 1840; Principios de ortología y métrica de la lengua cas-tellana (1836) y Gramática castellana (1847). Alcanzó también perdurable notoriedad como poeta por su “Alocución a la poesía” (fragmento de un poema sobre la América que no concluyó), “Epístola a Olmedo” y, más aún, por sus “Silvas americanas”, de las cuales solo publicó en el Repertorio americano la famosa “Oda a la agricultura de la zona tórrida”, inspirada en las Geórgicas de Virgilio y en la naturaleza americana.

32 Justo Arosemena (1817-1896). Jurisconsulto, político, periodista y diplomá-tico panameño. Se recibió de abogado en 1829, y luego viajó por el conti-nente. Entre 1842 y 1844, redactó en Perú los periódicos El Tiempo, El Peruano y La Guardia Nacional. En 1845 pasó a Bogotá, donde se de-sempeñó como subsecretario de Estado y fue ministro interinamente por dos ocasiones. Regresó a Panamá y, en 1850, fue diputado varias veces. Intervino en los trabajos de la Constitución colombiana de 1853 y presen-tó proyectos de códigos sobre legislación civil, penal y judicial. Dirigió varios periódicos. Fue electo diputado, senador y presidente de ambas Cámaras colombianas. Formó parte del Instituto de África para la abolición de la esclavitud. Fue ministro plenipotenciario en Perú, Chile, Bolivia, Nicaragua y Francia. Representó a Colombia en el Congreso de Lima de 1864 y defendió la autonomía de Panamá dentro de Colombia. Redactó el Código de Comercio colombiano.

33 Gottfried Wilhelm Leibnitz (1646-1716). Filósofo y matemático alemán. Descubrió al mismo tiempo que Newton el cálculo infinitesimal y constru-yó una máquina de multiplicar. En su Nuevo tratado sobre el entendimiento humano, la Teodicea y la Monadología, desarrolló una filosofía según la cual todos los seres están constituidos por sustancias simples (mónadas) entre las que existe una armonía preestablecida.

34 Giuseppe Carnazza Amari (1837-?). Jurisconsulto y escritor italiano. Fue profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Catania, donde nació, y diputado y miembro de numerosas academias profesionales. Entre sus obras figuran: Nuova esposizione del principio del Non Intervento (1873), Elementi di diritto internazionale (1875), Guerra e civilta (1887), Del blocco maritimo (1896).

35 Silvestre Pinheiro Ferreyra (1769-1846). Jurisconsulto, filósofo y político portugués. Se inició como eclesiástico, pero renunció a esta condición para dedicarse a la enseñanza de Filosofía en Coimbra desde 1793 a 1797. Dadas sus ideas tuvo que abandonar esta actividad y viajó a Inglaterra y Holanda. Luego se refugió en Brasil y apoyó al rey Juan VI para evitar la separación

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 38 23/07/2015 13:53:55

Page 39: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

39

de Portugal y Brasil. Después de la Revolución de Oporto, en 1821, fue ministro de Estado hasta 1824. Luego vivió en París hasta 1834, y aunque fue electo diputado en 1826 y 1837 no regresó a Portugal hasta 1842, tras una nueva elección. Filosóficamente se le considera exponente de un sensualismo ecléctico. Adquirió renombre en derecho internacional, aunque se destacó sobre todo en derecho constitucional, acerca del cual dejó una amplia obra escrita en portugués y francés. Entre sus textos más signifi-cativos se hallan: Précis d’un cours de droit public interne et externe (1830), Manual do cidadão em un goberno representativo e das gentes (1834), Curso de Direito publico interno e externo. Principios de Direito publico constitucional, administrativo e das gentes (1834), Précis d’un cours de philsophie elémentaire: Ontologie, Psichologie, Ideologie (1841), y Questões de direito publico e adminis-trativo, filosofia e literatura.

36 Carlos Calvo (1825-1902). Jurisconsulto, político y diplomático argentino. Representó a Paraguay y Argentina en Alemania, Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Rusia y Austria. Fundó el Instituto de Derecho Internacional de Gante (Bélgica) en 1873. Fue miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas del Instituto de Francia y de la Real Academia de la Historia de Madrid. Su obra más importante es el Derecho internacional teórico y práctico en Europa y América (1863). Enunció la Doctrina Calvo, reconocida en varias constituciones latinoamericanas, la cual plantea el principio de que las recla-maciones pecuniarias del ciudadano de una nación contra el gobierno de otra, no deben ser nunca sostenidas por las armas por el país del reclamante.

37 Henry Wager Halleck (1815-1872). Militar y jurisconsulto estadounidense. Alcanzó el grado de mayor general del ejército de la Unión, durante la Guerra de Secesión (1861-1865). Halleck se graduó en la Universidad de la Unión y la Academia Militar de West Point. Se formó como experto en fortificaciones militares. En 1846 escribió Elements of Military Art and Scien-ce, obra utilizada durante la Guerra Civil como manual de entrenamiento para oficiales voluntarios. Sus obras incluyen Bitumen: Its Varieties, Properties, and Uses (1841) y, de particular interés para la jurisprudencia, International Law (1861). Alguno de sus biógrafos afirma que aunque Halleck fue un administrador excelente, se comportó con exceso de cautela en el campo de batalla y dejó mucho que desear como estratega militar.

38 Frederick Seebohm (1833-1912). Jurisconsulto, historiador financiero inglés. Se dedicó inicialmente a los negocios de banca y posteriormente a las in-vestigaciones de historia. Entre sus investigaciones publicadas se destacan: De Jure Belli ac Pacis libri tres, In Quibus Ius Naturae, El derecho tribal consuetu-dinario en las leyes anglosajonas, El sistema tribal en Wales, La comunidad aldeana inglesa, y La era de la revolución protestante.

39 Cecilio Acosta (1818-1881). Escritor y jurisconsulto. Redactó el Código Penal de Venezuela, cultivó la poesía y escribió sobre temas sociológicos. Combatió las tendencias autocráticas de su tiempo. Su obra poética no ha

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 39 23/07/2015 13:53:55

Page 40: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

40

sido recopilada, pero algunos de sus poemas como “La casita blanca”, alcan-zaron difusión en toda América. Obras: Estudios sobre sociología venezolana, Influencias del elemento histórico político en la literatura dramática y en la política, entre otras. Era admirado por José Martí por su excepcional cul-tura, erudición e inteligencia.

40 Cornelius Van Eck (1662-1732). Jurisconsulto holandés de los siglos xvii y xviii y profesor eminente de esa disciplina de varias generaciones de juris-consultos de esa nacionalidad. Fue autor de Epistola ad amicum de praefa-tione, quan suis dissertationibus juridico-theologicis nuper praefixit Ulricus Hubenus (1688). Y también de Thesis juris controversi (1759 y 1775).

41 El nombre de Feichmann no aparece en repertorios, enciclopedias europeas y estadounidenses del siglo xix consultados, así como tampoco en la obra Historia del derecho internacional desde la antigüedad hasta 1917, del notable historiador del derecho internacional cubano, Miguel Antonio D'Estéfano Pisani, ob. cit. La omisión puede ser resultado de una errata en la cita del periódico. Bredino sí aparece entre los jurisconsultos más influyentes en Venezuela y su nombre se encuentra en la investigación de William Whatley Pierson, Jr.: “Foreign inluences in Venezuelan political thought, 1830-1930”, en The Hispanic American Historical Review, febrero, 1935, pp. 3-42.

42 William Whatley Pierson, Jr.: ob. cit. 43 Lassa Francis Lawrence Oppenheim (1858-1919). Positivista de origen

judío-alemán, alumno de J. S. Bluntschli, a partir de 1895, residente en In-glaterra, que aplicó esos principios filosóficos al derecho internacional público. Su obra maestra, International Law: a Treatise, 2 vols. (1905-1909), continúa siendo, con sus nueve ediciones, de obligada consulta para los estudiosos del derecho internacional de nuestros tiempos.

44 Ibídem, ob. cit., t. I, 1911.45 Lassa Francis Lawrence Oppenheim: ver Essay on the Balance of Power.46 Julio Le Riverend: ob. cit.47 Miguel A. D’Estefano Pisani: ob. cit.48 Informe del 31 de diciembre de 1813, presentado por el secretario de Rela-

ciones Exteriores, publicado en el no. 30 de la Gaceta de Caracas, en Felipe Larrazábal: Bolívar, Caracas, José Agustín Catalá, editor, 1975.

49 Ídem. Se observará que no es Bolívar quien afirma las trascendentes ideas que anteceden, sino su secretario de Relaciones Exteriores. La opinión de Larrazábal (ob. cit.), es que Bolívar hacía suscribir estos principios por su ministro, que era lo prudente, para no aparecer como ambicioso, ni aspiran-do desde la aurora de su difícil carrera, a fundar un imperio en Suramérica y gobernarlo. En conclusión, los criterios de Larrazábal sobre la autoría de estos párrafos son los siguientes:

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 40 23/07/2015 13:53:55

Page 41: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

41

Las ideas que se reflejan son ideas de Bolívar, planteadas reiteradamen-te en otros contextos.Conceptos como los referidos no se publicarían sin su consentimiento.Siendo Bolívar tan buen escritor no necesitaría quien corrigiese su pensamiento.Si otra personalidad hubiese producido tal documento, habría que con-venir que América estaba llena de genios políticos, lo cual es un absurdo.

50 Salvador Arias: “José María Heredia y el Congreso de Panamá”, Juventud Rebelde, La Habana, 4 de noviembre de 2000.

51 Ídem.52 Ramón de Armas: “La vanguardia antillana de la segunda mitad del siglo

xix y la estrategia revolucionaria continental de José Martí”, en: Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, no. 16, 1993, pp. 107-129.

53 Eugenio María de Hostos: Carta a J. M. Mestre, 7 de noviembre de 1870, en sus Obras completas. Edición crítica, Epistolario (1865-1878), San Juan, Puerto Rico, 2000, vol. III, t. I, p. 66.

54 En el número 15 de la Revista Científica del 25 de agosto de 1884, publica-da en Santo Domingo, Hostos afirmaba: “En las Antillas mayores hay el esbozo de una nacionalidad […] tan natural […] que en ninguna otra ha hecho la naturaleza tanto esfuerzo por patentizar su designio. // Cuba, Jamaica, Santo Domingo, Puerto Rico no son sino miembros de un mismo cuerpo, fracciones de un mismo entero, partes de un mismo todo”. Pero al final añade: “si así lo reclama la política, descartemos a Jamaica: ella vendrá algún día a su centro de gravedad”, en José Ferrer Canales: José Martí y Hostos, San Juan, Puerto Rico, 1990, p. 189.

55 Idem. El énfasis es del autor.56 Archivo del Estado de Hamburgo, Asuntos Exteriores, p. II-2-96, en Martín

Franzbach: La guerra del 98 en el marco de los intereses alemanes, Separata Iberoamericana, Frankfurt, 22 de enero de 1998, p. 24.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 41 23/07/2015 13:53:55

Page 42: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

42

Capítulo IIPasos iniciales de José Martí

hacia una visión internacional antimperialista

José Martí llegó a Nueva York el 3 de enero de 1880, con el propósito en esa ocasión de permanecer en Estados Unidos. Entre ese día y su regreso a Cuba para iniciar la guerra, excluyendo su breve estancia en Venezuela, transcurrieron casi quince años, durante los cuales se sintió obligado, por su profunda vocación política, sus ideales revolucionarios y su responsabilidad como corresponsal de varios diarios latinoameri-canos y neoyorquinos, a estudiar detenidamente la historia, la sociedad y el sistema político estadounidenses.

El resultado de sus estudios y experiencias se encuentra en su propia ejecutoria revolucionaria, y en más de trecientas crónicas escritas para los grandes diarios —La Nación de Buenos Aires, El Partido Liberal de México, La Opinión Nacional de Venezuela, La Pluma de Bogotá y otras publicaciones— e innumerables cartas a los amigos cubanos y latinoa-mericanos, que constituyen un legado inestimable para la investigación y el conocimiento de Estados Unidos de entonces y de hoy. En ellas los lectores pueden hallar, guiados por la elocuente pluma de Martí, una abigarrada multitud de personajes que nunca llegaron a ocupar espa-cio en las historias, las enciclopedias y los diccionarios biográficos, incluyendo a homicidas y bandidos —dentro y fuera del gobierno—, cuyas acciones, según las describe Martí, pueden ayudar a comprender mejor a Estados Unidos. Escribió también acerca de las grandes per-sonalidades de ese país: los constructores, los artistas, los historiado-res, los científicos, los filósofos, los jurisconsultos, los políticos honrados y los grandes reformadores del sistema, los poetas, los novelistas, los ensayistas, cuyo apogeo creativo hizo de esa nación una paradoja de la historia.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 42 23/07/2015 13:53:55

Page 43: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

43

Pero en los primeros días de enero de 1880, el joven Martí llegó a Nueva York con los recuerdos amargos de una juventud azarosa en una colonia social y políticamente represiva del imperio más decadente de Europa y posiblemente del planeta. Había sufrido por su rebeldía polí-tica cárcel y trabajo forzado, cuando aún era un adolescente y después desterrado; observó de cerca la esclavitud y sufrió por los esclavos, y por el pueblo sediento de libertad. Libertad era, pues, una palabra cuyo significado conocía bien, convertida en bandera de la causa de la inde-pendencia de Cuba. Se comprende por ello que sus primeros comentarios a un periódico estadounidense, a solo seis meses de hallarse en la urbe neoyorquina, revelasen la esperanza de la libertad que ansiaba para todos los cubanos.1

Sin embargo, a lo largo de los meses y años subsiguientes, Martí profundizaría su visión crítica de Estados Unidos —que había conocido solo por referencias indirectas durante su estancia en México, Guate-mala y Venezuela—, a medida que observaba de cerca la vida de los obreros y los desposeídos de la gran ciudad y sus alrededores, de las regiones y centros urbanos que visitaba en actividades revolucionarias y a cuyas reuniones asistía, con quienes conversaba con especial atención sobre sus opiniones sobre cuanto en el país acontecía. Leía incansable-mente todo lo que de política y cultura se publicaba en Nueva York, y lo que se importaba. Leyó en su casa, en las bibliotecas, en ocasiones de pie ante los libros en las librerías y en los puestos de periódicos, y lo registraba todo en su memoria prodigiosa. Su aguda percepción in-ternacional se refleja marcadamente en sus primeras crónicas sobre Europa, sobre todo en los hechos en que Estados Unidos aparecían involucrados.

Una de sus primeras y más perturbadoras experiencias, sin embargo, tuvo lugar en al ámbito interno estadounidense: el magnicidio que en 1881 conmovió a toda la nación, el asesinato del presidente James Abra-ham Garfield. Martí se preguntaba si el presidente había sido víctima de una conspiración. Quien lea las actas del juicio hallará aspectos que en verdad suscitan dudas legítimas. Por ejemplo, ¿por qué el asesino envió inmediatamente después de su arresto una nota dirigida al gene-ral William T. Sherman, héroe de la Guerra de Secesión y jefe del Ejército de Estados Unidos? solicitando su apoyo inmediato; cómo y por qué la nota llegó tan rápidamente a sus manos; por qué Sherman, sin que nadie se lo ordenara o autorizara, ordenó el traslado apresurado de varias unidades militares a Washington; por qué, en fin, el homicida insistió en que Sherman y el secretario de Estado Blaine, fueran citados

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 43 23/07/2015 13:53:55

Page 44: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

44

al juicio. Responder a estas preguntas habría requerido una investigación exhaustiva, más allá de las pruebas formales destinadas a acallar todas las dudas con el cadalso para el criminal.

Después de las dos primeras crónicas, Martí escribió conmovedores artículos sobre el suplicio de la víctima, el profundo dolor de su familia, el deceso y el juicio del magnicida, que hablan más del drama de interés humano que del tema político. Pero Martí ya había comenzado a sumer-girse en lo profundo del lodazal político estadounidense. Por lo pronto, es evidente que experimentaba una enorme incertidumbre sobre los hechos que expresó en un artículo para La Nación de Buenos Aires:

¿Qué lazo singular ha venido a unir a un mismo tiempo el resul-tado de los insanos y desmesurados apetitos del asesino, y el in-terés de un partido político [...]? ¿Qué sutil veneno no se habrá tal vez vertido por hábiles manos en el espíritu de este criminal, conocido y servidor de todos aquellos en quienes caería irreme-diablemente la herencia del poder, si muere Garfield?2

Aunque el magnicidio pasó al limbo de la historia, gracias a un pueblo desorientado por la prensa y saciado de justicia mediante la simple con-dena del asesino —como antes ocurrió con la muerte de Lincoln, y después con la muerte de McKinley y de Kennedy—, los nombres de dos sospe-chosos permanecieron grabados para siempre en la memoria de Martí: nada menos que James G. Blaine y Roscoe Conkling, encumbrados personajes del Partido Republicano y del sistema político estadouniden-se —bien conocidos por su falta de escrúpulos en el manejo de los asuntos y los fondos de ese partido y los del Estado— el primero de los que, en ese momento secretario de Estado, cruzaría armas con él años después en la primera Conferencia Internacional Americana.

Las preguntas que Martí se hizo son, por cierto, clásicas en los ana-les de las fiscalías de todos los tiempos y países: ¿a quién favorecía la muerte de Garfield, el reformista, el héroe, el hombre que comenzaba a ser amado por su pueblo, que se oponía a la corrupción, a los grupos de presión, como los de Blaine y Conkling, dentro de su propio partido, que cobraban con puestos y otros ingresos ilícitos en el aparato de go-bierno el apoyo a cualquier presidente? Ciertamente a estos dos hombres poderosos, enemigos declarados de Garfield, que de fallecer el presiden-te, agonizante entonces, unirían fuerzas, identificados por sus intereses inconfesables con un tercer adversario: Allan Chester Arthur, el vice-presidente. Podrá argumentarse que esa alianza se disolvió en medio de la intensa lucha por el poder. Pero es inconcebible una conspiración

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 44 23/07/2015 13:53:56

Page 45: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

45

de esa magnitud, tal como Martí nos la sugiere, en unos Estados Unidos realmente respetuosos de la justicia y de las instituciones democráticas. La otra observación ineludible es que desde ese momento se percibe, como parte de su estilo periodístico, una labor cada vez más activa en la investigación de todos los aspectos de la vida social y política de Estados Unidos: la vida de los indios, de los negros, de las minorías europeas, de los católicos, hasta de los chinos, en definitiva la lucha contra la corrupción y por las reformas del sistema. En agosto de 1886 explicaba a sus lectores de La República de Honduras que de Estados Unidos: “Estudiaremos hebra a hebra sus problemas graves, cómo se descompone, cómo afluye la inmigración, en bien o en mal, [...] cómo endurece y pervierte a las naciones el amor exclusivo a la fortuna, cómo se viene encima, amasado por los trabajadores, un universo nuevo”.3

Se trata aquí de una clara alusión a una revolución obrera que en Estados Unidos por aquellos días parecía inevitable. Es sin duda una frase reveladora que exige análisis cuidadoso, más allá del que nos ocu-pa, por sus implicaciones ideológicas para Martí. Pero, además, Martí sabía que la política interna de cualquier país es la sustentación natural de su política exterior. Donde hay poder militar, represión violenta de clases, de razas, asesinatos políticos, incluso un magnicidio, injusticia social, corrupción, crisis moral, no puede existir una política exterior de principios, mucho menos de respeto por los derechos de los pueblos —sobre todo de los más débiles— y por las reglas internacionales de la convivencia entre naciones. Martí comprendía que era testigo privile-giado del parto de un imperio depredador. De realidades como estas, debió pensar Martí, podría depender eventualmente la independencia de Cuba.

En 1884, por otra parte, Martí tomaba nota de las contradicciones entre los imperios emergentes de la Alemania unificada, conducido por Otto Eduard Leopold Von Bismarck, y Estados Unidos. Siguió cuida-dosamente, a partir de ese año, la lucha que entabló el gobierno alemán contra la provocadora política de inmigración estadounidense, que ofre-cía estímulos y privilegios excepcionales a la juventud alemana para que se estableciera en la nueva frontera y las prósperas ciudades norteame-ricanas.4 Un promedio de cien mil de ellos, nos dice Martí, viajaba anualmente a Nueva York con ese fin, privando a Bismarck de hombres en plena edad productiva, educados, candidatos a integrar las filas de sus fuerzas armadas cada vez más poderosas, con el consiguiente debi-litamiento de la economía imperial y de su política expansionista. Sus criterios sobre Estados Unidos eran internacionalmente conocidos.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 45 23/07/2015 13:53:56

Page 46: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

46

Martí los ventilaba desde las páginas de La Nación del 15 de abril de 1885: “Bismarck gruñe, y da con la bota de hierro en el suelo, cada vez que los vapores de inmigrantes se le llevan a América, con sus gabanes de lana y sus cachuchas, la pipa en los labios, y en la mano la jarra de cerveza, a una barcada de soldados futuros, de espaldas anchas y corazón bueno. Bismarck aborrece a los Estados Unidos”.5

Pero Bismarck era un hombre de recursos diplomáticos. En el año referido creó un incidente que al menos a corto plazo interrumpió la conspiración del gobierno estadounidense encaminada a debilitar a Alemania privándola de su juventud. Durante un viaje a Estados Unidos, Emmanuel Lasker, el líder oposicionista de origen judío falleció, y la Cámara de Representantes estadounidense entregó el cadáver con un bien divulgado mensaje en que se glorificaba al líder de la minoría en el Reichstag. Rápidamente Bismarck devolvió el mensaje con el si-guiente texto:

Todo reconocimiento en un país extranjero de las cualidades personales de un alemán, especialmente cuando provienen de un cuerpo tan importante como la Cámara de Representantes, es agradable a nuestros sentimientos nacionales. Hubiera yo acep-tado con reconocimiento la comunicación hecha por el ministro Sargent, y habría pedido al Emperador que me autorizase para presentarla al Reichstag, si la resolución no hubiera contenido una opinión sobre el objeto y efecto de la actividad política del caballero Lasker, que es opuesta a mis propias convicciones [...] No puedo determinarme a pedir al Emperador la autorización necesaria por comunicar la resolución al Reichstag, porque tendría que profesar oficialmente ante el Emperador una opinión que no puedo reconocer como correcta.6

Se produjeron numerosas intervenciones en la Cámara de Representan-tes que subrayaban la intención de humillar a la nación, pero Bismarck estaba seguro que el incidente carecía de importancia para comportar un peligro real de guerra y, por otra parte, el gobierno estadounidense tenía consciencia de la superioridad de la nueva marina de guerra del Segundo Reich. Fue esa política migratoria, en realidad una hemorragia grave de jóvenes en edad militar, que estuvo a punto de conducir a una guerra entre las dos potencias y quedó registrada como un temprano precedente del empleo de una política migratoria con fines desestabili-zadores, que hoy continúa aplicándose con diversos matices contra nuestro propio país y toda la América Latina.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 46 23/07/2015 13:53:56

Page 47: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

47

Poco tiempo después, entre 1885 y 1886, Martí describió la pugna en el Pacífico entre los dos imperios en torno a la anexión de las Islas Marshall y las de Samoa, en la que también medió Inglaterra. No falta-ron los cañonazos, el desembarco de tropas y finalmente un acuerdo entre Alemania y Estados Unidos, patrocinado por Inglaterra, dividién-dose esas islas entre los tres países. Pero para Martí lo importante de estos incidentes es que en ese momento ambos imperios europeos se habían unido para frenar la expansión estadounidense. El 13 de junio de 1889 lo afirmaba en La Nación de Buenos Aires: “No sería lo de Samoa de tanto interés si el principio sentado en la conferencia pudiera olvi-darse en los casos futuros en que choquen, en los países de América y sus alrededores, los intereses europeos y los yanquis”.7

Esta certeza, que sugería una futura acción de equilibrio europeo-norteamericano en el Caribe, movió a Martí, poco antes de su muerte, a tratar de aproximarse a Inglaterra y Alemania para poner en práctica, sobre todo después del triunfo revolucionario, un equilibrio entre estos dos imperios europeos —excluida Francia, que ya por aquellos días aspiraba a una alianza estratégica con Estados Unidos para protegerse contra Alemania—, con mayores intereses económicos y estratégicos en Cuba, y la pujante república imperial de este hemisferio, a fin de evitar la anexión de la Isla a Estados Unidos. No era cuestión de trocar un imperialismo por otro, sino de ganar tiempo “mientras llegamos a ser bastante fuertes para defendernos por nosotros mismos”.8

En 1885, por otra parte, Estados Unidos se movió activamente en la América Central en tanteos expansionistas y anexionistas. Hubo “tras-lado” de tropas para defender lo que ellos llamaban “los legítimos inte-reses de Estados Unidos”. Se desembarcaron marines en Panamá; se presionaba abiertamente a los gobiernos centroamericanos con impuni-dad y saña. Estados Unidos:

[...] armaron en unos cuantos días [...] unos seiscientos hombres de marina, y en sus humildes buques de guerra, en vapores mer-cantes, los movieron a proteger en el istmo de Panamá las per-sonas e intereses de los ciudadanos americanos ya en Colón, re-ducida en cenizas en la guerra civil que ahora enciende a Colombia, ya en Panamá, que a la fecha queda en manos de los revolucionarios: más la expedición llevó y ha cumplido la orden de proteger a los súbditos, y reponer el tráfico interrumpido por el ferrocarril del istmo, a lo que está obligado Estados Unidos, por tratado, sin intervenir para esto en modo alguno con la con-tienda doméstica que divide ahora a Colombia.9

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 47 23/07/2015 13:53:56

Page 48: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

48

Martí denunciaba en febrero del propio año en La Nación “la tentativa de unir por la fuerza bajo un solo imperio las cinco repúblicas de Cen-troamérica”. Es evidente que ya desde esa temprana fecha Martí veía en Estados Unidos una amenaza inminente, directa y abiertamente califi-cada por él de imperial, y reaccionó con justificada alarma. El futuro de Cuba y América Latina peligraba: “¿La América Central? ¡Quién sabe lo que será de la América Central! ¿México? ¡Quién sabe lo que será del bravo México!”. Y para subrayar la inminencia del peligro, Martí citaba a un vocero del gobierno estadounidense, al afirmar:

Vale más que se sepa desde ahora [...] que aunque no se proyecta plan alguno de anexión, ni ha tomado aún el gobierno en consi-deración el establecimiento de guarniciones militares permanen-tes en la América Central, sea lo que las circunstancias demanden, eso será hecho. La política exterior de Estados Unidos será a la vez guiada por los principios más humanitarios, y en acuerdo con las necesidades de la civilización anglosajona.10

Lo realmente asombroso es que ese discurso de doble rasero de Estados Unidos, salvo afeites retóricos, haya cambiado tan poco desde entonces. Escasamente un año antes del peligroso incidente de Cutting, que ve-remos en líneas posteriores, Martí adelantaba:

Los Estados Unidos se han palpado los hombros y se los han hallado anchos. Por violencia confesada, nada tomarán. Por vio-lencia oculta, acaso. Por lo menos, se acercarán hacia todo aque-llo que desean. A México, no lo quieren bien. Se disimulan a sí propios su mala voluntad y quisieran convencerse de que no se la temen; pero no lo quieren bien.11

Fueron en verdad días de gran amargura para Martí. No se trataba solamente de los enormes problemas que emergían en el escenario in-ternacional. En el plano interno de la Revolución Cubana se levantaban dificultades importantes, entre las que no podía olvidar las personales: el peso de sus padres, ya enfermos, y sus hermanas que también sufrían las penas propias de las infortunadas circunstancias familiares. Las malas inteligencias surgidas en un proceso revolucionario complejo, que dejaba un substrato de incomprensiones entre los hombres.

En esas circunstancias penosas, apenas un mes desde que iniciara su colaboración con El Partido Liberal, comenzó a gestarse el incidente fronterizo entre México y Estados Unidos que muy pronto le ocuparía más allá de 1887. Se propondría tratar, le decía a Mercado, la política de

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 48 23/07/2015 13:53:56

Page 49: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

49

Estados Unidos, sin inmiscuirse en la política interna de México. Pero no pudo evitar, dado su amor a México, de dar algunos criterios sobre los errores de la política exterior del gobierno de México hacia Estados Unidos.

Uno de sus problemas a superar era el de las fuentes informativas, que no eran otras que las convencionales al alcance del pueblo: los pe-riódicos de su tiempo. Ello lo condujo a errores de apreciación, y en el caso de Cutting particularmente graves, pues los periódicos en su enorme mayoría reflejaban solo las opiniones del Departamento de Estado.

Martí no conocía a legisladores de los partidos republicano y demó-crata enterados de lo que realmente acontecía en los pasillos del Capi-tolio y el Departamento de Estado. Carecía absolutamente de recursos para viajar a Washington y realizar entrevistas, pues hacía apenas un mes que trabajaba para El Partido Liberal. La política del gobierno de México, de total silencio ante los hechos, agravaba aún más la situación.

Podrá discutirse hasta qué punto Martí pudo haber errado en su proyecto de crónica no publicada del 2 de agosto de 1886, en la que afirma, al producirse el citado incidente, que el gobierno mexicano manifestó “imprevisión fatal” al no informar correctamente al pueblo norteamericano acerca de las realidades mexicanas, pero nadie desde entonces, hasta el día de hoy, ha recelado de su extraordinario amor por México, sin cuyo apoyo y sustento se podía poner en duda la causa de una Cuba independiente.

Desde junio, Cutting había sido arrestado por haber escrito un libe-lo contra un ciudadano mexicano en territorio de ese país. Pero fue en julio de 1886 cuando tomó cuerpo el incidente en la frontera que divide a México de Estados Unidos, en torno al encarcelamiento del oscuro editor, que estuvo a punto de desatar una nueva agresión contra Méxi-co. Fue una experiencia valiosa que desarrolló en Martí su visión del imperialismo estadounidense y la amenaza que comportaba para todo el hemisferio.

A todo ello nos referiremos con mayor detalle en el capítulo siguien-te, que dedicaremos a este episodio poco conocido en la carrera política y periodística de Martí.

Lo esencial de lo expuesto hasta aquí es que su análisis sobre el in-cidente le aportó conocimientos que le serían también de la mayor im-portancia cuando, en abril de 1887, fue nombrado cónsul general de Uruguay en Nueva York por decreto presidencial12 y después, en julio de 1890, a los de la Argentina y Paraguay. Con esa experiencia a su favor, se aprestó a defender los intereses de América Latina y de una

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 49 23/07/2015 13:53:56

Page 50: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

50

Cuba independiente en el seno de la primera Conferencia Internacional Americana, que se celebraría en Washington a partir de octubre de 1889.

Es verdad que Martí, hasta donde conocemos, estuvo solo en una ocasión un par de días durante la Conferencia en Washington, en mar-zo de 1890. Pero su labor en defensa de los intereses que representaba consularmente, en ese momento entre los más cercanos a la indepen-dencia de Cuba, se reveló en la prensa, sobre todo la argentina, en los diarios La Nación y El Sudamericano, ambos de Buenos Aires, y la mexi-cana en las páginas de El Partido Liberal. Fue en esas crónicas en las que empleó su astucia y convicciones para alertar sobre el peligro para América Latina que Estados Unidos representaban y contribuyó a derrotar las tesis de la moneda única, del arbitraje y la de la unión adua-nera que Blaine promovía, entre otras, en la Conferencia. Pero aún más, uniendo sus fuerzas a las de Roque Sáenz Peña, nombrado ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina durante la Conferencia, neutra-lizó la iniciativa estadounidense de adquirir la isla de Cuba con la cola-boración de un grupo de países latinoamericanos y varios anexionistas cubanos, que mediarían entre España y Estados Unidos, justamente cuando el jefe de la misión diplomática estadounidense en Madrid ges-tionaba la venta. No es casual que cuando lo conociera a su llegada a Nueva York dijo de él: “Sáenz Peña me ha ganado la voluntad, con su reserva digna y su fuego callado”.13 En él Martí conoció a quien en 1906 sería el presidente de la República Argentina. Ya hacia el final de la conferencia, Martí le agradece su gestión fraterna:

Y luego, el corazón me sangra por mi tierra, y yo quiero que ella vaya, salvándose y salvando, por donde nuestra América va. Este no es interés mío, sino americano, y no tengo derecho de rechazar la ayuda que me ofrece, si con ella podemos sacar de confusiones un estado político que gracias a la Argentina, y a ciertos discur-sos que yo sé, ha comenzado a ser menos amenazante.14

En la Conferencia sobresalió el talento diplomático de Martí. Estuvo en contacto con una nueva generación de dirigentes políticos latinoameri-canos, los del sur, por aquellos días los únicos a su juicio capaces de resistir las presiones de Estados Unidos y ayudar a una Cuba indepen-diente, “porque a México la cercanía le tiene atadas las manos”.15 No podía imaginarse él cuán proféticas podrían parecernos hoy sus palabras.

México no era, por cierto, la única preocupación de Martí. El 2 de noviembre de 1889 reveló públicamente, por vez primera, para los lec-tores de La Nación, que la Conferencia mostraría “a quienes defienden

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 50 23/07/2015 13:53:56

Page 51: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

51

la independencia de América española, donde está el equilibrio del mun-do”. Ese equilibrio, pensaba Martí, estaba en hispanoamérica, lo que excluía a Brasil.

El coloso suramericano desde 1880 jugaba una carta estratégica con su pretendida alianza con Estados Unidos que se extendió hasta el último gobierno militar de Brasil en el siglo xx. Durante la Conferencia Martí aplaudió, desde las páginas de sus crónicas, todo gesto que evidenciase la voluntad de unidad entre los dos grandes países sudamericanos. Pero el rumbo estratégico de Brasil ya había sido trazado y se mantuvo inal-terable durante los gobiernos republicanos posteriores a la monarquía de Pedro II, y poco podía hacer Martí para modificarlo. Con todo, logró mantener relaciones cordiales con los diplomáticos brasileños antes, durante y después de la Conferencia Internacional Americana, lo que tal vez fue uno de sus logros más significativos. No cabe duda, pues, que Martí superó sus propios objetivos políticos en la citada conferencia.

El fracaso de Blaine en el propio evento, por otra parte, contribuyó a intensificar la preparación de Estados Unidos en el plano militar y en el del derecho internacional, cuyos preceptos más cercanos a sus obje-tivos expansivos codificaban para justificar futuras agresiones como, por cierto, continúan haciendo en el presente, cuando en el paroxismo de su hegemonía militar intentan destruir a las Naciones Unidas, el principio de la igualdad entre las naciones, se reservan el derecho de agredir a Estados establecidos, asesinar a sus dirigentes e imponer gobiernos afines a sus intereses. Al hacerlo, ignoran la estructura del sistema internacional y sus propias tradiciones de jurisprudencia, a fin de consolidar la ficción injusta e intolerable de que la fuerza hace el derecho.

Se evidenció, asimismo, la vigencia del pensamiento político de José Martí a partir de su complejo contexto histórico, que no obstante sus marcadas diferencias con el presente evidencia aproximaciones por la persistencia secular del hábito de subordinación y entrega al imperia-lismo en algunas oligarquías latinoamericanas y sus elites gobernantes.

Para quienes nos asomamos hoy al mundo de Martí, podemos, con ayuda de sus escritos, disponer de una visión más completa del naci-miento del moderno imperialismo estadounidense, del incontenible deterioro de la ética y de la crisis moral de su sociedad, de su política y de las instituciones de su tiempo y del nuestro, crisis que parece no tener fin y cuya profundidad, ya abismal, hoy asombra al mundo.

Tomado de la revista Honda, La Habana, Sociedad Cultural José Martí, no. 15, 2006, p. 49.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 51 23/07/2015 13:53:56

Page 52: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

52

NOTAS

1 José Martí: “Impresiones sobre Estados Unidos de América (por un español recién llegado)”, en The Hour, Nueva York, 10 de julio de 1880, en Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, t. 7, p. 131. [En lo adelante, OCEC. (N. de la E.)]

2 JM: “Carta de Nueva York. (De nuestro corresponsal)”, en La Opinión Na-cional, Caracas, 5 de septiembre de 1881, OCEC, t. 9, p. 17.

3 JM: “Carta a La República”, en La República, Tegucigalpa, 14 de agosto de 1886, OCEC, p. 106. (El subrayado es del autor).

4 Nos referimos aquí a una crónica no publicada en las Obras completas de José Martí, aparecida el 13 de abril de 1884 en La Nación de Buenos Aires e insertada en la sección “Cartas de Martí”. El hallazgo constituye un apor-te importante que enriquece la bibliografía activa de José Martí y el cono-cimiento de sus ideas antimperialistas. Puede consultarse en el Anuario del Centro de Estudios Martianos, no. 21, 1998, p. 7.

5 JM: “Cartas de Martí”, en La Nación, Buenos Aires, 24 de julio de 1885, OCEC, t. 22, p. 124.

6 Ibídem, p. 11. 7 JM: “La política extranjera de Uncle Sam…”, en La Nación, Buenos Aires,

13 de junio de 1889, Obras completas, 1963-1973, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, t. 12, p. 239. [En lo adelante, OC. (N. de la E.)]

8 JM: Fragmentos, OC, t. 22, p. 116. 9 JM: Estados Unidos. Periodismo de 1881 a 1892. Edición crítica, coordi-

nadores Roberto Fernández Retamar y Pedro Pablo Rodríguez, Madrid, pp. 498-503.

10 JM: “Cartas de Martí”, en La Nación, Buenos Aires, 21 de agosto de 1885. OCEC, t. 22, p. 146.

11 Ibídem. 12 El nombramiento no se hizo efectivo porque Martí no presentó al gobierno

estadounidense las cartas patentes a cambio de las cuales habría recibido su exequatur de cónsul general.

13 JM: Carta a Miguel Tedín, Nueva York, 17 de octubre de 1889, Epistolario, comp., ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, pról. de Juan Marinello, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales y Centro de Estudios Martianos, 1993, t. II, p. 133.

14 JM: “Carta a Roque Sáenz Peña”, Nueva York, 10 de abril de 1890, Episto-lario, ob. cit., t. II, p. 191.

15 Ídem.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 52 23/07/2015 13:53:56

Page 53: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

53

Capítulo IIIJosé Martí y el caso Cutting

Hasta el día de hoy historiadores y críticos se preguntan quién era Au-gustus K. Cutting. Algunos críticos, sin evidencia suficiente para sos-tenerlo, entienden que era un agente provocador de Estados Unidos. Otros, concentrados en los aspectos técnicos de su juicio en México, han olvidado enteramente su personalidad y el contexto en que se desenvol-vió. Lo cierto es que sus acciones en la frontera entre México y Estados Unidos movieron a José Martí a la defensa de México, y paralelamente a un análisis profundo de la naturaleza de la sociedad emergente en Estados Unidos que produjo a ese sujeto. A partir de sus ricas experien-cias en la observación del caso, se sintió obligado a preparar una estra-tegia para evitar el peligro cierto de una anexión estadounidense de Cuba en un evidente proceso expansivo que ponía en peligro a México, Canadá y toda América Latina, y que se intensificaría en décadas pos-teriores a la del ochenta del siglo xix. Fue conformándose en su mente la idea de que era posible crear un equilibrio en el Caribe que detuviese el avance de Estados Unidos hacia el continente suramericano.

Para comprender mejor la situación de Martí hay que comenzar por el contexto familiar y del movimiento independentista en la emigración cubana de Estados Unidos para después proseguir con los hechos de aquel sonado incidente que casi llevó a Estados Unidos a una nueva aventura expansionista a costa de México.

Después de su llegada a Nueva York, a principios de abril de 1880, Martí realiza varias actividades con los clubes revolucionarios. Un mes después viaja a Filadelfia donde se reúne con los emigrados cubanos de esa ciudad. Paralelamente cursa una prolija correspondencia, con su habitual elocuencia y profundas convicciones, a los clubes revolucionarios cubanos en Estados Unidos, y en junio, en el Masonic Temple de Nueva

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 53 23/07/2015 13:53:56

Page 54: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

54

York, pronuncia un importante discurso donde da a conocer que sus poderes y atribuciones como jefe interino del Comité Revolucionario Cubano habían cesado y pasado a José Francisco Lamadriz, desig-nado agente oficial en Estados Unidos por el Gobierno Provisional establecido en Cuba. Al hacerlo, ya Martí era un dirigente reconocido y respetado por la emigración cubana. Poco después de verse obligado Calixto García a deponer las armas en la Isla, sin que Antonio Maceo hubiese podido incorporarse a la guerra, y tras su breve estancia de varios meses en Venezuela, Martí se encontraba en Nueva York, donde retoma su vinculación con el movimiento revolucionario, que hacia 1882 reemergía bajo la influencia de Ramón Leocadio Bonachea, héroe villa-clareño. En julio de ese año Martí informa a Máximo Gómez acerca de las actividades emprendidas a fin de organizar un nuevo intento insurrec-cional, para lo cual solicita su apoyo y consejo. En términos similares se dirige a Antonio Maceo. Máximo Gómez le responde que entiende prematuro un movimiento revolucionario, pero le confirma que siempre combatiría por Cuba. Antonio Maceo responde afirmativamente inqui-riendo a su vez qué acciones se habían tomado hasta entonces.

Tal vez el punto más alto de su influencia y prestigio crecientes hasta ese momento lo alcanza Martí el 24 de julio de 1883 cuando pro-nuncia una de sus más notables piezas oratorias en la conmemoración del centenario del natalicio de Simón Bolívar, ante el presidente de Honduras y diplomáticos y representantes de la comunidad latinoame-ricana de Nueva York. No estaba lejos, sin embargo, la crisis más seria que atravesara su carrera revolucionaria hasta ese momento.

En agosto del año siguiente llegaban a Nueva York Antonio Maceo y Máximo Gómez, respondiendo a los propios reclamos de José Martí, cuyo papel en la organización del nuevo proyecto revolucionario era ya tal vez decisivo. No es preciso referirnos en detalle al incidente, bien reflejado en la historiografía cubana, que el 18 de octubre de 1884 provocara en él la amarga impresión de que Gómez y Maceo estaban “decididos a hacer, de esta guerra difícil a que tantos contribuyen, una empresa propia”.1 A par-tir de ese momento se distancia de la organización revolucionaria, por las razones que expone por escrito al general Gómez,2 pero también para evitar escisiones que solo habrían beneficiado al enemigo español.

Se inicia así uno de los periodos más infortunados en la vida de José Martí. Algunos dirigentes de la emigración no comprenden su retrai-miento, por lo que se ve obligado a defenderse enérgicamente en más de una ocasión. El 24 de junio de 1885, publica una circular dirigida “A los cubanos de Nueva York”, a los que convoca para una reunión al día

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 54 23/07/2015 13:53:56

Page 55: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

55

siguiente en la que daría respuesta a todas las acusaciones que deseasen hacerle.3 Fue una noche que nunca olvidaría, pero a la postre Martí emergería con sus principios e identidad patriótica incólumes. En julio 6 de 1885 publica otra carta en El Avisador Cubano, en la que, sin aludir directamente a Gómez o Maceo, previene acerca de lo que hoy llama-ríamos métodos políticos caudillescos: “Quien confunda con la gran política necesaria para la fundación de un pueblo una política de tienda de campaña o de antesala, ese no entra en la medida de los salvadores”.4 Dos años tardaron Máximo Gómez y Antonio Maceo en comprender el significado cabal de las palabras de Martí.

Fue a fines de 1886 cuando Máximo Gómez y Antonio Maceo dieron finalmente por concluidas sus gestiones para organizar, sin el concurso de Martí, la nueva revolución, pero ya desde mediados de ese año se hacía evidente que el intento no avanzaba. En el bienio que media entre el incidente y 1886 la correspondencia de Martí revela la amargura del aislamiento que se había impuesto a sí mismo. Había cumplido treinta y tres años en enero de 1886, y su profundo dolor no puede dejar de comunicárselo a su amigo y confidente mexicano, Manuel Mercado, a quien le pide su ayuda fraterna para sobrevivir dignamente en la gran urbe estadounidense y poder ayudar a sus padres menesterosos en Cuba.

Hace lo mismo con Pablo Macedo, mal identificado durante muchas décadas como un simple recadero entre Martí y Manuel Mercado, a quien había conocido durante su estancia en México como secretario de Gobernación del Distrito Federal y le visitaba frecuentemente en Nue-va York. En realidad, ya por esos días Macedo era un acaudalado banquero, propietario de extensos latifundios en Baja California y hom-bre de la mayor confianza de Porfirio Díaz, que en el desenvolvimiento de sus negociaciones viajaba frecuentemente a Washington y Nueva York, donde solía visitar a Martí.

Es Macedo quien le sugiere a Martí un proyecto editorial para la publicación de obras útiles de bajo costo y precio que contribuirían a la formación cultural del pueblo mexicano y latinoamericano.

A ambos amigos Martí solicita una corresponsalía en Nueva York de algún diario mexicano. Que a la postre resultó ser El Partido Liberal, fundado en abril de 1885, por José Vicente Villada, amigo suyo, que fuera director de la Revista Universal, en la que Martí colaboró hasta su salida de México. El nuevo diario, que emergió con el beneplácito de Porfirio Díaz, tenía la misión de ayudar a contrarrestar la ofensiva periodística de empresarios y editores de la prensa nacional mexicana, que intentaban crear un bloque opositor al régimen, por lo que muchos de ellos tuvieron que pagar con el presidio o el destierro.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 55 23/07/2015 13:53:56

Page 56: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

56

La aprobación de su solicitud le fue concedida a Martí y fue Pablo Macedo quien le informó primero la buena nueva. El 15 de mayo de 1886 envió su crónica inicial a Manuel Mercado. A partir de entonces y hasta sus últimos días en Nueva York, el total de sus ciento cuarenta y seis crónicas que escribió las envió a Mercado, nunca directamente al diario para el que trabajaba. Cualquiera que haya sido la razón, fue una práctica que benefició siempre a Martí, cuyos análisis objetivos y prosa aguda no siempre agradaron a los círculos de poder en México y otros países.

Apenas un mes había transcurrido desde que iniciara su colaboración con El Partido Liberal, cuando comenzó a gestarse el incidente que muy pronto ocuparía su atención hasta el fin de año y aún después. Muy poco tiempo había tenido Martí para tomar “el tono al diario”, como dijo a Mercado, porque reconocía que “siempre un público nuevo asusta”.5 Para asustarse apenas tendría tiempo. Sobre los temas que se proponía tratar, informaba a Mercado: “Política de acá unas veces, sin entrometerme en la de allá”. Cumplió en todo, salvo en lo de hacerse escuchar acerca de algunas realidades de la política exterior del gobierno mexicano, que sus amigos comprendieron lo hizo obligado por su lealtad y amor a México. Muchas veces, después del incidente de Cutting, Martí se pre-guntaría si su proceder había hecho peligrar los altos intereses de México, pero apelaría siempre a Mercado para informarle lo que a su juicio habría podido ser perjudicial al fraterno país, sin necesariamente reflejarlo en sus escritos para El Partido Liberal.

No pretendemos dejar esclarecidas todas las dudas sobre el persona-je Cutting, pero por las informaciones que trascendieron a la prensa local se sabe abandonó a su esposa y dos hijos en el estado de Kansas en condiciones en extremo menesterosas. Localizada por la prensa local,6 su ex esposa dio informaciones sobre su perverso proceder como padre de familia, con lo que contribuyó a deteriorar su imagen como “editor e impresor” mártir, víctima de excesos mexicanos, y a aumentar su noto-riedad como ciudadano de pésima ralea e instigador de una guerra entre México y Estados Unidos.

En 1883 Cutting viajó a la ciudad fronteriza de El Paso, donde se empleó como periodista del diario El Paso Times. Solo un año duró en el cargo, hasta que fue despedido por incompetente. Decidió entonces probar suerte como propietario del periódico El Paso Bulletin, pero su incapacidad profesional condenó el nuevo periódico a la insolvencia.

En 1885 se estableció al otro lado de la frontera en suelo mexicano, en la entonces ciudad de Paso del Norte. Uniendo sus recursos a los de A. N. Daguerre, ciudadano mexicano, fundó el diario El Centinela. Las

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 56 23/07/2015 13:53:57

Page 57: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

57

perspectivas de su negocio eran auspiciosas por los pocos periódicos que circulaban en esa ciudad. Pero no duró mucho su entusiasmo. A poco conoció que un ciudadano mexicano, Emigdio Medina, gestionaba ca-pital entre banqueros y negociantes mexicanos para fundar otro perió-dico, potencialmente concurrente, que se proponía llamar La Revista Internacional. En un artículo que publicara en su diario, Cutting afirmó que el verdadero propósito de Medina era estafar a quienes invirtiesen su capital en la nueva empresa.

Rápidamente Medina presentó una querella civil ante la autoridad judicial de Paso del Norte. Cutting fue citado a juicio y el tribunal falló a favor de Medina. Ordenó a Cutting que se retractara en cuatro artículos sucesivos en inglés y español. El aventurero norteamericano pareció aceptar en principio el veredicto, y firmó la sentencia. Pero publicó solo una retractación parcial inicial en el tipo más pequeño que pudo hallar, sin mayúsculas, lo que hizo prácticamente ilegible el nombre de Medina. Cuando le fue presentado al juez el artículo lo describió como “micros-cópico”. Nada se hizo en ese momento.

Envalentonado, Cutting faltó premeditadamente a su acuerdo legal y el 18 de junio de 1886 cruzó el puente fronterizo a El Paso, donde concedió dos entrevistas en inglés renovando sus ataques a Medina, que inmediatamente le fueron publicadas en El Paso Sunday Herald y El Paso Evening Tribune, periódicos connotadamente sensacionalistas.

A fin de lograr el mayor efecto publicitario, el 23 de junio Cutting regresó a territorio mexicano y decidió distribuir personalmente en Paso del Norte los ejemplares de los periódicos mencionados, pero las autoridades judiciales lo sorprendieron y arrestaron en el acto por desa-cato al tribunal e incumplimiento del fallo del juicio anterior. Al día siguiente, Cutting solicitó la presencia del cónsul de Estados Unidos en esa ciudad y este, acompañado por Daguerre, el socio de Cutting, lo visitó en la cárcel. A partir de esa reunión inicial, Cutting siguió en todo momento las instrucciones del cónsul estadounidense. En el tribunal los recibió el juez Regino Castañeda. Al preguntársele la razón del arresto de Cutting, el juez Castañeda respondió que estaba detenido por el li-belo publicado en Texas. Esta respuesta espontánea e impensada com-plicó la situación innecesariamente, porque ya sabemos que Cutting cometió su delito en territorio mexicano. Inmediatamente el cónsul J. Harvey Brigham informó a Henry Rootes Jackson, su ministro en México, que por telegrama puso el caso en manos de Francis Thomas Bayard, secretario de Estado de Estados Unidos, describiendo una si-tuación en la que un respetable ciudadano estadounidense había sido

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 57 23/07/2015 13:53:57

Page 58: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

58

encarcelado por supuestos delitos de menor cuantía y obligado a expe-rimentar un castigo excesivamente severo antes de su juicio. Había, sin embargo, un detalle importante: Jackson entendía que debía separarse esa realidad de los problemas de jurisdicción sobre el caso.

A partir del 1ro. de julio de 1886, el cónsul estadounidense comenzó a dirigirse directamente al secretario de Estado, práctica inusual en aquellos días. Es probable que fuese a partir de ese momento que Henry Rootes Jackson ministro de Estados Unidos en México, a poco menos de un año de presentar sus credenciales ante el gobierno mexicano, comenzara a pensar en una renuncia a su cargo, por acciones de su go-bierno que desconocían su autoridad como representante máximo de los intereses de Estados Unidos en México.

El 20 de julio, Bayard instruyó a Jackson a que presentase una nota verbal en términos tan rígidos e impositivos, que prácticamente constituía un ultimátum, con poco margen para negociaciones. Las opciones eran, o la aceptación de los términos, o una declaración de guerra. Baste decir que en la nota se apremia al gobierno mexicano a poner en libertad, “in-mediata e incondicionalmente”, a Augustus K. Cutting. Martí afirma que ese paso lo dio Francis Thomas Bayard, secretario de Estado del gobierno de Grover Cleveland, el 10 de julio y lo reiteró el 20 de julio, lo que su-braya aún más el carácter agresivo y prematuro de tan delicada acción diplomática, sin el respaldo de un estudio objetivo de los hechos.

El gobierno mexicano respondió esa y todas las notas estadounidenses, pero Martí, como todo el pueblo estadounidense, lo desconocía. Al día siguiente El Partido Liberal de México continuó una campaña que desde hacía días reproducía las opiniones de los inversionistas estadounidenses en México, contrarias a una nueva guerra con el hermano país. A esa po-sición cautelosa se oponían las autoridades de los Estados cercanos a la frontera, particularmente el de Texas. El tono agresivo de la prensa en Estados Unidos fue aumentando en el transcurso de los días. No era solo el periodismo amarillo y provocador de los Estados del sur del país, siem-pre dispuestos a la impostura, sino hasta los propios periódicos “respetables” del Norte, como The New York Times, The Sun y The New York Herald. Hubo también un fuerte intercambio de notas entre ambas cancillerías y hasta movimiento de tropas a ambos lados de la frontera.

El 2 de agosto, doce días después de haberse convertido en un pro-blema con cobertura periodística nacional, Martí escribió su primer artículo para El Partido Liberal sobre el incidente fronterizo, cuando aún desconocía que en las cuarenta y ocho horas siguientes tendría lugar la sesión del Congreso para considerar el mensaje y las recomendaciones

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 58 23/07/2015 13:53:57

Page 59: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

59

del secretario de Estado sobre el incidente. Con fecha 6 de agosto de 1886, el propio Martí comunicó a Mercado, que recibía directamente todas las crónicas suyas, que no esperaba ver ese artículo publicado, como en efecto ocurrió. El texto contiene una pormenorizada evaluación de la opinión pública de Estados Unidos en general contraria a la guerra, y refleja informaciones que agregan poco nuevo a la de la prensa del país: “Cutting ha sido preso y procesado en El Paso de México por un artícu-lo publicado en inglés, en El Paso de Estados Unidos, que el juez mexica-no considera penable conforme el Código de la República”. Y añade:

El secretario de Estado, Mr. Bayard, mantiene que la ley de México, como la de ninguna otra nación, no puede causar efecto fuera de su territorio […]: no puede admitirse que México casti-gue como delito mayor un acto que acaso es solo una falta en Estados Unidos, o no es siquiera falta: ni puede […] conformar-se el gobierno norteamericano a ver efectuar el proceso de un súbdito suyo con formas y condiciones que en el derecho consti-tucional de Estados Unidos se tienen por arbitrarios y opresoras.7

Esta situación había sobrevenido por “imprevisión fatal” del gobierno que no había cumplido sus tareas informativas en Estados Unidos. En la carta personal a Manuel Mercado, que acompañaba la crónica, Mar-tí le confiesa a su amigo que “yo he escrito toda mi carta sin falsear ni atenuar ningún hecho; pero con el ánimo puesto en ayudar a hacer fácil la concesión que veo inevitable, y hasta ahora parece justa, por parte de ese gobierno. Preveo que sin ella es difícil de evitar la guerra, y he que-rido contribuir a hacer fácil la salida”.8

Es claro que en medio de una crisis con peligro de guerra nadie podía aspirar a escribir un artículo crítico al gobierno en un periódico gubernamental, y menos aún un artículo que recomendaba una concesión al enemigo potencial. Martí se vio obligado a rectificar sus opiniones, sobre todo después de la reunión del Congreso de Estados Unidos, que tuvo lugar dos días después del envío de su última carta a Mercado, durante la cual se hizo patente que el Partido Republicano en la oposición, pero con mayoría en el Senado, no estaba dispuesto a seguir al gobierno de Cleveland en una nueva política de agresiones contra México. Los republicanos se negaron a considerar el voto de confianza que Thomas Francis Bayard, secretario de Estado, había solicitado para hacer una segunda exigencia, aún más perentoria que la anterior, a fin de obligar al gobierno mexicano a liberar a Cutting y ceder ante las presiones de Estados Unidos. La alternativa evidente, que parecía acercarse, era la declaración de guerra a México.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 59 23/07/2015 13:53:57

Page 60: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

60

Hizo más la mayoría republicana: distribuyó a la prensa las informa-ciones y los documentos que Grover Cleveland, presidente de la Repú-blica, había entregado al Congreso para que contase con la información necesaria, incluyendo las notas y otra correspondencia mexicana, y después tranquilamente cerró las sesiones en el Congreso y se marchó a las vacaciones estivales. Súbitamente, apareció publicada mucha de la documentación de las dos partes. Martí comprendió finalmente, con casi todos los documentos ante sí, la estrategia del gobierno mexicano para neutralizar la crisis de Cutting. El 6 de agosto, en una carta que acom-paña a otra crónica, aclara a Mercado que consideraba superada la crisis y el peligro inmediato de guerra, entre otras cosas por las intervencio-nes de los legisladores republicanos que revelaron las omisiones e in-consecuencias del informe de Bayard. Martí explica a Mercado que su apreciación anterior era inexacta:

La correspondencia que envío hoy […] explicará a V. la anterior que era aquí hace dos días lo que resultaba de todos los aconteci-mientos y del espíritu público en aquel instante, aunque allá haya causado tal vez asombro—o—disgusto, porque la escribí creyen-do, como creía acá el país entero, que lo que el secretario de Es-tado decía en su resumen de las negociaciones al Congreso era lo cierto. ¡Ya me parecía a mí inexplicable que México se hubiese puesto en aquel caso dudoso y estrecho!9

Los hechos no podía Martí conocerlos bien porque “no estoy en Washington”.10

A partir de ese momento, con las vacaciones del Congreso por el medio y el repudio de la mayoría a las posiciones guerreristas del Par-tido Demócrata, el peligro de conflicto armado comenzó a desvanecer-se, hasta desaparecer cuando el Tribunal de Apelaciones de Paso del Norte ratificó la condena, pero concluyó que Cutting había sido casti-gado suficientemente y decretó su libertad. Ya Cutting no podría poner un pie más en México. Fue un juicio pleno de detalles interesantes, que por razones de espacio no podemos reproducir aquí,11 en el que se hizo evidente el grado y la naturaleza del asesoramiento que diera a Cutting el cónsul J. Harvey Brigham. En primer término, Cutting se negó a recibir los servicios de un abogado designado por el tribunal, negando las leyes del país. En segundo término, se abstuvo de prestar declara-ciones. Al final, el juez se dirigió a él en español para dictar sentencia:

El fallo de este tribunal es que Ud. está sentenciado a un año de prisión, con trabajo forzoso: además de eso, pagará una multa

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 60 23/07/2015 13:53:57

Page 61: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

61

de seiscientos pesos. En caso de que no sea pagada, sufrirá cien días más de prisión con trabajo forzoso y también será respon-sable por daños y perjuicios si el señor Medina quiere entablar demanda contra Ud. Espero que nunca más volverá a cometer un delito como este.

Ya por aquellos días se conocía que el gobierno preparaba el viaje a México de un enviado especial del presidente Cleveland para determinar lo que en realidad había ocurrido. Era un poco tarde, después del ulti-mátum del secretario de Estado, que presuponía que el gobierno de Estados Unidos sabía todo lo que había ocurrido o todo lo que le inte-resaba conocer. Era, además, otra señal de debilidad. El personaje de-signado para la delicada tarea era Arthur George Sedgwick, una emer-gente autoridad en la jurisprudencia estadounidense, joven profesor universitario y periodista experimentado.

Prescindiremos de otros detalles que evidenciaron que el incidente no había agotado toda su peligrosidad. Los movimientos de tropas con-tinuaron, así como los ofrecimientos de servicios de compañías y hasta regimientos de milicia voluntaria, no ya restringidos a los estados fron-terizos con México, sino además en varios estados del norte del país. Hasta que el 24 de agosto llegó la noticia de que Cutting había sido puesto en libertad el día anterior ante la apelación, no autorizada por Cutting pero prevista en la justicia mexicana, del abogado de la defensa designado por el tribunal. Había desaparecido el casus belli.

El enviado especial del presidente había llegado tres días antes de la liberación de Cutting. Antes de penetrar en la urdimbre del caso, Sedgwick fue acusado de involucrarse en un escándalo de borrachera y prostitución del que salió mal parado, tanto él como el gobierno que representaba, ante una verdadera avalancha de artículos en la prensa de Estados Unidos que narraba en todos sus sórdidos detalles la real o supuesta francachela de Sedgwick. Cleveland no podía retirar a su en-viado sin crear las apariencias de un fracaso total, ni podía admitir que semejante error lo hubiese cometido el periodista y experimentado profesor de Derecho Internacional, de suerte que optó por darle todo su apoyo y reafirmarlo en la misión que debía cumplir.

Así se hizo: Sedgwick presentó su informe en tiempo para el discur-so del estado de la nación de Cleveland, pronunciado en diciembre de 1886, en que habló mucho de Cutting, de conversaciones posteriores para coordinar políticas de frontera y de la aplicación correcta del prin-cipio de extraterritorialidad, pero nada de amenazas de guerra o de violencia.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 61 23/07/2015 13:53:57

Page 62: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

62

Ya libre, un buen día de 1887, Cutting se apareció en Nueva York con grados de coronel que nadie le había otorgado y profiriendo ame-nazas de nuevas aventuras intervencionistas en México, Cuba, Hon-duras y Canadá. Martí lo retrató como un bandido peligroso, con vocación mercenaria, en una crónica tan detallada en su ambiente conspirativo que cuesta trabajo discernir si él estuvo o no presente en aquella reunión.

Convendría, al llegar a este punto, hacer unas breves reflexiones finales. Nuestra consideración inicial se refiere a la importancia profe-sional y política que tuvo para Martí su experiencia en el caso de Au-gustus K. Cutting. A pocos días de haber comenzado a colaborar en El Partido Liberal, durante los más de dos meses que duró la prisión mexi-cana de Cutting y el peligro subsiguiente de guerra entre México y Estados Unidos, súbitamente Martí experimentó el peso real de su responsabilidad como corresponsal. Las primeras informaciones sobre el escabroso incidente las obtuvo de periódicos estadounidenses com-prometidos en la conspiración por la vía partidaria, o interesados, o mal orientados. Todos tenían en común la ausencia de informaciones verí-dicas sobre las posiciones de México.

La verdad, para la mayoría del pueblo norteamericano, era la que pregonaba la Secretaría de Estado, que hacía de Cutting un mártir. Tampoco Mercado escribió a Martí sobre el particular. Se comprende que en esas circunstancias se viera obligado a incurrir en omisiones informativas en su valoración inicial de la situación. Ya con la documen-tación oficial de México sobre el caso a la vista, pudo elaborar con ex-cepcional rapidez un análisis político objetivo, que en manos de su noble amigo mexicano debió ser de valor inestimable para el gobierno azteca.

En la equívoca estirpe humana de Cutting, Martí descubrió a otro emblemático estadounidense, bien diferente de Abraham Lincoln, el hombre generoso, solidario y consagrado a la causa del respeto al dere-cho internacional, la solidaridad humana y la paz. Aquel, por el contra-rio, alentaba el más desaforado chovinismo. Pretendía dirigir a miles de aventureros similares a él, deshumanizados y violentos, dispuestos a internarse en territorio mexicano o de otra nación latinoamericana para sembrar el terror, la destrucción y la muerte, sin otra justificación que la contenida en la certera caracterización de Martí de que “esto es mío porque lo necesito”, y la dudosa superioridad de la titulada “cultura” y raza anglosajonas. Martí conoció también la inclinación permanente a la violencia de una parte del pueblo estadounidense, principalmente de los Estados del sur que se fundamentaba, y aún hoy se fundamenta, en la ignorancia y el desprecio hacia los pueblos al sur del Río Grande,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 62 23/07/2015 13:53:57

Page 63: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

63

especialmente hacia el pueblo mexicano, al que privó de más de la mitad de su territorio en una guerra que fue un paseo militar.

Se detuvo en las derrotadas oligarquías sureñas en la Guerra de Secesión, aún con hambre insaciable por la apropiación de las tierras y las riquezas de otros pueblos, que incluso hoy es evidente en las prédicas de algunas iglesias protestantes y de los actuales grupos xenófobos que constituyen la base de masas del actual pensamiento neoconservador en Estados Unidos y su gobierno.

Nada evidencia más la ausencia de ética política, imperante entonces en ese país, que la manera como Bayard, secretario de Estado, sacrificó al viejo general confederado que ocupaba el cargo de ministro de la Legación de Estados Unidos en México, insinuándole negligencia o incapacidad por los errores supuestos o reales cometidos en el caso, mediante la decisión de enviar a México a un representante personal del Presidente de Estados Unidos, para que informara lo que él debió co-municar desde el principio. El método utilizado por el carnero expiato-rio para convertirse en vengador implacable al montar, según algunos indicios, un escándalo que involucró al representante presidencial, a fin de minar su autoridad y capacidad de influir en el esclarecimiento de los hechos, lo que habría imposibilitado una eventual salida decorosa para el propio Bayard y el gobierno de Estados Unidos.

Su alto concepto de la ética política impidió a Martí penetrar en el lodazal de esa trama maquiavélica, divulgada en la prensa nacional e internacional, para contribuir al desprestigio de la administración de-mócrata. Se limitó a observar la manera infame en que los partidos republicano y demócrata, con total ausencia de consideraciones morales, se movían en defensa de intereses sectoriales, en una sociedad sumida, ya desde entonces, en un proceso de descomposición que no tiene fin en nuestros días, como se evidenció en la conspiración para el asesinato aún no aclarado del presidente Kennedy, la impenetrable urdimbre criminal de Watergate, y los recientes escándalos de la elección del último pre-sidente de Estados Unidos.

Pero de todo lo ocurrido, lo más importante e inmediato para Mar-tí fue que México consiguió librarse de otra embestida estadounidense. El gobierno mexicano neutralizó la agresión en ciernes, entre otras medidas, mediante el manejo astuto de la documentación diplomática y los pronunciamientos públicos bien pensados de los altos dirigentes. Realizó un esfuerzo divulgativo que hasta hoy los investigadores esta-dounidenses califican de eficaz, porque agudizó las contradicciones en los círculos de poder, aunque durante la crisis no pudo hacerse todo lo que Martí recomendaba. En enero de 1887, cinco meses después de la

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 63 23/07/2015 13:53:57

Page 64: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

64

liberación de Cutting y del fin de la crisis, Martí insistía en que era necesario algo más que giras de figuras prominentes para neutralizar la agresividad de Thomas Francis Bayard, el ambicioso secretario de Estado de Estados Unidos:

Me extraña que no haya ocurrido ya ahí la necesidad de tener aquí constantemente empeñada una campaña de propaganda activa y discreta en beneficio de México, en la lengua del país, ya publicando de vez en cuando artículos pensados y de tiro seguro en las revistas y diarios de importancia, para compensar lo mucho falso y maligno que se publica, que es todo leña para la hoguera de mañana,—ya manteniendo un periódico destinado abierta-mente a defender el país, en inglés, de los cargos que se le hagan sin justicia, a desmentir errores […],—ya creando una revista de carácter general aparente, que pudiera atraerse la ayuda de otros gobiernos por semejantes razones, y en la cual ocupasen puesto principal las cosas de México,—ya estableciendo, como va a hacer la República de Argentina aquí mismo, una Oficina de Propagan-da, que sirviese de centro de información gratuito a todos los que la deseasen sobre México y sus cosas, que tuviese géneros de muestras y libros de consulta y que se encargase de desmentir todo lo falso que respecto a ese país se propalase en este [...con] creciente peligro para mañana.12

Pero es necesario enfatizar que el fracaso de la política belicista que encabezó Bayard se debió también, en no poca medida, a las profundas discrepancias entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano, que ya se preparaban para las elecciones parciales del Congreso. Matías Romero, ministro de México en Estados Unidos, supo manipular esas divergencias con provecho para su país, capitalizando sus excelentes relaciones con el Partido Republicano desde la presidencia del general Ulysses Grant.

En el plano internacional, destacado por la prensa durante la crisis, se hicieron sentir los intereses inversionistas y comerciales, en peligro por un posible conflicto bélico, de tres potencias europeas. El Grand Forks Herald, de Dakota del Norte, fechado el 13 de agosto de 1886, declaraba, en efecto, que Inglaterra respaldaba la posición de México en el caso de Cutting. El artículo afirmaba que los mexicanos confiaban en que Inglaterra tomaría parte en el conflicto de inmediato con un bloqueo del Golfo de México y de los puertos del Atlántico de Estados Unidos.13 No hemos hallado, en verdad, otra evidencia documental que indique que semejante acción era prevista por Inglaterra. Pero los

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 64 23/07/2015 13:53:57

Page 65: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

65

círculos financieros e industriales de Estados Unidos, como afirmaba el Arkansas City Republican del 21 de agosto, sabían que la hostilidad continuada de Estados Unidos contra México ponía en peligro su propio comercio e inversiones y que los beneficiados serían precisamente In-glaterra, Alemania y Francia. De una u otra manera estos tres países hicieron patente su apoyo a México. Inglaterra llegó al punto de ofre-cerle a México venderle armas, incluso las más avanzadas de su arsenal, como la revolucionaria ametralladora Maxim, capaz de disparar seis-cientos proyectiles por minuto.

Era perfectamente discernible la política de Porfirio Díaz de intentar establecer cierto equilibrio entre los intereses de los referidos países europeos y los de Estados Unidos. De ello tomó nota cuidadosa Martí. Para el gobierno del Partido Demócrata, reestrenado en el poder después de varias décadas, la experiencia fue aleccionadora en materia de equi-librio en las relaciones internacionales, útil para enfrentar las crisis mucho más serias con España y la Gran Bretaña. Esta última, la poten-cia más poderosa de la época, hacía pública su indignación en México por las amenazas del gobierno yanqui a ese país, en tanto ponía a prue-ba la paciencia de ese gobierno del lado del Atlántico Norte con los constantes arrestos de pescadores norteamericanos, el internamiento de sus naves y el decomiso de la carga, en aguas reconocidas como ju-risdiccionales por el gobierno canadiense. Todos estos hechos tampoco pasaron inadvertidos para Martí. Con Cuba en mente, debió considerar-los al desarrollar eventualmente su original visión del equilibrio inter-nacional, que veremos en su praxis en páginas posteriores, a fin de so-brevivir como país independiente en el periodo posterior a la victoria revolucionaria. Ello se puso en evidencia con frecuencia cada vez mayor a medida que se aproximó la hora de iniciar la gesta independentista. De todas las experiencias que derivó Martí del incidente de Cutting es tal vez esta la que dejó la impronta más profunda en sus ideas revolu-cionarias.

No pudo hallarse, por otra parte, en los días que duró el interna-miento de Cutting, un solo comentario agresivo o amenazador del gobierno mexicano. Las principales autoridades de México fueron disciplinadas, respetuosas y firmes en sus declaraciones, como no lograron serlo las figuras del gobierno norteamericano. Una posible excepción fue la de Grover Cleveland, curiosamente distanciado del incidente hasta su discurso de diciembre de 1886 acerca del estado de la nación, comentado por Martí, cuando el peligro inmediato de guerra se había conjurado. El tema de la extraterritorialidad de las leyes mexicanas quedó pendiente para ser negociado en el futuro.14

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 65 23/07/2015 13:53:57

Page 66: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

66

En el curso de los hechos, el gobierno mexicano se percató de que los Estados del norte de México constituían un eslabón suelto en el país, a los que había que dar atención urgente. En más de una ocasión Martí llamó la atención sobre esa realidad. La voluntad del gobierno central de fortalecer el control sobre esos Estados, para neutralizar las tenden-cias anexionistas, “independentistas” y “revolucionarias” dispersas, pero relativamente abundantes en el norte, se manifestó casi inmediatamen-te a partir de la primera circular que el gobierno expidió, por cierto, muy comentada en Estados Unidos. En rara coincidencia, dos impor-tantes publicaciones estadounidenses tomaban nota de los cambios que comenzaban a producirse en México. Las autoridades mexicanas hasta ese momento no comprendían cabalmente la importancia del control informativo de todo cuanto acontecía en el país. De eso se hablaba, pero poco se cumplía. Por eso, las primeras indicaciones de rectificación re-cibieron la atención del The New York Times y del semanario The Nation, que señalaron que las experiencias del diferendo habían tenido un efec-to positivo en la habitual ignorancia del gobierno central sobre lo que ocurría en los Estados. The New York Times afirmaba:

El presidente Porfirio Díaz ordenó al ministro de Relaciones Ex-teriores, Ignacio Mariscal, enviar una Circular Cautelar a los gobernadores de Estados en la que se les orienta que deben infor-mar regularmente al gobierno federal acerca de casos que involu-cren a extranjeros, emitir órdenes de aprehensión para esos arres-tos, y asegurar que sus tribunales actúen estrictamente dentro de los límites de la ley, y apliquen sentencias según la Constitución.15

Ya sabemos que hubo también una discreta política de defensa militar del gobierno mexicano, cierto despliegue de tropas que después de cerrado el incidente permanecieron en territorios cercanos a la frontera y se dedicaron a perseguir a “bandoleros” y “revolucionarios” de toda índo-le, en definitiva a todos los que de una u otra manera, por una u otra razón, habían declarado su intención de derrocar a Porfirio Díaz. Por aquellos días el presidente mexicano logró sus propósitos. En tiempo relativamente breve, la oposición a su gobierno en los Estados del nor-te fue contenida, aunque nunca completamente erradicada. De eso se percató el presidente años después, cuando la conspiración que a la postre lo expulsó del poder, protagonizada por la figura inicialmente oscura de Francisco I. Madero, estableció una base importante en Chi-huahua, en tanto que el líder lograba refugio seguro en Texas.

No podemos dejar de señalar, asimismo, cierto prestigio inmediato ganado por el gobierno mexicano, derivado de la firmeza con que se

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 66 23/07/2015 13:53:57

Page 67: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

67

enfrentó al de Estados Unidos. México no puso en libertad a Cutting cuando el gobierno estadounidense lo exigió. Entre el 23 de junio y el 23 de agosto se le mantuvo bajo arresto, hasta que su abogado designa-do apeló después de la condena, y el tribunal desestimó la causa, con el criterio de que el reo ya había experimentado castigo suficiente. No se violentó ley alguna del derecho penal mexicano.

Esta acción provocó otros resultados. El primero es que el gobierno mexicano no pudo atribuirse el mérito de “mediador de la paz” ante el gobierno de Estados Unidos y la opinión pública de ese país y de Méxi-co. Al propio tiempo, permitió al gobierno del estado de Chihuahua preservar su imagen de relativa independencia frente al gobierno central de México, y el “movimiento revolucionario” se vio impedido de explo-tar fallos y debilidades federales, lo que permitió al gobierno nacional ganar tiempo para consolidar gradualmente el control de los Estados del norte de México, lo cual, por cierto, Martí entendía que debía hacer-se con la mayor premura.

Tampoco el gobierno del Estado pudo reivindicar la liberación de Cutting ante la opinión pública de ambos países y de las autoridades estadounidenses. El gobernador Maceyra de Chihuahua estuvo bajo sospecha de asociación con intereses y personalidades “revolucionarias”, pero, a decir verdad, faltan las pruebas que permitan afirmarlo.

La institución que mejor salió del incidente, a pesar de sus errores, fue el Tribunal Superior del estado de Chihuahua, que, como ya vimos, confirmó el fallo de la instancia inferior pero dejó en libertad a Cutting por estimar que sus sesenta y dos días de cárcel bastaban como sanción.

Para el gobierno demócrata en Estados Unidos, los hechos se con-virtieron en un problema delicado. Lo menos que puede afirmarse de Thomas Francis Bayard, el secretario de Estado, figura prominente en el Partido Demócrata del norte de Estados Unidos, es que trató de ca-pitalizar políticamente un incidente complejo, con escaso talento y menos experiencia, en el que emergió una vez más el problema de la autonomía de los Estados en una federación, una de las causas que con-dujeron a la Guerra Civil de Estados Unidos en la década del sesenta de ese siglo.

Se evidenció la ambición frustrada de John Ireland, gobernador de Texas y de sus aliados dentro y fuera del Estado, que confundían al pueblo con consignas chovinistas, pero ocultaban apetitos expan-sivos frustrados con el fin de la Guerra de Secesión. No obstante las movilizaciones de un número importante de aventureros en varios Estados, incluso del norte, el gobierno federal logró mantener su control sobre ellos.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 67 23/07/2015 13:53:57

Page 68: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

68

Lo que inicialmente pareció un intento de Bayard de capitalizar la situación en su favor, y solo en segundo término del Partido Demócrata, resultó a la postre un grave fiasco para ambos, convertido por algunas figuras del Partido Republicano en plataforma política, aprovechada principalmente por James G. Blaine, el popular líder republicano, para destacar los garrafales errores del primero en el manejo de la crisis de su autoría. Del lado estadounidense, la figura del Presidente Grover Cleveland, como Martí nos hiciera ver, salió solo ligeramente maculada del estercolero demócrata.

Por otra parte, el informe del Enviado Especial del presidente Cle-veland, Arthur George Sedgwick, logró un lugar decoroso en su con-texto histórico, y sus reflexiones en materia de derecho internacional se registraron en anales entonces conocidos como “antimperialistas” o “utópicos”, que hoy podríamos llamar “multilateralistas”, en cuanto al ordenamiento del derecho internacional estadounidense, por su insis-tencia en las negociaciones y el arbitraje para dirimir problemas bilate-rales. Sus consideraciones y detallado análisis de los hechos, según el derecho internacional, dejaron poco margen para futuras aventuras de los intereses tejanos dispuestos a ejercer cierta autoridad sobre la polí-tica exterior de la nación. Evitaron, desde la pretensión de reclamaciones financieras de Cutting al gobierno mexicano, que debían ser previamen-te aprobadas y presentadas por el gobierno de Estados Unidos, hasta los intentos de invadir y colonizar territorios de México con fuerzas mercenarias, que el propio Cutting trataba, sin éxito, de organizar en Texas y otros Estados fronterizos con México.

No era Sedgwick, pues, un desconocido en los círculos políticos. Lo avalaban sus credenciales de profesor universitario, periodista avezado y académico del Derecho Internacional estadounidense. En 1884 había publicado un ensayo en The Nation, que tituló “The Truth about the Congo”,16 en el que se adelantó en su denuncia al reparto de África en la conferencia internacional celebrada en Berlín al año siguiente, destacán-dose dentro del grupo mencionado de jurisconsultos estadounidenses de avanzada proyección política. Dos años después de esa publicación, Cleveland lo designó Enviado Especial para cumplir la delicada misión de investigar, informar y hacer recomendaciones sobre los hechos rela-tivos al caso Cutting en México.

Pero Martí debió conocer también a John Bassett Moore, subsecre-tario de Estado en el gobierno de Cleveland, cuyo nombre no aparece en sus crónicas, pero ciertamente alcanzó cierta prominencia en la prensa de su país, inmerso en los sórdidos detalles del caso Cutting y a punto de convertirse en una figura de relieve en la jurisprudencia de su

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 68 23/07/2015 13:53:58

Page 69: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

69

tiempo. Algunos datos biográficos de este técnico excepcional permiten valorar su ejecutoria en los hechos narrados. Se había graduado de De-recho, y se la admitió a la profesión en 1883. En 1885 realizó exámenes que le valieron el ingreso en el Departamento de Estado.

En agosto de 1886, en medio de la crisis instigada por Cutting, fue ascendido al cargo de tercer subsecretario de Estado que ocupó hasta 1891, cuando renunció para convertirse en el primer catedrático de Derecho Internacional y Diplomacia de la Universidad de Columbia. Fue a todas luces un ascenso meteórico a la posición más alta a la que podía aspirar un joven funcionario ajeno al partido de gobierno. Poco tiempo después de ocurridos los hechos referidos, dejó su impronta profesional de alto relieve en el informe sobre crimen extraterritorial, en el que se analizó el caso de Cutting, publicado en Washington a principios del año de 1887.17 Desde entonces Cutting se convirtió, en los anales esta-dounidenses de derecho internacional, en el protagonista de un incidente de crimen extraterritorial resuelto sin uso de la fuerza, y su precedente fue utilizado frecuentemente durante la turbia anexión de Hawai, llevada a cabo por Estados Unidos en los primeros años de la década del noventa del propio siglo.

Se ha dicho que el informe de Sedgwick influyó sobre el de Bassett Moore, y aunque no hemos hallado pruebas documentales que lo indi-quen, es probable que así haya sido. Bassett Moore avanzó lejos en su carrera, pero al parecer no llegó a comprometerse totalmente con nin-guno de los dos partidos que se turnaban en el poder, lo que pudiera explicar que se haya desempeñado como asesor y no como político y sus más altas responsabilidades le hayan sido conferidas en el terreno internacional, primero como juez del Tribunal Permanente de Arbitra-je de La Haya (1913), y después de la Corte Internacional Permanente de Justicia, (1921).18

Su obra maestra, Four Phases of American Development: Democracy, Federalism, Imperialism and Expansión (Cuatro fases del desarrollo de Es-tados Unidos: democracia, federalismo, imperialismo y expansión), fue publi-cada en 1912. No hay nada de excepcional en las tres fases iniciales en que divide el pasado y futuro de Estados Unidos, pero es el carácter ilimitado del periodo de expansión previsto, una vez alcanzada la fase imperialista, lo que llamó la atención del mundo académico de su país. Cincuenta y ocho años después esa obra se reeditaría, tal vez para con-tribuir a fundamentar la agresiva política neoconservadora estadouni-dense, agresora de la humanidad en los días que corren.

Tanto o más que Cutting, simple timador y aspirante a mercenario de la tradición de William Walker, el difícil equilibrio entre estas dos

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 69 23/07/2015 13:53:58

Page 70: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

70

tendencias divergentes en el gobierno de Cleveland, representadas por ambos funcionarios, fue con certeza revelador para Martí. En esos cho-ques de intereses políticos, entre partidos y dentro de ellos, percibió claramente la agonía de la sociedad estadounidense, patente, no solo entre bandidos y mercenarios, sino en la propia entraña de la academia del derecho internacional de ese país y, sobre todo, en políticos de la estatura de Grover Cleveland y James G. Blaine, enemigo raigal de los mejores intereses de América Latina.

Fue, pues, una oportunidad singular que permitió a Martí penetrar en el laberinto político del naciente imperialismo yanqui para consolidar sus ideas antimperialistas y prepararse para su futuro encuentro con Blaine en la primera Conferencia Internacional Americana de 1889-1890.

En toda su actuación se percibe la total identificación de Martí con los mejores intereses mexicanos. Sus sugerencias fueron fruto de su entrañable cariño por México y su pueblo, de su proverbial espíritu de solidaridad, de su visión de la unidad de América Latina y de Cuba y su futuro, difícilmente concebible con un vecino mexicano nuevamente despojado de otra rica porción de su territorio y de rodillas ante el co-loso del norte. En el momento más delicado de su carrera revolucionaria y política, en el estado de aislamiento que se impusiera a sí mismo des-pués del incidente con Máximo Gómez y Antonio Maceo en 1884.

Martí no quería presenciar un nuevo acto de mutilación de la her-mana patria mexicana. En el espacio de dos meses y algunos días, veri-ficó el alistamiento del mecanismo de agresión imperialista, como flecha apuntada al corazón de México, desactivado por el esfuerzo propio y el del gobierno mexicano, y de las contradicciones del sistema en el interior de Estados Unidos. Todo cuanto Martí escribió por aquellos días fue para lograr ese resultado. En su memoria quedó registrada la impresión de un país dividido en sí mismo, hasta que en 1889 exclamara en su notable pieza periodística, “Vindicación de Cuba”: “amamos a la patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting”.19 Era su per-cepción de un proceso incontenible hacia un destino imperialista.

Cuando años después, viajó a México para reunir para la Revolución Cubana el apoyo y los recursos del gobierno y amigos mexicanos, pudo presentarse el 23 de julio de 1894 ante el presidente de México seguro de sus razones y de la ayuda desinteresada que había prestado al país, “como un cubano prudente”, que había “probado sin alarde, y en horas críticas, su amor vigilante a México”.20

Es obvio que el final relativamente feliz del incidente, que frustró un nuevo intento de agresión al país hermano, fue consecuencia tam-bién de la inf luencia de los círculos comerciales, inversionistas y

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 70 23/07/2015 13:53:58

Page 71: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

71

financieros estadounidenses, contrarios a la nueva aventura en la que poco tenían que ganar en el proceso de acceder a las riquezas mexica-nas y de ampliar el control sobre su mercado en constante expansión, ya suyo sin necesidad de guerra. La creciente presión y acciones de esos círculos en México pesaron sin duda en Washington a la hora de las decisiones.21

No eran solamente intereses sectoriales. El gobierno yanqui sabía que el éxito de sus empresas mineras en México —sector estratégico especialmente conveniente, porque la presencia de capitales inversionis-tas mexicanos y europeos era minoritaria—, que importaban maquina-ria y herramientas y otros suministros técnicos y de toda índole de Estados Unidos, estaba relacionado con el incremento de una producción industrial sostenida en ese país y un nivel razonable de empleo del pueblo norteamericano. Lo mismo podría afirmarse de los ferrocarriles, para cuya construcción se importaban en México, procedentes de Estados Unidos, desde los obreros especializados hasta el último clavo. Cleveland sabía que la prosperidad económica era, entonces como hoy, la garantía del triunfo electoral de cualquier gobierno en el poder.

Esa experiencia fue, además, de la mayor importancia para la revo-lución en una isla pequeña, que a solo noventa millas del territorio norteamericano se empeñaría en asegurar su independencia años más tarde, cuando la ya poderosa nación del Norte se había definido como “una república imperial”, según los historiadores e ideólogos del propio país en su tiempo dieron en llamarla.

Así Cutting desapareció en el vertedero de la historia y quienes fuera de México quisimos estudiar ese capítulo del período de gestación del imperialismo moderno, tropezamos con enormes dificultades por la falta de información sobre los protagonistas, tanto de fuentes mexi-canas22 como estadounidenses, en primer lugar, acerca del propio Cutting. De él solo se encuentran los affidavits del Departamento de Estado, cuya autenticidad es dudosa porque no los respaldan certifi-cados de nacimiento y defunción. ¿Quién era en realidad Cutting? Tal vez nunca se sepa.

La impresión del investigador es que se pretende sepultarlo para evitar el escrutinio de la ciencia y el veredicto de la historia, e impedir que se identifique a los Cuttings modernos con esa mediocridad huma-na, tal es el agravio que supone que un hombre como él, y los intereses ilegítimos que lo apoyaron, hayan sido hijo natural de la sociedad de Estados Unidos.

No es solo su fracaso en lograr que los mercenarios lo siguieran: en realidad, a pocos convenció en su gestión de proselitismo. No fue capaz

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 71 23/07/2015 13:53:58

Page 72: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

72

de movilizarlos en torno de sus fantasías bandidescas, de fortunas arre-batadas y de poder a corto plazo, a pesar de que halló poca oposición en el gobierno para sus fechorías. En eso fue un émulo frustrado de William Walker, a quien en todo, menos en su fin, quiso imitar. Añádanse los maltratos a que sometió a su familia, cuyos detalles aparecieron en la prensa diaria estadounidense identificada con los intereses políticos del Partido Republicano.

Son, pues, muchas las enseñanzas que hoy podemos obtener de este hecho singular, relegado a un lugar subalterno en la historia de las re-laciones entre México y Estados Unidos. La observación crítica de los actos de Cutting, en nuestro tiempo, nos permite apreciar otro de los pasos iniciales del imperialismo estadounidense a través del prisma genial de José Martí, que recomendaba a México “ganarle las avenidas” al pueblo en su propia tierra y negarle el apoyo interno de los anexio-nistas mexicanos, asociados a intereses similares del otro lado de la frontera, minoritarios, pero siempre peligrosos para la independencia y soberanía del pueblo mexicano.

Frente a la agresividad imperialista, el sentimiento es de asombro ante una América Latina tan dividida entonces como hoy, impotente ante la bestia depredadora a punto de sacrificar al cordero de la época, en tanto algunos círculos intelectuales y oligárquicos empleaban tiem-po precioso para intentar concretar a cual del resto del rebaño le corres-pondería el turno siguiente.

Para futuras batallas Estados Unidos se preparaba intensamente, no solo en el plano militar, sino en el terreno del derecho internacional, cuyos preceptos más cercanos a sus intereses expansivos codificaban para justificar futuras agresiones —como, por cierto, continúan hacien-do en el presente, cuando en el paroxismo de su hegemonía militar ig-noran las propias tradiciones de jurisprudencia y la estructura del sis-tema internacional, a fin de consolidar la ficción inaceptable de que la fuerza hace el derecho.

Basado en el libro del autor José Martí y el caso Cutting: ¿extraterritorialidad o anexionismo?, La Habana, Centro de Estudios Martianos-Universidad de Gua-dalajara, 2003.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 72 23/07/2015 13:53:58

Page 73: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

73

NOTAS

1 José Martí: Carta a Manuel Mercado, Nueva York, 13 de noviembre de 1884, Epistolario, comp., ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, prólogo de Juan Marinello, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1993, t. I, pp. 283-288.

2 JM: Carta a Máximo Gómez, Nueva York, 20 de octubre de 1884, Episto-lario, ob. cit., p. 280.

3 JM: “A los cubanos de Nueva York”, en El Avisador Cubano, Nueva York, 24 de junio de 1885, Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, t. 22, p. 322. [En lo adelante, OCEC. (N. de la E.)]

4 JM: Carta a Enrique Trujillo, director de El Avisador Cubano, 6 de julio de 1885, Epistolario, ob. cit., pp. 304-307.

5 JM: Carta a Manuel Mercado, Nueva York, 15 de mayo de 1886, Epistolario, ob. cit, pp. 335-336.

6 El relato de los hechos y los que siguen se basan en informaciones apare-cidas en el diario El Partido Liberal (México), en la primera quincena de agosto de 1886, y el Arkansas City Republican, Arkansas, agosto de 1886, referidas en las minutas del juicio.

7 JM: “El conflicto en la frontera...”, Nueva York, 2 de agosto de 1886, OCEC, t. 24, pp. 133-134.

8 JM: Carta a Manuel Mercado, 2 de agosto de 1886, Epistolario, ob. cit., p. 345. 9 JM: Carta a Manuel Mercado, Nueva York, 6 de agosto de 1886, Epistolario,

t. I, p. 346.10 Ibídem, p. 346.11 Ver Rodolfo Sarracino: José Martí y el caso Cutting, La Habana, Centro de

Estudios Martianos, 2008. 12 JM: Carta a Manuel Mercado [8 de enero de 1887], en Epistolario, ob. cit.,

pp. 363-364.13 Véase también Charles C. Tansill: The Foreign Policy of Thomas Francis

Bayard, The Fordham University Press, 1940.14 Daniel Cosío Villegas: Historia moderna de México, ob. cit., t. 6, segunda

parte, p. 901. Se refiere a una nota del ministro inglés a su gobierno, el 20 de octubre de 1886, único momento en que cita el caso Cutting, en que este derivó la impresión del discurso de presentación de credenciales del minis-tro John Watson Manning, que Estados Unidos se aprestaban a presionar a México para que, tal como el presidente Grover Cleveland anunciaría en su discurso sobre el estado de la nación, en diciembre de 1886, ese país revisase el efecto extraterritorial de sus leyes penales. El intento se produ-jo en 1887, pero sin resultados concretos.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 73 23/07/2015 13:53:58

Page 74: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

74

15 En The New York Times, Nueva York, 31 de agosto de 1886. Véase también The Nation, no. 43, del mismo día.

16 “La verdad acerca del Congo”, The Nation, no. 38, 1884.17 Otras obras publicadas: Informe sobre extradición, Washington, 1890; Extra-

dición y posiciones entre los Estados, Boston, 2 vols., 1891; Notas americanas sobre el conflicto de las leyes, Boston, 1896; Historia y codificación de los arbitra-jes internacionales, 6 vols., Washington, 1896; La diplomacia americana, su espíritu y realizaciones, New York, 1905; Codificación del derecho internacional, 8 vols., 1906; Principios de la diplomacia americana, Baltimore, 1912.

18 En estos cargos internacionales, Bassett Moore defendió el criterio de que el sistema de alianzas que se desarrolló después de la Primera Guerra Mundial amenazó con convertir en mundiales a todos los conflictos, y que la neutra-lidad, entendiéndose sobre todo la de Estados Unidos, contribuiría a hacerlos locales. Esta posición lo ubica entre los llamados “aislacionistas”, en cuyas filas la mayoría de los políticos de ambos partidos era conservadora.

19 JM: “Vindicación de Cuba”, carta al director del The Evening Post, 25 de marzo de 1889, Obras completas, 1963-1973, La Habana, t. 1, p. 237.

20 El doctor Alfonso Herrera Franyutti, consagrado investigador de la pre-sencia de Martí en México, halló esa carta, obviamente de Martí, en el Archivo de Porfirio Díaz de la Universidad Iberoamericana. Véase Martí en México: recuerdos de una época, México, Consejo Nacional para la Cultu-ra y las Artes, 1996.

21 Puede consultarse con provecho a Alma Parra: “Cónsules y empresarios, expresión local del expansionismo estadounidense a fines del siglo xix”, en Secuencia, México, no. 48, septiembre-diciembre de 2000, p. 171.

22 El autor se dirigió a la publicación Secuencia del Instituto Mora, prestigio-so centro de investigaciones históricas de México, en busca de informacio-nes sobre posibles versiones aztecas modernas sobre el caso, pero dicha publicación no registra un solo artículo sobre el caso Cutting. En la biblio-teca del Instituto solo aparece un útil libro con los documentos oficiales relativos al incidente, pero ninguna investigación al respecto.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 74 23/07/2015 13:53:58

Page 75: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

75

Capítulo IVLa Estatua de la Libertad en la visión martiana

del equilibrio internacional

El 29 de octubre de 1886, en la ciudad de Nueva York, José Martí firmó una de sus crónicas1 más brillantes e inspiradas, dedicada a la inaugu-ración de la Estatua de la Libertad, a la que asistieron el presidente Grover Cleveland con varios de sus ministros más prestigiosos, y una legión de sus militares y figuras nacionales, acompañados por un millón de personas. “Levántate, oh insecto, que la ciudad es una oda”, dijo en una de sus líneas iniciales, y todo cuanto escribió sobre ese 28 de octu-bre fue en verdad una poesía de hermosura conmovedora, en la que subyace el dolor y la nostalgia de quien habría de dar la vida por ver a su patria libre. Sus primeras imágenes reflejan ese estado de profunda añoranza por la libertad que se festejaba con toda la pompa posible en la ya enorme urbe neoyorquina:

Terrible es, Libertad, hablar de ti para el que no te tiene. Una fiera vencida por el domador no dobla la rodilla con más ira. Se conoce la hondura del infierno y se mira desde ella en su arro-gancia de sol al hombre vivo. Se muerde el aire, como muerde una hiena el hierro de su jaula. Se retuerce el espíritu en el cuer-po, como un envenenado. Del fango de las calles quisiera hacerse el miserable que vive sin libertad la vestidura que le asienta. Los que te tienen, oh Libertad, no te conocen. Los que no te tienen no deben hablar de ti, sino conquistarte!2

La grandiosa estatua fue iniciativa del político y escritor republicano francés Édouard-René Lefebvre de Laboulaye,3 que concibió un obsequio digno de Francia para conmemorar la independencia de Estados Unidos de Inglaterra, lucha a la que contribuyeron con una generosa cuota de

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 75 23/07/2015 13:53:58

Page 76: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

76

sangre los combatientes franceses. En su residencia de Versalles, La-boulaye se reunió en 1865 con un grupo selecto de amigos, políticos, militares y artistas que compartían su respeto y admiración por Estados Unidos, libres finalmente de la prueba cruenta y definitoria de la Guerra de Secesión. No eran los convocados simples ciudadanos bien intencio-nados, sino miembros de la elite republicana francesa. La resurrección de la república federal estadounidense era en sí misma evidencia de la vitalidad de las ideas republicanas y una invitación a la alianza en un mundo regido por monarcas y emperadores.

Martí conocía bien los hechos y los ponía en boca de un simple tran-seúnte de la gran fiesta: “Sí, sí, fue Laboulaye quien inspiró a Bartholdi: en su casa nació la idea. Ve, le dijo, y propón a Estados Unidos construir con nosotros un monumento soberbio en conmemoración de su inde-pendencia. Si: la estatua quiso significar la admiración de los franceses prudentes a las prácticas pacíficas de la libertad americana”.4

Tampoco ignoraba Martí los intereses inconfesables que obraban en la iniciativa francesa: “‘Francia, dice un ingrato, nos ayudó porque su rey era enemigo de Inglaterra’.—‘Francia rumia, otro en un rincón, nos regala la Estatua de la Libertad para que le dejemos acabar en paz el canal de Panamá’”.5 Acaso Martí aclaraba algunas incómodas realidades que la propia inteligencia no le permitía acallar. A la postre, Francia entregó el canal a Estados Unidos.

Pero en la reunión convocada por Laboulaye, veinte años antes, también se encontraba presente Frédéric Bartholdi,6 escultor alsaciano, que daría buena cuenta de sí durante la Guerra Franco-Alemana de 1870-1871.7 Aparte de republicano y nacionalista, Bartholdi artista era exponente destacado del nuevo estilo pompier, que preconizaba la monumentalidad como fuente de arte y de belleza. No se trataba de simple enormidad física, sino, en su caso, la que se inspiraba en las mo-numentales estructuras construidas mediante la magia de la tecnología más moderna de su época, tales como las grandes redes ferroviarias, los canales de Suez y Panamá y el puente de Brooklyn. Bartholdi introdujo, en fin, la idea de una estatua de gran porte cuya figura no había aún definido. Inicialmente pensó en llamarla Independencia, financiada con fondos no gubernamentales, que debía ser inaugurada en 1876, en ocasión del centenario de la independencia de Estados Unidos.

No obstante la influencia y el entusiasmo del grupo, no compartidos inicialmente por las autoridades y la población franceses, el proyecto no levantaría vuelo sino hasta diez años después. Entre 1865 y 1875 ocurrie-ron hechos de singular importancia que afectaron el proyecto. Bartholdi

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 76 23/07/2015 13:53:58

Page 77: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

77

viajó al norte de África. Quedó anonadado por las gigantescas pirámides y la esfinge.8 Por eso decía Martí que sus ojos estaban “hechos a con-templar los colosos de Egipto”.9

En 1867 Bartholdi concibió un proyecto cuya figura principal sería una gran estatua femenina. No pensaba, por cierto, en Estados Unidos, sino en Egipto. Comparados los esbozos de aquella primera concepción y el de la más reciente Estatua de la Libertad puede afirmarse que pa-recían gemelas, tan significativo era el parecido. Solo el título sugiere alguna diferencia: Bartholdi tituló aquel esbozo La Libertad alumbrando el Oriente (o Asia, según otras fuentes). Debía erigirse a la entrada del Canal de Suez, obra de la ingeniería francesa, que unía el Mediterráneo al Mar Rojo, con una llama alzada en la mano derecha en dirección a Asia.

Se comprende de inmediato por qué el virrey de Egipto, jedive Ismaïl Pacha, rechazara el proyecto. La estatua era en primer término una fi-gura de mujer, inaceptable en la sociedad musulmana como símbolo, cualquiera que fuese la naturaleza de este. Ferdinand Lesseps10 tampoco mostró mucho interés en la idea. No impidió que su amigo Bartholdi se reuniera con el político egipcio, pero tampoco se movió para lograr la aquiescencia de su gobierno. Tal vez lo más importante en el gesto fallido haya sido que los ingleses no se encontraban a gusto con una estatua construida por los franceses, aunque fuera de mujer, que alumbrase los intereses británicos, por aquellos días más colosales que la estatua de Bartholdi.

El escultor se sobrepuso rápidamente a ese fracaso e hizo su primer viaje a Estados Unidos en 1871, cuando aún los cañones alemanes continuaban bombardeando a París. En Francia, las cosas habían cambiado sustancialmente. El microcosmo de pueblos germanos, con su crecido número de pequeños principados, se había transformado en una nación alemana unida y militarmente poderosa, que en solo pocos meses literalmente obliteró al ejército de Napoleón III, dirigido por una oficialidad incapaz. La Tercera República, surgida de los restos del imperio a partir de la más costosa e ignominiosa derrota en la historia de las armas francesas, nació y vivió desde entonces, hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, bajo la perenne amenaza de nuevas agresiones alemanas.

Estados Unidos también comenzaba a sentir la incómoda presencia alemana en el Pacífico e incluso en el Caribe11, bajo una astuta política dirigida por el canciller alemán Otto von Bismarck,12 enderezada a controlar el espacio y las islas en ese extenso teatro oceánico.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 77 23/07/2015 13:53:58

Page 78: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

78

Por eso en 1886, cuando ya el enfrentamiento germano-estadouni-dense había progresado discerniblemente, Martí afirma, en medio de su genial oda a la libertad, que la estatua llegaba animada del propósito de lograr en el futuro la devolución de Alsacia y Lorena: “¡A Alsacia! a Alsacia! grita toda ella: y a pedir la Alsacia para Francia ha venido esa virgen dolorosa, más que a alumbrar la libertad del mundo”.13

Martí comprendió el propósito político tras las melifluas palabras de los representantes franceses en ocasión de la entrega de la estatua. Elizabeth Koed14 aclara, con singular concisión, que la entrega de la estatua fue “un gesto de amistad y alianza”. El monumento es obra “de la desesperación ocasionada por dos de los más devastadores conflictos de mediados del siglo xix, la Guerra de Secesión de Estados Unidos y la Guerra Franco-Prusiana”.15

Otros críticos subrayan que la estatua fue un notable ejercicio de selección del momento apropiado, cuando gradualmente aumentaban las discrepancias de Francia y Estados Unidos con Alemania. En realidad, el gesto grandilocuente, y la política que lo animaba, perduró por lo menos hasta después de las dos guerras mundiales. Para Martí, inde-pendientemente de su verbo bello y apasionado, esta alianza eliminó a Francia del grupo de los países europeos que podrían, con sus grandes intereses económicos en Cuba, ayudar a neutralizar las pretensiones estadounidenses de apropiarse también del Caribe.

No percibía Martí, en esa delegación, a hombres alegres, satisfechos de la grandiosidad del gesto y su recepción, sino a rostros adustos que sabían exactamente cuál era su misión y cómo cumplirla. Veía a Bar-tholdi inmerso en “una vaga tristeza” que “le baña el semblante: un dolor casto le luce en los ojos: anda como en un sueño”.16 Spuller,17 en cambio, exministro y en ese momento diputado, “trae ahora baja la ca-beza, como todos aquellos que se recogen para acometer”.18

Se venía a Nueva York a sellar, con el inmenso monumento, una alianza política iniciada en la lucha por la independencia de Estados Unidos, cuando la fortuna de la guerra ofreció a Francia la oportunidad de golpear sensiblemente a Inglaterra, su vieja enemiga. No era el ob-sequio, en verdad, un gesto romántico que evocara la amistad y la iden-tidad de principios entre una gran república y la otra: era el intento de asegurar para el futuro, cuando el común enemigo alemán pretendiera nuevamente la solución militar de sus contradicciones con Francia, el apoyo de los ya poderosos Estados Unidos, con su inagotable potencial natural, industrial y humano, que a partir de la primera mitad del siglo xx, y hasta el día de hoy, serían decisivos en los conflictos europeos.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 78 23/07/2015 13:53:58

Page 79: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

79

¿Qué ofrecía Francia a Estados Unidos? Ofrecía su apoyo a los intereses estadounidenses en Europa, y la llave del predominio estratégico en el hemisferio: el Canal de Panamá, algunos de cuyos grandes técnicos integraron, en gesto nada casual, la delegación oficial de Francia a la entrega formal de la Estatua de la Libertad, encabezada nada menos que por Lesseps, jefe de las obras del canal. Martí aprovecha para sugerir, bastante temprano por cierto, en palabras que atribuye al venerable francés, la posible transferencia a Estados Unidos de la construcción del canal: “¡Hasta luego en Panamá! donde el pabellón de las treinta y ocho estrellas de la América del Norte irá a flotar al lado de las banderas de los Estados independientes de la América del Sur, y formará en el Nue-vo Mundo para el bien de la humanidad, la alianza pacífica y fecunda de la raza francolatina y de la raza anglosajona”. Puede ir fuente

Nada podía ser más grato a Estados Unidos que ese reconocimiento de su poder por uno de los más grandes países europeos, lo que sugería su temprano ascenso al círculo de las grandes potencias y la siempre interesante perspectiva de poder dividir a Europa.

Después de su viaje a Estados Unidos, Bartholdi rápidamente con-virtió a su primer proyecto, con unas pocas modificaciones cosméticas,19 en un símbolo de la amistad franco-estadounidense. Cuando hizo su entrada por Nueva York, notó una pequeña isla fortificada, la de Bedloe, (hoy Isla de la Libertad) cercana al canal por donde deben navegar todos los barcos que atracan en el puerto de Nueva York. Le pareció ideal el lugar para erigir su estatua porque aseguraría que fuera vista por cen-tenares de miles de personas que viajaban anualmente desde todos los puntos del planeta a la urbe neoyorquina. Fue allí donde a la postre se erigió la Estatua de la Libertad.

Bartholdi estaba ahora seguro, después de precisar el entorno en el que la estatua sería levantada, que el monumento no parecería excesi-vamente grande, excepto para los que se encontrasen cerca de su pedes-tal. Sería mayor que cualquier estatua antigua o moderna, pero el escultor la concebía en el inmenso cuadro del puerto neoyorquino que debía prácticamente rodearla, en completa armonía con la totalidad del escenario.20

Armado de un crecido número de cartas de presentación proporcio-nadas por Laboulaye, Bartholdi realizó una extensa gira por Estados Unidos, en el curso de la cual se entrevistó con grandes figuras políticas e intelectuales, entre los que sobresalen el poeta Henry Wadsworth Longfellow,21 el presidente Ulysses S. Grant,22 el teniente general Philip Henry Sheridan,23 el reformador Peter Cooper,24 John W. Forney, editor

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 79 23/07/2015 13:53:58

Page 80: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

80

de diarios y político, Charles Sumner,25 coinventor del gramófono, y otros. No logró, sin embargo, convencer a sus interlocutores de que aceptasen el principio de financiar el pedestal, en tanto que el costo de la estatua propiamente dicha sería sufragado con fondos voluntariamen-te aportados por el pueblo francés.

Sobrevino un período complicado que obligaría a modificaciones sucesivas del proyecto original, en realidad de poca monta, en el que el factor del financiamiento a ambos lados del Atlántico devino cada vez más apremiante. La Union Franco-Americaine, integrada inicialmente por los descendientes de los héroes franceses que lucharon contra In-glaterra en la guerra de independencia de Estados Unidos, creada desde mucho antes para organizar la recolecta de fondos y coordinar los es-fuerzos del pueblo, gradualmente acumuló recursos para iniciar el tra-bajo más complejo. Las exiguas filas de la unión se vieron reforzadas por los militares que sobresalieron en la defensa de Francia en la Guerra Franco-Alemana, lo que evidencia que la política exterior francesa tras-cendía meros gestos de amistad. En trazos breves y fulgurantes Martí caracteriza a la mayoría de los delegados franceses. Además de Spuller, “el amigo de Gambetta”,

[…] es Jaurés26 valeroso, que sacó con gloria del combate de Mamers los doce mil soldados, mordidos de cerca por los alema-nes: es Pelissier,27 que herido en Nogent-sur-Marne empuja con la mano pálida la rueda de sus cañones: es el teniente Ney,28 que cuando sus franceses aterrados huían de una trinchera toda en fuego, abrió los brazos y afirmó el pie en tierra, y a empellones, bello el rostro con un resplandor de bronce encendido, echó a los cobardes sobre la boca terrible, y entró por ella: es Laussedat,29 el coronel canoso que amasó murallas con manos de joven contra las armas prusianas: es Bureaux de Pusy,30 que no dejó caer entre los enemigos la espada de su bisabuelo Lafayette:31 es Des-champs,32 el alcalde de París, que fue tres veces hecho prisionero por los alemanes, y se escapó tres veces: es el joven marino Vi-llegente,33 figura viva de un cuadro de Neuville:34 es Caubert,35 abogado de espada, que quiso hacer con los abogados y los jueces una legión para sujetar el paso a Prusia: es Bigot,36 es Meunier,37 es Desmons,38 es Hielard,39 es Giroud,40 que han servido a la patria bravamente con la bolsa o la pluma: es Bartholdi, el creador de la estatua, el que en los ijares de la fortaleza de Belfort41 clavó su león sublime.42

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 80 23/07/2015 13:53:58

Page 81: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

81

Con el mayor realismo Martí puntualiza: “Ved a los diputados: todos ellos han sido escogidos entre los que pelearon con mayor bravura en la guerra en que perdió Francia a la Alsacia”.43

La composición de esta delegación, plena de hombres notables, menos por las posiciones que ocupaban en la sociedad francesa que por su his-torial de guerra, marcó un cambio con respecto a representaciones francesas anteriores, como la que se enviara por el Centenario de la batalla de Yorktown (1881), en la que predominaron los descendientes, todos ellos de la nobleza francesa, de los oficiales que lucharon en la guerra de independencia de Estados Unidos: Lafayette, Noaille, De Grasse, Rochambeau y otros. En esas circunstancias apareció el dinero para continuar con mayor celeridad el trabajo, y la estatua, pieza a pie-za, fue cobrando vida como por arte de magia.

En 1876 el escultor viajó nuevamente a Estados Unidos. Había ter-minado el brazo de la estatua, mostrada al público en la Exposición Universal de Filadelfia, la del Centenario. Finalmente en 1877 los esta-dounidenses inauguraron la suscripción para la construcción del pedestal.

A su retorno, Bartholdi inició su trabajo a fondo en la estatua en los talleres Gaget-Gauthier de París.44 La cabeza, para la que su madre modeló, se logró con relativa facilidad y rapidez. Más lentos fueron los primeros pasos en Estados Unidos. En 1884 se colocó la primera piedra del pedestal en una ceremonia masónica. Y no fue sino al año siguiente que los estadounidenses lograron reunir los 150,000 dólares que faltaban para concluirlo, bajo la supervisión del arquitecto estadounidense Ri-chard M. Hunt,45 que dedicó nueve años de su vida a formarse profesio-nalmente en Francia.

Por aquellos días las aún tolerables fricciones en el Pacífico e inclu-so en el Caribe escalaron en 1884 a incidentes diplomáticos graves entre el nuevo y agresivo imperio alemán y la nueva república imperial de Estados Unidos, por la inconveniente política de inmigración estado-unidense, que hacía de la emigración de la juventud alemana a Estados Unidos su principal objetivo, y después por la lucha en ocasiones vio-lenta por las islas del gran océano, cuyo seguimiento periodístico rea-lizaba Martí casi religiosamente.

Entre 1880 y 1886 los franceses acumularon los fondos necesarios para terminar la estatua. En ese periodo el cuerpo del monumento se armó y montó. Después se desmontó pieza a pieza y se repartió en las más de trescientas cajas en las que el pequeño vapor Idsere, aportado por el gobierno francés, lo transportó en 1885 a Nueva York, hasta su inau-guración en 1886.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 81 23/07/2015 13:53:59

Page 82: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

82

Algunos críticos ponen en duda el valor artístico de la estatua: en-tienden que la estructura es más una obra arquitectónica que una escul-tura. En verdad, se realizó con placas de cobre repujado y martillado, a veces caliente, a partir de cuatro modelos sucesivos de la estatua gra-dualmente mayores y líneas progresivamente más sencillas. Las placas de 2.5 centímetros de grosor fueron remachadas sobre una estructura de hierro concebida inicialmente por Eugéne Violet-le-Duc46 a partir de soluciones puestas en práctica desde el siglo xvii en la estatua monu-mental de San Carlos de Borromeo47 en Arona, Italia. Al fallecer Violet-le-Duc en 1879, Bartholdi se dirigió a Alexandre-Gustave Eiffel48 y el ingeniero aportó otra solución en carpintería metálica, cuyos cálculos efectuó Maurice Koechlin, el mismo que más tarde le ayudó a realizar la famosa torre en París.

Para concluirla se requirieron, en suma, ciento veinte toneladas de hierro, ochenta toneladas de cobre y trescientos mil remaches. La esta-tua mide cuarenta y ocho metros de altura sin su pedestal, que a su vez llega a los veinticinco metros de alto. La cabeza49 alcanza unos cinco metros y la nariz más de un metro. La imagen es la de una mujer coro-nada, que esgrime una antorcha en su mano derecha y sostiene en la izquierda una tabla con el número 1776, año de la independencia de Estados Unidos. Se la consideraba un símbolo de la libertad de los pue-blos y de la “nueva democracia” que debía extenderse por el mundo. Emblema de la luz y el saber de los hombres, la antorcha justifica el título de la estatua: La Libertad alumbrando al mundo. Es evidente que se trata de lugares comunes repetidos una y otra vez durante siglos. Martí liquida en breves trazos cualquier pretensión de originalidad en la obra y subraya más bien la continuidad de tradiciones seculares: “De Moisés tiene las tablas de la ley; de la Minerva el brazo levantado; del Apolo la llama de la antorcha; de la Esfinge el misterio de la faz; del cris-tianismo la diadema aérea”.50

La historia posterior de la Estatua de la Libertad no cesa con la re-petición de los principios originales que decía representar. En pocos años la obra de Bartholdi se convirtió en “madre de los emigrados y exilados”, que al llegar por decenas de miles al puerto de Nueva York vislumbraban, de noche o de día, aparte del perfil brumoso e incierto de la ciudad, el imponente contorno de la famosa estatua, convertida desde principios del siglo xx en imagen edulcorada de una política migratoria cuyo objetivo verdadero es privar a la humanidad desposeída de sus mejores talentos. A esta transformación de su sentido contribuyó un sencillo soneto, El Nuevo Coloso, escrito en 1883 por Emma Lazarus,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 82 23/07/2015 13:53:59

Page 83: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

83

una judía sefardita nacida en Nueva York, de familia adinerada y ator-mentada por los crímenes contra los judíos en la Rusia zarista. Sus versos apasionados51 fueron perpetuados, en 1903, al inscribírseles en una pequeña placa de bronce y colocárseles por gestión de la filántropo Georgina Schuyler, millonaria hebrea, en el pedestal de la estatua. Des-de entonces, todo el que visita el museo puede leer el soneto, tradición que ha convertido a la estatua en un mito muy diferente al significado original concebido por Bartholdi.

Pero en aquel brumoso atardecer del 28 de octubre de 1886 Martí no tuvo ojos más que para aquella visión resplandeciente, “hecha, más que de bronce, de todo lo que del alma humana es oda y sol” —la ansia-da libertad del pueblo cubano. Por eso no escatimó palabras en ese día, confundiéndose en el abrazo con Víctor Hugo, gran amante de la audaz escultura, y de Domingo Sarmiento, admirador de la prosa apasionada de Martí, para expresar su esperanza, pensando tal vez en su patria y en otros pueblos latinoamericanos oprimidos: “¡Tu sombra, pues, oh li-bertad, convence: y los que te odian o se sirven de ti se postran al man-do de tu brazo!”52 Desde entonces, Martí mantuvo siempre una minia-tura de la estatua en su escritorio.

Tomado de la revista Honda, La Habana, Sociedad Cultural José Martí, no. 9, 2003.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 83 23/07/2015 13:53:59

Page 84: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

84

NOTAS

1 Fue esta crónica la que movió a Domingo Sarmiento a prodigar elogios encendidos a Martí. Veamos lo que dijo con exactitud Sarmiento:

Tuvo la inauguración de la estatua […] por historiógrafo a Martí, un cubano, creo, y Ud. verá que sus emociones son las del que asoma a la caverna de los cíclopes u oye, la algazara de los titanes o ve rebullirse el mundo futuro […]. Siendo Martí cubano, póngase “elocuencia hispa-noamericana”. Y bien, todas las grandezas que Martí, nuestro repre-sentante de la lengua castellana ha sentido, acogido y descrito van a quedar en Buenos Aires, y pasar como ráfaga perfumada de una hora […]. Y aquí viene el objeto de esta carta y es pedirle que traduzca al francés el artículo de Martí, para que el teléfono de las letras lo lleve a Europa, y haga conocer esta elocuencia sudamericana áspera, capitosa, relampeagadora, que se cierne en las alturas sobre nuestras cabezas […]. En español nada hay que se parezca a la salida de bramidos de Martí, y después de Víctor Hugo nada presenta la Francia de esta re-sonancia de metal. […]. Deseo que le llegue a Martí este homenaje de mi admiración por su talento descriptivo y su estilo de Goya, el pintor español de los grandes borrocones con que habría descripto el caos. [Carta de Domingo Sarmiento a Pablo Groussac de la Redacción de La Nación, Buenos Aires, 4 de enero de 1887, en Obras completas de D. S. Sarmiento, 1900, t. XLVI, p. 174]

2 José Martí: “Correspondencia particular de El Partido Liberal. Descripción de las Fiestas de la Estatua de La Libertad”, en Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, t. 24, p. 292. [En lo adelante, OCEC. (N. de la E.)]

3 Edouard René de Laboulaye: (1811-1883). Político y escritor francés, princi-pal animador de la idea de crear la Estatua de la Libertad para ser entregada al pueblo estadounidense como un gran símbolo de la amistad eterna entre los pueblos de Francia y de Estados Unidos. Como prueba de esa amistad y de la comunidad de emociones y afinidades políticas de los dos pueblos, La-boulaye indicó que el pueblo de Estados Unidos honraba los recuerdos de las glorias comunes y amaba a Lafayette y a sus voluntarios como a sus propios héroes. Dijo en la primera reunión que sostuviera en su propia casa a mediados de 1865, que esa herencia común era de mucha más importancia en Estados Unidos que las acciones políticas del gobierno francés, según se informara en Harper s Weekly del 15 de diciembre de 1886. Esta idea inicial fue acordada con un grupo de importantes personalidades francesas en dicha reunión. A fin de proceder a dar cumplimiento al acuerdo, Laboulaye organizó la Union franco-americaine, cuya solicitud inicial de fondos fue suscrita por los descen-dientes de Noailles, Rochambeau y Lafayette.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 84 23/07/2015 13:53:59

Page 85: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

85

4 JM: “Correspondencia particular...”, ob. cit., p. 296.

5 Ídem.

6 Frederic-Auguste Bartholdi (1804-1904). Escultor monumentalista francés. Estudió Arquitectura en Alsacia y París y posteriormente Pintura con Ary Scheffer y Escultura con J. F. Soitoux. En 1855 realizó una gira por el norte de África y Oriente Medio en compañía del pintor francés J. L. Gé-rome. En una reunión en la residencia del político francés Edouard René de Laboulaye, con un grupo de personalidades y artistas franceses concibió la idea de desarrollar un proyecto de escultura monumental para ser obse-quiada por suscripción popular al pueblo estadounidense, como sello sim-bólico de una alianza política entre las dos repúblicas que se inició con la decisiva ayuda francesa al pueblo estadounidense en su lucha por la inde-pendencia contra Inglaterra y que se selló con la victoria de Yorktown, en 1781. Comenzó su labor en 1870, que interrumpió en el propio año para combatir la invasión alemana de Francia. Aún más motivado, Bartholdi reinició sus labores después de la guerra. Con fondos colectados entre los pueblos de Francia y Estados Unidos, pudo ver su gigantesca estatua, que tituló La Libertad alumbrando al mundo, inaugurada el 28 de octubre de 1886. Esa es su obra más conocida. Pero la más importante y artísticamen-te válida tal vez sea el León de Belfort, obra monumental concluida en 1880. Fue esculpida directamente de la roca en las laderas de una elevación que se encuentra en el centro de la ciudad, que conmemora su obstinada defen-sa al asedio alemán durante ciento tres días. De toda la región alsaciana, fue la única ciudad que los alemanes dejaron en poder de Francia después de la guerra.

7 Bartholdi combatió en las filas de la Guardia Nacional y fue miembro del Estado Mayor de las fuerzas que el patriota italiano Giuseppe Garibaldi comandara en los bosques Vosgos.

8 Gran Esfinge de Giza. Data del año 2500 a.n.e. y fue construida en Egipto. Mide unos veinte metros de altura y alrededor de setenta y tres de largo. Fue una de las piezas que Bartholdi estudió, por su tamaño colosal, para construir la Estatua de la Libertad.

9 JM: “Correspondencia particular...”, ob. cit., p. 299. 10 Ferdinand Marie, vizconde de Lesseps (1805-1894). Diplomático e ingenie-

ro francés, nacido en Versalles. Ingresó en el servicio consular en 1825 y ocupó varios cargos diplomáticos. Mientras trabajaba como vicecónsul en Egipto (1832-1837), concibió e inició un proyecto para la construcción de un canal en el istmo de Suez. Las obras comenzaron el 25 de abril de 1859 y el canal se inauguró el 17 de noviembre de 1869. Por su éxito en esa obra recibió numerosos honores. El éxito le valió la designación a la presidencia de la compañía que laboró en la construcción del Canal de Panamá de 1881 a 1888. El proyecto fue abandonado al quebrar la compañía a cargo de la

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 85 23/07/2015 13:53:59

Page 86: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

86

obra, y descubrirse irregularidades administrativas, por las cuales Lesseps fue juzgado y condenado, pero no castigado.

11 Martin Franzbach, investigador alemán contemporáneo, halló documentos en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bonn que indican que Bismarck tenía planes para Cuba, entre ellos el establecimiento de una base naval y la promoción de una política de emigración hacia la Isla. Ninguno de esos planes se materializó.

12 Otto Eduard von Bismarck-Schönhausen (1815-1898). Político prusiano, fundador y primer canciller del Segundo Imperio Alemán (1871-1890). Su principal realización fue la unificación de los Estados alemanes en un solo imperio, lo que logró, según previera, no con resoluciones parlamentarias o negociaciones, sino a base de “sangre y hierro”, afirmación que le ganara el sobrenombre de “El Canciller de Hierro”. En 1864 anexó las provincias de Schleswig y Holstein, entonces bajo control de Dinamarca. En 1866 derrotó a Austria y se anexó a Hannover. En 1870 provocó la guerra con Francia y la derrotó, privándola de Alsace-Lorraine. En 1871, en territorio francés ocupado, declaró el Segundo Imperio Alemán, con Guillermo como rey y él, Bismarck, como primer ministro. Fue cauto y astuto en política exterior y en política interna estableció el seguro social, médico y de acci-dente de trabajo, además de programas para la jubilación.

13 JM: “Correspondencia particular...”, ob. cit., p. 299. Hemos visto que Bar-tholdi era alsaciano y Alsacia había quedado bajo dominación alemana después de la guerra, con excepción de la ciudad de Belfort y sus alrededo-res, cuyos pobladores lucharon durante ciento tres días contra el asedio alemán.

14 Elizabeth Koed: “A symbol transformed: the Statue of Liberty”, The Social Contract, Spring, 1993.

15 Christian Blanchet y Bertrand Dard: Statue of Liberty. The first hundred years, New York, 1987.

16 JM: “Correspondencia particular...”, ob. cit., p. 109.17 Eugene Spuller (1835-1896). Político y escritor francés de padre alemán y

madre francesa. Después de graduarse de Derecho en Dijon, se estableció en París, donde fue admitido a la profesión. Allí se relacionó estrechamen-te con Gambetta, con quien colaboró en 1868 en la publicación Revue Po-litique. Ya desde entonces se había definido como republicano. Durante el sitio de París escapó en globo de la ciudad con Gambetta, convirtiéndose en la mano derecha de ese dirigente en las provincias, cuando este conducía la defensa militar contra Alemania. Después de la paz, editó el órgano parisino de su jefe, La République Francaise, hasta que en 1876 ingresó en la Cámara de los Diputados por el Departamento del Sena. Fue ministro de Relaciones Exteriores durante de la administración de Gambetta y subsiguientemente vicepresidente de la Cámara. En el gabinete de Rouvier

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 86 23/07/2015 13:53:59

Page 87: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

87

de 1887, fue ministro de Educación, Religión y de las Artes, y bajo Tirad (1889-1890), ministro de Relaciones Exteriores. En el gabinete de Casimir-Périer fue ministro de Educación. Publicó algunos volúmenes con sus discursos y biografías de Ignacio Loyola (1876) y Michelet (1876). El 28 de octubre de 1886, como diputado de la asamblea francesa, integró la dele-gación que entregó la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense.

18 JM: “Correspondencia particular...”, ob. cit., p. 300.19 La faz ligeramente negroide de la versión “africana” fue modificada hasta

representar una bella cara de rasgos clásicos, para la que sirvió de modelo la propia madre de Bartholdi.

20 Estas palabras se encuentran en una carta de Bartholdi a un amigo, citadas por Rodman Gilder: The Statue of Liberty Enlightening the World, Nueva York, Imprenta The New York Trust Co., 1943.

21 Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882). Poeta norteamericano. Consi-derado una especie de cantor nacional, escribió novelas, obras dramáticas y ensayos literarios, pero su principal renombre lo debió a sus baladas y canciones. Algunos consideran su mejor creación Evangeline, a Tale of Ar-cadie, (1847). Martí dedicó dos comentarios a su muerte, publicados en La Opinión Nacional, de Caracas, el 22 de marzo y el 11 de abril de 1882. Se conservan fragmentos de una traducción de Martí de dos poemas “It is not always May” y “The song of Hiawatha”.

22 Ulisses Simpson Grant (1822-1885). Militar y político estadounidense. General en Jefe de las fuerzas de la Unión durante la Guerra de Secesión. Recibió la rendición de los confederados en Appomatox. Fue electo presi-dente de su país en 1868 y en 1872. Su gobierno se caracterizó por el im-petuoso desarrollo económico y la reconstrucción de los desastres de la guerra, así como por los grandes escándalos de corrupción financiera. La agonía y muerte de Grant fueron descritas en dos formidables textos mar-tianos, publicados en La Nación de Buenos Aires: uno, el 2 y 13 de junio, y otro, el 20 de septiembre de 1885; el 27 de septiembre el mismo periódico argentino publicó otro artículo de Martí sobre el general y su país. Estos textos son considerados piezas maestras de investigación biográfica.

23 Phillip Henry Sheridan (1831-1888). General norteamericano. Combatió con las fuerzas federales durante la Guerra de Secesión. En 1883 fue nom-brado jefe máximo del ejército de su país. Escribió Personal Memoirs (1888). Martí le dedicó una crónica en La Nación, de Buenos Aires, el 3 de octubre de 1888.

24 Peter Cooper (1791-1883). Empresario, inventor y filántropo norteameri-cano, nacido en la ciudad de Nueva York. En 1821 compró una fábrica de cola, que bajo la administración de Cooper resultó altamente exitosa. Con abundante capital disponible, invirtió en la fundición de hierro en Baltimo-re y en las minas de mineral de hierro en Nueva Jersey y Pennsylvania. En

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 87 23/07/2015 13:53:59

Page 88: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

88

1830 diseñó la primera locomotora a vapor. Su ayuda financiera a Cyrus W. Field aseguró la instalación del primer cable trasatlántico. En 1859 fue cofundador de la Cooper Union for the advancement of Science and Art, que contribuyó al establecimiento de una universidad gratuita. En 1876 el Greenback Party lo eligió candidato a la presidencia de Estados Unidos, pero fue derrotado por Rutherford Birchard-Hayes.

25 Charles Sumner (1811-1874). Estadista norteamericano. Durante la Guerra Civil fue el más vigoroso abogado de la emancipación y de la inclusión de los negros en el ejército de la Unión. Su defensa de la igualdad de los negros le valió una agresión física, en pleno Senado, por parte de un representan-te de Carolina del Sur, lo que lo incapacitó por varios años. Se opuso al intento de Grant de anexión de Santo Domingo, en 1870.

26 Constante Levis Jean Benjamín Jaurés. Oficial naval francés, capitán de navío durante la Guerra Franco-Prusiana de 1870-1871, una de las peores catástrofes en la historia de Francia. Fue transferido a las filas del ejército con el grado de general, y se distinguió en las batallas defensivas contra Prusia y sus aliados alemanes, incluso durante el sitio de París, a pesar de ser partidario de la monarquía. En su notable hoja de servicios se afirma que se destacó en los combates en Mans, Marchenoir y Sillé-le Guillaume. En 1878 fue devuelto a la marina de guerra con grado de contralmirante, nombrado senador inamovible, y posteriormente embajador en España y Rusia. De 1883 a 1884 fue comandante en jefe de la Escuadra de Evolución. El 28 de octubre de 1886, con el grado de contralmirante, integró la dele-gación francesa como delegado del Senado francés en las ceremonias de la entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense, el 28 de octubre de 1886. En 1889 se le designó ministro de la Marina, poco antes de su muerte.

27 Philippe Javier Pelissier (1812-?). Militar francés. Combatió en la campaña de Crimea (1854). Se destacó en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871). Fue herido en Nogent le Rotrou (no en Nogent-Sur-Marne) y subsiguien-temente ascendido a general. Al firmarse la paz se licenció del ejército y en 1876 fue electo senador por el Haute Marne. Como general de la reserva y senador, participó, como delegado del Senado, en las ceremonias de la en-trega de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense, el 28 de octubre de 1886.

28 Napoleón Joseph Paul Ney (1849-1900). Militar francés, héroe de la Guerra Franco-Prusiana. Entre los años 1870 y 1871 ostentó el grado de teniente. Se distinguió en los combates durante el sitio de París. Después fue trasla-dado a Argelia. En 1878 fue ascendido a capitán. Se le confiaron misiones en el Oriente, España y Portugal. Volvió a África en 1883 y en ese año se licenció del ejército. Fue miembro de la delegación francesa que participó en las ceremonias por la entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense, en Nueva York, el 28 de octubre de 1886. En ese momento

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 88 23/07/2015 13:53:59

Page 89: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

89

era presidente de la Societé de Geographie Commerciale. Obras: Manuel du Voluntariat d´un an (1874); Histoire de la Carte de l´Etat Major (1877); En Asie Centrale a la Vapeur (1888); Les Societe s Secretes Musulmanes (1890) y Tiflis.

29 Aimé Laussedat (1819-1907). Militar francés, coronel de ingeniería, héroe de la Guerra Franco-Alemana, inicialmente especializado en el trazado de mapas militares y posteriormente devenido fotógrafo precursor de la foto-grafía aérea. Desarrolló la técnica de lo que llamó fotometría. Estuvo presente como miembro de la delegación francesa a las ceremonias por la entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo norteamericano, el 28 de octubre de 1886. Pronunció un discurso en el banquete que se ofreció a la delegación francesa el 10 de noviembre de 1886. En ese momento era di-rector de la Escuela de Artes y Oficios de París.

30 Coronel vizconde de Bureaux de Pusy. Militar francés que procede de una antiquísima familia noble de la región de Pusy. Según la prensa estadou-nidense, nieto del general La Fayette. Se destacó en las operaciones de la Guerra Franco-Prusiana de 1870-1871. Asistió a los festejos de la inaugu-ración de la Estatua de la Libertad en Nueva York en 1886 como delegado del ministro de la Guerra de Francia. Era en ese momento segundo coman-dante de la Escuela Politécnica de Francia. Fue también delegado de Fran-cia en 1881 a la conmemoración del centenario de la batalla de Yorktown, que selló el fin de la Guerra de Independencia de Estados Unidos.

31 La Fayette, Marie Joseph Paul Ives Roch Gilbert Du Metier, Marquis de (1757-1834). Militar y político francés que luchó del lado de los revolucio-narios estadounidenses durante la guerra de independencia, y más tarde participó activamente en la Revolución Francesa. Nació en el seno de una familia noble. Se educó en la Escuela de Louis-le-Grand de París. De 1771 a 1776 prestó servicios en el ejército francés, periodo en el que llegó al grado de capitán. Al declarar las Trece Colonias su independencia de In-glaterra, La Fayette viajó a América y ofreció sus servicios al Congreso Continental, que los aceptó y le otorgó el grado de mayor general del Ejército Continental. La Fayette estableció estrechas relaciones con el general George Washington, que lo incorporó a su Estado Mayor. Combatió y fue herido en la batalla de Brandywine, lo cual le valió el ascenso a comandante de división. También intervino en la batalla de Monmouth. En 1778 Fran-cia y Estados Unidos establecieron una alianza. En los seis meses subsi-guientes, La Fayette viajó a Francia, donde logró la concesión de ayuda financiera y militar. En 1780 regresó a Estados Unidos y prestó servicios relevantes en la campaña de Virginia, que concluyó con la rendición del general Lord Charles Cornwallis en Yorktown, en 1781 y la independencia de Estados Unidos.

32 M. Deschamps. Político francés de actuación sobresaliente en la defensa de su país durante la Guerra Franco-Alemana. Fue miembro de la delegación francesa a la entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 89 23/07/2015 13:53:59

Page 90: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

90

el 28 de octubre de 1886. No era, en ese momento, alcalde, sino vicepresi-dente del Consejo Municipal de París.

33 Jean Fabien Hestion Villegente. Oficial de la Marina de Guerra de Francia.Se destacó en la defensa de su país durante la Guerra Franco-Alemana de 1870-1871. Como ayuda de campo del ministro de la Marina, con el grado de teniente de navío, fue miembro de la delegación francesa a las ceremonias por la entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense, en Nueva York, 28 de octubre de 1886.

34 Alphonse Marie de Neuville (1836-1885). Pintor francés de temas militares, émulo y colaborador de Detaille. Comenzó a estudiar pintura en 1856, después de haberse graduado en el Colegio Naval de Lorient. Fruto de su labor es el cuadro El quinto batallón de cazadores de la batería de Gervais. En el Salón de 1861 exhibió su obra Los guardias de la caballería ligera en las trincheras de Mamelan antes de Le Bourget (1872), Sorpresa antes del amanecer (1878), Le combat du Bourget, Les dernieres cartouches. En 1881 fue condeco-rado como oficial de la Legión de Honor de Francia.

35 M. Caubert. Miembro de la Union Franco-Americaine y de la delegación francesa a la entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo de Estados Unidos, en Nueva York, el 28 de octubre de 1886.

36 Charles Bigot (1840-1893). Periodista francés, activo en la defensa de su país durante la Guerra Franco-Alemana de 1870-1871. Fue delegado de la prensa francesa a la ceremonia de la entrega de la Estatua de la Libertad, el 28 de octubre de 1886. Fruto de esa visita es su obra Journal de Voyage d´une Delegation (A. Dupret, París, 1887). También es autor de Gloires et Souvenirs Militaires, París, Librarie Hachette, 1912, y otras.

37 Leon Meunier. Político francés. Destacado por Martí por su comporta-miento digno durante la Guerra Franco-Alemana de 1870-1871. Fue dele-gado de la Union Franco-Americaine a las ceremonias por la entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense, el 28 de octubre de 1886.

38 Frédéric Desmons (1832-1910). Político francés nacido en el seno de una familia protestante. Estudió Teología en Ginebra (1853) y posteriormente en Estrasburgo. Alcanzó su grado de doctor en 1856. Fue presidente de la Iglesia Reformada y llegó a ser miembro del Gran Consejo Francmasónico de Francia. Se proyectó muy activamente en el ámbito político, destacán-dose en las filas de la llamada “extrema izquierda”. Resultó electo diputado en varias ocasiones. El 28 de octubre de 1886, como diputado, se encontra-ba en Nueva York integrando la delegación francesa que participó en la entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense. En 1894 se eligió senador y en 1898 llegó a la vicepresidencia de la Asamblea. En 1901 se le nombró miembro del Consejo Superior de Administración Penitencia-ria en el Ministerio del Interior de Francia. Obras: Essai historique sur le

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 90 23/07/2015 13:53:59

Page 91: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

91

mormonisme (1856) y Reponse a la lettre de l evéque de Nimes aux prtestants du Gard (1859).

39 M. Hielard. Empresario francés, que asumió una actitud digna durante la Guerra Franco-Alemana de 1870-1871. Fue delegado por la Cámara de Comercio de París a las ceremonias de la entrega de la Estatua de la Liber-tad, en Nueva York, el 28 de octubre de 1886.

40 M. Giroud. Político francés, de actuación digna en la defensa de su país durante la Guerra Franco-Alemana de 1870-1871. Fue delegado del Minis-terio de Comercio de Francia a las ceremonias de entrega de la Estatua de la Libertad al pueblo estadounidense, el 28 de octubre de 1886. En ese momento era diputado de la Asamblea Francesa.

41 Durante ciento tres días la pequeña ciudad de Belfort y su fortaleza en Alsacia resistieron el asedio de tropas alemanas durante la Guerra Franco-Prusiana de 1870-1871. En homenaje a su resistencia, el escultor francés, Auguste Bartholdi, autor de la Estatua de la Libertad, esculpió un monu-mental león rugiente en las propias laderas graníteas de una altura cercana al centro de la ciudad, considerada su obra maestra, que Martí evoca en sus crónicas.

42 JM: “Fiestas de la Estatua de la Libertad”, en La Nación, Buenos Aires, 1ro. de enero de 1887, OCEC, t. 24, pp. 315-316.

43 Ibídem, p. 317.44 Gaget, Gauthier & Cie., 25 Rue de Chazelles, París.45 Richard Morris Hunt (1827-1895). Arquitecto estadounidense. Estudió

Arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de París y llegó a ser el princi-pal exponente en Estados Unidos de la tradición de beaux arts, que enfati-zaba la dignidad, la simetría y la aplicación de detalles auténticos en los estilos históricos. Se le recuerda en su país por haber diseñado el Gran Salón del Museo Metropolitano de Nueva York en el estilo de una impo-nente basílica romana (1895-1902), además de haber supervisado la cons-trucción del pedestal de la Estatua de la Libertad.

46 Eugene Emmanuel Violet-Le-Duc (1814-1897). Arquitecto e historiador francés. Realizó un estudio especial de la arquitectura en Italia y Francia. Llegó a ser profesor de la École des Beaux Arts en 1863. Su obra maestra es el Diccionario de la arquitectura francesa del siglo xii al xvi. También publicó sus Discursos sobre arquitectura (1858-1872) y su Memoria de la defensa de París (1872). Como arquitecto se le recuerda por la reconstrucción de las torres de Saint Ouem y la Catedral de Carcasonne.

47 San Carlo Borromeo. Iglesia enclavada cerca del Lago Mayor en Arona, Italia, de donde procede Carlo Borromeo, prelado y reformador católico italiano, en cuyo interior se encuentra la figura del santo, mencionado por

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 91 23/07/2015 13:53:59

Page 92: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

92

Martí en su crónica. Su estatua, realizada por G. B. Crespi en 1696, tiene 75.5 pies de alto y fue erigida en dicha iglesia recubierta de cobre, plata y piedras preciosas sobre mampostería.

48 Alexandre-Gustave Eiffel (1832-1923). Ingeniero y constructor francés, famoso por la construcción de la torre que lleva su nombre, erigida en París. Estudió en el Liceo Real de Dijon y en la Universidad de Saint-Barbe de París. Tuvo varios éxitos iniciales en su carrera que le facilitaron crear su propia empresa especializada en estructuras de hierro forjado. En 1884 construyó el puente de Carabit, el más alto del mundo en su día. El mayor proyecto de su carrera fue la torre, construida en conmemoración del centenario de la Revolución Francesa.

49 En su cabeza caben cuarenta personas.50 JM: “Fiestas de la Estatua de la Libertad”, ob. cit., p. 320.51 Su soneto pide a los países del mundo que den a Estados Unidos “todos los

cansados, los pobres. Las masas que desean respirar libremente”, por los cuales la estatua “levanta su antorcha ante las puertas de oro”.

52 JM: “Fiestas de la Estatua de la Libertad”, ob. cit, p. 326.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 92 23/07/2015 13:53:59

Page 93: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

93

Capítulo VJosé Martí y Brasil

La tradicional emulación entre Brasil y la Argentina fue objeto, a partir de la década del ochenta, de la atención de José Martí por su efecto potencial en las aspiraciones de Cuba a la independencia. El contexto histórico le obligó a medir sus acciones y sus comentarios públicos sobre Brasil a fin de favorecer a las fuerzas políticas hispanoamericanas, en particular a las que se identificaban con la Argentina, aliadas potencia-les de los intereses independentistas de Cuba, y a cuidar a aquellas que pudiesen oponerse a las aspiraciones del pueblo cubano, aliadas princi-palmente a Estados Unidos.

Al revisar los escritos conocidos de José Martí en busca de referen-cias suyas a Brasil, durante una intensa gira de divulgación de la vida y la obra del Héroe Nacional de Cuba por las universidades brasileñas, nos llamó la atención que de ello hubiera escrito tan poco, de lo que también se percataron los alumnos universitarios a los que me dirigí, sobre un país de obvio relieve geopolítico en nuestro hemisferio, por cierto her-manado con Cuba por el factor común de la herencia africana. Algunos historiadores brasileños han afirmado que en el siglo pasado Brasil vivió de espaldas a la América Latina, con prisma imperial fijo en las viejas posesiones africanas de Portugal, país al que por un prolongado perio-do sustituyó en las relaciones metrópoli-colonia. Esta tendencia brasi-leña a apartarse de Hispanoamérica se extendió a la primera república, cuando se convirtió en política lo que ya antes era una inclinación a la convergencia internacional del Brasil imperial con Estados Unidos. No impidió esto que dicho país, monárquico primero y republicano después, llevara a cabo una vigorosa interacción de fronteras con Argentina Uruguay, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Paraguay y la entonces Guayana Británica, países que de alguna manera y en varios periodos

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 93 23/07/2015 13:54:00

Page 94: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

94

del siglo xix y xx contribuyeron por la vía militar o mediante negocia-ciones, a ensanchar las ya entonces generosas fronteras brasileñas. ¿Podemos concebir que un país física y políticamente tan prominente, que ocupaba la mitad del área de toda América del Sur y también la mitad de su población, fuese ignorado por una inteligencia genial, polí-ticamente culta, informada por publicaciones seriadas y diarias del Sun de Nueva York, The New York Times, The Nation, The New York Herald, The New York Tribune, The New York Evening Post, The New York Mail and Express, The Century, Ilustrated London News, América Ilustrada, Harper¨s Weekly y otras, citadas en sus artículos a La Nación de Buenos Aires y El Partido Liberal de México? ¿Sería concebible que Martí, periodista —encargado de reportar para La Nación de Buenos Aires, El Partido Liberal de México y periódicos y publicaciones de otros países hispanoamericanos y de Estados Unidos el complejo acontecer diario de la política internacional de los preparativos y posterior realización de la Conferencia Internacional Americana y de la Comisión Monetaria In-ternacional Americana— desconociese las posiciones y sus antecedentes históricos de cada uno de los países asistentes, sobre todo de la Argen-tina, del Brasil, de México y de Estados Unidos? No parece verosímil.

Ya por aquellos días Martí tenía habilidad como periodista, pero menos como corresponsal. Pero ya había superado el aprendizaje básico en esa difícil categoría periodística y a menudo se valía de recursos indirectos para sugerir sus puntos de vista. Cuando escribía para La Nación, en 1889, evidenció un fino estilo irónico en una matizada cró-nica sobre la repostería, el vestir y la decoración americanos en dicha conferencia: “el guayabate dulce de México, champaña en una botella en la otra vino de parras. El Brasil, de uniforme”. ¿Pudiera considerarse fortuito o la búsqueda de un efecto literario que Martí interrumpiera el flujo narrativo de su crónica con la frase “el Brasil, de uniforme?” Des-de luego que no. Este artículo fue escrito una semana antes del golpe militar republicano. Después del golpe, diría “del Brasil se habla aún, y gana campo el rumor de que la República no vino como debía, con la ley por delante, sino que nació fuera de mes, con más levadura de ejército de la que conviniera; aunque otros dicen que no anda mal, que es peca-do de origen el gobierno que tiene de muestras al intrépido orador Barbosa y al prudente Bocayuva”.1

Después de proclamada la república, el 3 de febrero de 1890, Martí refiere a sus lectores argentinos que en Estados Unidos:

Se habla menos de la “napoleonada de ese felino Fonseca”, y se comenta la demora que los republicanos opusieron, por prudencia

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 94 23/07/2015 13:54:00

Page 95: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

95

según ellos, y por amores monárquicos según sus enemigos, al reconocimiento “de una república que venía echando raíces de lejos y en nada se desacreditará con tropezar en sus primeros años con las mismas dificultades de celos de provincia, y espíritu centralizador, y de intereses esclavistas con que acá en el norte tropezamos nosotros”.

El comentario es rico en matices sobre las altas y bajas de la política de Estados Unidos. Su contenido indica que el gobierno de Benjamín Harrison, que el año anterior había triunfado en las elecciones presidenciales, vacilaba en el reconocimiento de la flamante república brasileña, tal vez por temer la posible afectación de los intereses norteamericanos, ya considerables, en el Brasil, por la “imprevisibilidad” de los militares de ese país, y quizás también porque los demócratas astutamente dejaron esa responsabilidad a la nueva administración republicana.

¿Podía Martí, por otra parte, no estar en posesión de instrucciones, circulares e informaciones políticas de las oficinas consulares de las cancillerías de la Argentina, Paraguay y Uruguay, a partir de su desig-nación como cónsul de dichos países en Nueva York? ¿Puede argumen-tarse que Martí cónsul ignorase los pronunciamientos del argentino Ernesto Quesada, publicados en 1887, en los que afirma que todo cam-bio en la política estadounidense debía explicarse por sus conveniencias, en este caso por una economía en crisis? Según este periodista argenti-no, hijo de Vicente G. Quesada, a la sazón ministro extraordinario y plenipotenciario de la Argentina en Washington y amigo de Martí, la Conferencia en esa ciudad debía tocar tres puntos principales: la restric-ción del comercio interamericano solo al hemisferio; establecer una moneda común de plata, y un tratado de reciprocidad entre todas las naciones de América y Estados Unidos, según el cual todos los inter-cambios se realizarían sin cargos impositivos y en barcos de las partes. Además, se unificarían los impuestos aduaneros, los pesos y medidas, y se organizaría el arbitraje continental. Todo esto, para Quesada, su-ponía un serio peligro para la América Latina, que sería “norteameri-canizada” y convertida, económica y comercialmente, en tributaria de Estados Unidos.

Estos desempeñarían en América el papel de Prusia en Alemania. Tan peligroso era el proyecto, que los hombres de Estado de América Latina debían rechazar “el presente griego”, clara alusión al caballo de Troya, de Estados Unidos. Añadió que aún sin dar importancia a la parte polí-tica del proyecto, la enormidad del monopolio comercial derivado de la

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 95 23/07/2015 13:54:00

Page 96: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

96

parte económica era tal que los Estados latinoamericanos quedarían separados de Europa, a la que “debían su vida”, la emigración europea y sus capitales, amén de hacerles perder sus mercados de materias primas y sus “generosos” empréstitos. Llamada a ser un gigante, Ar-gentina no tenía por qué hipotecar su futuro suscribiendo convenciones internacionales tan onerosas. Fue esa, por cierto, la posición que Argen-tina mantuvo en la Conferencia de Washington. Muy comentada en su época, especialmente por los estadounidenses, esa política tiene que haber sido del conocimiento directo e indirecto de Martí, quien, como veremos, la justificó solo en sus connotaciones tácticas.

¿Habrá sido la “barrera del idioma”, incluso de la cultura, como me sugirieron algunos estudiantes en Brasil, el factor que explica las limi-tadas cuarenta y ocho ocasiones que Martí menciona al gran país sura-mericano a lo largo de veintiséis volúmenes, pero sobre todo en el tomo de documentación relativa a la conferencia de Washington? No fue esa la razón, como veremos en líneas posteriores.

Hágase una consulta comparativa rápida, en el índice de nombres geográficos de cualquiera de las ediciones de las Obras completas de José Martí, con otros países latinoamericanos y se tendrá una idea de las desproporciones numéricas entre las escasas menciones de Brasil y las numerosas de los demás países hispanoamericanos, para no hablar de las de sustancia. Mas no parece que existiesen en Martí “barreras idio-máticas” o culturales que inhibieran su curiosidad por Brasil. Algunas páginas de gran belleza descriptiva, publicadas antes de 1889, que indi-can además un nivel apreciable de información, nos dejó Martí sobre la selva brasileña.

En “Darwin ha muerto”, al recordar póstumamente el viaje del bri-llante naturalista británico por los países suramericanos, Martí, que acaso haya consultado las obras de Darwin para escribirlo, nos dice:

Aguárdase a monarca gigantesco cuando se entra en la selva brasileña, e imagínale el espíritu sobrecogido, con gran manto verde, como de falda de montaña, coronado de vástagos nudosos, enredada la barba en lianas luengas, y apartando a su paso con sus manos, velludas como piel de toro añoso, los cedros corpu-lentos. Toda la selva es bóveda, y cuelgan de los árboles guirnal-das de verde heno. De un lado trisca, en manada tupida, el ciervo alegre; de otro se alzan miles de hormigas que parecen cerros, y como aquellos volcanes de lodo del Tocuyo, que vio Humboldt; ora por entre los pies del caminante, salta el montón de tierra que echa afuera con el hocico horadador, el taimado tucutuco; ora aparece

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 96 23/07/2015 13:54:00

Page 97: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

97

brindando sosiego un bosquecillo de mandiocas, cuya harina nutre al hombre, y cuyas hojas sirven de regalo a la fatigada ca-balgadura. Ya el temible vampiro saja y desangra, con su cortan-te boca, el cuello del caballo que más que relincha, muge; ya cruza traveseando el guaibambí ligero, de alas transparentes, que relucen y vibran. Ábrese un tanto el bosque, mojado reciente-mente por la lluvia, y se ve, como columna de humo, alzarse del follaje, besado del sol, un vapor denso: y allá se ve la espléndida montaña, envuelta en vagas brumas. Mezclan sus ramas mangos y canelos, y el árbol del pan próvido, y la jaca, que da sombra negra, y el alcanfor gallardo. Esbelta es la mimosa; elegante, el helecho; la trepadora, corpulenta. Y en medio de la noche, lucen los ojos del cocuyo airado, que dan viva lumbre como la que enciende en el rostro humano la ira generosa! Y grazna el cucú vil, que deja sus huevos en los nidos de otros pájaros! El día renace, y se doblan, ante la Naturaleza solemne y coloreada, las trémulas rodillas.2

Otro párrafo de parecida fuerza evocadora le dedica Martí a Brasil en el artículo “La Exposición de París”: “El [pabellón] de Brasil: está allí también, como una iglesia de domingo en un palmar, con todo lo que se da en sus selvas tupidas, y vasos y urnas raras de los indios marajos del Amazonas, y en una fuente una victoria regia en que puede navegar un niño, y orquídeas de extraña flor, y sacos de café, y montes de diamantes”.3

Por otra parte, hay información de sobra en sus cuadernos de apun-tes y los fragmentos de que Martí seguía la evolución de la cultura en Portugal y Brasil:

PORTUGAL Y BRASIL.// Aunque murieron ya, hemos cono-cido y tratado a Garrett, a Herculano, al ciego Castillo; y viven y escriben aún Teófilo Braga, Latvio Coelho, Oliveira Martins, Antero de Quental, Tomás Ribeiro, &// En el Brasil, brillaron y brillan Gonçalves Dias Araujo, Porto Alegre y Magalhaes. Fernando Denis ha escrito (Tr.d. la Hista. de la Lit. Port.).4

En la propia fuente aparece un poema en el que Martí versifica palabras portuguesas combinadas con el español:

Gano un pedazo de panQue con sangre y muerte riegoEscribiendo fico y chegoEn casa de un alemán.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 97 23/07/2015 13:54:00

Page 98: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

98

Y al pie, la siguiente aclaración: “Palabras esp. del Port:—está rente, por estar junto a, clue: qué pachorra, qué chero, de qué cheiro, qué olor: chiflar, de chifrar, de chifre”.5

En una carta a su amigo Fermín Valdés-Domínguez, por otra parte, le confiesa: “Me vuelvo a mis afanes, que hoy son una traducción del portugués, que aprendí como algún día sabrás”.6 Una búsqueda más cuidadosa tal vez rinda otras evidencias. Pero lo expuesto es suficiente para indicar que Martí conocía la lengua, seguía la evolución de la cul-tura portuguesa y conoció personalmente también a varias figuras lite-rarias de Portugal, y tal vez de Brasil, aunque no haya escrito sobre el particular. Así, la hipótesis de la poca información de Martí sobre Bra-sil no resiste análisis.

En algunos círculos académicos brasileños me preguntaron también: ¿Será que Martí, que era republicano y de hecho trascendía el libera-lismo de su época, tenía reservas sobre el régimen monárquico y su esencia despótica y autoritaria? No es improbable que hubiese pensado así, pero en verdad no escribió nada sobre el asunto. Por el contrario, cuando reseñaba en La Nación los preparativos y evolución de la Con-ferencia Internacional Americana, mostró cuando menos respeto por la delegación de ese gobierno monárquico, que caracteriza de la siguien-te manera:

Por el Brasil tienen asiento en el congreso Lafayette Rodríguez, el presidente de la junta de arbitramiento en los reclamos de aquella guerra en que no se puede pensar sin dolor: y Amaral Valente que no era en New York desconocido para los que saben de derecho internacional; y Salvador Mendoza, el culto cónsul, amigo de cuadros y de libros, que dice en palabras breves lo que tiene que decir, y sabe allegar amigos a su patria, y a su emperador”.7

Mendoça era por cierto viejo amigo de Martí. En 1883 nos habla de la representación brasileña al acto conmemorativo del centenario boliva-riano: “Por Brasil, dijo cosas de nota y de peso el caballero Mendoça, culto representante del imperio”.8

La yuxtaposición de las frases su patria y su emperador no puede atribuirse a una mera coincidencia expresiva, y nos sugiere una relación tal vez de igualdad entre ambas. Por otra parte, el tono respetuoso de la línea inmediatamente anterior no es menos notable porque fue es-crita seis años antes de la Conferencia de Washington. Pues cuando dicha Conferencia, en pleno y con evidente satisfacción, conoce la acción militar que depone a Pedro II, tornando a la delegación brasileña,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 98 23/07/2015 13:54:00

Page 99: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

99

representante, no ya de una monarquía, sino de una república, Martí describe ese momento de esperanza suya y de los republicanos reunidos en el cónclave:

Pero la sesión memorable de la conferencia, porque revela tal vez su pensamiento cardinal y el afán de los del norte de sacar pron-to triunfante un fin oculto y confeso, fue sin duda aquella en que, en una junta de delegados reunidos para objetos especiales, y fuera de la órbita usual, y aparte de la diplomacia, propuso uno de los delegados norteamericanos el acto diplomático, y extraño a la conferencia, por más que grato a toda mente liberal, de re-conocer, en forma de saludo de la conferencia, a Estados Unidos del Brasil, la república acelerada por la decisión del general Fon-seca en los dominios, amenazados por la clerecía, del magnánimo D. Pedro. // Decía, con arranque juvenil, el vehemente Henderson: “¡Todos los lugares son propios y todos los tiempos convenientes, para expresar el deseo de ver a todos los pueblos convertidos en repúblicas!” Porque D. José Hurtado, colombiano, le puso la razón de que los delegados allí reunidos no tenían poder para declarar ni por sí, ni en junta, un reconocimiento de gobierno que pudiera, por una causa u otra, contrariar la voluntad desconocida de sus naciones. Dos delegados votaron por Henderson. ¡Pero todos, todos, al entrar con sus credenciales renovadas por la república los delegados del Brasil, rompieron, una vez y otra, en aplausos!9

Nótese aquí el nombre de la nueva república, calcado de su vecino del norte, que Martí subraya. Y véase, por otra parte, que aún después de proclamada la república brasileña Martí no sucumbe a la tentación de hombres menores, como la del representante norteamericano, al reiterar su actitud de respeto por Pedro II, quien le merece al adjetivo de mag-nánimo, esto es, hombre generoso, grande de carácter, y el compartido entusiasmo por la dramática entrada de la delegación brasileña en el grupo de los representantes de nuestra América en la citada conferencia, en lo que tal vez pueda leerse entre líneas su esperanza de una política de ese país menos convergente con la de Estados Unidos y menos con-traria a la Argentina.

Pero tal vez el momento de mayor alborozo para Martí en la Con-ferencia de Washington se produjo cuando los dos países más impor-tantes del Cono Sur americano, Argentina y Brasil, por iniciativa de la primera, coincidieron en rechazar las pretensiones hegemónicas que se prefiguraban en el plan estadounidense de arbitraje continental. En un

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 99 23/07/2015 13:54:00

Page 100: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

100

artículo para La Nación, en marzo de 1890 Martí reseña los temas ob-jeto de atención por aquellos días y menciona:

La sorpresa con que los delegados norteamericanos a la confe-rencia […] han visto a los argentinos y brasileños presentar, brazo en brazo, el certero plan de arbitraje con que Saenz Peña prepara la paz de los pueblos del sur por el acuerdo de los que pudieran ver su interés en enconar sus luchas, y burlar, sin ofen-sas, a los que pretendían darse a la América por únicos árbitros.10

Eran razonables las esperanzas de cambio en el rumbo internacional de Brasil en los tiempos inmediatamente posteriores a la proclamación de la república, incluso la unión de Brasil y Argentina frente a Estados Unidos. Pero lo eran menos hacia 1892, cuando Martí fue invitado a trabajar con la Argentina en el diferendo territorial con Brasil en el que Estados Unidos arbitraron a favor de los primeros y con ello consolida-ron al Barón de Río Branco como eminente negociador de la república brasileña.

En otro artículo, escrito varios días después del que acabamos de citar, Martí subraya lo que entendían esencial de la coincidencia de Bra-sil y Argentina, esto es, la deseada unión de los dos gigantes surameri-canos: “Y sin ira, y sin desafío, y sin imprudencia, la unión de los pueblos cautos y decorosos de Hispanoamérica, derrotó el plan norteamericano de arbitraje continental y compulsorio sobre las repúblicas de América, con tribunal continuo e inapelable residente en Washington”.11

Con paciencia, inteligencia y, sobre todo, unidad, los arrogantes Estados Unidos de Norteamérica podían ser derrotados. Es en el parén-tesis de la Conferencia de Washington cuando se perciben en Martí, con mayor claridad, los geniales destellos de la nación que aún se gestaba. La inteligencia y la astucia de Martí, obligado a hacerlo todo o casi todo “en secreto” y “como indirectamente”, se enderezan a preservar toda manifestación de incipiente unidad latinoamericana que con justicia él entendía crucial para el buen fin de sus propios planes revolucionarios, y, después, para los difíciles días tras la victoria de la causa independen-tista. Cuando no se puede enfrentar tajantemente a los gobiernos lati-noamericanos con “hábitos de subordinación”, como afirma en alguna ocasión, preferirá el silencio y la crítica indirecta. Decía a Gonzalo de Quesada:

Es la hora de empezar a obrar, y en Washington, sin que se sienta, ni se vea, ni se ponga en riesgo el trabajo por el anuncio incauto o

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 100 23/07/2015 13:54:00

Page 101: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

101

el entusiasmo indiscreto,—está ahora el campo de operacio-nes.—Mi deseo de recoger datos es suficiente causa ostensible, puesto que es causa real, para mi visita.—Sin hablar de Cuba, caso de que fuese posible no hablar de ella, lo que yo haya de escribir en pro de América resultará forzosamente en pro nuestro, y será una plegaria útil, que moverá al interés a ayudar lo que manda hacer el sentimiento.12

Esta cualidad de Martí, insuperablemente delicado cuando se trataba de no herir innecesariamente el orgullo de las naciones latinoamericanas, fue apreciada por Lindolfo Collor,13 al referirse a la voluntad martiana de unidad de nuestra América: “No se vislumbra nunca en el espíritu del gran pensador una restricción, por ligera que sea, tendiente a dis-minuir el trabajo de confraternización de nuestros pueblos”.14

¿Pero cómo veía Martí a los dos grandes del sur en diciembre de 1890? En otra carta a Gonzalo de Quesada le confirma en la intimidad epistolar que “en las cosas de la Conferencia, veo con júbilo que la Ar-gentina crece en autoridad”, aunque la veía “rodeada” y por eso “vencida de antemano”, pero sin dejar de luchar. En cambio, “¿Brasil, puede rebe-larse [...] contra su único mercado, y después de los agasajos de Hen-derson?”.15 Es decir, Martí manifestaba confianza en la voluntad de in-dependencia y de lucha de la Argentina y al propio tiempo fuertes dudas en relación con Brasil precisamente por su dependencia comercial con Estados Unidos, que era una realidad también en el caso de Cuba. De un lado, pues, la Argentina, tal vez en ese momento uno de los países latinoamericanos con mayor voluntad y posibilidad de oponerse a los designios imperiales estadounidenses en el hemisferio, apoyada por Inglaterra, que desde luego perseguía sus propios objetivos imperiales. Del otro lado, Brasil, crecientemente endeudado, dependiente de Estados Unidos, pujantes en el fin de siglo, tal vez con capacidad de inclinar la balanza del liderazgo regional a favor del primero. ¿Pero cómo veía Martí la alianza de Inglaterra con Argentina, cuya política exterior había reconocido explícitamente? En uno de los fragmentos de Martí utilizados por el profesor Ramón de Armas para ejemplificar el pensa-miento antimperialista de José Martí, este escribe para sí, en la prime-ra mitad de 1887, a solo unos meses del incidente en la frontera mexi-cana-estadounidense por el encarcelamiento del ciudadano de Estados Unidos, Augustus K. Cutting, que el vicecónsul francés en Guayaquil había hallado un “paso transcontinental” que con pocas inversiones permitiría atravesar el continente suramericano del Pacífico al Atlántico.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 101 23/07/2015 13:54:00

Page 102: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

102

La noticia la comenta Martí en términos que no dejan lugar a dudas acerca de su ya evidente sentido realista en política internacional. Nadie debía sorprenderse o alarmarse de que una firma británica la Great Zaruma Gold Mining Company,16 hubiese logrado la concesión de la mitad de la vía. Lo que parecía un peligro, Martí lo ve como una garan-tía. América Latina se salvaría por medio del equilibrio entre las poten-cias extranjeras.17 El peligro surgiría cuando, habiendo alcanzado una mayor capacidad defensiva, las potencias “rivales, pero afines” (Ingla-terra, Estados Unidos) se coligaran contra América Latina. Por eso entendía que la política exterior latinoamericana debía tender a la crea-ción de intereses extranjeros contrapuestos, por demás europeos, sin que ninguno llegase a predominar.18 Estas reflexiones personales las escribió Martí para sí y aparecen en el tomo de Fragmentos19 de sus Obras completas y es comprensible que nunca aparecieran publicadas. Es particularmente notable la previsión de Martí de que en el futuro Esta-dos Unidos e Inglaterra, en ese momento adversarios imperiales, podrían unirse contra los intereses latinoamericanos, incluyendo los de Cuba.

Pudiera argumentarse que en el transcurso de los años siguientes Martí pudo haber modificado esa idea, pero la documentación consul-tada confirma nuestro criterio,20 como veremos más adelante.

Es claro por lo que antecede que Martí tenía una visión táctica de la alianza de la Argentina con Inglaterra, por cierto bastante afín a la de Bolívar, solo mientras que nuestra América no contase con poder sufi-ciente para defenderse por sí misma. Es en ese contexto que Martí concibe un equilibrio entre intereses divergentes —como era el caso de Inglaterra y Estados Unidos, e incluso Alemania, segundo país en el volumen de inversiones en la Argentina— que debía permitir un espacio de independencia y autodeterminación para las naciones latinoamerica-nas. En lo tocante a Brasil, las cosas eran diferentes. Según Helio Ja-guaribe, notable historiador brasileño:

El vertiginoso desarrollo de la Argentina desde 1880 hasta la Primera Guerra Mundial llevó a Brasil a recelar que aquel país pudiese articular exitosamente un gran frente antibrasileño en la América del Sur. Tal situación condujo a Brasil a pretender una relación especial con Estados Unidos, que neutralizase los riesgos de una coligación antibrasileña en este continente. Para Estados Unidos, esa relación especial con Brasil constituía una forma de romper la potencial unidad latinoamericana y vaciar las relaciones hemisféricas en el formato de un panamericanismo bajo hegemo-nía norteamericana.21

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 102 23/07/2015 13:54:00

Page 103: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

103

En realidad, a partir de la segunda mitad de la década del sesenta la monarquía brasileña había comenzado a perfeccionar una política de apoyo recíproco con Estados Unidos devenida eventualmente estratégi-ca en el caso del primero. Ello se materializó con el triunfo de la Repú-blica y el ascenso de José María da Silva Paranhos, barón de Río Branco (1845-1912), influyente consejero de Pedro II, al cargo de ministro de Relaciones Exteriores bajo la presidencia de Rodrigo Alves. La presen-cia de este hombre astuto, hábil y culto en ese cargo, toda una década hasta su muerte en 1912, dejó una fuerte influencia en la política exterior brasileña, que permitió desarrollar una doctrina de alineamiento con Estados Unidos vigente hasta los días relativamente recientes de las dictaduras militares. El objetivo de esta, ya desde los tiempos de Pedro II, era neutralizar las aspiraciones argentinas de liderazgo regional e incluso latinoamericano, como se puso en evidencia durante la Conferencia de Washington a la que Martí asistió. Insistimos en que la Argentina con-taba en esa empresa con el apoyo de Inglaterra, cuyos intereses comen-zaron a chocar con los estadounidenses a partir de la pugna por los despojos territoriales de Paraguay, vencido por la Alianza Tripartita entre Brasil, Argentina y Uruguay, guerra en que, como afirmara José Martí, no se podía pensar sin dolor. Brasil, primero con Pedro II y después con la República recelaba profundamente de las aspiraciones argentinas. Por muchas décadas este enfrentamiento regional caracte-rizó el pensamiento y la estrategia geopolítica de Brasil, como también en buena cuenta de la Argentina. Historiadores estadounidenses como Gordon Connell Smith22 y Frank McCann23 perciben esta voluntad de alineamiento brasileño con Estados Unidos como el resultado histórico de la división de la América del Sur entre los antiguos imperios español y portugués.

En los días de la participación de Martí en la Conferencia de Washing-ton y la Monetaria, en la propia ciudad, Brasil tenía pendientes varias reclamaciones territoriales, algunas de la cuales fueron arbitradas por Estados Unidos a favor del gobierno brasileño. De tal suerte, nos dice Connell Smith: “Desde el punto de vista de Estados Unidos la amistad del mayor Estado latinoamericano era importante en la consecución de sus objetivos generales en la región, específicamente en vista de la ac-titud argentina hacia el desarrollo del sistema interamericano. Brasil no se sentía amenazado por Estados Unidos”.24

Es opinión de los dos historiadores citados que en esta alianza Bra-sil trataba, además de obtener y asegurar los mercados que no hallaba en Europa, de identificarse con Estados Unidos por sus dimensiones

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 103 23/07/2015 13:54:00

Page 104: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

104

geográficas, como una especie de contrapartida suramericana de ese país, a fin de establecer su liderazgo en Suramérica, como Estados Uni-dos lo ejercían en el Caribe. La consigna brasileña era, pues, reconocer las pretensiones estadounidenses en Centroamérica y el Caribe, para que Brasil pudiese hacer lo propio en su subregión. En cambio, la Ar-gentina era vista por Estados Unidos “como el más pronunciado expo-nente de un sistema exclusivamente americano en la Primera Conferen-cia Internacional de Estados Unidos”. En f in, todo esto debe, y seguramente fue, del conocimiento de José Martí. Por eso, en cada mo-mento en que la Argentina y el Brasil unían sus fuerzas contra la inje-rencia yanqui Martí aplaudía desde las páginas de La Nación y otros diarios del continente, como si la inesperada resistencia brasileña al país del Norte lo tomara de total sorpresa. Por eso también Martí destacaba, cuando aún la República brasileña no había entronizado, en el breve intervalo entre las conferencias de Washington y la Monetaria, la doc-trina internacional del Barón de Río Branco, todo incidente por menor que fuera, cada desplante que Brasil se permitía ante la prepotencia estadounidense. Así, cuando Tree,25 representante estadounidense, pro-pone la fecha del 4 de marzo para la reanudación de la Conferencia, y Zegarra26 aboga por el 10, Martí describe con fuerte contraste el co-mentario del delegado brasileño:

Y aquí rompe el Brasil,—para ejemplo y desilusión de los que dan al tratado de reciprocidad más alcance que el que tiene, contra la opinión y el gusto de los mismos brasileños,—en una notificación inoportuna y feliz:—¿a qué se viene? ¡a nada probablemente!: lo mismo es ahora que de aquí a un mes; mientras no haya un acuer-do internacional, un acuerdo con las naciones europeas, el Brasil no votará por cuño alguno del continente, ni irá, contra los suyos, a la cola de intereses ajenos:—“Brasil, nâo”.27

Creo no cabe duda de que es esa la razón por la cual Martí, cuyo pen-samiento liberador se proyectaba más allá de Cuba, habría tenido muchas, y tal vez fuertes, reservas que manifestar ante esa política brasileña de pésimas consecuencias para América Latina, y especialmente para Cuba. Pero conviene reiterar que el momento era de esperanza, en relación con Brasil, y de actuar “indirectamente”, como dictaba la crítica coyuntura de la preparación de la guerra de independencia.

Críticas de Martí a la política del gobierno brasileño podrían haber-le allegado un nuevo e imprevisible enemigo, alineado con Estados Unidos, y acentuar las divergencias entre los países de nuestra América

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 104 23/07/2015 13:54:01

Page 105: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

105

en el postrer momento de la acción revolucionaria, cuando ya era claro para el Héroe Nacional cubano que el triunfo liberador seria el inicio de tiempos terribles para el joven Estado cubano, que tendría nada menos que la histórica misión de impedir la brutal expansión de Estados Uni-dos sobre nuestras tierras americanas. En definitiva, la visión martiana de las estructuras brasileñas, vocación imperial aparte, no parece diferir mucho de la que podría haber tenido de cualquiera de las otras repúbli-cas americanas. Cuando Martí reseñaba la visita a Nueva York de las naves de guerra brasileñas, la Guanabara y la Aquidaban a fines de 1890, con motivo de la Conferencia de Washington, para consignar al gobier-no estadounidense la medalla de oro, ricamente trabajada, conque “la república más joven de América saluda a la de más edad”, Martí descri-be, no sin cierto humor, cómo los grandes buques de la armada de Es-tados Unidos saludaban “con burla” a la Guanabara de madera, que podría tomarse como un símbolo de Brasil, y no solo de su poder naval. Mientras el almirante Silveyra cruzaba las primeras copas del cumplido diplomático y afirmaba que “Brasil no sería república de viento, los marinos brasileños, impreparados para el frío intenso de la estación neoyorquina “como barajas [...] iban cayendo [...] mientras brindaba el almirante, heridos en el costado por la pulmonía”.28

Colocados en la coyuntura internacional del periodo, era razonable suponer que Martí aguardaba a que tarde o temprano el Brasil desper-tase ante la cruda realidad de unos Estados Unidos implacables en su prepotencia y sordos al reclamo de amistad de todas y cada una de las repúblicas de América Latina. Es esa nuestra hipótesis, que espero abra nuevas líneas de investigación en las inextinguibles fuentes del pensa-miento martiano.

Tomado del Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, no. 16, 1993, pp. 130-142.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 105 23/07/2015 13:54:01

Page 106: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

106

NOTAS

1 José Martí: Carta a El Partido Liberal, 6 de diciembre de 1889, publicada el 1ro. de enero de 1890. Este fragmento fue hallado por las investigadoras Sonnia Moro y Yisel Bernardes durante una sesión de cotejo de una cróni-ca de El Partido Liberal no reflejada en las Obras completas de Martí.

2 JM: “Darwin ha muerto”, en La Opinión Nacional, Caracas, julio de 1882, Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, t. 11, p. 193-196.

3 JM: “La Exposición de París”, en La Edad de Oro. Edición facsimilar, ensa-yo y notas de Maia Barreda, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2013, p. 74.

4 JM: “Fragmentos”, Obras completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1963-1973, t. 22, p. 95. [En lo adelante, OC. (N. de la E.)]

5 Ibídem, p. 131.

6 JM: Carta de José Martí a Fermín Valdés Domínguez [Nueva York, 9 de abril de 1887], Epistolario, comp., ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, prólogo de Juan Marinello, La Habana, Editorial de Ciencias Socials, 1993, t. I, p. 377.

7 JM: “El Congreso de Washington”, OC, t. 6, p. 38.

8 JM: “El centenario de Bolívar”, OC, t. 8, p. 180.

9 JM: “La Conferencia Americana”, La Nación, Nueva York, 11 de diciembre de 1869, Buenos Aires, OC, t. 6, pp. 68-69.

10 Ídem.11 JM: “La Conferencia de Washington”, OC, t. 6, p. 90.12 JM: Carta a Gonzalo de Quesada, Nueva York, 10 de abril de 1890, Episto-

lario, ob. cit., t. II, p. 194.13 Miembro del Parlamento brasileño. Lindolfo Collor fue abuelo de Fernan-

do Collor de Melo, expresidente de Brasil.14 Lindolfo Collor visitó La Habana en 1928. Era entonces diputado y recono-

cido internacionalista, e integraba la delegación de Brasil a la VI Conferencia Internacional Americana, donde pronunció el discurso central en la Sesión Especial Plenaria por el aniversario del natalicio de José Martí, el 28 de enero de 1928. Su discurso, una notable pieza oratoria que reconoce los va-lores universales de Martí, fue regularmente citado en Cuba en las décadas siguientes, hasta el 28 de enero de 1953, en que apareció en el suplemento de El Mundo y la Voz del Veterano de la Independencia, órgano oficial del Consejo Nacional de Veteranos. El discurso completo lo rescató este autor en el libro de actas de la citada Conferencia en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 106 23/07/2015 13:54:01

Page 107: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

107

15 JM: Carta a Gonzalo de Quesada, Nueva York, 14 [diciembre de 1889], Epistolario, ob. cit., t. II, p. 169-170.

16 La Great Zaruma Mining Company Limited, empresa establecida en terri-torio ecuatoriano famoso por su riqueza aurífera desde la época de la colo-nia española, fue establecida en 1880 con capitales británicos ascendentes a 250,000 libras esterlinas. La fecha de su fundación, reflejada en la prensa internacional, puede ayudar a fechar este fragmento de José Martí.

17 Esta reflexión es una de las primeras alusiones escritas de Martí al princi-pio del equilibrio en las relaciones internacionales. Por los estudios reali-zados para datar este documento se concluye que debe haber sido escrito entre 1880 y 1881, fecha en que se fundó la Great Zaruma Mining Co. Ltd.

18 JM: “Fragmentos”, OC, t. 22, p. 116.19 Esta cita, de la mayor importancia para comprender el sentido martiano

del equilibrio internacional, será reproducida en mayor detalle en capítulos posteriores.

20 JM: “La Revolución”, OC, t. 3. p. 79.21 Helio Jaguaribe: “Presente e futuro das relaçoes Brasil-Estados Unidos”,

en Estados Unidos en la transición democrática, Sâo Paulo, Editora Paz e Terra, 1985.

22 Gordon Connell Smith: The United Status and Latin America, London, Han-neman, Educational Books, 1974.

23 Frank McCann: The Brazilian Alliance, New Jersey, Princeton University Press, 1973.

24 Los dos historiadores estadounidenses citados subrayan la importancia que Estados Unidos concedió al Brasil de principios del siglo xix. El primer agente diplomático de ese país que residió en la América Latina fue envia-do, no a la América hispana, sino a Río de Janeiro, en 1809. Cuando se produjo el éxodo del monarca de Portugal, al ocurrir la invasión napoleó-nica de ese país, Brasil abrió sus puertas al comercio internacional pues las perspectivas económicas de ese territorio eran prometedoras.

25 Lambert Tree, delegado estadounidense a la Conferencia.26 Félix C. Zegarra, delegado de Perú a la Conferencia.27 JM: Carta a Gonzalo de Quesada, Washington DC, 11 de febrero de 1891,

Epistolario, ob. cit., t. II, pp. 259-260.28 JM: “En Estados Unidos”, OC, t. 12, p. 484.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 107 23/07/2015 13:54:01

Page 108: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

108

Capítulo VIMartí, el equilibrio internacional

y la unidad latinoamericana

Algunos historiadores brasileños han afirmado que en el siglo pasado Brasil vivió “de espaldas a la América Latina”, con su visión estratégica dirigida a las viejas posesiones africanas de Portugal, país al que duran-te un prolongado espacio tiempo sustituyó en las relaciones metrópoli-colonia.

Esa tendencia brasileña a apartarse de Hispanoamérica reiterada en esta ocasión no pasó inadvertida para Martí: aún en las condiciones de semiclandestinidad en que se vio obligado a actuar, estudió profunda-mente y aplicó hasta donde pudo, para la causa mayor de la guerra de liberación cubana, con vistas al periodo especialmente crítico de la in-dependencia, su original interpretación del equilibrio en las relaciones internacionales. A partir de ese momento, Cuba tendría que defender su soberanía, su estabilidad económica y social ante el emergente imperia-lismo estadounidense. En el estudio de este tema específico percibimos el carácter abarcador del pensamiento político de Martí, y decidimos abordarlo con mayor amplitud en su obra y su ejecutoria revolucionarias, desde el punto de vista de las relaciones internacionales.

Conviene llamar la atención sobre ciertas previsiones contenidas en el concepto martiano del equilibrio internacional, cuyos rasgos históri-cos lo aproximan al tema perpetuo de la unidad latinoamericana, tal como se refleja en la emulación regional entre Argentina y Brasil en el siglo xix. Mucho han cambiado las cosas desde entonces. No es que cier-tas oligarquías latinoamericanas hayan superado su vocación entreguista. Pero hay fuerzas nacionalistas en algunos países latinoamericanos, por ejemplo Venezuela, Bolivia, Brasil, Ecuador y Argentina, que no fran-quean la vía al predominio ilimitado de las transnacionales extranjeras. En ese contexto, nuestra investigación indica que la América Latina

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 108 23/07/2015 13:54:01

Page 109: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

109

ciertamente ha cambiado en los cien años posteriores a la caída en combate del Maestro, pero no tanto que la penetrante pupila del héroe carezca de valor para el análisis de nuestra contemporaneidad. Desafor-tunadamente, la América Latina, ante el enemigo poderoso que la amenaza, continúa hoy tan dividida en la defensa de sus intereses como en los siglos xix y xx. Esta realidad reviste enorme importancia en un mundo “globalizado” y al propio tiempo inmerso en un proceso de inte-gración regional que Estados Unidos pretende conducir según su propia y exclusiva “razón de Estado”.

Añádase el carácter abarcador que el concepto del equilibrio adquiere en Martí, al aplicarlo a casi todos los aspectos de la vida y del pensamien-to humano: naturaleza, arte, estética, ética, sociedad, comercio. Incluso la guerra la ve como un medio para “equilibrar” las injusticias propias del dominio de unos pueblos sobre otros. Se trata de un concepto tal vez clave hasta para el estudio de sus ideas filosóficas. “El desequilibrio, irri-ta.—Todo lo desequilibrado, irrita. Esta es la gran ley estética, la ley matriz y esencial”,1 llegó a exclamar. Pero es en el plano de las relaciones internacionales donde este concepto alcanza mayor desarrollo.

El siglo de Martí y el concepto del equilibrioen las relaciones internacionales

Varios autores aseguran que el concepto del equilibrio en las relaciones internacionales es relativamente tardío en las consideraciones martianas sobre la política caribeña y, en general, hemisférica. Esta impresión resulta de la aplicación por Martí de ese concepto a la realidad caribeña y latinoamericana a medida que se aproximaba el inicio de la guerra y se requería una estrategia válida para la supervivencia y el desarrollo después del triunfo revolucionario. Lo primero que debe comprenderse es que la originalidad de la visión martiana sobre el equilibrio en las relaciones internacionales estriba en la manera como él aplicó ese con-cepto, no propiamente en la creación de este que es tan antiguo como la humanidad —desde Polibio (200-120 a.n.e.)— y no hay por qué dudar que Martí lo conoció. Para 1853, año en que nace el Maestro, ya el con-cepto del equilibrio europeo había alcanzado su cabal madurez, como lo evidencia la útil definición que nos legó el conde Ángel Guillermo Gar-den de Lessard (1796-1872):

La existencia e independencia de los Estados exigen que ninguna potencia se desarrolle fuera de toda proporción con las demás,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 109 23/07/2015 13:54:01

Page 110: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

110

por cuanto es de suponer que desde el momento en que le sea posible cumplir sus intentos, su ambición no tendrá más freno que sus propios intereses, lo que tratará de apreciar por sí misma. Es necesario, por lo tanto, que oponiendo fuerza a la fuerza se impida semejante poder de extensión; es necesario detenerla en su camino, prevenirla, comprimirla mediante una oposición vi-gorosa o por medio del temor de encontrar, tarde o temprano, una resistencia a la cual no podrá derrotar. Este resultado solo puede obtenerse por la acción combinada de las fuerzas de los demás Estados que sirven de contrapeso a la fuerza que amenaza.2

Es evidente que esta definición puede aplicarse a la América de la se-gunda mitad del siglo xix, que Martí conoció y estudió con detenimien-to. Pero de las incontables fuentes para el estudio del equilibrio en las relaciones internacionales en ese siglo, un líder revolucionario que se aprestaba a liberar a su país del yugo colonial hispano, no podía pres-cindir de la más certera y genial: Simón Bolívar. Para él, como después para Martí, la independencia y la unidad de la América Latina y el con-siguiente “equilibrio del mundo” estaban íntimamente relacionados y contribuirían a asegurar la independencia de América Latina. Por ello, constituían el objetivo máximo del proyecto liberador. Por lo menos desde 1813 Bolívar percibe la relación entre la liberación de las colonias americanas y la emancipación de las colonias afroasiáticas: su visión se enderezaba a una alianza contra las metrópolis entre los pueblos colo-nizados. En ese año afirmó: “La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mundo; y todas estas partes del mundo debían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y Europa para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del universo y debe entrar en los cálculos de la política americana.3

En 1823, en pleno poder, Bolívar insiste en la unión de los pueblos para enfrentarse a una “guerra universal, entre los pueblos y los tronos”, en la que América debía ser la abanderada de los pueblos colonizados en la lucha por un “nuevo equilibrio del universo”, para impedir que Euro-pa someta a “las demás partes del mundo al yugo y la esclavitud”. Pero todo esto presuponía la unidad de acción de esos pueblos, casi imposible de lograr por aquellos días, incluso en el ámbito más cercano de la América Latina. No incluyó Bolívar en ese momento a Estados Unidos, pues eran una amenaza que cristalizaría como tal en su mente al final de su vida. La responsabilidad histórica de encarar el peligro representado

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 110 23/07/2015 13:54:01

Page 111: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

111

por Estados Unidos le correspondería a Martí, cuando, nos recuerda Le Riverend,4 ya era evidente el curso imperialista de esa nación. Poco antes de morir, Alexander Hamilton (1757-1804) escribió que pronto Estados Unidos serían el árbitro de Europa, y podrían “inclinar la ba-lanza [...] según nuestros intereses”.5 No fue ciertamente de inmediato, pero desde entonces Estados Unidos se movían en tal dirección. Cuatro décadas después el presidente James K. Polk, preocupado por un equi-librio dirigido contra los planes dominantes en su país, confirmaba en un mensaje al Congreso de Estados Unidos:

La rápida expansión de nuestros establecimientos, la expansión de los principios de libertad, preocupan a las naciones de Euro-pa, que intentan crear en este continente una política de equi-librio entre las diferentes naciones para contener nuestro pro-greso [...]. La rivalidad entre los distintos soberanos de Europa ha dado lugar a eso que llaman equilibrio político pero nosotros no debemos permitir que esta frase tenga aplicación en el con-tinente”.6

Fue precisamente por ello que Martí se vio obligado a utilizar las crecientes divergencias de Estados Unidos con Inglaterra, Alemania y algunos países latinoamericanos, en la defensa de los intereses de Cuba y la América Latina toda. Ese instrumento de la ciencia política de su tiempo pudo adquirirlo Martí desde sus propios estudios pre-universitarios y universitarios, aprobados con honores en tiempo re-lativamente breve en España: primero, como bachiller en Letras; después, como licenciado en Derecho Civil y Canónico y finalmente como licenciado en Filosofía y Letras. Su preparación se evidencia en el trabajo periodístico, que incluía críticas a los tratadistas más im-portantes del derecho internacional. En notas personales y en crónicas menciona, entre otros, a Bluntschli, el notable jurisconsulto alemán, nacido en 1808 y muerto a fines de 1881. Destaca que este estudió con Niebuhr (1776-1831) y Federico Carlos Savigny (1779-1861), dos clá-sicos. No hay duda de que la teoría del equilibrio en las relaciones internacionales puede hallarse casi obligadamente en las obras que Bluntschli escribió: Los sistemas modernos de los jurisconsultos alemanes; Derecho político general; El derecho de guerra moderno de los pueblos; Teoría del Estado moderno; La moderna ley de las naciones y, sobre todo, su Derecho de gentes moderno, que, publicado en 1869, codifica el derecho internacional hasta sus días y aparece en toda historia contemporánea del derecho internacional. De Bluntschli dijo Martí que en sus obras

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 111 23/07/2015 13:54:01

Page 112: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

112

predominan “claridad, poder, sensatez e independencia”.7 Nos comenta, también, al renombrado especialista Bruno Bauer, que publicaba su obra monumental El imperialismo romántico de Disraeli y el imperialis-mo socialista de Bismarck. ¡Cómo leer acerca de estos dos grandes políticos que manipularon el equilibrio europeo sin enterarse de lo que el propio Martí llamó “el principio inmutable del equilibrio!”.8 Lo importante es comprender que, a partir del Tratado de Westfalia de 1648, la Paz de Utrecht en 1713 y el Concierto de Naciones al que da lugar el Congreso de Viena en 1815, todo tratadista de derecho inter-nacional que intentaba codificarlo hasta su tiempo, entre los que se encuentran varios leídos y mencionados por Martí en sus Obras com-pletas, debió incluir dicho acuerdo, y el sistema que este propició, como paradigma del sistema internacional. Así lo han hecho el cubano Miguel Antonio D’Estefano Pisani, en su obra Historia del derecho internacional, y otros especialistas contemporáneos de renombre. Martí se refiere también a Heffter quien, indistintamente nombrado Heffter y Hefner en las Obras completas del cubano, fue otro promi-nente tratadista alemán de derecho internacional, cuya obra “nos demuestra [...] cómo la razón humana [...] inspira en lo presente a los hombres de buena voluntad”.9 En el contexto de estos comentarios, Martí menciona a Grotius, con la ortografía latina de su apellido, que en realidad correspondía al italiano Hugo Grocio (1583-1645), otro de los que siguen siendo estudiados como clásicos de esa materia en nuestros días. La formación técnica de Martí en derecho internacional era, pues, sólida, y seguramente incluyó una visión profunda del con-cepto del equilibrio internacional en su perspectiva histórica.

Martí y su tiempo

Creo necesario tratar de precisar cómo concebimos el aporte conceptual martiano al equilibrio en el Caribe, la América Latina y el mundo. En líneas anteriores hemos sugerido que la aplicación del equilibrio se gestó en la mente de Martí hasta madurar poco antes de su muerte. Pero desde mucho antes Estados Unidos evidenció, además de la voluntad de emplear en la América Latina capitales sobrantes, una notable voracidad territorial, como demuestra la expansión que en el siglo xix práctica-mente configuró sus actuales fronteras. Añádase, según refiere Antonio Núñez Jiménez, que de 1790, cuando el área de las Trece Colonias ascendía a 1 000 390 y 1 376 kilómetros cuadrados, con una población

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 112 23/07/2015 13:54:01

Page 113: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

113

estimada en poco menos de cuatro millones de habitantes, pudo llegar, en 1890, a setenta y seis millones de habitantes y a casi ocho veces su extensión original.10 Muy joven, en 1869, Martí vio al presidente Grant suscribir el tratado de anexión de Santo Domingo, tan infame que el propio Congreso de Estados Unidos lo rechazó en 1871. Desde enton-ces se manifestaba nítidamente la vocación imperial de Estados Unidos sobre el Caribe que para Martí no pudo pasar inadvertida. En 1892 se inició la expansión de capitales estadounidenses a la región por con-ducto de la Santo Domingo Improvement Co. of New York. Dos años antes Estados Unidos ya había comenzado su carrera naval armamen-tista con la botadura de su primer acorazado, núcleo de una armada fuerte y moderna que en 1898 echó a pique a la f lota comandada por el almirante español Cervera.

La primera potencia que sintió el peso de la nueva correlación de fuerzas hemisférica en ciernes fue Inglaterra, al verse obligada a acep-tar el arbitraje norteamericano en el diferendo venezolano-guyanés. A la postre, ese arbitraje reconoció las reclamaciones británicas en un noventa por ciento: cuarenta y cinco mil millas cuadradas de un total de cincuenta mil reclamadas por Inglaterra; pero fue una decisión política que humilló a Inglaterra ante el mundo, porque esta siempre se había negado a aceptar la mediación de Estados Unidos en nombre de la doctrina de Monroe. A fines del siglo xix Europa había iniciado su retirada gradual de la América Latina, retirada que concluyó después de la Primera Guerra Mundial con el virtual control estadounidense sobre las finanzas y el comercio hemisféricos.11 De estas realidades —algunas de ellas posteriores a su muerte, pero previstas o intuidas por él—, y de las fuentes mencionadas, Martí erigió frente a Estados Unidos su visión revolucionaria del equilibrio en la América Latina, las Antillas y el mundo. No podía ser de otra manera: es lógico que Martí, hombre brillante, periodista culto, con casi quince años de residencia en Nueva York, y cónsul de tres países suramericanos con cuyos gobiernos mantenía una correspondencia activa; lector sistemá-tico de las más importantes publicaciones de Estados Unidos y de Europa, que a menudo citaba en sus artículos para La Nación, de Bue-nos Aires, y La Opinión Nacional, de Caracas —entre otros—, domi-nara la teoría de las relaciones internacionales más difundida en su época. Conocerla bien debió ser una necesidad para quien organizaba una guerra de independencia en las postrimerías del siglo, en un país pequeño, relativamente pobre, atado a una metrópoli colonial decadente, a corta distancia y en el momento del surgimiento de una potencia

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 113 23/07/2015 13:54:01

Page 114: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

114

imperialista que ya se prefiguraba como la más poderosa del hemisfe-rio, y, a más largo plazo, del mundo; con los aliados naturales de Cuba divididos por causas como las rivalidades entre las dos potencias re-gionales iberoamericanas más importantes de la América Latina: Argentina y Brasil. Las acciones políticas internacionales de Estados Unidos en nuestro continente, antes incluso del nacimiento de Martí, habían concitado la preocupación de pueblos y gobiernos latinoameri-canos, y conducido al surgimiento de una vigorosa y abundante biblio-grafía antimperialista, a disposición de Martí, aunque su obra no siempre refleje explícitamente su lectura.

Pongamos solo un ejemplo: se recordará la amistad de Martí con Vicente G. Quesada, entre 1890 y 1891 ministro de Argentina en Esta-dos Unidos. Pues bien, el hijo de este, Ernesto Quesada —que Martí parece haber conocido— editaba en Buenos Aires la Revista Nacional, en la que aparecieron varios artículos críticos sobre Estados Unidos. En uno de ellos, de enero de 1887, titulado significativamente “La política americana y las tendencias yankees”, el propio Ernesto Quesada carac-teriza la política que Estados Unidos aplicaría en la Conferencia Mone-taria Internacional Americana, y afirma:

Tales son en sus grandes rasgos, las líneas del vasto plan de política americana que tratan de inaugurar los yankees. Si ese plan respondiera fielmente a las tendencias de la mayoría pensa-dora y de los hombres más inf luyentes de Estados Unidos, encerraría un gravísimo peligro para la América Latina, porque, en el fondo, importaría norteamericanizar a México y los países de Centro y de Sudamérica. Hacer a la América Latina tributaria de Estados Unidos, económica y mercantilmente, convirtiéndola en una vasta Confederación o unión aduanera [...]—viniendo así a desempeñar el papel de la Prusia en la vieja Confederación Germánica—, es proyecto suficientemente grave para que los hombres de Estado de Latinoamérica piensen dos veces antes de aceptar semejante presente griego.12

Fue precisamente la posición expresada por Quesada la que Argentina llevó a la Conferencia Internacional Americana. Martí confiaba en que Argentina y México serían los países que ayudarían a Cuba no solo durante la Guerra de Independencia, sino, sobre todo, en el crítico pe-riodo posbélico. Como veremos en líneas posteriores, es preciso reco-nocer que Martí hizo cuanto pudo por la unión entre Brasil y Argentina,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 114 23/07/2015 13:54:02

Page 115: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

115

que de haberse logrado habría sido mucho más favorable a sus objetivos revolucionarios y a una ulterior Cuba independiente. Pero lo que nos interesa reiterar aquí es la comprensión de que Martí no podía permi-tirse estar, ni estaba, al margen del pensamiento estratégico de su época, y probablemente leyó los artículos de Ernesto Quesada, así como las obras de otros pensadores antimperialistas latinoamericanos de entonces. Martí fue un hombre plenamente de su tiempo y, por consi-guiente, sus fuentes políticas no pueden reconstruirse solo a partir de sus lecturas dadas a conocer en sus Obras completas, sino con el profun-do conocimiento de su época.

Martí y el equilibrio en el Caribe, la América Latinay el mundo

Una de las serias dificultades para el análisis de la política exterior estadounidense es el terreno “ambiguo” en que ella siempre se ha des-envuelto, a medio camino entre los principios liberales que inspiraron su revolución —los cuales sus gobernantes esgrimen en todas las coyunturas políticas internacionales e internas—, y el pragmatismo imperialista que evidencian los hechos. Así, Thomas Jefferson podía afirmar:

Nosotros ciertamente no podemos negar a ninguna nación ese derecho sobre el cual nuestro propio gobierno fue fundado —que todos pueden gobernarse a sí mismos según la propia voluntad y que pueden conducir sus propias asuntos mediante el órgano que entiendan apropiado, sea rey, convención, asamblea, comité, presidente o cualquier otro medio que prefiera.13

Al propio tiempo, por ejemplo durante su primer mandato, en 1801, el “padre de la patria [norte]americana” podía negarles a Cuba y a otros pueblos el propio derecho a reivindicaciones democráticas e indepen-dentistas por las cuales el pueblo estadounidense había luchado. No puede olvidarse que una de sus primeras medidas desde el poder fue emplear el flamante aparato consular de Estados Unidos en Cuba para explorar la opinión de los cubanos acerca de la anexión de la Isla a Es-tados Unidos, y plantearse como alternativa la posible compra de esta a España. Igual política siguieron otros presidentes de aquel país, con matices condicionados por la correlación internacional de fuerzas.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 115 23/07/2015 13:54:02

Page 116: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

116

John Quincy Adams formuló en 1823 un modelo de política cínica para anunciar la caída inevitable de Cuba, como fruta madura, en manos del joven imperio. La oposición de Inglaterra, interesada ella misma en Cuba, obstaculizó, a lo largo de todo el siglo xix, los planes de Estados Unidos. Pero en tanto aguardaba un momento propicio para apoderar-se de Cuba, Estados Unidos adoptó la política de mantenerla en poder de España —o apropiársela mediante la compra, como demuestran las gestiones del gobierno estadounidenses entre 1840 y 1842, en 1868, 1889 y 1897— e impedir que el gobierno español la vendiera o entre-gara a Gran Bretaña o a Francia, grandes potencias marítimas de la época. Por eso Estados Unidos se opuso a la independencia de Cuba durante todo el siglo xix, y no solo se negó a reconocer la beligeran-cia de los patriotas cubanos, sino que trataron de impedir que les llegara ayuda durante los treinta años que mediaron entre 1868 y 1898, durante los cuales los cubanos, elevándose entre los pueblos de la Amé-rica Latina que más han luchado por su independencia, libraron tres guerras de liberación al precio de una altísima cuota de sangre. Esa hipócrita política norteamericana se aplica hace ya dos siglos, y adquie-re su más bochornosa expresión en los días que corren con las Leyes Torricelli y Helms-Burton.

Tampoco ignoró Martí que ya en 1894 Estados Unidos absorbía el ochenta y cinco por ciento del total de los productos cubanos y el ochen-ta y cuatro por ciento del azúcar. Sabría que en ese año Cuba exportó a Estados Unidos 93 400 000 dólares y menos del diez por ciento de ese total a España; que ya sumaban cincuenta millones de dólares las inver-siones norteamericanas en Cuba, las que eran superadas por las inglesas por escaso margen. Además, hacia 1890 la estructura colonial produc-tora y comercial de Cuba se encontraba prácticamente “integrada” al mercado de Estados Unidos. La Guerra necesaria que Martí preparaba, pero que la intervención yanqui —peligro que él creía poder equilibrar con la unidad del pueblo cubano, la de la América española y varias potencias europeas— dio paso al periodo neocolonial de Cuba, del Ca-ribe y de la América Latina.

Durante las sesiones del Congreso Internacional de Washington, en 1889, fue cuando Martí reveló en una de sus crónicas iniciales sobre el tema, fechada el 2 de noviembre de 1889, que la Conferencia mostraría a quienes defienden “la independencia de la América española, donde está el equilibrio del mundo”.14 Este aserto se dirigía principalmente a Argentina. El equilibrio mundial, diría Martí poco después, estaba en Hispanoamérica, topónimo que excluía a Brasil. El coloso suramericano

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 116 23/07/2015 13:54:02

Page 117: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

117

jugaba entonces una carta estratégica con su pretendida alianza con Estados Unidos. José María da Silva Paranhos (1845-1912), barón de Río Branco, hábil estratega de la política exterior brasileña —la del emperador Pedro II y la de la República después—, se inclinaba hacia Estados Unidos en la sostenida disputa con Argentina, aliada a Ingla-terra, por la supremacía regional.

Estados Unidos, que se había arrogado el derecho a arbitrar en di-ferendos y conflictos en la América Latina, favorecieron a Brasil en varios litigios territoriales pendientes con las repúblicas hispanoameri-canas, en primer lugar Argentina, que perdió por esa vía cincuenta mil kilómetros cuadrados de Misiones; Bolivia, que perdió más de ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados, convertidos en el actual estado de Acre. Pero no solo Argentina y Bolivia contribuyeron a aumentar las ya generosas fronteras brasileñas ante la activa política de reclamaciones y arbitraje de Brasil, apoyado por Estados Unidos: tal suerte les corres-pondió también a Uruguay (1851), Venezuela (1859 y 1905), Paraguay (1872); Ecuador (1904) y Colombia (1907). Entretanto Brasil inició su retirada del Caribe y Centroamérica con el cierre de consulados y em-bajadas, territorios que reconoció como zona de influencia de Estados Unidos hasta el fin de los gobiernos militares en el pasado siglo, espe-rando recibir igual tratamiento de dicho país en lo tocante al Cono Sur americano. El historiador Hélio Jaguaribe explica brevemente esta po-lítica brasileña:

El vertiginoso desarrollo de la Argentina desde 1880 hasta la Primera Guerra Mundial, llevó a Brasil a recelar que aquel país pudiese articular exitosamente un gran frente antibrasileño en la América del Sur. Tal situación condujo a Brasil a buscar una relación especial con Estados Unidos, que neutralizase los riesgos de una coligación antibrasileña con este continente. Para Estados Unidos, esa relación especial con Brasil constituía una forma de romper la potencial unidad latinoamericana y vaciar las relaciones hemisféricas en el formato de un panamericanismo bajo hegemo-nía norteamericana.15

Así, pues, hemos visto que Brasil se inclinaba a lograr un entendimien-to estratégico con Estados Unidos cuyo alcance real, oculto en los despachos del Ministerio de Relaciones Exteriores en Río de Janeiro, Martí no podría conocer en detalle, pero en líneas generales leía en la prensa oposicionista. Esta última realidad puede haber determinado lo mucho que él enfatizó que los pueblos de habla hispana serían los que

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 117 23/07/2015 13:54:02

Page 118: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

118

salvarían la libertad de América y abrirían el continente al mundo. Brasil era una potencia regional con una visión colonial de África y aspiraciones tan expansivas en Suramérica como las de Estados Unidos en el Caribe, pero venida gradualmente a menos por su dependencia comercial de la potencia del Norte para la venta de su cosecha cafetale-ra y otros productos primarios. A principios del siglo xx, el ya mencio-nado Vicente G. Quesada, quien antes de ser ministro de la Argentina en Estados Unidos lo había sido en Brasil, y cuya amistad con Martí hemos recordado en líneas precedentes, escribió en sus Memorias diplo-máticas que Estados Unidos buscaba “ejercer su influencia sobre Suda-mérica por intermedio de la brasilera, y esta, a pesar de obrar solo por delegación, se contenta con ese papel: así, en toda América, dominaría la república yankee y, como su lugarteniente en el sud, la brasilera”.16

Es claro que todo cuanto Martí afirmaba en favor de Argentina e implícitamente de Inglaterra se proponía para equilibrar la balanza del lado de estos dos países: logro favorable a sus objetivos revolucionarios y a la supervivencia ulterior de una Cuba independiente, frente al enten-dimiento de Brasil y Estados Unidos. Obligado a hacerlo todo “indirec-tamente”, pues preparaba una guerra de liberación contra dos metrópo-lis, España y Estados Unidos, y no podía permitirse la hostilidad de otro país poderoso en el Sur a la causa cubana. Ganarse la confianza y el apoyo de Argentina sin suscitar el antagonismo de Brasil era uno de sus más importantes objetivos diplomáticos en el periodo de preparación de la Guerra de Independencia. Esto explica su elocuente silencio sobre Brasil y el tacto supremo con que trató a los diplomáticos brasileños en Estados Unidos, y su aplauso entusiasta cuando Argentina y Brasil coincidieron momentáneamente frente a la potencia del Norte, precisa-mente sobre el tema de los arbitrajes, durante la Conferencia Monetaria.

De haberse logrado, la convergencia entre los dos poderosos países suramericanos habría constituido en el hemisferio un fuerte factor de equilibrio frente a Estados Unidos, muy favorable para una Cuba libe-rada. Con todo, es innegable que Martí logró su objetivo de no provocar la enemistad de Brasil a la causa cubana, a pesar de los enormes obstácu-los que enfrentó, pues no conocemos actividad contraria del Imperio, ni después de la República brasileña a la Cuba revolucionaria. No debe olvidarse, por otra parte, que Brasil reconoció en 1871 la beligerancia de los revolucionarios cubanos en la Guerra Grande, como lo hicieron antes Perú, México, Chile, Venezuela, Bolivia, Colombia y El Salvador.

En definitiva, nada más cercano al equilibrio, en el que Martí se proyectó activamente, podría concebirse en estas relaciones regionales,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 118 23/07/2015 13:54:02

Page 119: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

119

incluso con curiosas connotaciones actuales de signos invertidos. Sea como fuere, es difícil concebir el equilibrio hemisférico sin Brasil, que entonces como hoy contaba con algo más del cincuenta por ciento de la población de la América Latina y de su territorio. Otras alternativas escaseaban, y la necesidad obligaba a sacar el mejor provecho posible de la correlación de fuerzas existentes.

En el citado artículo de Martí sobre el Congreso Internacional de Washington, se reconoce una de las razones del fracaso de ese foro, al revelar Martí para sus lectores suramericanos la verdadera personalidad de James G. Blaine, secretario de Estado norteamericano: no su imagen “altruista”, cuidadosamente cultivada en el cónclave, sino las reales mo-tivaciones imperialistas tras su retórica de “cimentar los intereses” entre todas las naciones del hemisferio, para “traer la paz” y “cultivar los nexos comerciales amistosos con los países americanos” e incluso desarrollar las comunicaciones. Poco, en rigor, han variado los circunloquios intera-mericanos en más de cien años, a juzgar por la reciente Cumbre Hemis-férica, las promociones publicitarias de Clinton y las desembozadas amenazas de Barack Obama, actual presidente de Estados Unidos, hacia Venezuela, que pretenden arrastrar a nuestra América a un holocausto injusto y desastroso.

En otra ocasión Martí alertó a la América Latina acerca de los ob-jetivos imperialistas de Estados Unidos. Ocurrió durante la Conferencia Monetaria Internacional Americana, convocada por el propio Blaine y reunida en Washington en ocho sesiones entre el 7 de enero y el 8 de abril de 1891. Martí había fungido como delegado de Uruguay, y le correspondió presentar un prolijo informe sobre la Conferencia, en el que mostró que esta había sido organizada exclusivamente en función de los intereses norteamericanos, y previno que la “unión económica” supondría dominio político. Es difícil comprender en nuestro tiempo la autoridad con que Martí proyectaba sus ideas en La Nación, de Buenos Aires, diario que llegó a invitarlo a residir en esa ciudad. En ese mo-mento, cónsul de tres naciones suramericanas en Nueva York, la más importante ciudad de la Unión, Martí hablaba en nombre de ellas. Esto, de tanto repetirse, se ha tomado como algo natural, pero era realmente excepcional y revelaba matices insospechados de la política exterior coordinada de esos tres países, bajo el liderazgo de Argentina. Es claro que la designación supone reconocimiento al poderoso intelecto, la vasta cultura y el gran talento de Martí, quien no ostentaba ciudadanía de ninguno de los tres países. La designación indica un alto grado de confianza en sus ideas políticas, y en este una sensibilidad política

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 119 23/07/2015 13:54:02

Page 120: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

120

difícilmente hallada en sus artículos y correspondencia, expresada a favor de cualquiera de los altos círculos políticos del resto de la Améri-ca Latina. Puede comprenderse que haya sido precisamente la natura-leza de la coordinación internacional tripartita, claramente evidenciada durante esa y otras reuniones americanas previstas, la que provocaba reservas en Brasil sobre las intenciones de Argentina.

En 1890, por otra parte, Martí analiza el conflicto de Samoa, en el que Inglaterra y Alemania unieron tácticamente sus fuerzas contra Estados Unidos para impedir su expansión en el Pacífico. Así, escribía para La Nación en febrero de 1890: “en la alta diplomacia se tiene hoy por seguro que Inglaterra y Alemania se han dado de la mano en la sombra para repartirse las comarcas nuevas que vayan apareciendo por el mundo e impedir que Italia, que Francia, que España, que Estados Unidos extiendan a África y por el Pacífico sus posesiones coloniales”.17

En términos similares se expresaría en 1895, horas antes de su muerte, sobre el destino que él atribuía a Cuba y Puerto Rico en el Ca-ribe. Dos cosas importantes comprobó Martí: que una alianza táctica de naciones podía, en efecto, evitar la expansión desmedida de una po-tencia, estableciendo un equilibrio tan prolongado como permitieran la voluntad política y los recursos materiales de dicha alianza; y que toda futura expansión de Estados Unidos se haría a costa de los países más débiles del hemisferio. Varios años se prolongó el forcejeo, y, a la larga, desaparecido Martí, los imperialistas de Europa y de Estados Unidos cumplieron el acuerdo de distribuirse el archipiélago. Martí habría comprendido que no siempre los antagonismos interimperialistas con-ducen al enfrentamiento político y militar. Es claro, en fin, que Martí interiorizó la colosal obra que tenía ante sí, a la postre pospuesta por su muerte. Tuvo perfecta conciencia de la peculiar ubicación geográfica de las Antillas y la preeminencia en estas de Cuba; y gradualmente tomó cuerpo en su pensamiento una concepción estratégica que debía impedir a Estados Unidos apropiarse de esa área geográfica y extenderse desde ella sobre toda la América Latina.

Nos interesa subrayar, al llegar a este punto, algunos presupuestos del pensamiento estratégico de Martí, sin los cuales sería posible carac-terizar su obra como utópica. Cuando en 189318 advierte a la América Latina que Cuba desea ser libre, y que junto a Puerto Rico, es indispen-sable para “la seguridad, independencia y carácter definitivo de la fami-lia hispanoamericana en el continente, donde los vecinos de habla ingle-sa codician la clave de las Antillas para cerrar en ellas todo el Norte por el Istmo, y apretar luego con todo este peso por el Sur”, expresa un

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 120 23/07/2015 13:54:02

Page 121: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

121

anticipado concepto geopolítico, dirigido a algunos gobiernos latinoa-mericanos, en particular al de Argentina, capaces de comprender cabal-mente la realidad de ese peligro. Era, dígase de paso, una Argentina muy diferente de la de hoy, con hombres como Roque Sáenz Peña, quien, al rechazar la Unión Aduanera propuesta por Estados Unidos en 1891, era capaz de afirmar, cuando aún no había llegado a la presidencia de la Argentina: “Estado alguno americano tiene el derecho de hablar a nom-bre de un hemisferio”;19 y que a la oficiosa consigna estadunidense pro-pia de la Doctrina Monroe —“América para los americanos”—, opuso esta versión: “América para la humanidad”.

Martí también consideraba a México, que tanto amaba, como aliado potencial de Cuba. En apuntes escritos hacia 1875 sostiene que Estados Unidos “crece para la codicia”, y señala a México, en consecuencia, el deber “de ser digno del mundo, cuando a sus puertas se vea librar la batalla del mundo”.20 Pero con su experiencia de años y el curso de los acontecimientos internos en México, en 1889, pocos días después de inaugurada la Conferencia Internacional Americana, para la cual tuvo que profundizar en la problemática latinoamericana, concluyó que los defensores de la independencia de nuestra América tendrían que venir del sur, ya que a México la cercanía a Estados Unidos le tenía atadas las manos. Sin embargo, en vísperas del inicio de la Guerra de Independen-cia Martí acudió al México de Porfirio Díaz, con quien había tenido importantes discrepancias políticas, pero que con el tiempo había ma-durado como estadista y todo parece indicar que ofreció apoyo y ayuda financiera a la gesta revolucionaria cubana.

Poco dijo Martí sobre el Caribe inglés, francés y holandés. Eran colonias bajo firme control de sus respectivas metrópolis, tanto que no fue sino en la década del sesenta del siglo xx que las islas mayores bri-tánicas lograron su independencia, y el resto en las décadas siguientes. Las islas francesas son aún territorios de esa nación. Antagonizar a Inglaterra, para él aliada potencial de una Cuba independiente, con su mensaje liberador, particularmente en lo relativo a Jamaica, donde vivía una nutrida emigración cubana revolucionaria, habría carecido de sen-tido en ese momento. En la mente de Martí ese punto aguardaría a momentos posteriores más propicios.

De todas maneras, el apoyo de una América hispana unida frente al imperialismo estadounidense sería importante para Cuba durante la guerra de liberación, y vital después del triunfo revolucionario, cuando, empobrecido y debilitado por la contienda, el país tendría que mantener su independencia y su soberanía ante el poder abrumador de la “república

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 121 23/07/2015 13:54:02

Page 122: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

122

imperial” del Norte, que ya entonces dominaba su mercado. Se advierte que Martí tenía su pupila previsora clavada en la correlación de fuerzas en el hemisferio y en el mundo.

Europa en la teoría martiana de las relacionesinternacionales

Es evidente, lo advirtió Le Riverend, que la concepción sobre el papel que él le atribuía a Europa en la América Latina había madurado en Martí desde los inicios de su permanencia en Estados Unidos. Desde los años 80 del siglo xix, y más claramente a partir de los 90, Europa se batía en retirada, aferrada a algunos enclaves en la América del Sur y en el Caribe. Francia luchaba por la expansión en África y Asia, en concurrencia imperial con Inglaterra, Italia y Alemania. Hacia finales de aquel periodo no era perceptible una amenaza para la América Lati-na desde Europa. Los pactos ingleses con Estados Unidos indican el repliegue de un imperio excesivamente extendido en África y Asia. El mayor enemigo para nuestra América era, según Martí, no Europa, sino Estados Unidos. Cabe preguntarse cuál sería el papel que Martí reser-vaba al “viejo Continente” en su pensamiento estratégico. Sus escritos publicados entre 1894 y 1895 indican que pensaba en Europa como aliada táctica de la América Latina y potencialmente de una Cuba inde-pendiente. No venía al caso trocar un imperialismo por otro, sino ganar tiempo en tanto la América Latina desenvolvía su unidad y su capacidad defensiva. Por esa vía, la América Latina y el Caribe podrían llegar a ser “una tercera fuerza equilibradora del mundo”, vale decir, entre Eu-ropa y Estados Unidos. En su crónica “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América” Martí afirmó:

Ni uniones de América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de América. El caso geográfico de vivir juntos en Amé-rica no obliga, sino en la mente de algún candidato o algún ba-chiller, a unión política. El comercio va por las vertientes de tierra y agua y detrás de quien tiene algo que cambiar por él, sea monarquía o república. La unión, con el mundo, y no con una parte de él; no con una parte de él, contra otra.21

Aparte de la implícita denuncia de la doctrina Monroe, en el párrafo que antecede es evidente que la preocupación mayor de Martí era el peligro

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 122 23/07/2015 13:54:02

Page 123: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

123

de que la América Latina se convirtiese en simple área de influencia de Estados Unidos en la guerra económica y política que esa nación espe-raba que se produjera entre ambos continentes. La tesis de la aproxima-ción táctica a Europa para equilibrar la penetración norteamericana en la América Latina gana en claridad en un comentario que Martí escri-biera para sí, inmediatamente después de 1888, en unos de sus apuntes. Acerca de la posibilidad de que el vicecónsul francés en Guayaquil hubiera hallado el modo de abrir con pocas inversiones un “paso transcontinental” que permitiría atravesar el continente suramericano, anotó:

—¡Que la Inglaterra (la Great Zaruma Gold Mining Co.), ha obtenido ya la concesión de la mitad de la vía!—Pues lo que otros ven como un peligro, yo lo veo como una salvaguardia: mientras llegamos a ser bastante fuertes para defendernos por nosotros mismos, nuestra salvación, y la garantía de nuestra independencia, están en el equilibrio de potencias extranjeras rivales.—Allá, muy en lo futuro, cuando estemos completamente desenvueltos, corre-mos el riesgo que se combinen en nuestra contra las naciones rivales, pero afines,—(Inglaterra, Estados Unidos): de aquí que la política extranjera de la América Central y Meridional haya de tender a la creación de intereses extranjeros,—de naciones di-versas y desemejantes, y de intereses encontrados,—en nuestros diferentes países, sin dar ocasión de preponderancia definitiva a ninguna aunque es obvio que ha de haber, y en ocasiones ha de convenir que haya una preponderancia aparente y accidental, de algún poder que acaso deba ser siempre un poder europeo.22

Nos interesa subrayar que mientras la América Latina no contase con poder suficiente para defenderse por sí misma, Martí concebía un equi-librio entre potencias con intereses contrapuestos, como era el caso entonces de Inglaterra y Estados Unidos, que podría ayudar a evitar la anexión de Cuba. Eso permitiría un espacio de autodeterminación para las naciones latinoamericanas que también contribuirían a ese equilibrio. Al propio tiempo, Martí evidencia flexibilidad, poco frecuente en su época, al concebir una política sobre inversiones extranjeras que a juicio suyo podría contribuir al desarrollo nacional y al equilibrio mediante “intereses encontrados” al cual alude en la cita precedente.23 Esto sería discutible si posteriormente Martí hubiera modificado esa idea, pero en 1894 declaraba significativamente su admiración por un inglés liberal, notable crítico social de su época, William Thomas Stead, por cierto, muy amigo de Mark Twain, quien proyectaba la imagen de la Inglaterra

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 123 23/07/2015 13:54:02

Page 124: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

124

democrática frente a Estados Unidos soberbios y retrógrados, con pa-labras citadas por Martí y en las cuales América debe entenderse como Estados Unidos:

Lo que deben, cubanos y españoles temer [...] de un pueblo que con las mejores semillas de la libertad, tras cuatro siglos de re-pública práctica en un continente virgen, ha caído en los proble-mas todos de la monarquía—,no lo digamos cubanos porque se tendría a pasión: dígalo Stead, liberal humanitario y fundador, inglés abierto, crítico agudo, cruzado moderno, hombre de hom-bres: “Más fácil es—acaba de decir Stead—convertirse al repu-blicanismo en Rusia que en Estados Unidos. Nada en América sorprende tanto a un inglés como la desconfianza radical en la capacidad del pueblo. Se echa uno atrás, simplemente, al llegar de Inglaterra a Estados Unidos. No he visto tierra de menos democracia desde que salí de Rusia”.24

En 1895, encontrándose ya en Guantánamo, próximo a dar su vida por la causa revolucionaria, Martí es informado de la muerte accidental de un marino británico de la goleta Honor, que trajo la expedición de An-tonio Maceo y Flor Crombet. Martí entendió imprescindible dirigirse al Agente Consular del Gobierno Británico a fin de transmitirle una explicación oficial de los hechos que trasciende, a nuestro juicio, el pro-pósito inmediato que la motivó. Después de aclarar que había ordenado una investigación sobre el accidente, Martí añadió:

Los altos ideales que sustenta la revolución cubana, que tiene por objeto nada menos que la fundación de una república fuerte y próspera, abierta a la laboriosidad del mundo y merecedora de su respeto y simpatía, no pueden tolerar, antes bien tienen que castigar, la menor trasgresión de las leyes morales y el respeto internacional por parte de sus mantenedores.25

Esta visión de una Cuba abierta al mundo —y en este caso, particular-mente a Inglaterra, vale decir, a Europa— se sustentaba en el conoci-miento de primera mano que tenía Martí del diferendo anglo-venezolano sobre la Guayana, al que nos referimos en líneas anteriores. Martí había presenciado la gradual intrusión de Inglaterra desde la Guayana Britá-nica en territorio venezolano. Observó los reiterados intentos de Vene-zuela de lograr la intervención estadounidense en el conflicto a partir de 1876, y después en 1880, 1881, 1884 y, en tres ocasiones, en 1887, año en que ese país suramericano rompió relaciones con Inglaterra. Martí

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 124 23/07/2015 13:54:02

Page 125: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

125

ya ostentaba la representación consular de Uruguay en 1889, cuando participó en la Conferencia Internacional Americana durante la cual Venezuela apeló a la doctrina de Monroe para solicitar el arbitraje de Estados Unidos, moción que, bajo la protesta furiosa de Argentina, el anfitrión norteño paralizó en la Conferencia. Se encontraba Martí en Nueva York cuando, en 1894, Venezuela desarrolló una activa campaña que a la postre logró el objetivo de mover a Estados Unidos a una posi-ción favorable al arbitraje forzoso. Martí no alcanzó a ver la airada respuesta británica a las pretensiones estadounidenses y venezolanas, que tuvo lugar en noviembre de 1895, pero lo presenciado por él hasta su muerte indicaba el creciente choque de intereses entre Inglaterra y Estados Unidos en América Latina y el Pacífico. Razones sobraban, pues, para invitar a Inglaterra a compartir el mercado cubano después de alcanzada la independencia, frente al peligro creciente de Estados Unidos: arrogante y prepotente.

La idea de una Cuba abierta a todos los países amigos la reiteró Martí a Eugene Bryson, corresponsal de The New York Herald, a quien entregó, en la manigua, su carta al gobierno y al pueblo de Estados Unidos publicada en ese diario el 19 de mayo de 1895, el mismo día de la muerte del autor: “Cuba quiere ser libre, para que el hombre realice en ella su fin pleno, para que trabaje en ella el mundo, y para vender su riqueza escondida en los mercados naturales de América”.26 Es esa la versión pública, destinada a grandes grupos de lectores, en este caso de Estados Unidos, que nos muestra cómo Martí concebía prácticamente el equilibrio internacional en Cuba: igualdad de condiciones para todos en el comercio y en las oportunidades para las inversiones en la Isla: independencia frente a todos y en particular frente a Estados Unidos. Paul Estrade, notable investigador francés de la América Latina, nos dice que el pensamiento martiano indica que la supervivencia de la América Latina dependería del equilibrio que pudiera mantenerse entre las grandes potencias rivales, por lo que para Martí eran imprescindibles los vínculos con Inglaterra.27 Se requería aprovechar las contradicciones entre esta y Estados Unidos.28

En tal sentido, Martí comprendía incluso la necesidad de la aproxi-mación táctica también con una España reconciliada, una de las razones del extraordinario cuidado que, en vísperas de la Guerra de Indepen-dencia, él ponía cuando se dirigía a los españoles o hablaba de ellos. Decía Martí en las “Bases del Partido Revolucionario Cubano”, en ene-ro de 1892, que la guerra no era contra el español, puesto que el hijo había “recibido en Cuba de su padre español el primer consejo de altivez

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 125 23/07/2015 13:54:02

Page 126: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

126

e independencia”.29 Esta línea política mesurada y sobria en relación con España desborda, a juicio nuestro, objetivos inmediatos y presagiaba las condiciones en que tendría que luchar Cuba por su supervivencia después de la guerra. Sobresale con fuerza el mensaje de Martí de que con Es-paña se mantendrían lazos políticos y económicos especiales que con-tribuirían al equilibrio que él se proponía crear frente al expansionismo de Estados Unidos. De ahí que ese mensaje conciliador lo reiterara en casi todos los documentos programáticos de la revolución. Que España en definitiva haya preferido entregar Cuba a Estados Unidos antes que a los cubanos solo indica la ceguera de sus elites políticas, por lo cual pagó, y aún paga, un precio histórico.

El Caribe en el equilibrio martiano

A partir de este presupuesto, cobra mayor sentido la posición martiana acerca del carácter estratégico de las tres Antillas claves —Cuba, Puer-to Rico y Santo Domingo— en el Caribe y la importancia de este para el equilibrio hemisférico y, en definitiva, mundial, en tanto estaba cla-ramente dirigido contra la mayor potencia de la región, y en breve del mundo. Atrás quedaban los objetivos limitados sobre la exclusiva libe-ración de Cuba: a Puerto Rico se sumaba Santo Domingo en una futura alianza hispanoamericana del Caribe. Con esto en mente le escribe en 1892 a Máximo Gómez, al invitarlo a incorporarse a los preparativos de la guerra necesaria:

Usted que vive y cría a los suyos en la pasión de la libertad cuba-na, ni puede, por un amor insensato de la destrucción y de la muerte, abandonar su retiro respetado y el amor de su ejemplar familia, ni puede negar la luz de su consejo, y su enérgico traba-jo, a los cubanos que, con su misma alma de raíz, quieren asegu-rar la independencia amenazada de las Antillas y el equilibrio y porvenir de la familia de nuestros pueblos de América.30

Con igual realismo, Martí se refiere a

Las tres islas que, en lo esencial de su independencia y en la as-piración del porvenir, se tienden los brazos por sobre los mares, y se estrechan ante el mundo, como tres tajos de un mismo co-razón sangriento, como tres guardianes de la América cordial y verdadera, que sobrepujará al fin a la América ambiciosa, como

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 126 23/07/2015 13:54:02

Page 127: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

127

sus tres hermanas [...] las tres Antillas que han de salvarse juntas, o juntas han de perecer, las tres vigías de la América hospitalaria y durable, las tres hermanas que de siglos atrás se vienen cam-biando los hijos y enviándose los libertadores, las tres islas abra-zadas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo.31

Eran, desde luego, las Antillas hispanas. Esa formulación aparece re-forzada en el propio año de 1892. Cuando se dirige a los presidentes de Cuerpos de Consejo del Partido Revolucionario Cubano, explica que “la organización da poder expreso para contribuir, con la independencia de los últimos pueblos esclavos de América [...] al equilibrio y crédito ne-cesarios a la paz y justicia universales, de las naciones de la lengua castellana en América”.32

Nótese, una vez más, la insistencia de Martí en el destino de los pueblos de habla castellana, lo que excluye a Brasil y, al propio tiempo, completa el círculo de la unión “hispanoamericana”, con las tres estra-tégicas Antillas españolas, valladar contra la futura expansión de Esta-dos Unidos hacia Suramérica, de la que dependerían la seguridad y la viabilidad de Cuba como nación independiente. Porque Brasil, ya en plena República, había ratificado su política de alianza con Estados Unidos. El barón de Río Branco sería designado ministro de Relaciones Exteriores y se mantendría en esa influyente posición en el gran país suramericano hasta su muerte.

Al seguir la interpretación de Julio Le Riverend sobre el concepto martiano del equilibrio,33 observamos que subraya con razón la expresión “fiel del mundo”, como una consideración que anticipa la geopolítica, y que atribuye a Martí la denuncia de la estrategia norteamericana para apoderarse del Istmo, y, por tanto, del futuro canal de Nicaragua, o —como resultó ser— de Panamá. Lo que Martí seguramente pensaba, pero no comentó, es que la independencia de Cuba y Puerto Rico y la soberanía de Santo Domingo, acceso obligado al Istmo por el Paso de los Vientos, podría demorar o detener la expansión de Estados Unidos por la Améri-ca Latina. En realidad, la expresión fiel es prácticamente consustancial al concepto del equilibrio internacional, y tan antiguo como este. Pero com-probemos el hondo sentido con que Martí lo aplicaba a Cuba:

En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mun-do celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder,—mero fortín de la Roma americana;—y si libres—y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora—serían en el

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 127 23/07/2015 13:54:03

Page 128: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

128

continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América Española aún amenazada y la del honor para la gran re-pública del Norte, que en el desarrollo de su territorio [...] hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abri-ría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo.

Y añadió:

Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son solo dos islas que vamos a libertar. ¡Cuán pequeño todo [...] ante la verdadera grandeza de asegurar, con la dicha de los hombres laboriosos en la independencia de su pueblo, la amistad entre las secciones adversas de un continente, y evitar, con la vida libre de las Anti-llas prósperas, el conflicto innecesario entre un pueblo tiraniza-do de América y el mundo coaligado contra su ambición!34

Los que hemos vivido y estudiado el siglo posterior a la muerte de Martí, que conocemos el curso de la historia de la América Latina des-pués de la intervención de Estados Unidos en la Guerra Hispano-Cu-bano-Estadounidense, incluyendo las dos guerras mundiales; el equilibrio creado con el surgimiento de las Repúblicas Socialistas Soviéticas —fa-vorable a los países del Tercer Mundo— e interrumpido con la desinte-gración de estas, podemos valorar hasta qué punto habría sido y sigue siendo sabio para una América Latina precisada de unirse, incluso de “integrarse”, en el sentido pleno de la palabra, aprovechando historia, cultura y lengua comunes, escuchar las advertencias de Martí para frenar con su unidad al “gigante de las siete leguas”.

Pero todo tendría que hacerse con sentido de la urgencia histórica antes de que aumentase la desproporción entre el desarrollo de Estados Unidos y el de nuestros países. Vale sugerir que en este párrafo Martí ve esa desigualdad como un “proceso de creciente dimensión, lo contem-pla en su verdadera profundidad histórica”.35

Para Martí resulta evidente que un Caribe hispano independiente contribuiría a asegurar el equilibrio en las relaciones “entre las dos secciones adversas” de la América: la del Norte, con su inclinación im-perialista de expansión a costa de sus vecinos más débiles, y la del Sur, de una esencia humana y cultural radicalmente diferente. Pero esa “amistad” debía presuponer “la soberanía plena y mutuo respeto entre ellas”.36 A su vez, Cuba se sentía animada de un sentido del deber ante las Antillas, la América Latina y el mundo todo, y así decía en momentos

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 128 23/07/2015 13:54:03

Page 129: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

129

en que acaso se cuestionaba a sus compatriotas, que “los cubanos reco-nocen el deber urgente que les imponen para con el mundo su posición geográfica y la hora presente de la gestación universal; y aunque los observadores pueriles o la vanidad de los soberbios lo ignoren, son plenamente capaces, por el vigor de su inteligencia y el ímpetu de su brazo, para cumplirlo; y quieren cumplirlo.”37

A medida que avanzaban los planes para la guerra el concepto logró mayor precisión en Martí, como en su carta del 25 de marzo de 1895 a su amigo Federico Henríquez y Carvajal: “Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso fijarán el equilibrio del mundo”. Pero adquie-re su plenitud cuando, ese mismo día, Martí preparó un documento pú-blico trascendental, el Manifiesto de Montecristi, en el que afirmó:

La guerra de independencia de Cuba, nudo del haz de islas donde ha de cruzarse, en pocos años el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroís-mo juicioso de las Antillas presta a la paz y firmeza y trato justo de las naciones de América, y el equilibrio aún inseguro del mun-do. // Honra y conmueve meditar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pue-blos incautos a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación aún insegura de la república humanitaria en Amé-rica, y la creación de un archipiélago libre, a donde las naciones respetuosas ante su libertad ordenada, y trabajadora derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo.38

Al concepto del “fiel de la balanza” hay que añadir este otro de “crucero del mundo”, que, al anticipar el Canal de Panamá, tiene una connotación geopolítica aún más pronunciada que el primero, y un carácter progra-mático, porque Martí preparó ese documento en vísperas de su desem-barco en Cuba para incorporarse a la Guerra de Independencia, iniciada el 24 de febrero anterior. Se percibe claramente el esfuerzo de Martí, en este documento escrito para la opinión pública internacional, por lograr que la América Hispana, sobre todo Argentina y México, e Inglaterra, en general, Europa, comprendiesen la importancia estratégica de Cuba y el conjunto de las Antillas, situadas en las aproximaciones y acceso a lo que años después sería el Canal de Panamá, en el complejo mundo que anticipaba. Pero es en su carta a Manuel Mercado, tan conocida pero de evocación obligada en cualquier intento de aproximación al pensamiento político martiano, en la que todas las dudas se aclaran y su mensaje se

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 129 23/07/2015 13:54:03

Page 130: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

130

revela en toda su profundidad antimperialista. El 18 de mayo, pocas horas antes de caer en Dos Ríos, le escribe a su amigo que ya está en-tregado de lleno al deber de “impedir a tiempo con la independencia de Cuba” que se “extiendan por las Antillas Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”. Y le confiesa: “cuan-to hice hasta hoy, y haré, es para eso”.39

Esto no excluye que Martí hiciera todo lo posible a lo largo de los años en que actuó en Estados Unidos por evitar allí una posición contraria a los intereses independentistas; ni que tratara, desde el Partido Revolucio-nario Cubano, de ganarse el respeto y la confianza de los dirigentes y los grupos de poder estadunidense y, de haber sido posible, también la ayuda del pueblo de ese país para la guerra. Mientras menores fuesen los obstáculos para la guerra y, sobre todo, para la independencia, mejor sería para el futuro del pueblo cubano, ya que todos los indicios en poder de Martí de los propósitos de Estados Unidos, por sus mal disimulados de-signios de predominio internacional en ese fin de siglo indicaban un porvenir cuando menos azaroso para Cuba, dada la hostilidad del gobier-no estadounidense hacia la Revolución Cubana. Por eso en su correspon-dencia confidencial con los dirigentes revolucionarios cubanos en territo-rio norteamericano los insta una y otra vez a actuar con sumo sigilo para no provocar a las autoridades de aquel país, entre las que Martí sabía que la liberación de Cuba no contaba con simpatía. Lo cierto es que su pensa-miento estratégico, muy claro en su carta a Manuel Mercado que acabamos de citar, distaba mucho de una visión ilusamente optimista del futuro, y sí indicaba entre líneas sacrificios y dificultades ante un coloso que crecía y amenazaba a Cuba y a todo el hemisferio. Nada más actual. Hoy, como entonces, de lo que se trata es de determinar cómo la América Latina, Cuba incluida, participará en el proceso de transición hacia nuevos equi-librios: como aliada menor subordinada de Estados Unidos, obligada, como afirmaba Martí, a consumir los productos “invendibles” de ese país para salvar al capitalismo norteamericano de sus propias contradicciones, o como una comunidad independiente, unida e integrada, no solo en el plano económico, sino en el más universal de la historia, de la cultura y de las tradiciones, capaz de “equilibrar” con poderosas identidad e inde-pendencia las grandes regiones económicas en la actual redición de las pugnas interimperialistas por nuestro continente. A ello nos convoca el paradigma martiano ante los desafíos globales del siglo xxi.

Tomado de la revista Casa de las Américas, La Habana, no. 229, octubre-diciem-bre, 2002, pp. 44-57.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 130 23/07/2015 13:54:03

Page 131: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

131

NOTAS

1 José Martí: “Fragmentos”, Obras completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, t. 22, p. 38. [En lo adelante, OC. (N. de la E.)]

2 Conde Ángel Guillermo Garden de Lessard: Tratado de diplomacia, La Habana, 1964, p. 279.

3 Indalecio Liévano Aguirre: Bolívar, Madrid, 1983, p. 293. 4 Julio Le Riverend: José Martí: pensamiento y acción, La Habana, Centro de

Estudios Martianos y Editora Política, 1982, p. 97. 5 Ídem. 6 Miguel A. D’Estefano Pisani: Historia del derecho internacional. Desde la

antigüedad hasta 1917, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985, p. 240.

7 JM: Carta al director de La Opinión Nacional, Caracas, 24 de noviembre de 1881, Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Mar-tianos, t. 12, p. 63.

8 Ídem. 9 José Martí: Cuaderno de apuntes no. 3, OC, t. 21, p. 127.10 Antonio Núñez Jiménez: “El camino rapaz de treinta y siete estrellas”, en

Granma, 29 de julio de 1976, p. 2. 11 Manuel Medina Castro: Estados Unidos y la América Latina. Siglo xix, La

Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1974.12 Ídem.13 Joseph E. Davies: Mission to Moscow, Nueva York, Simon and Shuster, 1941.14 JM: “El Congreso Internacional de Washington (II)”, en La Nación, Buenos

Aires, 20 de diciembre de 1889, OC, t. 6, pp. 62-63.15 Hélio Jaguaribe: “Presente e Futuro das Relaçôes Brasil-Estados Unidos”, en

Estados Unidos en la transición democrática, São Paulo, Editora Paz e Terra, 1985.16 Vicente G. Quesada: Mis memorias diplomáticas, Buenos Aires, Imprenta de

Coni Hermanos, 1907, p. 463.17 JM: “La política internacional de Estados Unidos”, en La Nación, Buenos

Aires, 20 de marzo de 1890, OC, t. 12, p. 384.18 JM: “Otro cuerpo de consejo”, en Patria, Nueva York, 19 de agosto de 1893,

OC, t. 2, p. 373.19 Véanse las declaraciones de Roque Sáenz Peña en Moniz Bandeira: O Eixo Ar-

gentina-Brasil, Brasilia, Editorial de la Universidad de Brasilia, 1987, pp. 18-19.20 JM: “Viajes”, [México], OC, t. 19, p. 21.21 JM: “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”, en La Revista

Ilustrada, Nueva York, mayo de 1891, OC, t. 6, p. 160.22 JM: Fragmentos, ob. cit., p. 116.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 131 23/07/2015 13:54:03

Page 132: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

132

23 El lector puede consultar con provecho el análisis de Ramón de Armas de este fragmento en orden a la importancia que Martí otorga a las inversiones extranjeras. Ver “José Martí y la época histórica del imperialismo”, en José Martí, antimperialista, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Edito-rial de Ciencias Sociales, 1984, p. 367.

24 JM: “La revolución”, en Patria, Nueva York, 16 de marzo de 1894, OC, t. 3, p. 79. Martí tenía a William Thomas Stead (1849-1912), periodista, editor y publicista británico, en alta estima. Stead viajó a Rusia y promovió acti-vamente en su revista la amistad ruso-británica.

25 JM: Carta al Agente Consular del Gobierno Británico, Guantánamo, 27 de abril de 1895, OC, t. 4, p. 140.

26 JM: Carta a The New York Herald, Guantánamo, 2 de mayo de 1895, OC, t. 4, p. 153.

27 Y de Francia, solo que esta última se inclinaba al establecimiento de una alianza estratégica con Estados Unidos.

28 Paul Estrade: “La acción de José Martí en el seno de la Comisión Moneta-ria Internacional Americana”, en José Martí, antimperialista, ob. cit, p. 107.

29 JM: “Nuestras ideas”, en Patria, Nueva York, 14 de mayo de 1892, OC, t. 1, p. 321.

30 JM: “Carta a Máximo Gómez”, Santo Domingo,13 de septiembre de 1892, Epistolario, comp. ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, pról. de Juan Marinello, Editorial de Ciencias Sociales-Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1993, t. III, p. 210.

31 JM: “Las Antillas y Baldorioty Castro”, en Patria, Nueva York, 14 de mayo de 1892, OC, t. 4, pp. 409-410.

32 JM: “A los presidentes de los Cuerpos de Consejo de Cayo Hueso, Tampa y New York”, 9 de mayo de 1892, OC, t. 1, p. 439.

33 Julio Le Riverend: Ob. cit. 34 JM: “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano”, OC, t. 3, pp. 142-143.35 Julio Le Riverend: José Martí: pensamiento y acción, ob. cit. 36 Ibídem, p. 112.37 JM: Carta a The New York Herald, 2 de mayo de 1895, OC, t. 4, p. 153.38 JM: Manifiesto de Montecristi. Edición facsimilar, presentación Oscar Loyo-

la, estudio valorativo Ibrahim Hidalgo, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2011, pp. 176-178.

39 JM: Carta a Manuel Mercado, 18 de mayo de1895, Epistolario, ob. cit., t. V, p. 250.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 132 23/07/2015 13:54:03

Page 133: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

133

Capítulo VIIJosé Martí en el Club Crepúsculo de Nueva York:

en busca de la patria de Lincoln

Hacia 1890, Martí alcanzó el punto más alto de su prestigio en el ám-bito neoyorquino y latinoamericano. Había fortalecido su autoridad ante los emigrados cubanos después de apartarse del plan Gómez-Maceo en 1884 y de enfrentarse a sus secuelas políticas durante varios años. En el curso de las negociaciones de la Conferencia Internacional America-na conoció a los brillantes diplomáticos de la Argentina y de otros países suramericanos, capaces de mantener posiciones independientes frente a los ya poderosos Estados Unidos. Con su apoyo contribuyó a neutralizar las gestiones del gobierno norteamericano para comprarle la isla de Cuba al gobierno español, en momentos en que míster Martin, ministro estadounidense en Madrid, presentaba al gobierno español una propuesta con el mismo fin.

La participación de Martí en ese cónclave de Estados Unidos con los países de América Latina concluyó con éxito. Se aprestaba a inter-venir en la Comisión Monetaria Internacional Americana, en esa ocasión como delegado de Uruguay. Los gobiernos de Paraguay y de la Argentina, siguiendo el ejemplo de Uruguay, lo habían nombrado en julio de 1890 cónsul en la ciudad de Nueva York, la más grande e importante urbe de Estados Unidos. El 6 de diciembre del propio año, en reconocimiento a su intachable integridad y a sus méritos literarios, fue electo presidente de la Sociedad Literaria Hispanoamericana de esa ciudad.

Con su efectiva campaña periodística e interacción diplomática, Martí había contribuido a derrotar las pretensiones de James G. Blaine, secretario de Estado de Estados Unidos, de ver aprobadas, para benefi-cio exclusivo de los intereses norteamericanos, una moneda única para

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 133 23/07/2015 13:54:03

Page 134: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

134

todos los países del hemisferio, la eliminación de las tarifas aduanales entre Estados Unidos y los países latinoamericanos, en un empeño prematuro por establecer, con su ya entonces manifiesta superioridad en el plano industrial y agrícola, un modelo decimonónico de lo que hoy llamaríamos “libre comercio”, además de su ambicionada autoridad para arbitrar las disputas fronterizas y de otra índole entre los países lati-noamericanos.

En el desarrollo de sus tareas en la Conferencia Martí logró un cuadro más claro del peligro de Estados Unidos para Cuba y la América hispana, acerca del cual alertó a sus lectores suramericanos. Su actividad revolucionaria, enderezada a lograr la unidad imprescindible de la emi-gración y de la Isla para iniciar la Guerra de Independencia, se aproxi-maba gradualmente a los fines que se había propuesto. Mucho había logrado, pero, aunque tenía motivos para sentirse satisfecho, eran in-gentes las tareas que tenía por delante. Para cumplirlas, el tiempo se había convertido para él en un factor estratégico.

Mas, el calor agobiante del verano neoyorquino de 1890, unido a su incansable actividad consular, diplomática, periodística, y sus febriles quehaceres revolucionarios, agudizaron las secuelas físicas de su presi-dio político. En el verano de 1890 se vio obligado, por prescripción fa-cultativa, a apartarse de su trabajo y descansar unos días, por lo que decidió viajar a las montañas de Catskill. En los tiempos de Martí, las montañas de Catskill eran, y siguen siendo hoy, un centro veraniego tradicional, sano y fresco en el verano, no muy lejos de la ciudad de Nueva York.1

Su estancia en el lugar le permitio a un placentero interludio de intimidad con la naturaleza, pero también a nuevos retos políticos que posiblemente hayan superado sus expectativas. El investigador esta-dounidense William D. Isaacson,2 el único que ha abordado el tema de las relaciones de Martí y el Club Crepúsculo, nos recuerda los extáti-cos instantes en que Martí evoca, en sus apuntes,3 como “en la ciudad, cuando cierro los ojos, todo lo veo negro. Y aquí, cuando cierro los ojos, lo veo todo verde”. Su amor por la naturaleza lo expresa Martí también en su crónica para La Nación de Buenos Aires del 2 de no-viembre de 1890:

Van los alegres a las playas, buscando aventuras; pero el mar no acomoda con sus palacios bullangueros a la gente tranquila, ni es el aire de la costa como el de la montaña para criar hijos ágiles y resueltos, para leer a la luz blanda los libros sobre la naturaleza,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 134 23/07/2015 13:54:03

Page 135: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

135

para calafatear los pulmones agujereados, para calmar, con la salud del mundo el espíritu doliente.4

Pero entre un paseo y otro, Martí no dejó de trabajar en sus Versos sen-cillos. Isaacson nos sugiere que fue casual que Martí se tropezara con el Twilight Park. No aparecen, en verdad, informaciones concretas que contradigan este aserto. Pero después de conocer la extensión del viaje y las vicisitudes que experimentara para llegar a su destino, el sentido común indica que ponerse en contacto con el Club y sus miembros, buen número de ellos pintores, poetas y ensayistas, puede haber sido preci-samente el objetivo principal del recorrido de Martí. Isaacson nos dice:

Según su temperamento de viajero innato y espontáneo [toma] el ferrocarril de la antigua línea “Ulster and Delaware” [que] subía la orilla del Río Hudson hasta Kingston, donde […] transborda al tren que va hacia Phoenicia. De este pueblo da un viaje por coche sobre caminos estrechos y montuosos para llegar a la villa de Tanners-ville. Hasta aquí ha viajado el Apóstol unas ciento cincuenta millas. Todavía le quedan las últimas cuatro,5 que tiene que caminar a pie, a la altura de dos mil doscientos pies sobre el nivel del mar. En esta región [...] queda la aldea de Haines Falls, donde nace una etapa en la vida de José Martí que es, por lo común, desconocida.6

En realidad, ningún historiador cubano o extranjero, y menos aún Isaacson, que no era siquiera historiador, ha dedicado una reflexión detenida al viaje y la estancia de Martí en las montañas Catskill. Sor-prende, además, que nadie, incluyendo al autor mencionado, supiese exactamente qué tipo de institución era el Club Crepúsculo. Sin disponer de esta información elemental, es imposible comprender la presencia de Martí en el parque Twilight y en el Club propiamente dicho. En primer lugar, para descansar y disfrutar del aire puro de las montañas y de las aguas del Río Hudson, Martí no tenía que trasladarse a un lugar tan remoto e inaccesible, y caminar incluso más de siete kilómetros por senderos montañosos con, según Isaacson, dolorosas lesiones en la ingle, legadas por el presidio político. Le habría bastado abordar un cómodo y barato vaporcito de los tantos que navegaban —y navegan— por el Hudson y desembarcar en alguno de los pequeños hoteles, siempre cercanos a las montañas, que bordean sus márgenes. Creemos probable que Martí salió de Nueva York con el propósito de conocer a Haines Falls, y al cercano parque Crepúsculo, retiro veraniego para muchos intelectuales de Nueva York y de otros Estados, inteligentes, cultos y críticos, verdaderos ciudadanos de la “patria de Lincoln”, propietarios

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 135 23/07/2015 13:54:03

Page 136: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

136

de pequeñas cabañas en torno a la casa del Club Crepúsculo, en una comunidad llamada Onteora7 cercana al parque. Su laborioso viaje no habría sido, pues, un hecho fortuito, sino una iniciativa bien lograda que justificó las molestias de su estado de salud durante el incómodo recorrido. Para Martí, “Catskill es una gloria”, y dedicó algunos párrafos a la historia del parque y del club vacacional, que publicó posteriormente en una crónica para La Nación:

Familia de casas parece el parque, que es todo de amigos, donde las visitas entran y salen a gozar en libertad de la hermosura del bosque, pero no vive sino quien tiene casa suya, o va con quien la tiene. Tres años hace, era selva firme la falda del pico, hasta que la compró, a diez pesos el acre, un periodista que abogaba contra la propiedad de la tierra. Con lo que le puso un hermano, y lo que le dieron de hipoteca, pagó la compra, y empezó el clareo […] // Lo primero fue levantar la casa del club, y su colgadizo.8

La compañía vendió después los lotes en los que varias familias promi-nentes de Nueva York construyeron las primeras casas, hasta llegar a unas cincuenta en los días en que Martí visitó el lugar. Allí regresaría una y otra vez durante su estancia, y en cada ocasión se relacionaría con algunas familias e individuos interesantes, aunque nos comunica poco de las personalidades que conoció. Así,

De Edgewood, el retiro amable, vienen de gorra y polaina los poetas de Onteora, el pueblo privado, donde no se entra sin licen-cia, y vive mucho músico y escritor, en casa de troncos, metida en los pinos: de Twilight Park, que es un sueño de hermoso, con sus pórticos de ramas de abedul, sobre la boca de las cataratas9 mismas; su rebaño de casas rojas agrupadas, aquí y allá, alrededor de la casa del club; sus sendas de piedra natural, que culebrean por la ladera, sobre arroyos y céspedes, de una casa a otra.10

En sus frecuentes contactos sociales y festivos de aquellos días, afirma Isaacson, Martí se informó sobre la historia del Club. Sus reportajes sobre la vida en comunidad de sus socios son interesantes, pero los pormenores sobre la parcelación y venta de la tierra, que ya hemos visto, nos dicen poco de cómo surgió la idea del Club propiamente dicha. La prensa de la época,11 refleja lo ocurrido con los detalles que intere-saban a los lectores neoyorquinos. Un diligente reportero del Brooklyn Daily Eagle informa que la idea surgió durante la visita que llevara a cabo en Estados Unidos el filósofo británico Herbert Spencer. En una cena de despedida que se le ofreciera en el famoso restaurante

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 136 23/07/2015 13:54:03

Page 137: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

137

Delmonico s en noviembre de 1882,12 Spencer, que durante su periplo hizo críticas fuertes al sistema político norteamericano, habló en esa ocasión, menos sobre sus ideas filosóficas, y de su controvertida obra A System of Synthetic Philosophy based on Evolution (1860), y más sobre otro tema complementario, abordado muchos años antes por Ralph Waldo Emerson y por su alumno Henry David Thoreau, que en 1854 escribió Walden or Life in the woods. “Los norteamericanos, dijo Spencer, deben aprender a practicar el relajamiento en íntimo contacto con la naturaleza, para aliviar la vida de tensiones peligrosas y dañinas a la salud”. Esta práctica la llamó “el nuevo Evangelio del relajamiento para los americanos”, que también promovió una imagen más simpática del pensador británico por su recomendación de un contacto más estre-cho del pueblo norteamericano con la naturaleza, porque sus críticas a la sociedad y al sistema político de Estados Unidos, causó preocupación en las altas esferas de la burguesía.

Poco después, el conocido periodista, ya entonces jubilado, F. V. Sma-lley, retomó informalmente el tema con otro colega en retiro y llegaron a la conclusión de que un club de reglas sencillas, sin formalidades, sin burocracia administrativa, sin politiquería, apartado del agobiante entor-no urbano y cercano a la naturaleza, podía y debía ser creado. Incluso se pusieron de acuerdo sobre el nombre, que inicialmente decidieron fuera el Spencer Club. Aunque el nombre gustó, fue finalmente desaprobado rechazado porque a los miembros fundadores pareció demasiado provo-cador debido al “radicalismo” del personaje. Ya afirmamos que Spencer hizo fuertes críticas al sistema político estadounidense durante su gira norteamericana. Un ejemplo publicado el 23 de octubre de 1882 es sufi-ciente para dar una idea del contenido de sus críticas. Al pedirle su opinión un periodista sobre lo que había visto en Estados Unidos, Spencer dijo:

Después de ponderar todo cuanto he visto de vuestros vastos es-tablecimientos de manufactura y comercio, el flujo intenso del tráfico en vuestros tranvías y trenes elevados, vuestros hoteles y residencias gigantescos, recordé súbitamente las repúblicas italia-nas de la Edad Media, y evoqué el hecho que, a pesar de la gran actividad comercial y artística que en ellos se desarrollaba, que hicieron de ellos la envidia de Europa, y la construcción de man-siones principescas que continúan siendo la admiración de los viajeros, sus pueblos perdían gradualmente todas sus libertades. // Y me parece que a ustedes les ocurre lo mismo. Ustedes retienen las formas de la libertad, pero hasta donde he podido percibir, han sufrido la pérdida de una parte considerable de la sustancia. Es

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 137 23/07/2015 13:54:04

Page 138: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

138

verdad que aquellos que os gobiernan no lo hacen con guardias armados de espadas: sino mediante hombres armados de documen-tación electoral, que obedecen la palabra y el mando con la misma lealtad con que lo hacían los servidores de los nobles feudales, al permitir a sus líderes ignorar la voluntad del pueblo y obligar a la comunidad a someterse a sus exigencias tan fielmente como sus prototipos de la antigüedad. Es sin duda cierto que cada uno de vuestros ciudadanos vota por la candidatura que escoge para esta o aquella responsabilidad desde el Presidente hasta el último fun-cionario elegible, pero su mano la controla un poder detrás él, que no le deja opción alguna. “Utilice su poder político como le decimos o tírelo a la basura”, es la alternativa que se le ofrece a los ciudada-nos. La maquinaria política, tal como funciona en la actualidad, tiene poco parecido al contemplado al inicio de vuestra vida polí-tica. Evidentemente, quienes escribieron vuestra Constitución nunca soñaron que 20 000 ciudadanos serían conducidos a las urnas por un boss. Estados Unidos ejemplifica, al otro extremo de la escala social, un cambio análogo al que experimentaron los peores des-potismos. No sé si saben que en el Japón, antes de la más reciente revolución, el divino gobernante, el mikado, nominalmente supremo, era prácticamente una marioneta en manos de su primer ministro, el shogun. Aquí, me parece que “el pueblo soberano” se mueve y habla como lo desean quienes manipulan las cuerdas.13

Algunos periódicos de la época prodigaron a Spencer el peor epíteto posible por aquellos días: el de comunista. Se comprende que el nombre de Spencer para el Club resultase inconveniente, independientemente de las verdades que el filósofo británico se permitió divulgar, que una parte importante de la intelectualidad consideró estimulante.

Fue el popular reverendo John Howard Suydam (1832-1908), de Jersey City, quien se destacara por sus piadosos sermones religiosos para los combatientes de la Guerra de Secesión —muchos de ellos pri-morosamente publicados— quien salvó la situación al sugerir el nombre de Club Crepúsculo, o Twilight Club. No hubo objeción a la nueva pro-posición.14 Superado ese obstáculo, Charles F. Wingate, desde el princi-pio preocupado por el futuro club, el propio Reverendo Suydam, Henry Hall, historiador y editor,15 el juez William McDowall y el Coronel W. P. Fogg,16 autodesignados comité ejecutivo, invitaron a veintiún comen-sales, todos “caballeros de bien”, al restaurante Moquin's situado en Fulton Street, ciudad de Nueva York, y dieron inicio a sus actividades crepusculares. Una sede provisional del Club se estableció en el Mills

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 138 23/07/2015 13:54:04

Page 139: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

139

Building, Manhattan, Ciudad de Nueva York, aunque después se decidió abandonarla por parecer una formalidad administrativa contraria a los principios de la institución.

A finales de 1883, la membresía había aumentado a 200 personas, entre las que, según los reportajes de la prensa, había artistas, arquitectos, actores, novelistas, ensayistas, poetas, banqueros, subastadores, agentes de bolsa, profesores, bibliotecarios, químicos, industriales, impresores, importadores, militares, viajantes, médicos, editores, filósofos, economistas y políticos. La gama de prominentes miembros activos, era, pues, desde sus inicios y du-rante toda su existencia, bastante variada y abarcaba a casi todos los secto-res de la sociedad del país. De todo había, menos obreros y campesinos. Lo más parecido a un campesino era un socio terrateniente del Estado. Sí par-ticipaba en las actividades del Club, como representante de los obreros, uno de filiación y origen fuera de duda: Terence Vincent Powderly (1849-1924), presidente de los Caballeros del Trabajo, el más importante sindicato del país, a quien invitaban a todas las cenas, pero nunca fue admitido formal-mente como uno de sus miembro.17

Martí conoció a varios de los socios activos durante su estancia en las montañas, quienes lo aceptaron de buen grado en las actividades del grupo por su inteligencia, su sólida cultura, y también por sus altas responsabilidades consulares. Para Martí fue una experiencia excepcio-nal su admisión posterior en un Club al que pertenecía ese círculo ob-viamente influyente de la sociedad neoyorquina. Estos contactos, con-solidados después de su incorporación, habrían sido de importancia incalculable antes y en los días posteriores a un triunfo revolucionario en Cuba. Hasta qué punto, lo veremos mejor en líneas posteriores.

Parece claro, por otra parte, que Martí se proponía escribir mucho más sobre el Club y su verdadero carácter. Las personas que conoció, no identificadas plenamente por él, obligaron al investigador a la bús-queda de todo posible contacto con ellas, sobre todo en sus anotaciones privadas. En una de estas, no mencionada por Isaacson, dedicada a los numerosos proyectos de libros y ensayos que nunca pudo escribir, Mar-tí refiere: “Por escribir: Una familia (los Wingate). Con el pintor en la montaña. Las tres cachuchas (Mrs. Neavins). El paso nuevo (Round Top)18 Jack. Nota: Vine, con el pintor, a verle pintar. La montaña con Coughlin:19 (descripción ligera). El hawk20 quejoso. .En todas partes está la tristeza (contraste de la nota quejosa con la gloria y dicha del paisaje)”.21

Esta breve anotación contiene una valiosa información. Parece evi-dente que Martí, no solo había viajado con toda intención al retiro de los artistas, lugar que hemos visto era privado, sino que fue posiblemen-

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 139 23/07/2015 13:54:04

Page 140: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

140

te invitado al lugar por un pintor neoyorquino de apellido Coughlin. Allí conoció a dos personalidades interesantes. “Los Wingate” eran dos hermanos, uno de los cuales, Charles Frederick Wingate (1848-1909), fue el promotor más activo del Club Crepúsculo en 1883, según el pro-pio Isaacson nos aclara. Pero no es menos cierto que su hermano, el general George Wood Wingate (1840-1928), socio en la parcelación de las tierras de la montaña, se hallaba entre los miembros del Comité Ejecutivo que aprobó su ingreso en dicha institución, en tanto que Charles, como secretario del Club, certificó el documento.

En verdad, eran personalidades muy diferentes.22 Ambos habían alcanzado una relativa prominencia en la sociedad, la política y la eco-nomía locales. George Wood Wingate, se había graduado de Derecho en la ciudad de Nueva York. Allí superó su examen de incorporación a la profesión en 1861. Durante la Guerra de Secesión combatió en el Regimiento 22 de la Guardia Nacional de Nueva York, en el que alcan-zó los grados de capitán. Es interesante, por sus ramificaciones con la historia emergente, que dio a sus experiencias bélicas un sentido emi-nentemente práctico.

Gran parte de la obra de este militar se refiere, como tema de su vida, a la necesidad de que todos los ciudadanos de bien en Estados Unidos practicasen el tiro, sobre todo de fusil, a fin de estar bien pre-parados para la defensa del país, porque en su experiencia de la Guerra de Secesión los soldados de la Unión habían evidenciado graves defi-ciencias como tiradores. Insistió tanto en el asunto que en 1871 por propia iniciativa fundó la hoy contendida Asociación Nacional del Rifle (National Rifle Association) que los neoconservadores en Estados Uni-dos han convertido en un activo grupo de presión, con su programa fundamentado en el “derecho” de los ciudadanos privados de ese país a poseer una o varias armas, incluso de guerra. George fue electo su se-cretario. En 1874 se le designó jefe de la práctica de tiro en el estado de Nueva York hasta su renuncia en 1879, cargo que le permitió alcanzar el rango de brigadier general. Poco después ascendió a la presidencia de la asociación hasta 1888. Entre los logros que se le atribuyen se men-ciona el de haber redactado las regulaciones sobre tiro de fusil que du-rante muchos años se aplicaron en la Guardia Nacional y el Ejército de Estados Unidos. Fue presidente del Club Amateur de Fusil desde 1871. En 1874 se le designó capitán del primer equipo de tiro de fusil de Es-tados Unidos. Por su consagración a esa disciplina deportiva se le llamó “padre del tiro en Estados Unidos”.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 140 23/07/2015 13:54:04

Page 141: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

141

El general Wingate se mantuvo durante casi toda su vida en el car-go de presidente de la Asociación de la Guardia Nacional. En 1896 re-sultó electo presidente de la Twilight Association. Su obra escrita la dedicó a los temas militares: Last Campaign of the Twenty-Second Regi-ment, New York, 1864, y Manual for Rifle-Practice, reeditado en más de siete ocasiones desde 1872, Horseback Riding through the Yellowstone (1886, con dos ediciones posteriores), y Why should boys be taught to shoot (1907).

Charles Frederick Wingate, en cambio, era una persona reflexiva y apacible, siete años menor que su hermano. Fue tal vez de mayor sensi-bilidad social e inteligencia natural. Demasiado joven para luchar en la Guerra de Secesión, nunca fue hombre de armas. Se educó, como su hermano, en las escuelas públicas del Estado. La única educación reci-bida que pudiera sugerir un grado universitario fue la de Ingeniero de Sanidad. Pero ciertamente evidenció desde joven una fuerte vocación periodística. Durante cinco años fue corresponsal del Springfield Repu-blican. Sus artículos los firmaba con el seudónimo de “Carlfried”. De 1874 a 1882 editó, en ese orden, The Paper Trade Journal, The American Stationer, The Housekeeper y el Sanitary Engineer. A partir de esta última publicación se dedicó por entero a su profesión.

Charles escribió numerosos artículos en la prensa de la ciudad acer-ca de las pésimas condiciones de las viviendas de los explotados obreros neoyorquinos. En 1887 logró la aprobación de un proyecto que enmen-daba la ley de edificios de familias de bajos ingresos y parques pequeños. Sus inquietudes sociales y políticas lo movieron a apoyar activamente, en 1883, la fundación del Club Crepúsculo. Como periodista escribió artículos de crítica social como “La Historia de la pandilla de Tweed”, que publicó en la revista North American Review en 1874. Editó también: Views and Interviews on Journalism (Nueva York, 1875), Twilight Tracts (1886), Life of the Honorable Phineas T. Barnum (1891), Persons and Places (1891), The truth about “protection” (1892), y What shall boys do for a living? (1901). José Martí conoció a ambos hermanos que después promovieron y aprobaron su ingreso en el Club, durante su breve es-tancia en las montañas de Catskill.

Es cierto que el Club fue inicialmente integrado por ciudadanos marcados por el rasgo común de sus recursos abundantes y de su amor por la naturaleza, pero no lo es menos que en poco tiempo, probablemente bajo la influencia de los numerosos artistas y escritores asociados, evolucionó hacia una visión crítica de la sociedad norteamericana y la necesidad de reformarlo, con una vida activa que sucesivas generaciones de intelectuales prolongaron hasta nuestros días. Isaacson, que tuvo

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 141 23/07/2015 13:54:04

Page 142: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

142

acceso a su historia, escrita por miembros de la primera generación,23 nos ofrece una descripción de los reglamentos de las reuniones, en las que participaban “las más raras y distintas personalidades en esta unión curiosa”:

Los miembros se reunían bimensualmente en forma de un forum libre democrático. El proceso general de una reunión típica era marchar de la sala al comedor a las seis del atardecer (por eso se llamaba el Club Crepúsculo). De costumbre la comida consistía en trece platos, por un peso, y comían hasta las ocho. Durante las dos horas y media que les quedaban, seguían discursos de tipo extemporáneo, chistosos o serios, según la manera del orador. Este, de acuerdo con la famosa “no Constitución” del Club, tenía diez minutos para presentar su argumento, que era seguido por un diluvio de ataques por su ingenioso y despiadado público. La inmensa mayoría de los miembros eran hombres […]24

Lo expuesto por Isaacson es solo parte de la verdad. Es claro que el principio de la espontaneidad era respetado en el Club, pero también se acordaba un programa anual de temas a tratar. En uno de los artículos del Brooklyn Daily Eagle, precisamente el fechado el 5 de agosto de 1883, aparece una lista de los temas especiales programados por el Comité Ejecutivo del Club que debían debatirse en el año de su fundación, en los que se revela claramente la preocupación por los candentes asuntos sociales, éticos y de otra índole de aquellos días. Por ejemplo: “¿Es la democracia un fracaso?, la educación técnica, el tratamiento de la de-mencia, la administración de bibliotecas públicas, la educación escolar pública, el sistema de patentes de invenciones, la higiene contra la me-dicina, el libre comercio, la libertad de fletes de barcos, la literatura americana, y la reforma del derecho”.

Algunos de estos temas pueden parecernos pueriles, por ejemplo “La higiene contra la medicina”, pero si los vemos con los ojos de ese siglo, comprobaremos que se trata simplemente de una aproximación inicial al tema de la medicina preventiva, valiéndose de la divulgación como método para lograrla. En resumen, se trataba de tomar conciencia de los males de aquella sociedad y recomendar medidas para darles solución. Sería ingenuo pensar que Martí desconociese estos detalles.

Hay que decir, por otra parte, que Martí no perdió tiempo durante su estancia en el retiro veraniego de la montaña, que no era la sede oficial del Club.25 No solo se ganó la amistad de algunos de los socios, sino que fue invitado, el 23 del octubre otoñal de 1890, por el propio

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 142 23/07/2015 13:54:04

Page 143: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

143

Charles F. Wingate, a dirigirles la palabra en la ciudad de Nueva York. Por las tradiciones del Club y por la realidad de que en su auditorio de setenta y tres comensales no había nadie de habla hispana, Martí se vio obligado a hablarles en inglés. De su intervención han sobrevivido dos fragmentos ilustrativos de las ideas que Martí expresó en aquella cena memorable, que localizamos en el tomo 28 de sus Obras completas y en la colección del periódico El Porvenir:

RECUERDOS DE VERANOEl Twilight Club es una organización de esta ciudad donde fra-ternizan hombres distinguidos en las altas ocupaciones de la inteligencia. Pensadores y reformadores famosos, economistas y abogados de nota, generales, reverendos, periodistas, artistas. Sus huéspedes usuales son oradores como Everett Hale26 y Felix Adler,27 magistrados como Roger Pryor,28 reverendos como Ly-man Abbott,29 médicos como Hammond30 y Deems,31 economis-tas como Henry George32 y David Wells.33 La noche del 22 del corriente se celebró la primera sesión de invierno de ese Club, con una comida artística de ochenta cubier-tos. Solo en un grupo se veían reunidos el venerable director del Cooper Institute, un negociante célebre, y uno de los directores del Evening Post.Después de la comida, el presidente nombró los oradores de la noche, que trataron de los asuntos del día, de impresiones perso-nales, de cuestiones políticas, de algo literario o social.Esa fiesta periódica no había tenido hasta esta que reseñamos, ningún interés directo para nosotros. En el banquete del Twi-light Club, se encontraba como huésped, el eminente cubano José Martí,34 invitado especialmente como un tributo de cariño por haber pasado aquella temporada de verano en el campo, con la mayoría de los miembros de la asociación. El presidente lo había sentado a su derecha, y cuando el Sr. Martí menos lo imaginaba le dice aquel que había llegado su turno de hablar. A la indicación, había precedido un encomio refiriéndose a la im-presión de afecto que el cubano presente había dejado, de su viaje a las montañas. El orador se irguió entonces, y desafiando el idioma extraño, tomó pie para su peroración que fue el “Re-cuerdo de Verano”.Es raro que un hombre del Sur, de los climas soñolientos del Sur, diga algo en cinco minutos que interese a la gente del Norte; pero

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 143 23/07/2015 13:54:04

Page 144: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

144

lo cierto fue que Martí interesó, y muy mucho a aquel auditorio de hombres sesudos yanquis.35

Habló de las montañas y de su hermosura, y de la bondad que le reani-mó el espíritu, preocupado hasta la intranquilidad durante el invierno con los problemas americanos. Dijo:

Pero una lección inolvidable y profunda, para mí como para los demás, me dejó mi viaje a las montañas, y la acogida benévola a que alude el señor presidente. Se hablaba entonces, y aún puede ser que se hable hoy, entre políticos ignorantes y adementados, de la intrusión disimulada, con estos o aquellos pretextos plausibles, de estas fuerzas del Norte en los pueblos meritorios, laboriosos, ascendentes, de la América española; de la intrusión, so nombre de la libertad, en la libertad ajena, que es delito que no se ha de cometer, porque harto saben los que en ella viven que, a vueltas con sus elementos heterogéneos lo que triunfa aquí al fin y al cabo es la gran conciencia nacional, que no permite ya de semejante mancha. Pero si esa unión violenta de que suelen hablar, una que otra vez, los políticos adementados e ignorantes, no ha de realizarse ciertamente por la nobleza de la tierra que la habría de imponer, y la de las tierras que la habrían de resistir, hay otra unión simpática y posible, tan apetecible del lado de acá de la frontera, como del lado de allá, y es la que no puede dejar de nacer del trato mutuo, despreocupado y justiciero de los hombres de una zona con los hombres de la otra, de los hombres de veras, cordiales y cultos, como esta asamblea de cabezas firmes y espí-ritus amantes de la justicia, antes quienes depone el extranjero humilde su corazón agradecido.36

La intervención de Martí, dadas las reglas del Club, no podía sobrepasar los diez minutos, por lo que no debe haber sido mucho más extensa que el fragmento citado. Pero difícilmente se puede decir tanto en tan poco tiempo. El tema para Martí era menos el recuento de sus experiencias campestres, y más la inclinación de ciertos políticos norteamericanos, que llamó incultos y demenciales, a la intervención y expansión estado-unidense a costa de la América Latina, política que sería resistida fir-memente por los pueblos de “nuestra América”. Dicho sumariamente, era el tema delicado, controvertido, del imperialismo yanqui, en el que Martí se internó audazmente, en la confianza de que el auditorio —muy favorablemente caracterizado por él— conocido por sus posiciones

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 144 23/07/2015 13:54:04

Page 145: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

145

constructivas, críticas y progresistas, sería capaz de interpretarlo y discutirlo con objetividad. De esa discusión, que seguía siempre a la presentación de un problema delicado, no aparecen vestigios.

Y a continuación sigue la nota periodística de la institución, más interesante por lo que deja de decir que por lo que informa, traducida al español por Isaacson:

La noche concluyó con un discurso simpático, por el señor José Martí, traductor de Ramona y de otras producciones literarias americanas —recientemente libertado de la prisión española— que describió sus vacaciones en las montañas de Catskill, e hizo una súplica elocuente por más relaciones de tipo confraternales entre las gentes de las Repúblicas Hispanas y las Américas.37

En relación con la nota del Club, es de lamentar la inexactitud sobre la prisión española de Martí y su pobre caracterización del invitado, apar-te de la realidad de que el Héroe Nacional de Cuba no suplicó cosa al-guna, sino que llamó la atención sobre el peligro de la expansión esta-dounidense. Pero dos meses después, el 23 de diciembre de 1890, José Martí recibió su certificado de socio del Club Crepúsculo, redactado con matices humorísticos, tomado de un anexo entregado por Gonzalo de Quesada a Isaacson, quien lo reprodujo en su artículo. Conviene identi-ficar a varios de los miembros del Comité Ejecutivo que subscribieron el certificado emitido a nombre de José Martí. Estaban, desde luego, George Wood Wingate, a quien ya nos hemos referido, y su hermano Charles, que fungía como secretario, pero además lo acompañaron en el acto de la firma Rossiter Jonson, escritor, entonces vice editor de la American Cyclopedia. También se encontraba John Celibergos Zacho, fallecido en 1898, famoso escritor y bibliotecario de gran experiencia y habilidad profesional, curador de la documentación de la Cooper Insti-tutional History, perteneciente a la Cooper Union; Silas Sadler Packard (1827-1898), profesor y escritor, especializado en Economía y Comercio, que eventualmente llegó a crear una red de cincuenta y cinco universi-dades de esa especialidad. La primera, por cierto, se fundó en un piso alto del edificio de la Cooper Union; Christian Nestell Bovee (1820-1904), escritor y abogado, cofundador del Club Atheneum, que publicara la obra Thoughts, Feelings and Fancies (New York, 1857) y también Intuitions and Summaries of Thought; el Coronel W. O. MacDowell, (1819-1903), autor de Oration of the Origin, purposes and claims of the Ladies Mt. Vernon Association,38 (1858) fundador del Club y E. W. Chamberlain, hombre de negocios de Saratoga, Nueva York. Todos, salvo tal vez este último, eran

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 145 23/07/2015 13:54:04

Page 146: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

146

intelectuales de cierta entidad. Hasta aquí lo que se había olvidado o ignorado de lo que siempre fue visto como un episodio menor en la vida de Martí, salvo por la notable excepción de Enrique López Mesa, en cuya nota ya citada afirma que el Club Crepúsculo fue “la única asocia-ción netamente norteamericana a la cual perteneció José Martí”.

Meses después de la muerte de Martí, según nos refiere Enrique López, el Twilight Club dedicó a Cuba su sesión regular del 9 de abril de 1896, a la cual invitó a tres figuras de la emigración: Fidel G. Pierra, Emilio del Castillo y Arístides Agramonte.

El artículo que sobre este acontecimiento se publicó en Patria, el 15 de abril de 1896, es más extenso y detallado que la nota mencionada. Fue en realidad una tarde de debate, como solían serlo todas, en la que la abrumadora mayoría de los asistentes hablaron a favor de Cuba, salvo un ciudadano británico, que se manifestó a favor de España, y salió mal parado de la experiencia. Al final, cosa inusual, se aprobó una declaración favorable a los revolucionarios cubanos en la que se afirma: “El Twilight Club declara terminantemente que siente profunda simpatía por el he-roico pueblo de Cuba que pelea por su libertad e independencia y pide al presidente Cleveland que lo reconozca como beligerante”.39

Aunque no era ese el tema que ocupaba a Enrique López, la nota en cuestión es ilustrativa, porque lo poco que nos informa Isaacson no sustenta adecuadamente ese final, empequeñecido además por la conci-sión del texto periodístico. No puede ignorarse que se trata de una abierta posición política sobre un tema muy debatido40 por aquellos días, asumida por personalidades caracterizadas, incluso en otros trabajos recientes, como sencillos amantes de la naturaleza. Por otra parte, el propio Isaacson menciona en su artículo referido que en 1950, fecha de su publicación, conoció que el honorable George Albert Wingate, evi-dentemente juez o legislador del Estado o de la nación, nieto de Charles F. Wingate, “es presidente actual del Twilight Park Association […] que trata de mantener la tradición rústica que establecieron sus precursores en Haines Falls, Nueva York”.

No parece, por cierto, que solo tratase de mantener “la tradición rústica”. Una búsqueda rápida nos permitió localizar informaciones que indican que el Club Crepúsculo nunca dejó de existir. Las referencias enciclopédicas, con su habitual brevedad, lo definen claramente como una institución fundada a fines del siglo xix, con el fin de oponerse al profundo deterioro moral prevaleciente en aquel periodo de transición, fortaleciendo la conciencia espiritual y la ética en la sociedad de Estados Unidos.41 Aún hoy continúa su interacción con la sociedad de ese país;

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 146 23/07/2015 13:54:04

Page 147: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

147

que no era en los tiempos de Martí, ni es probable que lo sea hoy, una institución de simples ciudadanos atraídos por el disfrute de los paisajes y el ambiente “rústico”, en las cautivadoras montañas de Catskill.

La reciente historia del Club dividida en diez periodos, escrita por el profesor Laara Lindo, uno de los dirigentes de la actual versión, de origen canadiense, sugiere una realidad algo más compleja, pues los miembros de la institución no se dedicaban solamente a la contemplación del ambiente campestre, a la buena cocina y a divertirse “racionalmente” en el verano. Algunos eran grandes figuras nacionales e internacionales de la ensayística y de la poesía, de la política y de las finanzas estado-unidenses, convencidos de que, dada la magnitud de la crisis en el país, el momento exigía acción. El propio artículo de Patria, que acabamos de citar, aclara que “el Twilight se compone en su mayoría de periodistas, literatos, abogados y personas amantes del estudio, y de caballeros particulares acomodados y de influencia”.

En verdad, la situación en Estados Unidos era entonces dramática. Ante los ojos atónitos de la sociedad norteamericana, desaparecía la república de Lincoln, concebida en la igualdad y el bien para todos. Emergía, con el espanto de intelectuales y pueblo, una nueva república imperial cuyos poderosos representantes se proponían, y en buena cuenta lograron, apoderarse de los recursos del decadente imperio es-pañol y del planeta, y en la que en lo interno prevalecían la corrupción, el fraude electoral, el magnicidio y la represión más desembozada de obreros y campesinos.

Si algo en común tenían esos rebeldes de todas las profesiones y orígenes era su visión crítica del deterioro ético, moral y político de una nación que rápidamente declinaba hacia su destino imperialista. ¿Quié-nes eran estos hombres y mujeres? ¿Por qué llegaron a unirse en una cruzada por las reformas sociales, por la paz, por la armonía y el equi-librio entre los pueblos? ¿Por qué acogieron con simpatía a José Martí?

La profesora Laara Lindo dispone, por su autoridad en el actual Club Crepúsculo, de la documentación que le permite aclarar algunos aspec-tos relevantes de la institución.42 Su opinión es que los principios del primer Club Crepúsculo son hoy tan válidos y útiles como cuando se escribieron. Se trata, tal vez con más urgencia que nunca, de contribuir a paliar, si no fuera posible eliminarla, la crisis terminal que hoy expe-rimenta la sociedad estadounidense. Según Laara Lindo, uno de los pensadores que más influyó en la génesis del Club, en los límites ya precisados, fue el filósofo británico Herbert Spencer (1820-1903), ini-ciador de una impugnada tendencia reformista en Inglaterra. Para

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 147 23/07/2015 13:54:04

Page 148: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

148

Laara Lindo, Spencer dejó su impronta en la literatura, la sociedad, la política y la filosofía de Estados Unidos, a cuyos más importantes re-presentantes conoció, entre ellos a Ralph Waldo Emerson (1803-1882).43

En este proceso puede haber sido importante la acción del secretario personal de Spencer para Estados Unidos, el notable ensayista James Howard Bridge (1858-1939), también miembro del Club, autor de una crítica sistemática y consecuente a la burguesía norteamericana, que escribió en numerosos ensayos, entre los que sobresale la obra biográ-fica que en su tiempo fue un éxito editorial titulada Millionaire and Grub Street: comrade contacts in the Last Century.44

También aparece entre los socios el llamado “decano de la poesía estadounidense” y “poeta laureado de la democracia”, Charles Edwin Markham (1852-1940), que en una ocasión respondiera a sus críticos, preocupados más por su posición política comprometida que por su genio creativo, con una oración que parece parafrasear otra martiana: “ponerse del lado de los oprimidos es lo único digno que puede hacer-se en la vida”. Y en otra parte subrayaba, “en vano construimos la ciudad, si antes no construimos al hombre”. Y Walt Whitman (1819-1892), el genio de Leaves of Grass, que proclamaba en su Canto a mi mismo que “lo que es mío debe ser vuestro,/ pues cada átomo me per-tenece/ tanto como os pertenece a vosotros”,/ editor durante varios años del Brooklyn Daily Eagle, fue otro de los miembros notables del Club Crepúsculo, como lo fue también Richard Watson Gilder (1844-1909), presidente y editor de la revista The Century, que Martí tanto respetó, crítico literario y musical, fecundo poeta, editor y presentador de las Obras Completas de Abraham Lincoln, y autor de la obra Lincoln the leader. que habitualmente disfrutaba de su descanso de verano en el Twilight Park. Y el no menos importante Oliver Wendell Holmes (1809-1894), jurisconsulto, médico con varias obras científicas publi-cadas, poeta y autor de El derecho civil (Common Law), amigo de Emer-son y de William James. Y John Burroughs (1837-1921), el notable naturalista y poeta, amigo de Whitman, que escribió El Evangelio de la Naturaleza (The Gospel of Nature), y residía precisamente en las montañas Catskill cuando Martí las visitó, o Henry Holt (1840-1926), considerado uno de los más importantes editores norteamericanos de los siglos xix y xx, director en su juventud de la primera edición de la revista Life (1883), autor de Calmire, y Cosmic Relations and immortali-ty (1919), obra en la que revela su vocación mística.

Pero también entre ellos se encontraba Andrew Carnegie (1835-1919), el multimillonario filántropo, escritor, ensayista, amante de la paz, que

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 148 23/07/2015 13:54:04

Page 149: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

149

a principios del siglo xx llegaría a la presidencia de la Liga Antiempe-rialista de Nueva York, el mismo que escribió que el mundo civilizado, como resultado de la aplicación de la electricidad a las comunicaciones, había devenido un solo cuerpo interdependiente y lo sería cada vez más, lo que impediría que nación alguna fuese a la guerra contra otra sin agredir a toda la humanidad. El mundo, en sus sueños, era ya, o sería, una gran familia.

El no menos notable Mark Twain (1835-1910), que desde su juven-tud se enfrentó a la opresión, la maldad y la impostura; que en uno de sus veranos en el Twilight Park entretuvo a los vacacionistas leyén-doles sus obras en voz alta en la puerta de su cabaña, y murió siendo miembro de la Liga Antimperialista de Nueva York de la que fue su presidente. O Henry George, el economista y reformista que creó el primer partido obrero socialista en la ciudad de Nueva York, autor de una obra clásica, Progress and Poverty, uno de los más asiduos asisten-tes a las tardes crepusculares del Club. Y el obrero ferroviario Teren-ce Vincent. Powderly, el líder que dirigía la central obrera más pode-rosa de Estados Unidos, Los Caballeros del Trabajo, que en 1886 había alcanzado la cifra de más de setecientos mil afiliados de todos los oficios, capaz de paralizar con sus huelgas a las redes ferrocarri-leras y regiones enteras de Estados Unidos, detestado y amenazado por los grandes capitalistas, pero invitado a todas las cenas del Club, a las que invariablemente asistía porque en ellas podía conversar in-formalmente con intelectuales y empresarios, y porque su mensaje trascendía a grandes sectores de la burguesía y de la sociedad estado-unidense. O Brander Mathews, escritor, profesor de lengua y cultura inglesa de la Universidad de Columbia. O Carroll Beckwith, pintor retratista de moda, o John Alexander, presidente de la Academia Na-cional de Diseño. O la notable actriz Maude Adams, muy joven en los días de Martí. O los escritores Hamlin Adams y Mary Mapes Dodge, autora de Hans Brinker y tantos otros.

Los escritores y poetas del primer periodo del Club Crepúsculo, de ideas políticas, sociales y religiosas no siempre coincidentes, mas con-vergentes en los temas esenciales de la paz, la hermandad y la solidari-dad humana, escribieron desde el Club Crepúsculo un Código Ético de los Poetas (Poets'Code of Ethics), que apareció publicado en los días de Martí y hoy reproducido en la historia del Club por Laara Lindo. Inte-resa verlo en su versión original, con dos puntos finales aportados por miembros de periodos posteriores del Club:

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 149 23/07/2015 13:54:04

Page 150: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

150

CÓDIGO ÉTICO DE LOS POETAS 1. Hacer realidad la idea de la hermandad entre los hombres

mediante acciones justas y de buena voluntad hacia todos los hombres, en vez de privarlos de lo que poseen.

2. Descubrir que todos los hombres son extensiones de cada uno, que el hombre está hecho para el hombre, y que el dolor de un hombre es el dolor de todos los hombres.

3. Desarrollar el carácter, la inteligencia y la buena ciudadanía enseñando a cada hombre desde una edad temprana a ser un buen vecino y un ciudadano leal.

4. Descubrir el interior de cada hombre despertando en él la chispa del genio divino que subyace en todos.

5. Enseñar al hombre a pensar, más que a memorizar y repetir.6. Comprender que la labor realizada para el mundo material

debe ennoblecer al hombre y no aplastar su alma bajo las ruedas de las máquinas industriales.

7. Comprender que el hombre es Mente, no cuerpo, que es Espí-ritu inmortal, y no materia mortal, que es bueno y no perverso.

8. Enjuiciar la justeza y religiosidad de hombre por lo que hace a sus prójimos y no por sus creencias, doctrinas, credos o dogmas.

Lao y Walter Russell, esposos miembros del Club de periodos posterio-res, añadieron los puntos 9 y 10, en esencia:

9. Ofrecer un curso científico para el estudio de la aplicación del Código de Relaciones Humanas de Herbert Spencer.

10. Combinar la ciencia y la filosofía en la educación integrada.45

Puede comprenderse, a juzgar por la crisis en que la ultraderecha ha sumido hoy a la sociedad estadounidense, el efecto limitado que tuvo este bien intencionado código en la opinión pública de aquellos días. Era en definitiva una acción, pero aún apartada de la necesaria unión entre la divulgación de los principios y el quehacer del pueblo. Lo cierto es que fue un paso de progreso, en el momento en que se consolidaba en el poder la feroz tiranía de los grupos más poderosos de la burguesía norteamericana, cuya actividad depredadora nacional e internacional se intensifica en nuestros días.

Por ello se ha hecho necesario resucitar al Club Crepúsculo en pleno siglo xxi, hoy con un matiz místico que en el siglo xix existía, pero en franca minoría, faltándole además el brillo y el respeto gene-ralizado a los talentos excepcionales que en los primeros tiempos

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 150 23/07/2015 13:54:05

Page 151: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

151

abundaban en sus filas. Uno se pregunta qué periodista estadouniden-se puede hoy hablarle a un auditorio con la autoridad y el coraje de John Swinton (1829-1901), el célebre periodista, editor y médico a quien Martí admiraba y describiera como un “anciano a quien las injusticias enardecen, y vio en Karl Marx tamaños de monte y luz de Sócrates”,46

que dirigiera durante una década al New York Times (1860-1870) y después fuera jefe de redacción del New York Sun (1870-1892) de Char-les Dana, y llegara a ser incluso dirigente del Labor Reform Movement y amigo del reformista Henry George, y del dirigente obrero Terence Vincent Powderly; fue él quien el 12 de abril de 1883, durante una de las famosas cenas del Club Crepúsculo organizada por los periodistas socios de la institución para tratar el tema de de su profesión, dijo unas palabras que hoy se repiten en los anales periodísticos en Estados Unidos.47 Eran los días en que los capitales financieros e industriales del este del país se habían apoderado, entre otros diarios, de la política editorial del New York Times. Esa noche Swinton, provocado por alguien que se atrevió a proponer un brindis “por la libertad de prensa” improvisó una réplica que no excedió la mitad de los diez minutos permitidos:

No existe en Estados Unidos prensa independiente, salvo en algu-nos pueblos pequeños del interior. Ustedes lo saben y también lo sé yo. No hay uno de ustedes que se atreva a escribir sus opiniones honestas, aún cuando de antemano supieran que jamás serían im-presas. A mí me pagan $150 semanales para que mis opiniones honestas jamás aparezcan en el periódico. A muchos de ustedes se les paga salarios con el mismo fin. Si yo permitiera la publicación de mis opiniones honestas en una sola edición del periódico, como Othello, antes de transcurridas veinticuatro horas mi cargo habría desaparecido. El deber y el trabajo de los periodistas de Nueva York es destruir la verdad, mentir sin escrúpulos, pervertir, denigrar, babear a los pies de Mamón, y vender su estirpe y su país a cambio del pan de cada día. Ustedes lo saben y yo también lo sé, y ¿qué tontería es esta de brindar por una “prensa independiente?”. Somos los instrumentos y vasallos de los ricos tras las bambalinas. Somos marionetas. Ellos tiran de las cuerdas y nosotros danzamos. Nues-tro talento, nuestras posibilidades y nuestras vidas son todos propiedad de otros hombres. Somos prostitutas intelectuales.48

Intervenciones como esta indican el tono y la naturaleza de muchos de los temas que se debatían libremente en el Club. Su repercusión en la opinión pública fue siempre notable. Es cierto que no se acostumbraba

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 151 23/07/2015 13:54:05

Page 152: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

152

a registrar, guardar y mucho menos difundir notas textuales de las intervenciones de sus miembros, práctica que se proponía proteger a los autores, y de la que el propio Martí fue víctima. Las palabras de Swinton, sin embargo, fueron tomadas taquigráficamente por un pe-riodista amigo, y después reproducidas en los periódicos de la época. El Brooklyn Daily Eagle, del 5 de agosto de 1883, decía a sus lectores: “El discurso de cinco minutos de John Swinton, del Sun, acerca de lo que ningún periodista se atreve a escribir, será siempre recordado por quie-nes lo escucharon, como uno de los más elocuentes y representativos de su oficio, digno de un sajón49 de ley. Se ha sugerido frecuentemente que [intervenciones como esta] merecen ser registradas”.

Se trata de informaciones que invariablemente llegaban al público y a periodistas y reporteros alertas, entre los que se encontraba José Martí. Incidentes como este pueden explicar la atracción que esta ins-titución ejerció en él. Porque el proceso revolucionario que se gestaba bajo su liderato tenía lugar en un contexto internacional complejo en el que chocaban, a veces violentamente, los intereses de monarquías y repúblicas con el común denominador de sus ambiciones imperiales. Y en el interior de Estados Unidos también tenía lugar una guerra inten-sa en medio de una cruenta lucha de clases y un proceso de centralización en el que las grandes empresas industriales se fundían con los capitales financieros y constituían los enormes monopolios y cartels que prefigu-raban a las claras un futuro imperialista.

¿Qué podría hacer el pueblo de Cuba, de escasamente dos millones y medio de habitantes, con parte de su economía en manos de las grandes empresas azucareras y de minas de su vecino poderoso, sola, en su lucha contra la anexión y por la independencia? ¿Qué haría si, alcanzada esta, se viera obligada a defenderla contra la ya gigantesca potencia imperial de la república del norte, con cerca de más de setenta millones de habi-tantes, una industria desarrollada y un ejército y una armada imposibles de detener con los escasos medios de que la revolución disponía? Martí sabía que tendría que hallar aliados internacionales con intereses opuestos a los de Estados Unidos, dispuestos a equilibrar el expansionismo norte-americano y —tal vez lo más importante— buscar vías para influir con la verdad de Cuba en un pueblo hasta el día de hoy engañado y conducido al sacrificio en defensa de causas espurias e injustas. Cuatro años antes, al producirse los hechos a que dieron lugar las actividades del provocador Augustus K. Cutting, y México se halló de nuevo en peligro de anexión, Martí alertó a su amigo, el mexicano Manuel Mercado:

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 152 23/07/2015 13:54:05

Page 153: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

153

Ese [el pueblo] es aquí el gobierno verdadero, [...] de manera que, en las relaciones con este, que poco puede en los casos de conflic-to, hay que tener constantemente la mira en aquel, que es el que los produce o evita. A ese gobierno invisible y enorme es al que hay que tomar las avenidas. [...] De manera que aquí no se ha de cortejar a un rey ni a un presidente; si no a la masa nacional, que con toda realidad rige y preside.50

Martí siempre tuvo presente su experiencia en el caso Cutting. Pues bien, es nuestro firme juicio que una de las vías alternas previstas por Martí para llegar al pueblo norteamericano fue el Club Crepúsculo, caja de resonancia política y social con efecto multiplicador. Porque esa institución, con su variada gama de socios que prácticamente represen-taba a casi todos los grupos de la sociedad estadounidense, ya en aque-llos días desbordaba ampliamente al estado de Nueva York; e invitaba a sus actividades a personalidades europeas, y norteamericanas de otros Estados del país, en los que se fundaron varias instituciones similares, (por ejemplo, los Twilight Clubs de Texas y Oregon). Es evidente que el acceso al Club neoyorquino podía ser una vía para lograr los objeti-vos de divulgación y persuasión que Martí creía imprescindibles para la causa cubana.

En esta delicada situación se encontraba el héroe cubano al tomar las riendas de la revolución y aproximarse a su sueño de crear una nueva nación independiente. El lector se preguntará por qué en los cinco años escasos en que permaneció en Nueva York, antes de partir hacia Cuba, no se registran contactos de Martí con el Club Crepúscu-lo. Tal vez los hubo y el documento no ha sido aún hallado. Nadie puede estar enteramente seguro de que en nuestros archivos se en-cuentran todos los documentos de José Martí. Pero a pesar de ello, nuestra hipótesis es que después de explorada la membresía de este, y de logrado el ingreso, Martí comprendió que no podría priorizar a los nuevos y futuros amigos, que se movían e interactuaban en muchos casos desde las cumbres de la sociedad, la cultura y la economía esta-dounidenses. Todo el tiempo y todos los recursos disponibles los re-quería Martí para responder a la gigantesca tarea que tenía ante sí: la unificación de la emigración, la creación de un Partido revolucionario y la acumulación de los medios esenciales para el inicio de las opera-ciones militares en Cuba.

Podemos lamentarnos que imperativos revolucionarios le hayan impedido conocer mejor a los influyentes socios que lo escucharon en 1890, siempre más próximos a “la patria de Lincoln” que a “la patria de

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 153 23/07/2015 13:54:05

Page 154: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

154

Cutting,” enajenada e imperial, expansionista y explotadora de las riquezas ajenas. Pero las puertas de la institución que Martí había con-seguido abrir, a la disposición suya y de la revolución permanecieron abiertas, incluso después de su muerte.

Tomado de Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, no. 30, 2007, pp. 201-220. Versión revisada y corregida por el autor para esta edición.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 154 23/07/2015 13:54:05

Page 155: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

155

NOTAS

1 A partir de este punto tomaremos algunas descripciones de la estancia de Martí en el centro veraniego en el que conoció a varios miembros del Club Crepúsculo (Twilight Club), que nos ofrece William D. Isaacson en su útil artículo “José Martí y el Club Crepúsculo”, publicado en el número 15 de la revista Archivo José Martí, La Habana, enero-junio de 1950, pp. 112-118.

2 Todo indica que cuando terminó su artículo sobre Martí y el Club Crepúsculo, William D. Isaacson, fines de la década de los años cuarenta del siglo pa-sado, no había aún concluido sus estudios de Letras Hispánicas en la Uni-versidad de Columbia, en Nueva York. En ese centro de altos estudios había sido discípulo de Andrés Iduarte, quien lo formó en el respeto de la vida y la obra de José Martí. En La Habana, Isaacson impartió cursos sobre Mar-tí en la Escuela de Verano de la Universidad de La Habana.

3 José Martí: Cuadernos de apuntes, en Obras completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, t. 21, p. 423. [En lo adelante, OC. (N. de la E.)]

4 JM: “En Estados Unidos. Cartas de verano. En las montañas”, en La Nación, Buenos Aires, 2 de noviembre de 1890, OC, t. 12 p. 491.

5 7.4 km. 6 Véase William D. Isaacson: “José Martí y el Club Crepúsculo”, ob. cit. 7 Onteora es el nombre indio de la localidad que aparece en las Obras com-

pletas. Ontera es una errata que aparece en el artículo de Isaacson (loc.cit.). Onteora Park lo fundaron en 1883 Candace Wheeler y su hermano Fran-cis B. Thurber, rico comerciante de víveres al por mayor, a quienes Martí se refirió en sus crónicas. Fue originalmente una granja que pintores como B. Duran, Thomas Cole, Wislow Homer y Thomas Nast utilizaron como base en la búsqueda de paisajes espectaculares en los alrededores. En ese mismo año Charles F. Wingate fundó su Twilight Club en lotes cercanos.

8 JM: “En Estados Unidos. Cartas de verano…”, ob. cit., t. 12, p. 444. 9 Cataratas de Kaaterskill.10 JM: “En Estados Unidos. Cartas de verano…”, ob. cit., p. 443.11 Esta parte del informe se fundamenta en nuestra consulta del diario The

Brooklyn Daily Eagle, en números salteados entre 1883 y 1890. Y el The New York Times de 1986.

12 Spencer había llegado a Nueva York el 21 de agosto de 1882. Se entrevistó con muchas personalidades e intelectuales del país. Una característica importante de la visita fue su actitud crítica hacia la llamada “democracia” estadounidense y su sistema político.

13 The Brooklyn Daily Eagle, 23 de octubre de 1883, p. 2.14 Véase The Brooklyn Daily Eagle, 5 de agosto de 1883, p. 7.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 155 23/07/2015 13:54:05

Page 156: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

156

15 Henry Hall (1825-1913). Importante historiador local y editor, autor de la historia local de Auburn, New York (History of Auburn, 1869), de la historia de su unidad militar durante la Guerra de Secesión, Cayuga in the field, a record of the 19th NewYork volunteers, (New York, 1873), y editor de la enci-clopedia biográfica, America s Successful men of Affairs: An Encyclopedia of Contemporary Biography vol.1, publicada bajo los auspicios del diario New York Tribune (1884).

16 Fogg era explorador y geógrafo, autor de varias crónicas sobre sus viajes por el mundo, la más recordada de las cuales es Round the World, letters from Japan, China, India and Egypt (Cleveland, 1872). Por aquellos días también escribió Expedition to Egypt, de menor aceptación.

17 Es significativo que Laara Lindo, dirigente actual de la nueva versión del Club, no mencione, en su History of the Twilight Club, ni a Powderly, ni a Henry George, el reformista, que luchaba por una concepción nueva del capitalismo estadounidense. La presencia de estos dos notables dirigentes en el Club era realmente significativa, y por ello destacada por la prensa de la época.

18 Errata en el escrito: “around tap”. Round Top era el nombre de una mon-taña de cima redonda y laderas escarpadas.

19 Fue, con toda probabilidad, el pintor e impresor W. H. Coughlin, conocido en la ciudad de Nueva York. Una de sus obras más notables la tituló November in the woods (Noviembre en el bosque) realizada en 1896. Coughlin experi-mentaba también con la fotografía.

20 Errata en las OC: “havok”. Martí quiso decir hawk (halcón) que emite un sonido que puede describirse como “quejoso”.

21 JM: “Libros”, OC, t. 18, p. 287.22 Las notas biográficas de estas dos personalidades provienen del Appleton s

Biographical Dictionary del siglo xix, edición digitalizada, y de la enciclo-pedia Wikipedia digitalizada.

23 Sus fuentes fueron: Joel Benton: Memories of the Twilight Club, New York, 1910, Owl talks at Dinner, The Twilight Club, History of the Twilight Club (Sociology), Twilight Club, Ninety Dinners, A three Years Record, 1886; Charles F. Wingate: A Scrapbook of Clippings relating to The Twilight Club, vols. 1, 2; Papeles de Martí, III, Miscelánea, de Gonzalo de Quesada.

24 Isaacson: “José Martí y el Club Crepúsculo”, ob. cit, p. 114.

25 El Club, como hemos visto, renunció a tener una sede oficial. Las copiosas comidas que organizaba se realizaban en la época de Martí, en el restau-rante del hotel Brighton, en la playa de Coney Island, y otros más cercanos en Manhatan.

26 Edward Everett Hale (1822-1909). Ensayista y prelado estadounidense nacido en Boston, educado en la Universidad de Harvard. De 1903 hasta su fallecimiento fue capellán del Senado de Estados Unidos. En los primeros

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 156 23/07/2015 13:54:05

Page 157: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

157

años de la guerra civil se le conoció por sus posiciones abolicionistas. Su obra más popular fue el cuento corto “El hombre sin patria” (1863). Hale escribió cerca de setenta títulos incluyendo la novela Ten Times One is Ten (1870), If Jesús Came to Boston (1894) y Memories of a Hundred Years (2 vols. 1902).

27 Felix Adler (1851-1933). Ensayista y rabino estadounidense nacido en Ale-mania. A los seis años de edad emigró con su familia a Estados Unidos. Se graduó en el Columbia College y cursó estudios en las universidades de Berlín y Heidelberg. Fue profesor de Hebreo y Literatura Oriental en la Universidad de Cornell. En 1876 organizó la primera sociedad para la cul-tura ética. En 1880 organizó el Colegio para Trabajadores, cuya misión era formar moral y éticamente a los estudiantes. Escribió Creed and Deed (1877), Life and Destiny (1905), The Religión of Duty (1912), y An Ethical Philosophy of Life (1918). Se le consideraba un buen orador y escritor.

28 Roger Atkinson Pryor (1828-1919). Ensayista, periodista, político y juris-consulto estadounidense. Nació en el estado de Virginia, y estudió en una universidad local donde se graduó en 1845. Se matriculó en Derecho en la Universidad de Virginia en Charlottesville, en 1848. En 1849 fue admitido a la profesión de abogado. A partir de 1852 se incorporó a la junta editorial del diario Washington Union y en el Richmond Enquirer en 1854. En el pro-pio año fue nombrado ministro de su país en Grecia, hasta su regreso en 1857. Fue electo representante por el Partido Demócrata en 1859-1861. Durante la Guerra de Secesión fue coronel del Ejército Confederado y as-cendido a general de brigada en 1863. Posteriormente renunció a su grado militar y como miembro de la Cámara confederada de Representantes del Estado de Virginia fue capturado y confinado en la prisión de Fort Lafa-yette, y liberado poco después. Tras el fin de la guerra se trasladó a Nueva York, donde practicó su carrera de Derecho. Fue juez del Tribunal de Ape-laciones de la ciudad de Nueva York de 1890, cuando Martí lo conoció durante la primera sesión de invierno del Club Crepúsculo, hasta 1894. Fue magistrado del Tribunal Supremo de Apelaciones de Nueva York de 1894 a 1899. Después de su retiro prestó servicios como árbitro de la división de apelaciones del Tribunal Supremo de Estados Unidos, hasta su fallecimien-to.

29 Lyman Abbott (1835-1922). Famoso prelado, orador y escritor estadouni-dense, uno de los promotores del modernismo protestante en Estados Unidos, notable por su intento de reconciliar la teoría de la evolución con la religión. Fue autor de cincuenta obras que incluyen The Evolution of Chris-tianity (1892) y Theology of an Evolutionist (1897). Coeditó con Henry Ward Beecher la publicación abolicionista Christian Union.

30 William Alexander Hammond (1828-1900). Cirujano, ensayista y novelista estadounidense. Ingresó como asistente de cirugía en el ejército y en 1862 ya era cirujano general. Fue miembro del equipo médico que atendió al presidente James A. Garfield cuando fue objeto de un atentado que le costó

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 157 23/07/2015 13:54:05

Page 158: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

158

la vida. Aunque cargó con la responsabilidad por la muerte del presidente, ganó fama al escribir un estudio en el que afirmaba que Guiteau estaba en su sano juicio cuando asesinó a Garfield. Además de varias obras científicas, al final de su vida escribió varias novelas, entre ellas Robert Severne, A Strong Minded Woman y A Son of Perdition.

31 Se trata casi seguramente de Charles Force Deems (1820-1893), licenciado en Ciencias Naturales, doctor en Ciencias Teológicas, orador y predicador estadounidense de la Iglesia Episcopal Metodista, muy famoso por sus ser-mones dirigidos a los combatientes de la Guerra de Secesión. Fue durante varios años agente de la American Bible Society, profesor de Lógica y Retórica, y profesor titular de Química de la Universidad de Carolina del Norte. Des-de 1866 vivía en la ciudad de Nueva York, donde publicó varios de sus traba-jos pedagógicos y científicos. Fue uno de los oradores más completos de su país, por su estilo directo y sencillo, al alcance de todo el pueblo, pero siem-pre con un fondo realista y matices científicos.

32 Henry George (1839-1897). Economista norteamericano, reformador del capitalismo, nacido en Filadelfia. En 1855 se enroló en un barco y viajó a Australia y la India. Su sensibilidad por algunos de los males del capitalis-mo se atribuye a su visión directa de los polos opuestos de afluencia y miseria que observó en ese viaje. Más tarde se mudó a San Francisco don-de se dedicó a la impresión y a escribir. En ese periodo llegó a ser editor de periódicos allí y en Oakland, Estado de California. En 1871 escribió el panfleto Our Land and Land Policy, en el que argumentaba que el rápido crecimiento económico en el oeste norteamericano, resultado del desarrollo de los ferrocarriles, en realidad hacía más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. La razón de ello, según George, es que la tierra estaba en manos de unos pocos propietarios, que lucraban con el aumento de su valor, aunque este aumento no era el resultado de sus propios esfuerzos, sino del incre-mento de la población y el desarrollo de la economía. George recomendaba el aumento de los impuestos sobre la tierra y la reducción impositiva sobre hogares y edificios, lo que según él se podría lograr mediante la aplicación de un impuesto único. Su obra Progress and Poverty (1879), en la que desarrolló esta idea, hizo crecer su prestigio como oponente de la miseria y la injusticia en el capitalismo de su tiempo. A partir de entonces George escribió e impartió conferencias sobre sus ideas. En 1886, con apoyo de la clase obrera organizada y de los liberales, George fue el segundo candidato por el número de votos conseguidos, en elecciones para la alcaldía de la ciudad de Nueva York, elecciones que perdió, con lo que se selló el futuro del Partido del Trabajo que respaldó su candidatura. En 1897, como demó-crata independiente, fue una vez más candidato a la alcaldía de Nueva York, pero falleció durante la campaña. Sus obras más meritorias son Social Problems (1884), Protection of Free Trade (1886) y The Science of Political Economy (1897).

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 158 23/07/2015 13:54:05

Page 159: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

159

33 David Ames Wells (1828-1898). Periodista y economista estadounidense, originalmente ingeniero, partidario de mantener bajos los aranceles de su país. Fue autor de varias obras de economía. Se graduó de la universidad privada de Williams, en el Estado de Massachussets. En 1848 se incorpo-ró al cuerpo de redactores del Springfield Republican en cuyo empleo logró inventar un aparato para doblar los periódicos. En 1851 se graduó en la Escuela Científica de Lawrence en Cambridge. De 1850 a 1866 fue editor del Annual of Scientific Dicovery. Como científico publicó The Science of Com-mon Things (1857), Wells’s Principles and Applications of Chemistry (1858) Wells’s Natural Philosophy (1863), Wells’s First Principles of Geology (1861), que recibió quince reediciones como libro de texto universitario. Durante la Guerra de Secesión fue abolicionista y firme defensor de la política de Abraham Lincoln, que lo nombró presidente de la comisión nacional de impuestos. En 1867 se consagró al estudio de los costos de producción en Europa. Fue inicialmente proteccionista, pero al percatarse de la produc-tividad de la industria estadounidense, se convirtió en uno de los exponen-tes más influyente a favor del libre comercio y la eliminación de las tarifas aduaneras. Fue amigo íntimo de James A. Garfield y también de Grover Cleveland. Fue asesor de la industria ferrocarrilera. Durante toda su carrera promovió la aplicación de la ciencia a la industria, único modo de hacerla competitiva ante la concurrencia extranjera. Escribió numerosas obras de teoría monetaria, imposición y tarifas arancelarias. Se le considera uno de los economistas más influyentes de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo xix, cuando Martí lo conoció, una noche de 1890.

34 Esta concisa reseña tiene un valor especial porque la información fue evi-dentemente recopilada por José Martí, ya que ningún cubano lo acompañó a la cena.

35 Introducción del editor del periódico El Porvenir, al fragmento del discurso pronunciado por José Martí el 23 de octubre de 1890 en el Club Crepúsculo de Nueva York, publicado en el mismo.

36 Fragmento del discurso pronunciado por José Martí en el Twilight Club, el 22 de octubre de 1890, publicado en el periódico El Porvenir de Nueva York, 29 de octubre de 1890, bajo el título “Recuerdos de verano”. El frag-mento político, que tiene la misma fuente, se encuentra en Obras completas t. 28. Véase también la nota preliminar de Martí a sus Versos sencillos, t. 16, pp. 61-62 de las Obras completas, en la que se refiere a su estancia en las montañas.

37 Owl Talks, 179th Dinner, oct. 23, 1890 (Ninth Season), en Isaacson, loc. cit.38 Es un pequeño libro de setenta páginas en que se hace la historia de esa

asociación de damas y su lucha por convertir la localidad de Mt. Vernon en monumento nacional honrando a George Washington.

39 Véase Paul D. Isaacson, ob. cit.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 159 23/07/2015 13:54:05

Page 160: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

160

40 Por entonces tenía lugar en todo el país una intensa lucha política en torno del reconocimiento de la beligerancia de los revolucionarios cubanos. Mu-chos legisladores republicanos y demócratas, en parte debido a las presiones del pueblo norteamericano, habían logrado su aprobación por el Congreso de Estados Unidos, pero el gobierno de Grover Cleveland se negó a reco-nocerla durante todo su mandato.

41 Véase la enciclopedia Wikipedia, en Internet, Portal de la University of Science and Philosophy, con sede en Virginia.

42 Basta un clic en las numerosas entradas de este intelectual y del Club Cre-púsculo en Internet y se accede a toda la información de esa institución y su historia, en verdad útil, pero que el investigador debe evaluar cuidado-samente en su contexto.

43 Laara Lindo no aclara dónde, cuándo y cómo Spencer y Emerson se cono-cieron y de qué manera Spencer influyó en Emerson. Por otra parte, Emer-son era ya de edad avanzada. Falleció en el propio año de 1882, antes de la creación del Club Crepúsculo, de suerte que solo pudo influir en este me-diante sus enseñanzas, particularmente en lo referente a la necesidad de retornar a una vida natural y sana.

44 Lo publicó la editorial (Ayer Co. Publishers) y fue reeditado en 1968.45 Véase Laara Lindo, History of the Twilight Club, página web. 46 JM: “Suma de sucesos…”, en La Nación, Nueva York, 13 y 16 de mayo de

1883, Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Mar-tianos, t. 17, pp. 65-66. [En lo adelante, OCEC. (N. de la E.)]

47 Hay documentación pródiga en detalles de aquella memorable jornada. Por ejemplo, “Journalists Gathering”, Twilight Club, New York City, 12 de abril de 1883, Internet, 29 de julio 2006.

48 Laara Lindo: History of the Twilight Club, ob. cit.49 John Swinton nació en Escocia y emigró en 1840 a Estados Unidos.50 JM: “El conflicto en la frontera...”, Nueva York, 2 de agosto de 1886, OCEC,

t. 24, pp. 130-131.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 160 23/07/2015 13:54:05

Page 161: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

161

Capítulo VIIIJosé Martí y Estanislao S. Zeballos*

Esta investigación se propone abordar algunos aspectos relevantes del proyecto revolucionario de José Martí entre 1889 y 1895 en el complejo contexto de su empeño por la unidad de los cubanos, y de hecho de la América hispana, y por la consolidación de la independencia de Cuba. Como tema priorizado me referiré a las relaciones de José Martí con Estanislao S. Zeballos.1 Se han incorporado al análisis los recientes descubrimientos de los investigadores del Consejo Nacional de Investi-gaciones Científicas de Argentina, enfrascados en intensos esfuerzos para desentrañar la verdad sobre la aplicación, desde el siglo xix, del darwinismo social spenceriano a la política interna y externa de ese país. He intentado, en fin, precisar cómo esos hallazgos se reflejaron en la vida y la obra de José Martí y en los estudios críticos que en el Centro de Estudios Martianos se llevan a cabo actualmente sobre esos temas.

En verdad, sería imposible concebir siquiera, en estos auspiciosos albores de la integración latinoamericana en el plano de la cultura y de la economía, la vigencia de estructuras ideológicas que continúan pre-conizando algunos círculos intelectuales y políticos en nuestra América, relativos a la mítica superioridad de algunos pueblos sobre otros, lo que entonces como hoy contribuye a agudizar la división entre las naciones latinoamericanas. Para comprender esta realidad, basta una ojeada a un breve párrafo introductorio del doctor Pablo Lacoste2 a propósito de un artículo, en las más recientes investigaciones argentinas, referido pre-cisamente al relieve político de Estanislao Zeballos:

Estanislao Zeballos creó un denso corpus teórico sobre las rela-ciones de la Argentina con sus vecinos, especialmente con Brasil y Chile. A lo largo del siglo xx, la élite intelectual rioplatense ha

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 161 23/07/2015 13:54:06

Page 162: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

162

mantenido en vigencia el pensamiento de Zeballos, al cual se lo ha considerado una suerte de paradigma del patriota. El presen-te artículo examina críticamente el pensamiento de Zeballos.3 Detecta que, fuertemente marcadas por el positivismo y el darwi-nismo social, sus ideas se deslizaron hacia posiciones xenófobas y racistas, sobre todo hacia los dos países citados. Por tal motivo, el canciller generó conflictos de límites que antes no existían y promovió conceptos históricamente inexactos sobre la naturale-za de las relaciones internacionales en el Cono Sur.

Este conflicto comienza a hacerse sentir en el proyecto revolucionario cubano a partir de 1890. José Martí se vio inmerso, en ese año, inmedia-tamente después de haber sido nombrado cónsul de Argentina y Paraguay, en el intenso torbellino de la política sobre todo externa de la Argentina, cuando ya daba pasos decisivos para el inicio de la guerra necesaria. Nues-tro punto de partida para el estudio de ese periodo será una reflexión de Cintio Vitier sobre el tema de la xenofobia y el racismo en “Nuestra Amé-rica” —aunque la condena al racismo se encuentra en toda la trama de la obra— publicada en enero de 1891, en medio de las precarias condiciones en que Martí llevaba a cabo su empeño revolucionario.

En su brillante ensayo Martí afirma: “No hay odios de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la naturaleza, donde resalta, en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad uni-versal del hombre”.4

Estamos ante una observación martiana sin pretensiones de hacer ciencia o filosofía. Fernando Ortiz asegura que Martí en ese momento “no está dedicado a la enseñanza científica, ni a las disquisiciones filosóficas, ni siquiera a la hibridez de la literatura filosofante, pues lleva en su tarea el amor de una fecundidad social”,5 esto es, su consagración a la indepen-dencia y la emancipación del pueblo cubano. Se comprende que sin una fuerte sustentación ideológica sus planes estaban en peligro inminente.

La cita martiana alude a la obra naturalista de Charles Darwin, obviamente el “viajero justo” que en sus investigaciones recorrió casi todo el mundo, y a la visión filosófica de Herbert Spencer, que se sir-vió de esas investigaciones para establecer su propio sistema filosófi-co, claramente el “observador cordial”. Ambos, pensaba Martí, estarían empeñados en una búsqueda infructuosa de la verdad en la naturaleza, interpretación que difiere de la dada por los pensadores de estirpe

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 162 23/07/2015 13:54:06

Page 163: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

163

conservadora en Estados Unidos, que desarrollaron las ideas de lo que en medio de un auge de dudosa academia, comenzó a llamarse “darwi-nismo social”, es decir, la suposición de que el complejo proceso de la evolución social es resultado de la selección natural descubierta por Charles Darwin, lo que haría a algunos pueblos superiores a otros.6

Las ambigüedades propias de esa corriente seudocientífica, muy en boga en el mundo de las últimas décadas del siglo xix, e incluso reto-mada en el presente por corrientes ultraderechistas en Estados Unidos y Europa, rápidamente cobraron cuerpo en las mentes de los políticos conservadores estadounidenses y se convirtieron en un componente importante de la fundamentación teórica de la expansión imperial de Estados Unidos. Lo que Martí llama “la identidad universal del hombre” sería la clave de su posición que proclama, independientemente del color de la piel, la unicidad del hombre natural y del civilizado. La nota 45 de Cintio Vitier, referida al párrafo citado, afirma: “las razas de librería: Martí negó siempre el concepto divisor y discriminador de ‘raza’, tan manejado, con mayor o menor ingenuidad, por el cientificismo positi-vista de su tiempo”.

Pero el darwinismo social spenceriano también echó raíces fuertes y profundas en algunos países latinoamericanos, particularmente en la Argentina, cuyos antecedentes se remontan a periodos anteriores a la generación del 80.

En el polo opuesto al pensamiento de Martí sobre este punto —ex-presado también en “Madre América”, “‘Mi raza’” y otros textos— se sitúa el libro de Sarmiento Conflictos y armonías de las razas en América.7

En efecto, fue Sarmiento uno de los primeros pensadores de la Argentina que utilizó la frase “mi raza”, en el libro citado, por cierto, en un sentido totalmente opuesto al de “‘Mi raza’” de Martí. Pero también en su libro Viajes por Europa, África y América (1845-1847), Sarmiento utiliza “mi raza” como un concepto definidor para referirse al pueblo argentino. Así, dirigiéndose figurativamente a la ciudad de Montevideo le dice: “¡Yo te saludo, reina regenerada del Plata! […] Proscrito de mi raza, un día vendré a buscar debajo de tus manos las condiciones completas que las tradiciones españolas me niegan en todas partes!”8

Esta interpretación de la frase trascendería a Sarmiento hasta mucho después de su desaparición. En rigor, él siempre se declaró partidario de las ideas positivistas de Spencer. En una declaración espontánea y de hecho candorosa, había declarado en una ocasión que “Spencer y yo andamos el mismo camino”. Años después, a Quintiliano Saldaña, el

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 163 23/07/2015 13:54:06

Page 164: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

164

brillante jurista y escritor español, se le atribuye haberle añadido; “que así anda el can el camino del amo”, porque “no basta querer ser positi-vista para serlo”. Ironías aparte, en las últimas décadas del siglo xix las ideas de Spencer ya constituían un componente importante de la ideo-logía de la oligarquía terrateniente argentina en el poder.

Lo afirmado por Vitier, en admirable síntesis, al referirse al “cienti-ficismo positivista” en América, refleja el laberinto del contexto inter-nacional en cuyo vórtice interactuaban unidos, por un lado, el grave problema de la división racista del pueblo cubano que fundido en una sola voluntad libertaria debía derrotar a la monarquía española y fundar una nueva república americana; por el otro, la ideología imperialista estadounidense utilizaba el concepto seudocientífico de la superioridad de la “raza” y religión anglosajonas, fruto del pensamiento de Herbert Spencer y Francis Galton en Inglaterra, y en Estados Unidos de Graham Sumner y del almirante Alfred Thayer Mahan, padre norteamericano de la geopolítica moderna, para sustentar su expansión hacia el Caribe, el istmo de Panamá y ulteriormente hacia Sudamérica, el Pacífico y los grandes mercados asiáticos.

En el sur del continente, donde se ubicaban las naciones de mayor importancia de nuestra América, las tendencias divisionistas en Argen-tina y Brasil, en lucha por el liderazgo regional, facilitaban el control estadounidense de todo el hemisferio. En verdad, el positivismo cienti-ficista ya prosperaba en Estados Unidos cuando Martí, solo y sin recur-sos, libraba su desigual guerra ideológica contra el expansionismo de la burguesía industrial y financiera norteamericana y las fuerzas armadas de Estados Unidos. “Nuestra América” fue empleada por él en esos días para defender ideológicamente, en un ejercicio de previsión, su proyec-tada guerra necesaria. Lo que estaba en juego era la propia existencia de una nación que pugnaba por nacer, bajo amenaza de ser sometida al control, en cualquiera de las formas concebidas por los círculos de poder del emergente imperio de Estados Unidos, a menos de ciento cincuenta kilómetros de distancia de la Isla.

En el caso de la Argentina, de suma importancia en el proyecto re-volucionario martiano, ya desde 1889 era evidente la intensa lucha po-lítica y cultural de Estanislao S. Zeballos por el poder político. Proba-blemente se propuso, como apostolado de toda su vida,9 que su país llegase a ser una réplica de las grandes potencias europeas de cultura y “raza” blanca, específicamente “latina”, ideas para cuya difusión compi-ló, y en parte escribió, destinados a jóvenes y niños, los quince tomos de su Tesoro de la juventud,10 y en esa medida se distanció de las herma-

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 164 23/07/2015 13:54:06

Page 165: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

165

nas repúblicas latinoamericanas, sobre las que trató de ejercer un lide-razgo paternal bajo el influjo del mito desarrollista, racista e incluso militar de su pueblo. Refiriéndose a las dos últimas décadas del siglo xix, Santiago Javier Sánchez, historiador rosarino, en su tesis de grado, recientemente publicada, afirmaba: “El positivismo y el cientificismo, por otra parte, serán dominantes, y se extenderían más tiempo [en la Argentina] que en Europa, hasta 1910, aproximadamente. Es de notar el influjo de Herbert Spencer, quien extendió al campo de lo social las ideas evolucionistas de Charles Darwin. Las huellas de su pensamiento son perceptibles en hombres del Ochenta […] particularmente en el rosarino Estanislao S. Zeballos”.11

Pablo Lacoste y Adriana Arpini12 dieron a conocer las conclusiones de su investigación en términos más directos, laborioso esfuerzo de desmitificación histórica que causó asombro en una academia y pueblo habituados a imágenes grandilocuentes de algunas de sus figuras his-tóricas de mayor prestigio entre la generación del 80, y particularmen-te de Zeballos, considerado por algunos historiadores bonaerenses como uno de los patriotas más firmes y consecuentes del país sudamericano.13

El título de ese trabajo es elocuente: Estanislao Zeballos, la política exterior argentina, la ideología racista de la elite ilustrada rioplatense y la reforma universitaria de 1918. Del título puede fácilmente colegirse el impacto en la opinión pública argentina de las conclusiones, admirable-mente fundamentadas, algunos de cuyos puntos salientes citaremos en estas líneas, imposible de ignorar al analizar las condiciones en extremo escabrosas en que José Martí libraba su guerra política e ideológica por la independencia de Cuba. Decían ambos autores:

El principal representante de las corrientes geopolíticas y expan-sionistas de la Argentina ha sido Estanislao S. Zeballos. Fuerte-mente influido por el libro del oficial de la marina de Estados Unidos, Alfred Thayer Mahan, La influencia del poder naval en la historia (1890), Zeballos aspiraba a que la Argentina se embarca-ra en una carrera armamentista propia de las grandes potencias. Para Zeballos, la Argentina era “el coloso del continente sureño”, y estaba llamada a cumplir un papel rector en América del Sur con buques y cañones, acompañada por un combate cultural que apuntaba a difundir su pensamiento racista y xenófobo.

Bajo la influencia del positivismo, Zeballos consideraba que la grande-za de los pueblos dependía del color de la piel de sus habitantes. En ese sentido, las mejores naciones eran las que se componían de personas de

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 165 23/07/2015 13:54:06

Page 166: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

166

raza blanca. Y debido al aluvión inmigratorio del siglo xix y principios del xx, la Argentina se habría convertido en un país de raza blanca, lo cual lo situaba en una posición de superioridad con relación a sus vecinos latinoamericanos, en los cuales predominaba el elemento mestizo.14

Justamente cuando Zeballos soñaba con unas fuerzas armadas po-derosas, para la propia expansión de la Argentina, a expensas de Brasil o Chile, o tal vez también para contener la prevista expansión de Esta-dos Unidos, José Martí, revolucionario insomne, comunicaba en 1889 a su buen amigo, el cónsul uruguayo Enrique Estrázulas:

De mí, no le diría más que quejumbres, sobre todo ahora que estoy fuera de mí, porque lo que desde años vengo temiendo y comunicando se viene encima, que es la política conquistadora de Estados Unidos, que ya anuncian oficialmente por boca de Blai-ne y Harrison su deseo de tratar de mano alta a todos nuestros países, como dependencias naturales de este y de comprar a Cuba.15

Lo cierto es que casi todos los sueños expansionistas de Zeballos fraca-saron ante la realidad de la fragmentación política de su propia clase y de sus similares latinoamericanos, así como el creciente poder y agre-sividad militar estadounidenses, factor importante en la declinación ulterior de la república argentina, hasta la Primera Guerra Mundial y de hecho hasta los días relativamente cercanos de los gobiernos milita-res. Pero la ideología que él preconizó continúa con vida, arraigada aún en la conciencia de algunos sectores sociales del pueblo.

A pesar de que Martí debió conocer lo expuesto hasta aquí, lo cierto es que insistió, tal vez porque carecía de otras opciones viables, en atraer la Argentina a la causa de Cuba y su revolución, lo que se evidencia sobradamente en sus crónicas. Hay que decir, en una breve búsqueda retrospectiva de antecedentes, que el entusiasmo inicial de Martí por la Argentina rápidamente progresó después de su llegada a Nueva York en 1880, no solo desde el punto de vista meramente cultural, sino inclu-so político, animado por su considerable conocimiento de los mecanismos de poder de los círculos políticos conservadores estadounidenses y del peligro que él sabía representaba el proyecto expansionista de estos para la independencia de los nuevas repúblicas y pueblos hispanoamericanos que luchaban por alcanzarla. Reconocer y comprender la razón de ese acercamiento permite interpretar mejor los hechos en este importante periodo de su vida. Sus crónicas y correspondencia entre 1876 y 1895 reflejan un gran entusiasmo por el país austral, comparable solo con el que sentía por las patrias de Juárez y Bolívar. Esa admiración por la

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 166 23/07/2015 13:54:06

Page 167: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

167

cultura y tradiciones rioplatenses, y por la grandeza de sus hombres y mujeres era evidente en sus apasionadas notas biográficas de los héroes argentinos, de considerable valor histórico y literario, como José de San Martín, Manuel Belgrano y Domingo Faustino Sarmiento.

Cuando aún se hallaba en México, en 1876, descubría valores éticos y políticos en los escritos del publicista y diputado argentino, Luis Va-rela, a quien llamaba cariñosamente “el doctor de Buenos Aires”. Su libro, La democracia práctica, le suscitó profundas reflexiones en las que vislumbraba el futuro de su América adorada, representada mejor por Argentina, que comenzaba a cobrar forma en su intelecto.16 De la obra de Luis Varela, según afirmara entonces el joven José Martí, podría derivarse el proyecto de constitución de la nueva América hispana que él ya visualizaba.

De los grandes próceres, por otra parte, destacaba sus ideas y méri-tos personales con pinceladas gruesas y vigorosas. Cuando deslumbra-do descubre las evocaciones postreras en Memorias de un octogenario, de Henry Hill, pletórico de situaciones en los límites de lo humano, Martí describe la imagen inmensa de José de San Martín, en lo alto de las cimas de los Andes: “Y del libro [...] surge, como de aquel mismo gran-dioso panorama surgía entonces, la figura férrea, solemne, vigilante; la patriarcal figura del hijo de Yapeyú, docto en mundo, tierno en familia, recio en mando, maestro en virtud difícil, menos grande que desintere-sado: José de San Martín, padre de América”.17

A Belgrano lo caracteriza por su nobleza y modestia: “Manuel Bel-grano, con hazañas y humildades, sacaba la cabeza por encima de los héroes griegos”.18

Facundo, obra maestra de Domingo F. Sarmiento, la llamó “libro de fundador”, a pesar de sus conocidas reservas, bien expresadas en “Nuestra América”, por algunos aspectos racialmente prejuiciados de su contenido.

No podía imaginarse Martí entonces que esa vigorosa personalidad de la política y de la literatura de Argentina y de América Latina, le ob-sequiaría un “honrado pensamiento”, sin conocerlo personalmente, en una crítica pública de gran valor personal. Fue la crónica dedicada a la Estatua de la Libertad, publicada en La Nación de Buenos Aires,19 que en agosto de 1886 despertara la admiración de Sarmiento. Vale evocar un fragmen-to de lo que dijo en carta a Paul Groussac, su gran amigo francés: “Tuvo la inauguración de la estatua [...] por historiógrafo a Martí, un cubano, creo, y Ud. verá que sus emociones son las del que asoma a la caverna de los cíclopes u oye la algazara de los titanes o ve rebullirse el mundo futu-ro [...] Siendo Martí cubano, póngase ‘elocuencia hispano-americana’”.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 167 23/07/2015 13:54:06

Page 168: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

168

Justificadamente orgulloso, Martí escribía a Manuel Mercado, su querido amigo mexicano: “En paquete separado le mando una carta que acaba de publicar a propósito de mí en Buenos Aires el glorioso y an-ciano expresidente Domingo Sarmiento. Ya verá qué enormidades dice; pero yo se la envío con placer, para que vea que su amigo no lo deshonra”.20

Ya el año anterior Martí había recibido otro importante indicio de aprecio de Buenos Aires, cuando el periódico La Nación lo invitara a viajar a la capital para asumir la jefatura de su redacción. También a Manuel Mercado le había confiado: “La Nación me manda a buscar de Buenos Aires: claro está que no puedo ir, con mi tierra sufriendo a la puerta, que algún día puede tal vez necesitarme”.21

Es evidente que la edificante crítica de Sarmiento fue posiblemente uno de los mayores reconocimientos a su talento literario que recibiera Martí en vida, que lo elevó en la estimación de la intelectualidad y los círculos gobernantes argentinos y de toda la América hispana.

Si hubiera duda sobre el optimismo que sentía Martí por la Argen-tina, baste evocar lo que decía a los niños de América en su clásica pu-blicación La Edad de Oro. Él, que jamás se hubiera atrevido a mentirles, en septiembre de 1889, en el tercer volumen de sus artículos en dicha publicación, les transmite sus ideas de la importancia del trabajo en el desarrollo de los pueblos. Y toma como ejemplo, no a Estados Unidos, Inglaterra o Alemania, como tal vez habría hecho algún miembro de la poderosa oligarquía rioplatense, sino a la propia Argentina, de habla y cultura hispanos:

Pero al otro lado […] están […] los pabellones famosos de nuestras tierras de América, elegantes y ligeros como un guerrero indio: el de Bolivia como el casco, el de México como el cinturón, el de la Argentina como el penacho en colores: ¡parece que la miran como los hijos al gigante! […] la patria del hombre nuevo de América convida al mundo lleno de asombro, a ver lo que puede hacer en pocos años un pueblo recién nacido que habla español, con la pasión por el trabajo y la libertad ¡con la pasión por el trabajo!22

Cuando así escribía Martí, con énfasis tan marcado en la importancia del trabajo, Estanislao S. Zeballos, desde muy temprano en su vida, subraya-ba la influencia de la inmigración blanca de Europa en los éxitos econó-micos de la Argentina. En su obra La región del trigo (1883) escribía:

Dos corrientes notables caracterizan el movimiento emigratorio de Europa. Los hijos del Norte, principalmente los anglosajones,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 168 23/07/2015 13:54:06

Page 169: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

169

los alemanes y escandinavos, se dirigen a Estados Unidos y la Australia, […] atraídos por afinidades de raza, de religión, de hábitos de clima. La raza latina, dueña de la Europa meridional, se encamina casi exclusivamente a la República Argentina, cuyas instituciones hospitalarias, un clima templado y saludable, y el origen de la lengua brindan el ambiente adecuado para las expan-siones del hombre que aspira a la riqueza y a la libertad.

Treinta y dos años después, insistía:

El carácter de esta población [argentina] es enteramente europeo, pues, como ya dijimos, la raza blanca ha hecho desaparecer, por absorción, a los indios y a los mestizos. Hoy no queda en la Re-pública más de 20 000 indios, reducidos y sometidos al trabajo, y probablemente no existen más de 1 000 negros. Esta homoge-neidad de la población da al pueblo argentino su carácter viril, inteligente, de reacción intensa y rápida y emprendedora en todas las ramas del progreso humano.23

En realidad, la “absorción” de los pueblos indígenas y africano lo logró el Estado argentino con el genocidio de los indios, mediante un ejército bien armado en que abundaban los negros, que también contribuyeron con su propio sacrificio a la “homogenización” de la población argentina. Por otra parte, Lacoste y Arpini aclaran que “si bien los inmigrantes europeos habían impactado en la composición racial de algunas ciudades y provincias como Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza, no sucedía lo mismo en todo el noroeste argentino, donde la inmigración no superó el 5% del total de la población y predominaba un perfil mestizo”.24

Lo que resulta claro en la mente de Martí es que la Argentina debía ser, por su vocación al trabajo y progreso consiguiente, y su indepen-dencia respecto de Estados Unidos, tal vez hasta una digna aliada de la Revolución Cubana, potencialmente adversaria de ese país. Fue por cierto el poder persuasivo de sus crónicas a La Nación de Buenos Aires, apreciadas por los lectores de ese importante órgano de la burguesía terrateniente argentina, otra arma efectiva en la guerra de las ideas que libraba contra Estados Unidos. Por ellas se le conoció y respetó en la Argentina. Posiblemente por ellas en medida apreciable se le nombró cónsul en el Consulado General argentino en Nueva York.

Los contactos personales de Martí durante la Conferencia Interna-cional Americana (1889-1890) con Roque Sáenz Peña, jefe de la delega-ción argentina, otra figura prominente de la oligarquía terrateniente, a

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 169 23/07/2015 13:54:06

Page 170: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

170

su regreso nombrado ministro de relaciones exteriores y armado de una opinión propia bien desarrollada, fueron, todo lo indica, el complemen-to final de su popularidad como periodista, político y hombre de letras para su nombramiento de cónsul argentino en Nueva York. En julio de 1890 recibió Martí la noticia de su designación. A partir de esa fecha, hasta octubre de 1891, cumplió para la República argentina, con escrú-pulo y lealtad, sus deberes consulares.

En agosto de 1890, a poco de sus nombramientos consulares, José Martí viajó al Parque Crepúsculo (Twilight Park) en las montañas Catskill. Buscaba a los grandes intelectuales estadounidenses que inte-graban la membresía del Club Crepúsculo (Twilight Club). Después de esa reveladora experiencia, en octubre del mismo año fue invitado a dirigirles la palabra a ochenta de sus socios en un célebre restaurante de la ciudad de Nueva York, como cónsul de tres países sudamericanos, a los cuales advirtió, en una breve alocución, poco conocida, pronuncia-da en inglés, que políticos estadounidenses “ignorantes y dementes” se proponían intervenir en la América hispana, pero “serían resistidos”. Fue aclamado. En diciembre recibió su certificado de miembro pleno de la institución. Uno de los rasgos salientes del Club, fundado en 1883, era su membresía de notables escritores, periodistas, artistas, científicos, militares, que compartían las ideas antimperialistas de Martí. Para Martí, el Club era una caja de resonancia política, independiente e in-controlado, por cuyo conducto, por su prestigio e influencia, podía al-canzar con la verdad de Cuba a casi todos los sectores de la sociedad estadounidense. Es evidente que Martí entendió necesario, a partir de esa experiencia, intentar crear un equilibrio, no solo internacional, sino también en el interior de la sociedad estadounidense, con el fin de inhi-bir en el imperio emergente la proyectada expansión de la alta burgue-sía industrial y financiera norteamericana, dirigida en lo inmediato hacia el Caribe y concretamente hacia Cuba.

Sus previsiones se evidenciaron un año después de su muerte en combate. La dirección del Club Crepúsculo de Nueva York citó a tres representantes de la Junta Revolucionaria Cubana y, tras un movido debate emitió una declaración sin precedentes en la que solicitaba al presidente Grover Cleveland el reconocimiento de la beligerancia del pueblo cubano, que a juicio de la institución se había ganado en su larga lucha contra el imperialismo español el derecho a la libertad y la inde-pendencia. Martí logró desde su ingreso en esa institución asegurar el apoyo de grupos sociales estadounidenses potencialmente aliados del pueblo cubano.25

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 170 23/07/2015 13:54:06

Page 171: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

171

En enero de 1891, en el desempeño de sus labores consulares, en tanto paralelamente progresaban sus gestiones organizativas de la re-volución, Martí entendió que el momento había llegado de dejar bien claras sus principios sobre la necesidad imperiosa de unidad en el pueblo cubano y en lo pueblos de la América hispana, incluyendo, además de los blancos, a los indios, los negros, asiáticos y los mestizos de todas las “razas” en Hispanoamérica —porque Brasil ya desde 1880 había sellado su suerte en una alianza con Estados Unidos—, precondiciones sin las cuales entendía que la independencia del pueblo cubano y de toda Amé-rica hispana estaba en duda. Y escribió y publicó su obra maestra “Nues-tra América”.

Conminó a todos a unirse: o todos se salvaban o todos perecerían aplastados por “el gigante de las siete leguas”. No muchos en su tiempo alcanzaron a comprender cabalmente lo que se proponía, incluyendo a los “anglosajones” del imperio emergente que lo subestimaron, y sobre todo los círculos de poder argentinos que miraban a Estanislaos S. Zeballos como un iluminado que les indicaba el sendero hacia el bien-estar del pueblo y la prominencia internacional. Pero lo que este real-mente pensaba es que la unidad hispanoamericana era “obra de la sen-siblería, contraria a los intereses argentinos pues se fundamenta en una solidaridad ficticia y contrapuesta a las relaciones provechosas con Eu-ropa”.26 No habrían sido palabras gratas a los oídos de Martí.

Altamente motivados por la retórica poderosa de Zeballos, esos círculos de poder, probablemente leyeron,27 e interpretaron “Nuestra América”, texto que nació en vísperas de la fundación del Partido Revo-lucionario Cubano, como una especie de declaración ideológica de prin-cipios contra el racismo y la xenofobia, instrumento político de la élite de poder argentina, vale decir, contra la política exterior bonaerense. Por eso probablemente Martí no envió ese escrito a Buenos Aires. Eran los días en que Bartolomé Mitre— que por cierto no coincidía con las ideas de Zeballos—, en 1890, en medio de una violenta crisis financiera en la Argentina, se alzara contra el gobierno de los seguidores de Julio A. Roca, el paternal líder de la oligarquía terrateniente argentina, in-tentona que resultó fallida. Menos de un mes después de su designación como ministro de Relaciones Exteriores en julio de 1890, apenas con tiempo suficiente para asegurar el nombramiento de José Martí, Sáenz Peña tuvo que renunciar a su cargo y desaparecer de la luz pública por un tiempo prolongado. Estanislao S. Zeballos se adueñó del escenario político internacional en Buenos Aires, lo que no obraría a favor de la permanencia de Martí en su nuevo cargo de cónsul en Nueva York.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 171 23/07/2015 13:54:06

Page 172: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

172

El 10 de octubre de 1891, en Hardman Hall de Nueva York, Martí se dirigió a los emigrados cubanos recordándoles la fecha gloriosa, como lo había hecho en seis ocasiones anteriores. El hecho fue desconocido por el periódico pro español Las Novedades, e inmediatamente fue obje-to de la protesta oficial de la Legación de España. Martí se vio obligado, en medio de incomprensiones y malas inteligencias provocadas por el ministro argentino en Washington, a renunciar a su cargo, bajo ame-naza de ser destituido. Obvia decir que no fue de su agrado dimitirse bajo la presión directa de la monarquía española. Es interesante que en el texto de su propia dimisión a su cargo de cónsul, Martí utilizara la frase “mi raza”, tan socorrida en aquellos días en los círculos académicos y políticos argentinos, pero lo hacía nueve meses después de publicada Nuestra América, con un significado totalmente inverso: “Como el premio más honroso a mi cariño vigilante por los pueblos de mi raza en Amé-rica, recibí y procuré justificar en su desempeño, el nombramiento, ni directa ni indirectamente solicitado y por eso mismo más halagador, de cónsul argentino en New York”.28

Un aspecto interesante de este incidente es que la Legación de la República Oriental de Uruguay, retuvo su dimisión hasta marzo de 1892, cuando Martí insistiera en su aceptación, lo que le significó un alivio formal en medio de los comentarios de la prensa local.

Precisamente por el carácter simbólico de “‘Mi raza’” para los ar-gentinos, Martí probablemente la empleó para titular su esclarecedor artículo, publicado en el periódico Patria del 16 de octubre de 1893, de suerte que se tuviese la certeza de a quien iba dirigido su enérgico men-saje político.

Tal vez lo desconociera Martí, porque no era del interés de las par-tes divulgarlo, pero fue justamente en 1892, cuando fungía como minis-tro de Relaciones Exteriores del presidente Carlos Pellegrini, en el momento más candente de la crisis consular de Martí, cuando Estanislao S. Zeballos organizaría una Comisión Especial para adquirir armamento de último tipo en Europa, y probablemente soñara con un ejército y marina bien armados, para la propia expansión de la Argentina a expensas de Brasil o de Chile, y probablemente también para contener la prevista penetración del imperialismo estadounidense hacia Sudamé-rica. No hay duda que había alcanzado el punto más alto de su influencia como ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina.

Fue en ese breve instante que la monarquía española, ante el peligro inmediato de un levantamiento en Melilla, solicitó al gobierno argenti-no a que le cediese los fusiles y carabinas Mauser, modelo 1891, que la

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 172 23/07/2015 13:54:06

Page 173: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

173

empresa alemana Ludwig Loewe de Berlín producía para el ejército ar-gentino. El gobierno argentino aceptó ayudar a España. La razón esgri-mida por las autoridades españolas para esa solicitud era la imposibilidad de la empresa alemana de producir su pedido de armas en ese momento, pues su capacidad industrial estaba ocupada con el contrato argentino.

Todo indica que además de la urgencia momentánea, otros destinos se anticipaban para esas armas. En efecto, un lote de 5000 unidades fue inmediatamente retirado de los almacenes y remitido, siempre con la anuencia del gobierno argentino, a las autoridades españolas, con las marcas y divisas nacionales del país austral, lo que puede haber dado lugar al rumor, desmentido por la firma Mauser, de que habían sido producidas y vendidas allí al ejército español. La empresa alemana desvió entonces hacia España lotes subsiguientes de fusiles en producción para Argentina; grabó en ellas los emblemas españoles y la marca “Berlín 1894”, y las remitió también al ejército de ese país. Después de neutrali-zado el levantamiento africano de Melilla, todas las armas en ese lugar y las que se produjeron hasta 1896 fueron enviadas a Cuba y Filipinas.29

Estamos ante una acción que solo puede concebirse entre dos países con estrechas relaciones bilaterales. La entrega a España de las armas que Argentina había contratado, aun cuando no fueron pagadas por su gobierno, obviamente requirió, por su carácter estratégico, una autori-zación del más alto nivel del Estado, lo que inmediatamente indica la influencia de Estanislao S. Zeballos, entonces ministro de Relaciones Exteriores y miembro de la Comisión Especial para la compra de armas, con cuyos principios de política exterior ya estamos familiarizados. Es preciso insistir en la excepcional importancia de ese armamento para Argentina, y de otras que adquiriera por aquellos días en Alemania, en momentos que sentía peligrar la seguridad nacional. La entrega a Es-paña de las armas contratadas constituye, pues, un acto que trascendió la buena vecindad, y se manifestaba como una acción que evidenciaba firmes nexos de solidaridad con un país amigo en apuros.

Dada su reciente experiencia consular, la amarga noticia, de haber llegado a su conocimiento, no habría sorprendido a Martí. Este im-portante desacuerdo con la visión martiana del equilibrio internacional fue confirmado años más tarde incluso por el propio Roque Sáenz Peña, ya iniciada la intervención de Estados Unidos en la Guerra Hispano-Cubano-Americana, en su famoso discurso en Buenos Aires del 2 de mayo de 1898, en el cual afirmó que Cuba “debió ser libre”, aunque consideró su revolución en ese momento inoportuna, obviamente para los intereses argentinos.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 173 23/07/2015 13:54:06

Page 174: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

174

Pero en 1891, inmediatamente después de zanjado el incidente con-sular con su renuncia, Martí, con el enorme caudal instructivo de esa experiencia, comprendió el peligro inminente en que se hallaba el pro-yecto independentista, objeto central de su vida. Era imprescindible acelerar el ritmo de los preparativos para la guerra necesaria, y en ello se empeñó con su característica energía. Se imponía también poner orden en el campo cubano, y buscar nuevos aliados latinoamericanos. Ahora que comenzaba a sentir la ausencia de la representación consular tendría que apresurarse a fundar el Partido Revolucionario Cubano, lo que le conferiría, entre otras cosas, mayor autoridad en futuras gestiones internacionales. La emigración cubana, por su parte, le confirmó casi inmediatamente su confianza, y el 7 de noviembre de 1891 los intelec-tuales latinoamericanos en la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York se negaron a aceptar su renuncia, hasta que la ratificó irre-vocablemente.

Es de subrayar que el recién llegado ministro Extraordinario y Ple-nipotenciario de la Argentina en Washington le pidió a Martí que se hiciera cargo de la compleja tarea de traducir al inglés los documentos de la posición argentina para las negociaciones de límites en el territo-rio de Misiones.

El nuevo ministro extraordinario y plenipotenciario argentino era nada menos que el propio Estanislao Severo Zeballos, hasta pocos días antes ministro de Relaciones Exteriores, cuya misión diplomática, de la más alta prioridad de su gobierno en Estados Unidos, era dirigir desde su cargo en Washington las negociaciones por el diferendo territorial con Brasil por el enorme territorio de Misiones (más de 50,000 km2), en las que el presidente Grover Cleveland fungiría como árbitro.

La iniciativa de Zeballos de encomendarle esa importante tarea a Martí, aunque no añadió nada nuevo a la decisión de no comprometerse con la Revolución Cubana, confirmó su confianza en la integridad del héroe cubano. Aunque no se dio a la publicidad, es probable que esa información haya trascendido a círculos políticos e intelectuales. De cualquier manera, ese gesto excluía toda sospecha de deslealtad de Martí hacia Argentina. Martí respondió, como siempre, con un gesto digno: rehusó recibir un centavo por la tarea cumplida con enorme sa-crificio personal. El esfuerzo le fue reconocido en una nota oficial del gobierno argentino fechada el 29 de mayo de 1894.30

Pero a Martí, de fino instinto político, no le bastó ese gesto de ge-nerosidad. El 22 de septiembre del propio año, presentó y probablemen-te tradujo un artículo de Zeballos publicado en el North American Review,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 174 23/07/2015 13:54:07

Page 175: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

175

en cuya presentación Martí compara favorablemente a la Argentina con Estados Unidos. En sus palabras finales afirma:”los pueblos de Améri-ca son más libres y prósperos a medida que más se apartan de Estados Unidos”. Y añade:

Sobre el punto principal de las guerras civiles de nuestra Amé-rica publicó un artículo, ya muy celebrado, en la North American Review, de New York, el ministro de la República Argentina en Washington, el Sr. Estanislao Zeballos, y Patria traduce, con su idea y su fin, el trabajo, categórico y altivo, como los hijos de aquel país robusto, de un americano que, como Zeballos, une la épica sencillez con que ha escrito la trilogía india de Painé, el desembarazado poder de análisis, y clarividencia de estadista que distinguen en su patria a los hombres de la magnífica generación de que es él tipo brillante y acabado.31

Ese generoso reconocimiento de Martí en Patria selló con signo posi-tivo su amistad con esa influyente figura política argentina. En 1901 Zeballos escribió un artículo en su Revista de Derecho, Historia y Letras en memoria de Martí poeta en el que publica algunos de sus versos y un breve recuento de sus relaciones amistosas con el héroe cubano du-rante su estancia en Nueva York.

Otro de sus amigos argentinos de aquellos días azarosos, el ministro extraordinario y plenipotenciario Vicente G. Quesada, con quien sostu-vo una correspondencia cálida y amistosa durante mucho tiempo, que durante el incidente de su renuncia al consulado de Nueva York en oc-tubre de 1891, en un gesto inamistoso dio criterios sobre Martí a su ministerio enteramente subjetivos e incluso inexactos, no fue excepción en la aproximación siempre afectuosa de Martí. Cuando se encontraba en España trasladado al cargo de ministro en ese país, Quesada presen-tó en Madrid un nuevo libro que tituló La Sociedad Hispanoamericana bajo la dominación española.

Un ejemplar del nuevo libro llegó a manos de Martí, que rápidamen-te redactó una reseña que apareció en Patria el 14 de febrero de 1893. La obra en cuestión había sido bien escrita, con matices promocionales que subliminalmente buscaban la simpatía de la monarquía española, ante la cual Quesada representaba a la Argentina. No era de esperar otra cosa de un ministro destacado en el país aludido. Habría sido anómalo que un jefe de misión cualquiera criticase durante su gestión, siquiera en el campo de la historia, al país cuya amistad debía en todo momento promover. Sin abandonar su visión crítica de la España del periodo a

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 175 23/07/2015 13:54:07

Page 176: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

176

que el libro se refiere, Martí, con una reprobación bondadosa, intercaló en su prosa magistral algunos comentarios agradables a los oídos del autor sobre su libro: “Es notable el libro cuyo bosquejo ha publicado en Madrid el argentino Vicente G. de Quesada. El libro de Quesada es uno de esos estudios sinceros y totales sobre América”.

Era Quesada, tal como lo describió Martí, “el ministro hoy en la corte de sus amos de ayer”. Tal vez fue esa la frase menos grata al di-plomático argentino.

Podría concebirse que Martí haya dejado entrever alguna reserva por el incidente de la protesta española y la reacción del ministro argen-tino a su discurso del 10 de octubre de 1891, tal vez alguna protesta confidencial al ministro de Relaciones Exteriores. Pensar así equivaldría a subestimar su inteligencia y su realismo político. Salvo al ministro argentino en Washington, a quien creía su amigo,32 nadie se enteró de su dolor e indignación, ninguno de sus amigos cubanos más cercanos conoció su verdadero estado de ánimo, hasta donde la documentación disponible indica, ni siquiera la queja más nimia, o algún “rumor filtra-do” a la prensa. Por el contrario, Martí extremó su delicadeza en el trato precisamente a los dos diplomáticos argentinos que más hicieron por terminar su empleo consular. Tal vez por eso su logro más impor-tante en esas circunstancias fue mantener abiertas las puertas en Buenos Aires para momentos más propicios, quizás en ocasión de una victoria de las armas revolucionarias. Porque detrás de Buenos Aires se hallaban Londres y Berlín, que Martí confiaba en poder atraer a la causa cubana. En esas circunstancias, rápidamente modificó su política hacia México donde se reuniría poco después con el presidente Porfirio Díaz, de quien al menos obtuvo el apoyo material que le faltó en la Argentina. Pero sin demorarse, lamentarse o quejarse continuó con paso firme hacia su destino glorioso en los campos de Cuba.

Tomado de Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, no. 35, 2012, pp. 214-231.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 176 23/07/2015 13:54:07

Page 177: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

177

NOTAS

* Este artículo está basado en la conferencia sobre el tema nuestra América y el darwinismo social de la generación argentina del 80, impartida por el autor en el curso de posgrado Estudio de “Nuestra América”: y contexto, texto, actualidad y perspectiva de un ensayo martiano a 120 años de su publicación, y aparece en el Portal José Martí, sección “Dossier”, del Centro de Estudios Martianos.

1 El más brillante e influyente de los ideólogos argentinos del 80, nacido en el seno de una familia de militares de carrera provenientes de la oligarquía terrateniente, abogado, historiador, periodista, profesor, estadista, en tres ocasiones ministro de Relaciones Exteriores, sociólogo, antropólogo, geólogo.

2 Director del Centro de Estudios Trasandinos de la Universidad de Cuyo y miembro prominente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas de Argentina.

3 Pablo Lacoste y Adriana Arpini: “Estanislao Zeballos y la política exterior argentina con Brasil y Chile”, en Confluencias, Mendoza, Argentina, a. 1, no. 2, primavera 2003.

4 José Martí: Nuestra América. Edición crítica, investigación, presentación y notas de Cintio Vitier, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2000, p. 28.

5 Fernando Ortiz: “Martí y las razas de librería”, en Anales de la Universidad de Chile, Santiago, a. CXI, 1er. trimestre de 1953, no. 89, Homenaje a José Martí en el Centenario, p. 119.

6 Aparte de Spencer, en realidad lamarckista declarado, actuaba dentro de la fuerte corriente positivista en Estados Unidos el norteamericano W.G. Sumner, que se consideraba discípulo de Malthus. Ninguno de los dos se declaraba inicialmente influido por Darwin, aunque posteriormente ambos llegaron a aceptar la tesis de la selección natural, según Charles Darwin.

7 Domingo Faustino Sarmiento: Conflictos y armonías de las razas en América, Buenos Aires (1833), p. 57.

8 Domingo Faustino Sarmiento: “Viajes por Europa, África y América 1845-1847”, en Obras, Buenos Aires, 1886, vol. 5, pp. 47-60.

9 Era un año más joven que Martí y falleció en 1924.10 Estanislao Zeballos: “Suma geográfica argentina”, en El tesoro de la juven-

tud, Buenos Aires, Londres, París, Montevideo, Santiago, 1915, 15 tomos.11 El autor de las líneas citadas es actualmente investigador del Consejo Na-

cional de Investigaciones Científicas de la Argentina. Su beca de doctorado, presentada en el 2008, fue financiada por esa institución.

12 La doctora Arpini es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas de Argentina.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 177 23/07/2015 13:54:07

Page 178: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

178

13 Entre 1977-1978 y el 2003 Pablo Lacoste publicó once artículos científicos y dos libros sobre el tema de los conflictos territoriales entre la Argentina, Chile y Brasil. Nueve de ellos los publicó entre 2001 y el 2003.

14 Pablo Lacoste y Adriana Arpini: “Estanislao Zeballos, la política exterior argentina, la ideología racista de la élite ilustrada rioplatense y la reforma universitaria de 1918”, en Revista Universicam, Talca, no. 17 de 2002, Chile, Universidad de Talca, p. 7. Es interesante que el diferendo entre Chile y Argentina, que afectaba seriamente las relaciones entre ambos países acer-ca de la posesión de extensos territorios de la Patagonia, bajo el escrutinio de ambos gobiernos.

15 José Martí: Carta a Enrique Estrázulas, [Nueva York], 15 de febrero de 1889, en Obras completas, La Habana, 1963-1973, t. 20, p. 203. [En lo ade-lante, OC. (N. de la E.)]. Ver también Epistolario, comp., ordenación crono-lógica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, prólogo de Juan Marinello, La Habana, Centro de Estudios Martianos-Editorial de Ciencias Sociales, 1993, t. II, p. 71.

16 Los párrafos subsiguientes hasta el indicado con la nota número 22 se re-toman del artículo “En homenaje a Néstor Kirchner: José Martí y la Ar-gentina”, publicado en la sección “Dossier” del Portal José Martí del Centro de Estudios Martianos.

17 JM: “Libro nuevo. Los recuerdos de un octogenario”, en La América, Nueva York, febrero de 1884, Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, t. 19, p. 80. [En lo adelante, OCEC. (N. de la E.)]

18 Ídem.19 JM: “Fiestas de la Estatua de la Libertad”, en La Nación, Buenos Aires, 1ro.

de enero de 1887, OCEC, t. 24, p. 309. 20 JM: Carta a Manuel Mercado, [Nueva York, 19 de abril de 1887], en Epis-

tolario, ob. cit., t. I, p. 379. Ver también en OC, t. 20, p. 132. La fecha en esta fuente es incorrecta.

21 JM: Carta a Manuel Mercado, [Nueva York], octubre 20 de [1887] en Epistolario, ob. cit., t. I, p. 413. Ver también en OC, t. 20, pp. 186-187.

22 JM: “La Exposición de París”, en La Edad de Oro. Edición facsimilar, ensa-yo y notas de Maia Barreda Sánchez, La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2013, p. 66. Esta pertinente observación de José Martí sobre la Argentina y su rápido crecimiento económico y potencial social es del doctor Salvador Arias García.

23 Estanislao Zeballos: “Suma geográfica argentina”, en El tesoro de la Juven-tud, ob. cit., p. 1474.

24 Pablo Lacoste y Adriana Arpini: “Estanislao Zeballos, la política exterior...” ob. cit., p. 8.

25 La información sobre este episodio hasta hace poco desconocido en sus detalles puede ampliarse en Rodolfo Sarracino: José Martí en el Club

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 178 23/07/2015 13:54:07

Page 179: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

179

Crepúsculo de Nueva York. En busca de nuevos equilibrios, La Habana, Guada-lajara, Centro de Estudios Martianos, Universidad de Guadalajara, 2010.

26 Estanislao Zeballos: “Intervención anglo alemana en Venezuela”, en Revis-ta de Derecho, Historia y Letras, Buenos Aires, a. V, t. XIV, 1902, p. 432.

27 Una labor de legación de los funcionarios es leerse todos los periódicos que se publican del país en que se encuentran destacados. Eso se hacía en el siglo xix como hoy se hace, a fin de informar inmediatamente a la cancille-ría de los temas cultural y políticamente relevantes, lo que se justifica en el país más importante del hemisferio, donde un cubano ocupaba el cargo en la práctica de cónsul general, siendo al propio tiempo dirigente impor-tante de un movimiento independentista en una colonia de España, país considerado amigo de la Argentina.

28 José Martí, renuncia al cargo de cónsul de la República Argentina en Nue-va York. Ver carta al ministro de la Argentina, Nueva York, 17 de octubre de 1891, OC, t. 1, p. 266.

29 Estas informaciones fueron remitidas al autor en respuesta a su pregunta, que a continuación reproducimos, planteada en el Foro Internacional digi-talizado de la fábrica de armas Mauser, disponible en Internet: “It is fre-quently stated that, during the Cuban-Spanish war, beginning in 1895, Argentina sold Mauser rifles, produced under license in Argentina, to the Spanish government. Is this a fact? If this was true, was it the Mauser 91? Thanks in advance for your help”. Aunque la respuesta de Mauser desmiente parcialmente ese rumor, la realidad es tal vez más interesante y pertinente para nuestra investigación.

30 nota del dr. eStaniSlao S. zeballoS, MiniStro

plenipotenCiario de la argentina a JoSé Martí

Washington, 29 de mayo de 1894Señor D. José MartíNueva York

Estimado señor:Me es agradable comunicar a Ud. que, en nota de 13 de abril p. pdo. S. E. el aseñor ministro de Relaciones Exteriores, me dice lo siguiente: “La mención que hace V. E. de los desinteresados servicios que ha prestado a esa Legación el escritor D. José Martí, merecen, como Ud. lo indica, se le exprese el agradecimiento del Gobierno, para lo cual se faculta a V. E. a fin de que se le dirija en su nombre, la nota del caso, toda vez que ha declinado la aceptación de honorarios”. Lo que me es grato comunicar a Ud. con las seguridades de mi mayor consideración y aprecio. eStaniSlao S. zeballoS. [Papeles de Martí. (Archivo de Gonzalo de Quesada y Miranda, La Habana, Imprenta El Siglo xx, 1933-1935 (Miscelánea), 1935, t. II, p. 107.]

31 JM: “Las guerras civiles en Sudamérica”, en Patria, Nueva York, 22 de septiembre de 1894, p. 1. Ver también en OC, t. 6, p. 27.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 179 23/07/2015 13:54:07

Page 180: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

180

32 En carta fechada el 18 de octubre de 1891, a una semana escasa del inciden-te consular con España, cuando ya había recibido la carta de la Legación Argentina instándolo a renunciar inmediatamente, Martí le escribe al ministro argentino: […] “Como no hay anteojos para las cosas del alma y como no ha visto usted desde allá el puñal que me ha partido en dos ha llegado en estos días a lo más hondo, que padezco en pie todo lo que hay que padecer, que de tanta pena ya le tengo miedo a más, y que no tengo voluntad ni fuerza más que para lo único que me hace vivir, para servir a mi patria […]. Harto hago, en no estar hecho pedazos por la tierra. Y harto sabe que no son estas temporalidades, que van y que vienen, es lo otro, lo que no se puede decir. Rebasaré ¡una empresa grande me da fuerzas para rebasar!”. La ausencia de documentos solo admite conjeturas acerca de lo que Martí tenía en mente cuando se refiere a “lo otro, lo que no se puede decir”. ¿Tal vez un acuerdo secreto con Roque Sáenz Peña? El texto completo puede verse en Papeles de Martí, ob. cit., t. III, pp. 144-145; así como en José Martí: Epistolario, ob. cit., t. II.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 180 23/07/2015 13:54:07

Page 181: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

181

431-404 AC.Se desata la Guerra del Peloponeso. Por vez primera se formula y aplica el

principio del equilibrio de fuerzas económicas, políticas y militares con la creación de la Liga del Peloponeso, enderezada a equilibrar el poder de Atenas con una alianza del resto de las ciudades-Estado de Grecia.

403-221 AC.Los Estados chinos, en guerra constante durante el llamado “periodo de

los Estados Combatientes, apelan al principio del equilibrio de fuerzas para evitar el control de china por una sola de las familias reinantes.

1648Octubre 24. Se firma el tratado entre el Santo Emperador Romano y el Rey

de Francia y aliados respectivos. El principio moderno del equilibrio po-lítico internacional se remonta a la Paz de Westfalia de 1648, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años y al monopolio del poder de la monarquía hispánica y el sacro imperio alemán de los Habsburgos, sustentados en la teoría del “ imperio coordinador de Europa”. La alternativa a esa teoría es la idea del justo equilibrio entre potencias o Justum Potentiae Aequilibrium. Ese gran evento histórico, al que se unen el surgimiento de los Estados nacionales, la “ igualdad entre los Estados” y los consiguientes “objetivos nacionales”, a nombre de los cuales se invocaron los “ intereses de Estado”, da origen al derecho internacional moderno.

1804 Julio. Alexander Hamilton escribe, poco antes de su muerte, que pronto

Estados Unidos serían el árbitro de Europa y podrían “ inclinar la ba-lanza a favor de nuestros intereses”.

APÉNDICE

Breve cronología de la visión martiana del equilibrioen las relaciones internacionales

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 181 23/07/2015 13:54:07

Page 182: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

182

1813Diciembre 31. En un informe de su secretario de Relaciones Exteriores al

gobierno, Bolívar proclama la necesidad de lograr un equilibrio mundial entre metrópolis y países colonizados, “para destruir la preponderancia de los primeros, lo cual se lograría mediante “una guerra universal entre los pueblos y los tronos”.

1815Septiembre 26. El emperador de Austria, el rey de Prusia y el zar subscriben

la Santa Alianza durante el Congreso de Viena. Fue eventualmente fir-mada por casi todos los monarcas europeos, con excepción del Papa, el príncipe regente de Inglaterra y el sultán de Turquía. Con ello, las poten-cias europeas consolidaron el equilibrio internacional hasta el inicio de la Guerra de Crimea de 1853 y desde su fin en 1856 hasta la Guerra Mundial (1914-1918).

1853Enero 28. Nace José Martí.

1871Mayo 31. El joven José Martí matricula en la Facultad de Derecho de la

Universidad Central de Madrid las asignaturas de Derecho Romano, Derecho Político y Administrativo y Economía Política, como alumno de enseñanza libre del curso académico 1870-1871. Se trata de asignaturas que, según el perfil de la época, fueron imprescindibles para el futuro desarrollo de su concepto del equilibrio en las relaciones internacionales, que durante su vida revolucionaria trataría de aplicar al proceso de libe-ración cubano para intentar evitar la anexión de Cuba a Estados Unidos.

1872Agosto 31. Matricula la asignatura Derecho Mercantil y Penal del curso

académico 1871-1872.

1873Mayo 17. Pide a la Universidad Central de Madrid su traslado a la Univer-

sidad de Zaragoza, ciudad donde residirá. Junio 4. Es aprobado en la Universidad de Zaragoza de Derecho Romano,

segundo curso, Economía Política, Derecho Civil Español y Derecho Mercantil y Penal.

Agosto 29. Solicita a las autoridades de la Facultad de Derecho su examen de alumno de enseñanza libre del curso 1872-1873, de Ampliación de Derecho Civil, Derecho Canónico, Disciplina Eclesiástica, Literatura Española,

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 182 23/07/2015 13:54:07

Page 183: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

183

Literatura Latina, Historia Universal, Teoría de Procedimientos Judiciales y Práctica Forense. Todas continúan su desarrollo en el Ius Gentius, que madurará hacia el fin de su carrera. Las aprueba, salvo las dos últimas.

1874Junio 25, 27. Aprueba en el Instituto de Zaragoza los ejercicios de Bachiller

en Artes.Junio 30. Realiza el examen final de Derecho sobre un tema romano del Ius

Gentius o Derecho Natural de Gentes y Civil, equivalente al Derecho Internacional de nuestros días, de especial importancia para el desarrollo de su visión de la justicia y el equilibrio internacionales. Con su aprobación alcanza el grado de Licenciado en Derecho Civil y Canónico.

Octubre 24. Se gradúa de Licenciado en Filosofía y Letras con calificación de sobresaliente por su excelente exposición sobre el tema: “La oratoria política y forense de los romanos. Cicerón como su más alta expresión: los discursos examinados con arreglo a sus obras de Retórica”.

Octubre 29. Recibe el certificado que acredita la aprobación de la Univer-sidad de Zaragoza de su Licenciatura en Derecho Civil y Canónico, que lo convierte en un excelente crítico de jurisprudencia.

1875Febrero 10. Llega a Ciudad México procedente de Veracruz.Mayo 14. Recibe invitación a asistir el 2 del propio mes a la inauguración

del periodo de cursos de jurisprudencia que organiza la Junta Menor del Colegio de Abogados.

1876Febrero 20. Inicia su colaboración con el periódico El Socialista, que apoya

al gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada.

1877Abril 2. Llega a Guatemala.Abril 10. Se reúne con Joaquín Macal, ministro de Relaciones Exteriores

de Guatemala.Abril 16. El consulado de España en Guatemala autentifica los certificados

que acreditan a Martí como abogado.Mayo 26. Se dirige, en discurso central en la Escuela Normal a los jefes de

departamento del Estado, convocados por el gobierno.Diciembre 11. Llega a México procedente de Guatemala.Diciembre 26. Sale de México hacia Guatemala, acompañado de su esposa

Carmen Zayas–Bazán Hidalgo. Les acompaña una guardia armada proporcionada por Pablo Macedo, amigo de los días de su estancia en

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 183 23/07/2015 13:54:07

Page 184: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

184

México, que alcanzaría gran prominencia política durante el gobierno de Porfirio Díaz y mantendría inalterable su amistad hacia Martí, a quien visitaba frecuentemente en Nueva York en la década del ochenta.

1878Julio-agosto. Parte de Guatemala.Agosto 31. Llega a Cuba.

1879Febrero 19. Solicita y le es expedido duplicado de la copia de su certificado

de la Licenciatura de Derecho Civil y Canónico.Setiembre 25. Parte deportado a España.Diciembre 20. Viaja desde Francia a Estados Unidos.

1880Enero 3. Desembarca en Nueva York.Marzo 26. Acepta la presidencia interina del Comité Revolucionario Cubano.Junio 16. En la cúspide de su prestigio personal hasta esa fecha, entrega sus

responsabilidades a José Francisco Lamadriz, nombrado agente oficial en Estados Unidos por el gobierno provisional establecido en Cuba.

1881Enero 8. Viaja a Venezuela.Agosto 10. Llega a Nueva York procedente de Venezuela.Diciembre 9. Martí da a conocer en el diario La Opinión Nacional de Ca-

racas algunas estadísticas italianas según las cuales desde 1700 hasta 1859 las naciones europeas establecieron setentaicinco alianzas: “In-glaterra ajustó 36, Rusia 25, Francia 24, Austria 23, Prusia 16, España 10, Suecia 9. Algunas de estas alianzas tuvieron por objeto la inde-pendencia, la libertad y la protección de pueblos oprimidos. En cambio muchas se propusieron asegurar el equilibrio europeo, el dominio de una dinastía, la conquista o el afán de glorias militares. Gran parte de ellas encerraban un objeto aparente y otro real. Todas se encaminaban al mantenimiento de la paz; pero casi siempre fueron origen de revo-luciones y de guerra”.1 Martí esclarece así su criterio contrario a las alianzas entre potencias en detrimento de los países más débiles y pobres.

1884Abril 13. En crónica inédita para La Nación de Buenos Aires, Martí analiza el

carácter provocador de las leyes de inmigración estadounidenses, que a cambio de incentivos económicos atraían anualmente un promedio de cien mil jóvenes alemanes a residir permanentemente en Estados Unidos.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 184 23/07/2015 13:54:08

Page 185: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

185

1885Abril 15. En crónica para La Nación de Buenos Aires, Martí resalta “ la

intervención discreta [...] de Estados Unidos en la tentativa de unir por la fuerza bajo un solo imperio las cinco Repúblicas de Centroamérica [...] Y ya el cable habrá dicho también como los Estados Unidos arma-ron en unos cuantos días, con determinación y sin alarde, unos seiscien-tos hombres de marina, y en sus humildes buques de guerra, en vapores mercantes, los enviaran a proteger en el istmo de Panamá las personas e intereses de los ciudadanos americanos”.2

1885Julio 6. Martí escribe indignado para La Nación de Buenos Aires, ante in-

tervención estadounidense en Panamá:¿La América Central? ¡Quién sabe lo que será de la América Central! ¿México? ¡Quién sabe lo que será del bravo México! El Sunday He-rald de Washington lo decía, por boca de un miembro del gobierno que tendrá más o menos que hacer con las miras del Presidente sobre la América Central:—“Vale más que se sepa desde ahora [...] que aunque no se proyecta plan alguno de anexión, ni ha tomado aún el gobierno en consideración el establecimiento de guarniciones militares permanentes en la América Central, sea lo que quiera lo que las circunstancias demanden, eso será hecho. La política exterior de Estados Unidos será a la vez guiada por los principios más hu-manitarios, y en acuerdo con las necesidades de la civilización an-glosajona” [...] // Los Estados Unidos se han palpado los hombros y se los han hallado anchos. Por la violencia confesada, nada tomarán. Por violencia oculta, acaso. [...] Al istmo lo desean. A México, no lo quieren bien. [...] No parece que reconocen el derecho de México a hacer, sino que le permiten que haga.3

1886Julio 21. El Partido Liberal continúa su campaña contra la prensa estadouni-

dense que propugna el intervencionismo contra México. Cita a Alex R. Shepherd, presidente de la empresa que controlaba las minas de plata de Botopilos, en el sentido de que en los últimos siete años había invertido en empresas mineras en las que trabajaban un gran número de mexicanos y estadounidenses con solo un incidente que reportar. Esta velada oposi-ción a la política agresiva del gobierno estadounidense, que no se desen-volvió solo desde las páginas del periódico mexicano, sino en los lobbies del Congreso y el gobierno en Washington, fue importante para frustrar la intervención que se gestaba con el caso Cutting.

Agosto 2. Martí envía a Manuel Mercado un proyecto de crónica en la que argumenta que el gobierno mexicano evidenció “imprevisión fatal”4 al

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 185 23/07/2015 13:54:08

Page 186: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

186

no informar adecuadamente al pueblo norteamericano sobre las realidades mexicanas. Y prevé que México tenga que hacer concesiones a Estados Unidos.

Agosto 6. José Martí escribe su segunda crónica sobre el caso Cutting para El Partido Liberal, publicado en México el 20 de agosto de 1886. En ese momento Martí toma nota de la negativa del Congreso a considerar el voto de confianza que el secretario de Estado, Francis Bayard, había solicitado para hacer una segunda exigencia más perentoria que la anterior, a fin de liberar a Cutting. Considera la crisis y el peligro in-mediato de guerra superados.

Agosto 6. En la carta que acompaña la crónica de ese mismo día, José Martí explica a Manuel Mercado su inexacta apreciación anterior sobre los acontecimientos:

La correspondencia que envío hoy, [...] explicará a V. la anterior que era aquí hace dos días lo que resultaba de todos los acontecimientos y del espíritu público en aquel instante, aunque allá haya causado tal vez asombro—o—disgusto, porque la escribí creyendo, como creía acá el país entero, que lo que el Secretario de Estado decía en su resumen de las negociaciones al Congreso era lo cierto. ¡Ya me pa-recía a mí inexplicable que México se hubiese puesto en aquel caso dudoso y estrecho!5

No podía él, Martí, conocer los hechos porque “yo no estoy en Washington”.

1887Enero-agosto. En una de sus primeras alusiones al principio del equilibrio

internacional, José Martí escribe para sí un documento según el cual el vicecónsul francés en Guayaquil habría hallado un “paso transconti-nental” que con escasas inversiones permitiría atravesar al continente suramericano del Pacífico al Atlántico. Si la firma inglesa Great Zaru-ma Gold Mining Company lograba la concesión de la mitad de la vía, ello no debía alarmar a América Latina. Lo que parecía un peligro en realidad era una garantía. América Latina podría salvar esa inversión y a sí misma mediante el equilibrio entre las potencias extranjeras. Por ello entendía que la política exterior latinoamericana debía tender a la creación de intereses extranjeros contrapuestos, evitando que alguno llegase a predominar sobre el otro.

Abril 7. Informa a su amigo Fermín Valdés-Domínguez que traduce “del portugués, idioma que aprendí”.6

Abril 16. José Martí recibe el nombramiento de cónsul de la República Oriental de Uruguay en Nueva York.

Junio 23. El Partido Liberal publica un artículo de José Martí en su casi totalidad dedicado a las actividades semiclandestinas de Augustus K.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 186 23/07/2015 13:54:08

Page 187: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

187

Cutting. Utilizando recursos periodísticos creativos, Martí logra re-presentar la atmósfera de una reunión de la American Annexationist League, y The Company for the Occupation and Development of Northern Mexico, bajo la propia presidencia de Cutting, después de su liberación en Paso del Norte. El propósito del mitin era revisar los planes y proceder a la fusión de ambas organizaciones. Martí comenta en esa ocasión: “Para conocer a un pueblo se le ha de estudiar en todos sus aspectos y expresiones: ¡en sus elementos, en sus tendencias, en sus apóstoles, en sus poetas y en sus bandidos!”7 El objetivo final de las dos organizaciones era lograr la anexión de Canadá y de México a Estados Unidos. Por eso Martí afirma al final: “Las saetas venenosas no son más que saetas, pero matan. Y es bueno conocerlas y prevenir-se contra su uso”.8

Julio 30. Recibe el nombramiento de cónsul en Nueva York de la República del Paraguay. Las tres designaciones de Martí revisten un carácter excepcional, por tratarse de un ciudadano que no era nativo de ninguno de los países en cuestión.

Setiembre 20. Está presente en el recibimiento de la delegación argentina. Recibe una excelente impresión de Roque Sáenz Peña, que sería nom-brado ministro de Relaciones Exteriores de su país durante la Confe-rencia Internacional Americana y en 1906 alcanzaría la presidencia de la República Argentina.

1889Junio 13. José Martí aclara que los incidentes entre Alemania y Estados

Unidos en Samoa carecerían de interés, salvo por la probabilidad de choques futuros en América Latina entre Europa y Estados Unidos

Octubre 2. Se inaugura la Conferencia Internacional Americana.Noviembre 2. Martí afirma públicamente por vez primera en un artículo para

La Nación de Buenos Aires, durante las sesiones del Congreso Interna-cional Americano de Washington, que la Conferencia mostraría a quienes defienden “ la independencia de la América Española, donde está el equilibrio del mundo”. A partir de ese momento se repetirán con frecuencia las alusiones a este concepto.

Diciembre 11. José Martí relata emocionado, a los lectores argentinos de La Nación, el momento en que se anuncia entre aplausos y frases laudatorias la entrada de la delegación brasileña a la Conferencia Internacional Ame-ricana, representando, no una monarquía, sino a una república.

Diciembre 11. José Martí informa a los lectores argentinos de La Nación, con gran satisfacción, la sorpresa con que los delegados norteamerica-nos a la Conferencia Internacional Americana vieron a argentinos y brasileños presentar juntos un plan de arbitraje que eliminaba al esta-dounidense en el que se erigía como únicos árbitros en América.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 187 23/07/2015 13:54:08

Page 188: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

188

Diciembre 14. Confirma a Gonzalo de Quesada, en la intimidad epistolar, que ve “con júbilo”, en la Conferencia Internacional Americana como crecía en autoridad la Argentina. En cambio, “¿El Brasil, puede rebelarse [...] contra su único mercado, y después de los agasajos de Henderson?”9

1890Marzo 15. Permanece en Washington dos días, que aprovecha para conocer

a los miembros de delegaciones a la Conferencia Internacional Americana.Abril 19. Se clausura la Conferencia Internacional Americana.Julio 24. El gobierno de la República Argentina lo designa cónsul en la

ciudad de Nueva York.Diciembre 23. El gobierno de Uruguay lo nombra representante en la con-

ferencia de la Comisión Monetaria Internacional Americana.

1891Febrero 4. Interviene en las sesiones de la Comisión Monetaria Americana.Febrero 9. Acude a la recepción y baile anual de la Legación mexicana.

Continúa familiarizándose con el personal de las embajadas y consula-dos acreditados en Washington y Nueva York, y las personalidades estadounidenses presentes en la ocasión.

Marzo 23. Forma parte de la comisión en la Conferencia Monetaria Inter-nacional que debe dar su dictamen sobre la proposición estadounidense de crear una moneda única en América.

Marzo 25. Asiste a una cena privada en la residencia de Matías Romero, ministro de México en Estados Unidos.

Marzo 30. Da a conocer en la Conferencia Monetaria, en español y en inglés, el dictamen sobre las proposiciones de Estados Unidos. El debate es prolongado por la obstinación de Estados Unidos.

Abril 1ro. Integra otra comisión, conjuntamente con los delegados de México, Argentina, Nicaragua y Colombia, que presentará su criterio acerca de la conveniencia o inconveniencia de levantar las sesiones sin hacer invitación alguna para una nueva conferencia monetaria mundial.

Abril 3. Se presenta al plenario de la Conferencia un proyecto, unánime-mente aprobado, en el que se considera inconveniente la aceptación de una relación fija de cambio entre el oro y la plata.

Mayo 1ro. Aparece en La Revista Ilustrada de Nueva York su artículo “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”, en el que denun-cia las imposiciones estadounidenses y los vínculos de dependencia que se pretenden.

Octubre 11. Informa al ministro Estanislao S. Zeballo de la Argentina, su decisión de renunciar al cargo de cónsul de ese país. Igual decisión

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 188 23/07/2015 13:54:08

Page 189: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

189

comunica a las autoridades de Paraguay y Uruguay, que no la aceptan hasta el año siguiente.

Noviembre 26. Pronuncia su discurso “Con todos, y para el bien de todos”.

1892Enero 2. Cursa nota formal al Departamento de Estado, informándole que

ha sido nombrado delegado de la República Oriental del Uruguay ante la Comisión Monetaria Internacional Americana, a fin de que se le expidan las credenciales correspondientes.

Enero 5. Las delegaciones de los clubes de emigrados de Tampa y Cayo Hueso aprueban, con la entusiasta presencia de José Martí, las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano.

1893Julio. Durante su estancia en San José, Costa Rica, se entrevista con su

presidente, José Joaquín Rodríguez y más tarde con el ministro de la Guerra, acompañado del general Antonio Maceo.

Julio 7. Ofrece una conferencia sobre el tema “El porvenir de América y las poderosas influencias extranjeras bajo las cuales se desenvuelven y crecen los pueblos latinoamericanos”, en la Escuela de Derecho de San José.

Septiembre 14. El ministro Estanislao S. Zeballos, jefe de la Legación argentina en Washington, solicita la colaboración de Martí para la traducción de los documentos del arbitraje de Estados Unidos sobre el diferendo con Brasil sobre los cincuenta mil kilómetros cuadrados del territorio de Misiones, arbitraje que fue favorable en 1895 a este último país por decisión del presidente Cleveland.

1894Abril 17. Patria da a conocer su informe “El tercer año del Partido Revo-

lucionario Cubano. El alma de la Revolución, y el deber de Cuba en América”. Afirma en él que:

Las Antillas esclavas acuden a ocupar su puesto de nación en el mundo americano, antes de que el desarrollo desproporcionado de la sección más poderosa de América convierta en teatro de la codicia universal las tierras que pueden ser aún el jardín de sus moradores, y como el fiel del mundo. […] // En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a ne-garle el poder,—mero fortín de la Roma americana;—y si libres [...] serían en el continente la garantía del equilibrio [...]. Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son solo dos islas las que vamos a libertar.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 189 23/07/2015 13:54:08

Page 190: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

190

[...] Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos.10

Mayo 29. Estanislao S. Zeballos, ministro plenipotenciario de la Argentina en Washington, agradece a Martí su colaboración en las negociaciones por el diferendo de Misiones.

Julio 18. Llega a México.Agosto 1ro. Probablemente se reunió informalmente con el presidente

Porfirio Díaz. Noviembre 19. El vicepresidente del Paraguay le transmite el reconoci-

miento de su país por su labor como cónsul de Nueva York.1895

Marzo 25. Redacta, conjuntamente con Máximo Gómez, el Manifiesto de Montecristi, documento programático de la Revolución Cubana. En su proyecto de texto se afirma: “La guerra de independencia de Cuba, nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de pocos años, el comer-cio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo”.11

Abril 27. Martí envía una carta al agente consular del gobierno británico en Guantánamo, fechada en esa ciudad. En esa misma fecha envía otra carta, también en inglés, al agente consular de Alemania. En ambas misivas, más allá de las motivaciones inmediatas, referidas al cese de las actividades económicas de ambas potencias en Cuba con motivo de la guerra, les informa que Cuba revolucionaria estará abierta a las inversio-nes y las actividades económicas de toda índole constructiva.

Abril 27. Martí redacta una carta al The New York Herald, en Guantánamo, muy similar a las dos que envía a las representaciones consulares europeas.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 190 23/07/2015 13:54:08

Page 191: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

191

NOTAS

1 JM: “Sección constante [6]”, en La Opinión Nacional, Caracas, 9 de diciembre de 1881, Obras completas. Edición crítica, La Habana, Centro de Estudios Martianos, t. 12, p. 84. [En lo adelante, OCEC. (N. de la E.)]

2 JM: “Cartas de Martí. Sucesos de la quincena”, en La Nación, Buenos Aires, 5 de junio de 1885, OCEC, t. 22, pp. 92-93.

3 JM: “Cartas de Martí”, en La Nación, Buenos Aires, 21 de agosto de 1885, OCEC, t. 22, pp. 145-146.

4 JM: “El conflicto entre fronteras”, Nueva York, 2 de agosto de 1886, OCEC, t. 24, p. 130. No llegó a publicarse por solicitud del propio Martí.

5 JM: A Manuel Mercado, Nueva York, 6 de agosto de 1886, Epistolario, comp. y ordenación cronológica Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, pról. Juan Marinello, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Ciencias Sociales, t. I, p. 346.

6 JM: “A Fernín Valdés Domínguez”, Nueva York, 9 de abril de 1887, en José Martí. Epistolario, ob. cit., t. I, p. 377.

7 JM: “México en los Estados Unidos. [Sucesos referentes a México]”, Nue-va York, 23 de junio de 1887, Obras completas, La Habana, Centro de Estu-dios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1963-1973, t. 7, p. 51. [En lo adelante, OC. (N. de la E.)].

8 Ibídem, p. 53. 9 JM: Carta a Gonzalo de Quesada, Nueva York, 14 de diciembre de 1889,

Epistolario, ob. cit., t. II, p. 170. 10 JM: “El tercer año del Partido. El alma de la Revolución, y el deber de Cuba

en América”, en Patria, 17 de abril de 1894, OC, t. 3, pp. 139, 142, 143. [La cursiva es de RS]

11 JM: Manifiesto de Montecristi. Edición facsimilar, presentación Oscar Loyo-la Vega, estudio valorativo Ibrahim Hidalgo Paz, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2011, pp. 13-14.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 191 23/07/2015 13:54:08

Page 192: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 192 23/07/2015 13:54:08

Page 193: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

193

Fuentes primarias

El Partido Revolucionario Cubano a Cuba. Manifiesto de Montecristi, edición facsimilar, presentación de Oscar Loyola Vega, estudio valorativo de Ibrahim Hidalgo Paz, Centro de Estudios Martianos, 2011.

Martí, JoSé: Obras completas, La Habana, Edición Electrónica, Centro de Estudios Martianos y Centro de Estudios de Tecnologías Avanzadas, 1975.

: Obras completas. Edición crítica (tomos 1 al 9), 2000-2003.

: Epistolario, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1993.

: The Selected Works of José Martí, editado y traducido por Esther Allen, Londres, New York, Pengüin Books, 2000.

: Otras crónicas de Nueva York, investigación, introducción, índice de cartas de Ernesto Mejía Sánchez, La Habana, Centro de Es-tudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1983.

United States Department of State: Report on Extraterritorial Crime and the Cutting Case, Washington DC, Government Printing Office, 1887.

Fuentes secundarias

ariaS, Salvador: “José María Heredia y el Congreso de Panamá”, Juventud Rebelde, La Habana, nov. 2004.

BIBLIOGRAFÍA

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 193 23/07/2015 13:54:08

Page 194: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

194

ávila, alFredo: “Diplomacia e interés privado: Matías Romero, el Soco-nusco y el Southern Mexican Railroad 1881-1883”, en Secuencia, no. 38, mayo-agosto 1997.

baSSett Moore, JoHn: The Collected Papers of John Bassett Moore, New Haven, Yale University Press, 1945.

benton, Joel: Memories of the Twilight Club, Nueva York, Broadway Publishing, 1910.

bernStein, Marvin: The Mexican Mining Industry, 1890-1950, New York State University, 1964.

blanCHet, CriStian y bertrand dark: Statue of liberty. The first hundred years, Nueva York, 1987.

bUCHenaU, Jürgen: “México como potencia mediana: una perspectiva his-tórica”, en Secuencia, no. 41, mayo-agosto de 1998, p. 81.

Cepeda, raFael: José Martí, su verdad sobre Estados Unidos, La Habana, Editorial Caminos, 1995.

Collado, María del CarMen: “El régimen porfirista y la privatización del subsuelo petrolero”, en Secuencia no 8, mayo-agosto de 1987.

Connell SMitH, gordon: The United Status and Latin America, Londres, Hanneman, Educational Book, 1974.

CoSío villegaS, daniel: Estados Unidos contra Porfirio Díaz, Omaha, Uni-versity of Nebraska Press, 1963 (cap. 4).

: Historia Moderna de México, t. 6, segunda parte.

d’eSteFano piSani, MigUel a.: Historia del derecho internacional. Desde la an-tigüedad hasta 1917, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985.

davieS, JoSepH e.: Mission to Moscow, Nueva York, Simon and Shuster, 1941.

diCkenSon, JoHn y otros: A geography of the Third World, Londres, Rutled-ge, 2002.

eStrade, paUl: “La acción de José Martí en el seno de la Comisión Mone-taria Internacional Americana”, José Martí, antimperialista, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1984.

FranzbaCH, Martín: La Guerra del 98 en el marco de los intereses alemanes, Separata Iberoamericana, Frankfurt, Archivo del Estado de Hamburgo, 1998.

garden de leSSar, Conde angel gUillerMo: Tratado de diplomacia, La Habana, 1964.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 194 23/07/2015 13:54:08

Page 195: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

195

g. QUeSada, viCente: Mis memorias diplomáticas, Buenos Aires, Imprenta de Coni Hermanos, 1905.

HaSland, JonatHan: No virtue like necessity, New Haven, Yale University Press, 2002.

HaSS, ernSt b.: “The balance of power: prescription, concept, or propa-ganda”, en World Politics, vol. 5, no. 4, 1953.

Herrera, FranyUtti, alFonSo: Martí en México: recuerdos de una época, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1996.

HobSbawn, eriC: La era del Imperio. 1875-1914, Buenos Aires, Grijalbo, 1998.

Hostos. Obras completas: t. IX, San Juan, Puerto Rico, Editorial de la Uni-versidad de Puerto Rico.

JagUaribe, Helio: “Presente e futuro das relaçoes Brasil-Estados Unidos”, Esta-dos Unidos las transición democrática, Sâo Paulo, Editora Paz e Terra, 1985.

iSaaCSon, williaM d.: “José Martí y el Club Crepúsculo”, en revista Archivo de José Martí, La Habana, no. 15, enero-junio 1950.

kiSSinger, Henry: Diplomacy, Nueva York, Simon and Shuster, 1994.

Koed, elizabeth: “A symbol transformed: The Statue of Liberty”, The Social Contract, Spring, 1993.

laCoSte, pablo: “Estanislao Zeballos y la política exterior de Argentina con Brasil y Chile”, Confluencias, Mendoza, Argentina, a. 1, no. 2, 2003.

: y ariadna arpini, “Estanislao Zeballo, la política exterior argentina, la ideología racista de la élite ilustrada rioplatense y la refor-ma universitaria de 1918”, Revista Universicam, Talca, Universidad de Chile, no. 17, 2002.

le riverend, JUlio: José Martí, pensamiento y acción, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editora Política, 1982.

: “El historicismo martiano en la idea del equi-librio del mundo”, Anuario del Centro de Estudios Martianos, no. 2, La Habana, 1979.

liévano agUirre, indaleCio: Bolivar, Madrid, 1983.

lindo, laara: History of the Twilight Club, pag web.

MearSHeiMer, J. J.: The tragedy of great power politics, New York, W W Norton, 2001.

Medina CaStro, ManUel: Estados Unidos y la América Latina. Siglo xix, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1974.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 195 23/07/2015 13:54:09

Page 196: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

196

MañaCH, Jorge: Martí el Apóstol, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1990.

Mc Cann, Frank: The Brazilian Alliance, Princenton University, New Jersey, Press, 1973.

Núñez Jímenez, Antonio: “El camino rapaz de treinta y siete estrellas”, Granma, 29 de julio de 1976.

ortiz, Fernando: “Martí y las razas de librería”, Anales de la Universidad de Chile, Santiago, a. CXL, no. 89, , 1953, Homenaje a José Martí en el Centenario.

parra, alMa, “Cónsules y empresarios, expresión local del expansionismo estadounidense hacia fines del siglo xix”, en Secuencia, no. 48, sept.-dic. de 2000.

polanyi karl: The great transformation, Nueva York, Octagon, 1980.

SaFFord relyea, paUline: Diplomatic relations tetween the United States and Mexico under Porfirio Díaz 1876-1910, Smith College Studies in History X, 1924, cap. 2.

SarMiento, doMingo FaUStino: Conflicto y armonía de las razas en América, Buenos Aires, S. Ostwald (Imp. de Túnez), 1833.

: “Viajes por Europa, África y América 1845-1847”, Obras, Buenos Aires, ed. Augusto Belin Sarmiento y Luis Monte, 1886, vol. 5.

SarraCino, rodolFo: “Martí, el equilibrio internacional y la unidad latinoa-mericana”, en Casa de las Américas, La Habana, no. 229, oct.-dic., 2002.

: José Martí y el caso Cutting, México, Universidad de Guada-lajara-Centro de Estudios Martianos, 2004.

:José Martí en el Club Crepúsculo de Nueva York. En busca de nuevos equilibrios, La Habana, Universidad de Guadalajara-Centro de Estudios Martianos, 2010.

SCHroeder: “The Nineteenth Century System: balance of power or political equilibrium”, en Review of International Studies, no. 15, 1989, pp. 135-153.

SedgwiCk, artHUr george: The amount of Pecuniary compensation awarded by Courts of Justice (1869), en Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

SHeeHan, MiCHael: The balance of power. History and Theory, Londres, Rut-ledge, 2000.

tanSill, CHarleS C.: The Foreing Policy of Thomas Francis Bayard, Nueva York, The Fordham University Press, 1940.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 196 23/07/2015 13:54:09

Page 197: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

197

vieira, robert: “Personalities and Pistol Shots. The Cutting case”, Diser-tación sobre la biografía de Arthur George Sedgwick, 2003 (inédito).

vitier, Cintio: Prólogo a Martí en la Universidad, IV, La Habana, Editorial Félix Varela, 1997.

walt, S.: The Origin of Alliances, 1987.

waltz, k. n.: Theory of Internacional Politics, New York, Random House, 1979.

wingate, CHarleS F: A Scrapbook of Clippings Relating to the Twilight Club, 2 vols. s/f.

zeballo, eStaniSlao: “Suma geográfica argentina”, Tesoro de la Juventud, Buenos Aires, Londres, París, Montevideo, Santiago, 1915, 15 tomos.

: “Intervención anglo-alemana en Venezuela”, Revista de De-recho, Historia y Letras, Buenos Aires, a. V, t. XIV, 1902.

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 197 23/07/2015 13:54:09

Page 198: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 198 23/07/2015 13:54:09

Page 199: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

ÍNDICE

Nota del autor / 7

Introducción / 9

Capítulo ILas fuentes martianas del equilibrio internacional / 17

Capítulo IIPasos iniciales de José Martíhacia una visión internacional antimperialista / 42

Capítulo IIIJosé Martí y el caso Cutting / 53

Capítulo IVLa Estatua de la Libertaden la visión martiana del equilibrio internacional / 75

Capítulo VJosé Martí y Brasil / 93

Capítulo VIMartí, el equilibrio internacional y la unidad latinoamericana / 108

Capítulo VIIJosé Martí en el Club Crepúsculo de Nueva York:en busca de la patria de Lincoln / 133

Capítulo VIIIJosé Martí y Estanislao S. Zeballos / 161

Apéndice / Breve cronología de la visión martiana del equilibrio en las relaciones internacionales / 181

Bibliografía / 193

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 199 23/07/2015 13:54:09

Page 200: redint.isri.curedint.isri.cu/sites/default/files/blogs_documentos/jm_nuestra... · Dirección editorial / CeCil Canetti Asesoría editorial / ela lópez Ugarte Edición / Silvia agUila

version silvia Unidad Latinoamericana 18.06.2015.indd 200 23/07/2015 13:54:09